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Edición
50

La infancia en pantalla

Buenos Aires
Cómo la digitalización de la vida afecta el juego y la capacidad de espera en los niños.

Me voy a referir a una temática de gran vigencia que concierne a ciertos avances tecnológicos que se vienen dando en un espacio-tiempo online, el lugar donde nuestras vidas ahora transcurren por tiempos muy prolongados, situación que se vio agudizada profundamente a partir de la pandemia.

La importancia de pensar estas cuestiones se debe a que la tecnología actual, sobre todo la que ha posibilitado la aparición de aparatos móviles con acceso a internet, introduce profundas transformaciones en niveles variados de la existencia. Estos nuevos recursos modifican las formas de comunicarnos y relacionarnos, de amar, de trabajar, de estudiar, de aprender, de conectarse y desconectarse, en fin, los modos de ser y estar en el mundo.

Como todas y todos sabemos los dispositivos móviles, particularmente los celulares, están con nosotros 24/7, para tomar una expresión bien actual; además de servir para comunicarnos, funcionan como un dispositivo en el que tenemos información necesaria para nuestra vida cotidiana – agenda, documentos, aplicaciones para consultar ubicaciones, realizar trámites y consultas médicas, etc. Esto nos resulta indiscutiblemente cómodo y eficaz, al menos en una urbe de occidente; pero también sabemos que pueden generar otras consecuencias menos deseables, lo que ha despertado gran preocupación desde las más diversas disciplinas de la salud, debido a algunos efectos de su utilización que pueden resultar inciertos.

Estas inquietudes ya aparecen en las voces de lxs mismxs usurarixs, de padres y madres de jóvenes y niñxs y se hace necesario interrogarnos acerca de estos acontecimientos que los nuevos dispositivos introducen. Para poder comprender las posibles consecuencias necesitamos pensar sus características, sus modos de utilización y sus variaciones dentro del contexto histórico, social y cultural en que nos encontramos.

Los avances tecnológicos en general tienen una larga historia y también han creado incertidumbres cuando surgieron como descubrimiento, como la invención de la electricidad, la televisión o la imprenta, que en su momento fueron cuestionados y objeto de sospecha. Es decir, los avances de la ciencia en general producen estas sensaciones porque lo nuevo puede desestabilizar los conocimientos que tenemos muy bien ordenados, y esto intranquiliza.

La capacidad de espera es un logro que se va construyendo en las relaciones que se establecen con un entorno que introduce ritmos y cortes, pero que el uso continuo y prolongado de un dispositivo que desprende estímulos constantes y sumamente veloces, podrían entorpecer la posibilidad de instalarse.

Lo que surge como diferencia en los cambios tecnológicos actuales son dos cuestiones que se encuentran a su vez entrelazadas. La primera es la velocidad con que se precipitan, y además la cercanía, es decir sentimos que no disponemos de la distancia necesaria para poder abordar la cuestión de una forma imparcial, porque estamos dentro del problema, somos parte de una generación que convive con las novedades. Pero, por otro lado, surge una situación que nos interroga y que cuando nos disponemos a revisarla ya ha cambiado, alguna otra innovación deja atrás la anterior.

Queda así planteada la necesidad de comprender qué impacto tienen en nuestra cultura y por lo tanto en nuestra subjetividad estos adelantos tecnológicos de las últimas décadas, sobre todo si tenemos en cuenta que las nuevas pantallas ingresan en la vida cotidiana desde casi todos los espacios a los que pertenecemos, modificando los modos de relacionamientos que perduraron por muchísimo tiempo.

Esta mutación se profundiza a partir de la aparición de la Internet, pero se intensifica con el uso de los dispositivos móviles que pueden ser utilizados de manera ilimitada en tiempos y espacios, es decir, existe la posibilidad de desplazarlos junto a nosotrxs, cuestión que no pasaba con la televisión o inclusive con la computadora de escritorio. Estos dispositivos entonces pueden llegar a ser pensados, por algunos autores, como partes de nuestro propio cuerpo, ubicando la figura del Ciborg, es decir hablar de una hibridación hombre-máquina.

¿Cuál sería entonces el impacto negativo del uso de pantallas?

Ubicamos las desventajas en relación con una utilización excesiva, que permite tener una variedad de conexiones a distancia, pero puede ocasionar una desconexión con aquellas personas que se encuentran en el entorno más cercano e interferir en los modos de establecer relaciones íntimas y afectivas.

Por otra parte, en los tiempos actuales comenzamos a observar que existe una anticipación de los momentos vitales en que los infantes van ingresando a este mundo digital, podemos observar que hoy esto sucede en tiempos precoces, y para nada deseables, es decir, bebés que utilizan estos instrumentos antes de poder mantenerse sentados por sí mismos, debido a la falta de maduración tanto neuronal como motora.

¿Qué pasa cuando esta disponibilidad de pantallas es de acceso directo a niños y niñas tan pequeños?

Sabemos que los juegos electrónicos, las series y películas, en la actualidad, están siempre a mano para entretener a lxs infantes y siendo además muy tentador para sus cuidadores, dada la capacidad de atracción y fascinación que despiertan. Históricamente, como adultxs a cargo, siempre hemos buscado formas de entretener a lxs niñxs mientras nos encontramos desarrollando tareas domésticas, laborales, o de esparcimiento, esa es una experiencia innegable, como también que esta situación se sostenía por periodos cortos ya que en un breve tiempo nuestra atención volvía a ser demandada por nuestrxs pequeñxs. Actualmente, pantalla mediante, esto no sucede.

El período de la infancia es de crucial importancia para el desarrollo temprano saludable debido a que es el momento en que se está construyendo un psiquismo, como también a partir de interacción con el entorno, con aquellas personas que están a cargo del cuidado. Es decir, en esto momentos fundantes de la vida, se requiere una interacción efectiva y de calidad, hay necesidad de contacto real, de miradas, de caricias, de canturreos, como también de respuestas y reacciones sensibles y apropiadas. Es un momento de armado de la subjetividad que sienta las bases para los modos de interacción posteriores, siendo necesaria la presencia real de un contexto familiar dispuesto y entonado.

Vayamos entonces a observar el uso que hacen los y las infantes de estos aparatos tecnológicos.

Si nos detenemos a mirar a nuestro alrededor, ubicaremos la utilización de tabletas y celulares a edades realmente muy tempranas, podemos ver a bebes muy pequeñxs con estos aparatitos en sus manos y si bien sabemos por la precocidad de su desarrollo, que muchas veces aún no han descubierto su modo de funcionamiento, de todas formas, les resultan sumamente atractivos, pudiendo provocar la aparición de llantos y enojos si se le son sustraídos. Esta simple observación nos permite descubrir la capacidad que poseen estos dispositivos para captar la atención de sus usuarios, aún muy pequeños, como también de retenerla por tiempos prolongados.

Por el modo en que funcionan, por ejemplo, los videojuegos más elementales, no se necesita contar con la capacidad para establecer relaciones de causalidad propia del pensamiento asociativo, debido a que se establecen relaciones conectivas, que quedan por fuera de esa lógica que requiere de mayor nivel de desarrollo cognitivo.

Ahora bien, la atracción que presentan las pantallas no es una novedad, esto es anterior a que formen parte de modernos dispositivos. Es decir, históricamente han ofrecido todo tipo de modelo de identificación y hoy sirven también para construir, reconstruir como también diseñar no solo imágenes sino también historias a medida. Esto se observa y confirma por la multiplicación de redes y dispositivos digitales, a una velocidad insospechada. Pero, cuando nos acercamos a infantes tan pequeños son otras las cuestiones que se ponen en juego para despertar su interés, debido a que, en esos momentos vitales, todavía no están en condiciones de ser atraídos por estas características.

Podemos considerar que son las tonalidades, sonidos, movimientos, intensidades, es decir una variedad de estímulos que llaman su atención, también se suma que al ser intereactivas para el infante implica una atención asegurada. Por el modo en que funcionan, por ejemplo, los videojuegos más elementales, no se necesita contar con la capacidad para establecer relaciones de causalidad propia del pensamiento asociativo, debido a que se establecen relaciones conectivas, que quedan por fuera de esa lógica que requiere de mayor nivel de desarrollo cognitivo. Estas características los vuelven innegablemente atrayentes. Es por ello que, en los últimos años, surge desde distintas Academias de Pediatría -EE. UU., Canadá, entre otras- como ideal a alcanzar que lxs niñxs menores de dos años no estén expuestos a ninguna pantalla y, que a partir de allí, solo lo hagan por tiempos muy acotados. Es indudable que dejar a infantes o niñxs por períodos prolongado en contacto con estos dispositivos es algo que debe evaluarse, restringirse y regularse.

Aquí se despliega una cuestión controversial debido a que nosotrxs como adultxs nos encontramos inmersos en un mundo que nos exige estar conectados y disponibles en forma casi permanente, recibiendo innumerables demandas en ese sentido, las laborales, las de grupos de amistades, la de otros grupos conformados por padres y madres de distintas actividades, nos encontramos con un requerimiento de tiempo completo. ¿Quedará espacio para entregarse con disposición genuina a la gran labor de crianza en tiempos donde los adultos y adultas nos encontramos atravesados por la demanda surgida de una hiperconectividad cotidiana?

Lamentablemente en la actualidad recibimos una alta cantidad de consultas por niñas y niños que presentan dificultades tanto en la adquisición del lenguaje como en relación al establecimiento de una interacción social adecuada, cuestiones que son necesarias para la consolidación de logros saludables en el desarrollo subjetivo. Muchas veces cuando realizamos una historización para poder comprender alguna de las múltiples causas que pueden estar en el origen de esta situación, nos encontramos con la coincidencia de que fueron niñxs que estuvieron entretenidos durante tiempos prolongados por dispositivos digitales desde muy pequeños. Esto nos da un alerta que no debemos desestimar, si bien en la actualidad no podemos tener respuestas precisas sobre sus consecuencias, sí estamos en condiciones de comprender los inconvenientes que pudieran surgir en aquellos niños y niñas muy pequeñxs, que utilicen los aparatos digitales en forma constante y por tiempos prolongados.

Por ejemplo, desde las neurociencias podemos ubicar la dificultad que sobreviene cuando lxs infantes se encuentran expuestos a una gran cantidad de estímulos con modificaciones sumamente veloces, debido a que esto excede su posibilidad de procesamiento, socavando además ciertos métodos de segmentación que se ponen en marcha para regular los procesos sensoriales. También desde la pediatría se evalúa una mayor cantidad de niños que presentan dificultades visuales, y desarrollos motrices deficitarios, incremento de sobrepeso, entre otras cuestiones.

Desde nuestro propio campo anticipamos el uso de dispositivos  interfieren las experiencias de encuentro entonado con aquellas personas que están a cargo de la regulación de la/el infante, puede verse perjudicada la posibilidad de establecer relaciones íntimas, seguras, confiables que están en la base de los procesos de interacción social.

Por otra parte, la capacidad de espera es un logro que se va construyendo en las relaciones que se establecen con un entorno que introduce ritmos y cortes, pero que el uso continuo y prolongado de un dispositivo que desprende estímulos constantes y sumamente veloces, podrían entorpecer la posibilidad de instalarse. También la posibilidad de armar una distancia, de crear activamente en nuestro psiquismo esta categoría, juntamente con la temporalidad. Situando que para que comiencen a inscribirse tales recorridos es necesario que previamente se arme una trama de continuidades a partir de la cual, las diferencias puedan asentarse, por ejemplo, por medio de secuencias que funcionan ya precursoramente armando temporalidades y espacialidades a la que tanto contribuyen las rutinas de cuidado.

Además, por el uso de estos dispositivos, puede verse reducida una salida al campo de lo exploratorio, debido a que se restringen los intereses de conocimiento sobre lo novedoso, debido a que lxs infantes puedan quedar dominados por un interés acotado, restrictivo y reiterado.

También sería necesario delimitar si una actividad temprana en el mundo digital permite el despliegue del componente lúdico propio del jugar, que se desplazará posteriormente a todo proceso de creación que se sedimenta en un juego activo, con autoría, que crea lo ficcional, otorgándole a los objetos la cualidad de lo viviente.

Todas estas son situaciones para evaluar en relación con los modos en que infantes niños y niñas se instalan en lo digital.

Por otra parte, las nuevas generaciones viven rodeadas de pantallas y esto deviene en una amplia destreza en su manejo, que les será seguramente necesaria, pero no por ello podemos dejar de advertir que el dominio tecnológico de ninguna forma garantiza su debido procesamiento, como tampoco asegura la posibilidad de que el caudal de información que allí circula pueda ser valorada críticamente. Indudablemente siempre será necesario un ambiente que, regulando la experiencia, favorezca la posibilidad para que esto suceda.

Por último, debemos señalar que cualquier objeto, sea digital o analógico, si es utilizado de forma provechosa, no tendrá incidencias negativas en el proceso natural del desarrollo subjetivo e irá formando parte del repertorio de objetos que ocupen ese espacio de la experiencia, permitiendo hacer usos creativos. Esto tendrá lugar si las condiciones de conformación subjetiva se entraman satisfactoriamente en un entorno que las sostiene produciéndose entonces las regulaciones necesarias para ello.

Con el recorrido que hemos realizado hasta aquí, vamos situando la idea de que las pantallas no pueden ser catalogadas con oposiciones binarias, como buenas o malas. Estos dispositivos, pensados como herramientas, pueden ser sumamente útiles o también perjudiciales y esto tendrá relación entonces, con las características particulares de su uso.

Las nuevas tecnologías conforman nuestro desafío actual, el saber utilizarlas se nos impone como impostergable, sobre todo para los niñxs y jóvenes de hoy. Siendo también necesario el acompañamiento y la presentación que orientan sus buenos usos por parte de lxs adultxs que deberían ampararlos. Creo que nosotros como profesionales nos encontramos entre ellos.

Notas:
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