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Edición
52

Todos los caminos conducen a los libros

Barranquilla
Desde Chiloé al sur de Chile, hasta los desiertos de Kenia y Egipto; de los archipiélagos de Finlandia y Laponia en el Círculo Polar Ártico a los campamentos de refugiados en Tanzania y Azerbaiyán, el acceso a la lectura representa un verdadero reto. Conoce lo que algunas personas, comunidades y países hacen por los libros y la lectura

En ocasiones el acceso a la lectura puede convertirse en un verdadero desafío. En pequeñas ciudades alejadas de grandes centros urbanos y en escuelas rurales, desde un campamento de refugiados en Azerbaiyán hasta una humilde aldea en Chile, desde el desierto de Egipto hasta las diversas regiones de Colombia, resulta verdaderamente fascinante conocer los esfuerzos que hacen algunas personas, comunidades y países por conseguir algo que para nosotros resulta un acto tan natural como ir a la biblioteca o disfrutar de un libro.

Inicié este recorrido por algunos espacios que había conocido personalmente, como las estaciones del Metro de Medellín, en Colombia. La búsqueda de información para complementar lo que conocía de primera mano me fue llevando a lugares inesperados. Gracias a las nuevas tecnologías – correo electrónico, celular, video llamada de WhatsApp – pude contactar directamente a varias de las personas que cito. Y, por supuesto, también encontré información ¡navegando el Internet y visitando la biblioteca pública de mi ciudad!

En áreas remotas del mundo los libros llegan a manos de los lectores de maneras inusuales: en autobús, barco, elefante, burro, tren, incluso en carretilla. Y todo esto, por amor a la lectura pues, como dice un bibliotecario de Azerbaiyán, «¡los libros son tan importantes para nosotros como el aire o el agua!» [i]

Portland, en el Estado de Oregón, es una de las urbes más ecológicas de los Estados Unidos.  De paseo por esta ciudad encontré, en los frentes de sus casas y sus parques, desde diminutas rosas hasta enormes pinos y abedules, y descubrí también, como brotando de la tierra, una caja, parecida a una pajarera, con libros para compartir.

Intrigada, descubrí que esta caja forma parte de Little Free Library, una red global de pequeñas bibliotecas dirigidas por voluntarios que busca ampliar el acceso a libros para todos. Las cajas están abiertas 24 horas del día, siete días a la semana, y operan bajo un sistema de honor: tomas un libro y dejas un libro.

«¡los libros son tan importantes para nosotros como el aire o el agua!»

La iniciativa fue creada en 2009 por Todd H. Bol en Hudson, Wisconsin, en honor a su madre, Jenna Ross, maestra de escuela y lectora de toda la vida. A la fecha hay más de 150.000 Little Free Libraries registradas en 120 países alrededor del mundo.  Se pueden encontrar en antejardines y centros comerciales de grandes ciudades, en las estaciones de metro de Nueva York e incluso en las comisarías de policía de Los Ángeles.

En los Estados Unidos existen varias iniciativas similares, como Neighbor to Neighbor en Chicago o Bookleggers en Miami. [ii]

En Botsuana al sur de África, donde el desierto de Kalahari cubre una gran parte del interior del país, las cajas también juegan un papel importante.

Con una extensión de más de 580,000 kilómetros cuadrados y apenas un poco más de 2.5 millones de habitantes, Botsuana es uno de los países menos poblados del mundo con una densidad de población de 4 habitantes por Km2 . Desde su independencia de Gran Bretaña en 1966, pasó de ser un país pobre a uno de ingresos medios. Su alto nivel de alfabetización –   81,26% – se debe, en gran parte, al Book Box Service (BBS, Servicio de Cajas de Libros) que alcanzó, a larga distancia, a escuelas primarias remotas durante más de 30 años, buscando que los niños leyeran por placer, más allá del plan de estudios escolar.

El proyecto comenzó como piloto en 1976 en 10 escuelas primarias y entre 1991 y 1992 cubría casi el 30% de todas las escuelas primarias públicas del país.

El proyecto BBS se inspiró en una primera iniciativa de Cajas de Libros de la época colonial, que funcionó de 1938 hasta 1950, beneficiando principalmente a la población negra africana, a quienes no se les permitía utilizar las bibliotecas «europeas».

Abierto al público en general, BBS funciona de manera similar a Bibliothèques Sans Frontières organización internacional sin fines de lucro que apoya a personas de comunidades en situaciones vulnerables, facilitando el acceso a la educación, la cultura y la información.

En situaciones de emergencia, los libros ayudan a los niños a recuperarse del trauma, contrarrestar el aburrimiento de estar sin escuela ni actividades estructuradas y a desarrollar resiliencia. Ideas Box, o Caja de Ideas, es un espacio de aprendizaje y centro multimedia nómada[iv] que proporciona recursos educativos y culturales a comunidades vulnerables: refugiados, desplazados, comunidades rurales, aisladas e indígenas.

La iniciativa Ideas Box nace en 2010 en Haití, cuando el equipo de Bibliothèques Sans Frontières estaba construyendo bibliotecas y un devastador terremoto de magnitud 7,0 azotó la isla.  El equipo creó puntos de acceso cultural y de información en los campos de asentamiento donde haitianos se vieron obligados a vivir después del desastre.

El modelo las Cajas es del diseñador francés Philippe Starck y ACNUR.  Resistente a las condiciones más difíciles, personalizadas para cada situación, son fáciles de instalar. Además de libros, ofrecen acceso a Internet satelital, servidor digital, generador de energía, tabletas y computadoras portátiles, cámaras HD, pantalla HD gigante, además de juegos de mesa, materiales para manualidades y un escenario para música y teatro.

Diversas iniciativas de bibliotecas móviles llevan ayuda a campos de refugiados, como  Relief International, que da apoyo a las víctimas de desastres naturales y conflictos civiles y lleva una biblioteca en un camión a los niños del asentamiento de refugiados de Kelenterli en Azerbaiyán. Estos niños viven en la pobreza, pero cuando llega el “camión azul” despierta en ellos la alegría y la curiosidad. Sus dos camiones biblioteca atienden a más de 1700 estudiantes en unas 23 escuelas de refugiados.

En Tanzania, una enfermera estableció bibliotecas móviles donde los trabajadores de la salud en campos de refugiados pueden actualizar su formación médica; este programa se realizó en asociación con ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados).

Uno de los retos más importantes que enfrentan estas organizaciones es conocer y respetar las dinámicas de poder de la población a la que asisten para adaptar su enfoque en función de las necesidades y deseos de cada comunidad.

Muchas iniciativas surgen por situaciones adversas – afortunadamente, también encontramos bibliotecas móviles cuyo sólo propósito es inculcar el amor por la lectura. En Inglaterra, en la Playa Blackpool, a orillas del Mar de Irlanda, además de paseos en burro y limonada, reparten libros a las personas que están disfrutando de sus vacaciones de verano en la playa ¡en una carretilla!

– Una biblioteca es un servicio, no un edificio – dice una bibliotecaria.

No hay ningún requisito para tomar un libro prestado. Después de leerlo, sencillamente lo devuelves a la carretilla cuando regreses a la playa al otro día.

En el filme Yentl, inspiradora historia de una mujer judía apasionada por aprender, Barbra Streisand se hace pasar por varón para perseguir su sueño de seguir estudiando. En las escenas iniciales del filme, ambientado en los años 1900s en Europa Oriental, Yentl busca libros de una carreta tirada por un burro. En distintas partes del mundo encontramos, hasta el día de hoy, transportes de tracción animal recorriendo los caminos, especie de bibliotecas móviles a cuatro patas. llevando libros a lugares remotos.

El sistema de bibliotecas móviles de Tailandia utiliza autobuses, barcos fluviales, carros tirados por vacas y motocicletas. En la jungla, donde los elefantes ayudan a los agricultores a arar sus campos, también llevan libros a aldeas remotas en las regiones montañosas de difícil acceso, donde la mayoría de los residentes no saben leer. En cada viaje, de unos veinte días, Libros por Elefante visita siete u ocho aldeas. En Bangkok, la capital, un tren estacionario conocido como Hong Rotfai Yoawachon o “Tren Biblioteca para Jóvenes”, presta servicio a niños sin hogar. La División de Policía Ferroviaria restauró vagones de tren abandonados y los convirtió en una biblioteca y un aula donde los niños aprenden a leer y escribir.

En el área rural de Zimbabue hay muchas pequeñas comunidades y muy pocas carreteras asfaltadas.  La gente recorre los caminos de tierra a pie o en carretas tiradas por burros, y es frecuente ver grupos de cuatro burros arrastrando lo que parece ser una casita de juguete de color azul: se trata de una biblioteca móvil, parte de Rural Libraries Resources Development Project (RLRDP) que desde1995 lleva libros a las escuelas de los distritos de Nkayi, Bubi y Tsholotsho.

El fundador de RLRDP, el Dr. Obadiah Moyo, también diseñó los carros, conocidos como A donkey-drawn mobile cart library, pequeñas unidades autónomas de dos ruedas, con techo y compartimentos para llevar hasta 1000 libros. Están dotados de paneles de energía solar, televisión, reproductor de vídeos y computadora, facilitando el acceso a la información a comunidades rurales anteriormente excluidas.

También encontramos bibliotecas móviles tirada por burros en Etiopía y Tanzania.

Capítulo aparte merece Colombia, mi país de adopción, que goza de una mal ganada fama de país no lector. Son muchas las estrategias y los esfuerzos realizados por acercar a su población a la lectura.

Aunque no hay molinos de viento en el Magdalena Medio, a Luis Humberto Soriano Bohórquez le llaman ‘El Quijote colombiano’ cuando su silueta se dibuja a lo lejos, en el horizonte, por las veredas de Nueva Granada, con su cargamento de libros, junto a sus burros Alfa y Beto. Juntos, sus nombres revelan algo de la búsqueda literaria del Sr. Soriano.

Maestro de escuela primaria, estudió Español y Literatura en la Universidad del Magdalena. En 1997, comenzó una “biblioteca burra” para llevar libros y otros materiales educativos a los niños y jóvenes de zonas apartadas de su municipio que, de otro modo, nunca tendrían acceso a la lectura, y mucho menos a una biblioteca. Llamó a su proyecto “Biblioburro”. El préstamo es gratuito y, de acuerdo con Luis, los libros “siempre son devueltos por los vecinos”.

Empezó con 70 libros que encontró en mercadillos y bazares a lo largo de la costa. Este número se ha multiplicado gracias a donaciones de escritores de la élite literaria de Bogotá y al apoyo del reconocido locutor de radio y periodista Juan Gossaín que solicita aportes a través de sus ondas.

Los campos de la Nueva Granada fueron zona de conflicto entre guerrillas de izquierda y paramilitares. No a causa de la violencia, sino en un accidente de tránsito, Luis perdió una pierna. Ni la violencia, ni su limitación física, le impiden hacer sus rondas semanales con su biblioteca itinerante. Mirando hacia el futuro, Luis piensa crear uno de los centros culturales más grandes de la región del Magdalena. Luis y su Biblioburro nos enseñan que es posible cambiar una comunidad, incluso un país, un libro y un trote a la vez. Su historia inspiró al menos dos libros infantiles:  Biblioburro, una historia real de Colombia, por Jeanette Winter, y Waiting for the Biblioburro de Monica Brown.

Biblio Mulas, un proyecto similar en Venezuela que beneficia a niños de aldeas remotas, fue iniciado por la Universidad del Valle del Momboy, institución reconocida por sus iniciativas comunitarias.

Unos 950 kilómetros al suroeste de Santa Marta, en Bogotá, la capital de Colombia, vive José Alberto Gutiérrez Sandoval conocido como el Señor de los Libros, que ha convertido en su misión de vida el rescatar los libros que los bogotanos botan a la basura. En 2007 José Alberto manejaba un camión recolector de basura cuando descubrió en la tolva de su camión, un ejemplar del libro Ana Karenina de León Tolstói.

“Cuando yo era pequeñito mi mamá nos leía todas las noches antes de acostarnos y me regaló esta vocación por la lectura y el amor a los libros” – me contó, cuando conversamos hace unas semanas – “Era un sitio muy humilde, pero ella lo iluminó”.

A ese primer libro, le siguieron muchos más. Sus compañeros de trabajo se unieron a la misión, rescatando cantidades asombrosas de libros. Al principio los almacenaban en el segundo piso de su casa, en el barrio La Nueva Gloria. En el 2000, junto a su esposa Luz Mary Gutiérrez y su hija decidieron crear, en el primer piso de la casa, una biblioteca comunitaria. Así nació su proyecto, la Fundación La Fuerza de las Palabras. José calcula que entre los rescatados y las donaciones recibidas suman más de 30.000 libros. Luz Mery los clasifica y maneja un hospital de letras donde repara las carátulas dañadas y cose las páginas sueltas.

Como los libros siguieron llegando, comenzaron a regalarlos a comunidades necesitadas. Son literalmente toneladas de libros que han llevado a diversas zonas del país con los que han dotado, a la fecha, 575 pequeñas bibliotecas en colegios, escuelas, rancherías y centros comunitarios, llegando a regiones tan remotas como La Guajira: En Maicao visitaron algunas rancherías, pasaron por Valdivia, la capital indígena de Colombia, y siguieron hasta Puerto España, el último rincón de Colombia, donde funciona un internado, manejado por una misionera, donde viven más de 500 niños y jóvenes en su mayoría de la etnia wayuu, venezolanos y gente del interior, que por diferentes circunstancias llegaron hasta allá.

Los sistemas de transporte están diseñados para trasladarse de un lugar a otro. En algunas partes del mundo es posible, además, encontrar espacios para prestar y leer libros, haciendo más llevaderos los trayectos en transporte público, acercando las bibliotecas a un público que puede no tener tiempo para visitarlas. Unos de estos espacios son las estaciones del Metro de varias ciudades del mundo.

El concepto de BiblioMetro surgió en Santiago de Chile como un programa para los miles de usuarios del transporte subterráneo y sus alrededores, en 1996.  Cuenta con 21 puntos de préstamo, con conexión gratuita a Internet. Tiene, además, un carro de tren acondicionado como biblioteca pública a un costado de la Biblioteca Nacional de Chile. A partir del 2019 el programa se extendió al Metro de Valparaíso.

En este modelo se basaron las BiblioMetro de Medellín, en Colombia y las redes del Metro de Madrid y Metrovalencia, en España.

Las BiblioMetro de Medellín funcionan desde el 2006 de forma gratuita, fomentando la Cultura Metro, una nueva cultura ciudadana basada en el respeto y la sana convivencia, con estrategias como Medellín en 100 Palabras, y el programa «Palabras Rodantes» que permite a los usuarios sacar gratuitamente y sin registro libros de buzones estratégicamente ubicados en distintas estaciones, con el compromiso de devolverlos después de leer y compartir.  De enero 2022 a marzo de 2023 registraron 49.069 préstamos, un poco más del aforo del Atanasio Girardot, el estadio de fútbol de la ciudad. Las personas que más visitaron estos espacios tenían entre 19 y 35 años y los más buscados fueron libros ilustrados y cuentos infantiles, novela estadounidense y colombiana.

Madrid cuenta con una red de bibliotecas alternativa, los Bibliometros, pequeños puestos en las mayores estaciones del metro.

Al otro extremo del Mar Mediterráneo, está Egipto. Tuve la fortuna de visitarlo pocas semanas antes de la Primavera Árabe. Entre los recuerdos que guardo de este viaje sobresalen la visita a un poblado nubio, al otro lado del Río Nilo, la imagen de mis hijos leyendo en las salas de espera de aeropuertos o durante los largos trayectos en carretera y los camellos llevando libros a los pueblos remotos del desierto.

Capaces de llevar cargas pesadas, soportar temperaturas extremas y sobrevivir durante días sin ingerir alimentos ni líquidos, los camellos son el medio de transporte más habitual en los desiertos, auténticos transportes vivientes, ideales para llevar libros y recursos educativos a las comunidades nómadas en regiones desérticas remotas. En Egipto con su rica historia cultural, que incluye la Biblioteca de Alejandría, las bibliotecas en camellos eran comunes en el pasado asociadas a la Ruta de la Seda. [iii]

Una biblioteca es un servicio, no un edificio

Su uso como bibliotecas nómadas no es exclusivo de Egipto. Llamados cariñosamente Barcos del Desierto, los camellos en Kenia son el mejor, el más económico y, a veces el único medio de transporte. La arena del desierto hace que las carreteras sean intransitables incluso para los vehículos con tracción a cuatro ruedas. Su estilo de vida nómada y condiciones de pobreza hacen que un alto porcentaje – más del 85% – son analfabeta. Hay muy pocos libros publicados en somalí, y pocos leen como pasatiempo.

En una entrevista para BBC News el bibliotecario Rashid Farah contó: «La gente a la que servimos lleva una vida nómada. Hoy están aquí, pero mañana podrían haberse ido. Una biblioteca fija no sería de utilidad para los nómadas, por lo que los seguimos dondequiera que vayan.”. El impacto de este servicio es grande – el nivel de educación de las escuelas que visitan ha mejorado y los alumnos obtienen buenos resultados en los exámenes nacionales.  -“Constantemente recibimos cartas y solicitudes de centros de aprendizaje para que vayamos, pero hay límites a lo que podemos hacer” – declaró.

Entre más de 5000 bibliotecas en Australia, unas 72 van sobre ruedas. En la Costa Dorada, franja de playas en el estado de Queensland, camiones inmensos con remolques llevan miles de libros a los niños sin acceso a una biblioteca. Verdaderos dispositivos de alta tecnología funcionan con energía solar, están alimentados por una unidad SAI y dotados con computadoras, impresora, aire acondicionado, proyectores, equipo de sonido estereofónico con sonido envolvente, además de un ascensor para sillas de ruedas.

Si en los desiertos la arena hace difícil el acceso, en las zonas del Círculo Polar Ártico son la nieve y el hielo las que lo dificultan. Durante los días de invierno el sol no se asoma en el horizonte y la temperatura puede llegar a 50° bajo cero. Mientras el viento del norte sopla en la tundra a los niños se acurrucan con un buen libro cerca de la estufa de leña a leer sus libros favoritos.

Nunavut significa “nuestra Tierra” en el idioma de los inuit, un territorio inmenso en la región ártica de Canadá, con distancias enormes y muchos pueblos aislados. En ciudades grandes como Iqaluit y Yellowknife hay biblioteca pública; comunidades como Fort Liard, tienen una biblioteca virtual con acceso a Internet. Más al norte, adonde ni siquiera las bibliotecas móviles pueden llegar, existe un programa de préstamo por correo: los libros se solicitan por teléfono o correo electrónico y llegan por correo, acompañados de un sobre estampillado para que los usuarios no tengan que pagar el envío de vuelta.

El archipiélago de la costa suroeste de Finlandia está formado por miles de islas rocosas. Desde 1976 la Biblioteca Pargas lleva libros a la gente de las islas en un Barco Libro o Bokbåt en sueco y Kirjastovene en finés, los dos idiomas oficiales de este país.

El barco Kalholm, con 4 m de ancho y 12 de largo lleva unos 600 libros. Un bibliotecario y su asistente navegan entre las islas y hacen unas 10 paradas. Los niños se acercan a la costa rocosa para recoger los libros. Como los inviernos en Finlandia son muy duros, el barco sólo funciona de mayo a octubre.

La región de Laponia se extiende entre Noruega. Suecia, Finlandia y parte de Rusia, mayormente en el círculo polar ártico, con zonas cubiertas de hielo y nieve todo el año. Algunos lapones son nómadas y dependen de los renos para conseguir alimentos, ropa y refugio. Comunidades de cuatro pueblos en 3 países – Finlandia, Suecia y Noruega – comparten un autobús – biblioteca móvil.

Entre los océanos Índico y Pacífico se encuentra Indonesia, el grupo de islas más grande del mundo, con más de 17,000 islas, incluyendo a Sumatra, Borneo, Java, Bali y Timor. Las principales vías de transporte  son los ríos, donde encontramos bibliotecas flotantes. Por el Río Kahayan navega la Biblioteca Flotante Kalimantan, un barco de madera, de 8 metros de largo y 3 de ancho, con motor diésel, que puede llevar hasta quinientos libros. En un principio, el barco esperaba que la gente terminara de leer los libros para continuar su viaje. ¡Muy demorado! Ahora dejan contenedores de libros y continúan el viaje hacia otras poblaciones.

En Java, la isla más poblada del mundo, encontramos una bicicleta biblioteca que hace repartos todos los días en la ciudad de Surabaya, en Java Oriental. La bicicleta no usa combustible, no daña el medio ambiente y puede recorrer con mayor facilidad las calles estrechas y sinuosas de la ciudad.

En el sur de Chile, en otro archipiélago, el de Chiloé, Región de Los Lagos, se encuentra la comuna Quemchi, bautizada como «la comuna de los mil paisajes» por el escritor quemchino Francisco Coloane, la Bibliolancha navega hasta las islas menores, a territorios de difícil acceso y sectores más aislados del archipiélago. De acuerdo con su página web[vi] “llegamos donde muy pocos llegan para acompañar, compartir y promover la lectura, las artes y los saberes del territorio insular”.

El programa Bibliolancha Itinerante fue creado en 1995 por la chilota María Teolinda Higueras Vivar siendo directora de la Biblioteca Pública de Quemchi.  Ha sido reconocido a nivel nacional e internacional y es pionero en Latinoamérica. Sus actividades de fomento lector, de las artes y patrimonio cultural ponen énfasis en la cultura chilota, fomentando su identidad cultural. A través de su Canal de YouTube comparten saberes ancestrales del Chiloé como cestería, madera y telares, en vídeos con traducción al lenguaje de señas.

De vuelta en Colombia – en Tumaco, Nariño, la Perla del Pacífico, encontramos a Jairo Antonio García Cuartas y su compañera, Viviana Vanegas, con su proyecto cultural Bicibiblioteca del Saber, contenedor cargado de libros, jalado por una bicicleta. Basado en la educación como instrumento de transformación social, sostiene que “si abrimos puertas para que los niños tengan alternativas en educación, la cerramos a la violencia, los problemas de narcotráfico y otros problemas sociales de la comunidad”. Jairo atendió mi llamada pocos días antes del lanzamiento de la Primera Fiesta del Libro y la Cultura de Tumaco -FILTU- «Tumaco Lee, Escribe y Cuenta Historias».

“llegamos donde muy pocos llegan para acompañar, compartir y promover la lectura, las artes y los saberes del territorio insular”.

Originalmente tenían 4 Bicibibliotecas con las que recorrían los barrios más vulnerables de este municipio, convencidos de que un libro puede salvar la vida de un niño. Hoy sólo funciona una en el Parque Colón, espacio cultural y de recreación donde las familias se reúnen en torno a la lectura, la pintura y el ajedrez, y los niños puedan hacer un buen uso del tiempo libre y desarrollar otras habilidades – todo gracias a la Bicibiblioteca.

Si Mahoma no va a la montaña….

A pesar de los esfuerzos por promover la lectura, hay países con tasas de lectura bajas, quizás porque predomina cultura oral sobre la escrita, o por la poca utilidad que el conocimiento tiene para la vida diaria.

Pensar en Irán, la Antigua Persia, es evocar las Mil y Una Noches, Scheherezade y sus cuentos para salvar su vida. A pesar de su rica herencia literaria, según un informe del Parlamento iraní hacia el 2009, cerca de nueve millones de iraníes eran analfabetas. Buscando la manera de acercar los libros a las personas, surgió Green Gift Plan (Plan Regalo Verde), programa innovador centrado en la construcción de pequeñas bibliotecas en áreas públicas y lugares de trabajo, donde la clientela llega con regularidad, como consultorios médicos y odontológicos, barberías y salones de belleza. El término Green Gift representa disfrute y nueva vida en la cultura persa. El programa piloto se llevó a cabo en la Provincia de Mazandaran y se espera extenderlo a otros lugares públicos, como terminales, vestíbulos de hoteles y centros de salud.

El concepto de bibliotecas nómadas está evolucionando. Los avances tecnológicos y la disponibilidad generalizada de contenido digital permiten acceder a las bibliotecas digitales a través de dispositivos móviles o Internet, independientemente de su ubicación. Aunque parezca que estas estrategias sólo buscan que los libros lleguen a manos de los niños, su finalidad es, en realidad, acercar a las personas a la lectura por placer más allá de los fines académicos; inspirar y empoderar a una nueva generación de lectores y escritores. Detrás de cada historia está el desafío único de llevar libros y esperanza hasta los rincones más apartados.

Historias como la de William Kamkwamba, de Malawi, muestran hasta qué punto pueden influir las bibliotecas en la vida de las personas. Después de leer Using Energy, un libro sobre molinos de viento que encontró en la biblioteca local, pudo construir una turbina y producir energía para su pueblo. Aquel libro no sólo cambió su vida, sino la de todos los habitantes de su pueblo. Su historia es narrada en el filme británico The Boy Who Harnessed the Wind  (El niño que domó el viento), escrito, dirigido y protagonizado por Chiwetel Ejiofor en su debut como director de cine. La película alterna el inglés con el Idioma chichewa, de Malawi.

En la primavera de 2003, ante la inminencia de la guerra en Irak, Alia Muhammad Baker, bibliotecaria jefe de la Biblioteca Central de Basora, estaba decidida a proteger los preciados libros de la biblioteca. Nueve días antes de que ésta fuera incendiada, trasladó los 30.000 volúmenes a un restaurante cercano. Cuando los combates continuaron, los transfirió a su casa y a la de sus amigos en espera de la paz y la construcción de una nueva biblioteca.

Contada por primera vez por Shaila K. Dewan en el New York Times, la historia de Alia inspiró a la autora e ilustradora Jeanette Winter a escribir The Librarian of Basra – una historia de esperanza que nos recuerda que el amor por los libros y el respeto por el conocimiento no conocen fronteras.

[i] En My librarían is a camel de Margriet Ruurs

[ii] https://letraurbana.com/articulos/bookleggers-library-generando-el-encuentro-con-los-libros-en-las-calles-de-miami/
https://letraurbana.com/articulos/bookleggers-library-promoting-encounters-with-books-in-the-streets-of-miami/

[iii] Antigua red de rutas comerciales que conectaba el este de Asia con Europa, facilitando el intercambio de bienes, ideas y conocimientos.

[iv] Nómada reemplaza al término original en inglés móvil “emergente”

 

 

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