“Creo que parte del ADN humano es no aceptar al Otro, al Otro por el color de su piel, el idioma que habla, la religión que practica o lo que sea. Es más que no ser tolerante. Es un miedo profundo a algo que es diferente y nos hace alejarnos”, dice Armando Lucas Correa. Y eso define en gran medida la creación literaria del autor, marcada por un profundo interés por las historias en las que las diferencias humanas marcan el destino de sus protagonistas.
Armando Lucas Correa nació en Cuba y se graduó en el Instituto Superior de Arte, y también en la Universidad de La Habana, de periodista. Comenzó su carrera como editor en Tablas, una revista sobre teatro de la capital cubana. En 1985 escribió su primera obra teatral, Examen final. En 1991, ya en Miami, ingresó a El Nuevo Herald, edición en español de The Miami Herald, y luego de una década allí, pasó a ser editor en jefe de la revista People en Español durante catorce años. Sus libros han sido galardonados y distinguidos a lo largo de los años. La niña Alemana fue traducida a dieciséis idiomas en treinta países, y sus ensayos ha aparecido en prestigiosas publicaciones nacionales.
Armando es, antes que escritor de prestigio, un ser humano sensible y dispuesto al diálogo. Con un profundo afecto por la familia, dijo una vez de su abuela, quien tuvo una influencia muy grande en su vida; “Conectando la historia y la literatura, nuestras mentes y espíritus pueden correr libremente. Sin las historias de mi abuela, yo hubiera aceptado la falta de libertad alrededor de mí como un destino inamovible”.
Para casi todos los escritores hay un punto de partida, en los primeros años. Ese momento en que las historias que les narran, o que leen, se convierte en material que será inspiración para su obra. Esa fuente para vos fue tu abuela. Háblanos de ella.
Mi abuela era hija de inmigrantes españoles que llegaron a Cuba a principios del Siglo XX y se asentaron en Guantánamo. Mi madre, mis tíos, y yo nacimos en Guantánamo. Mi mamá, cuando yo tenía dos años y medio se divorció de mi papá, y nosotros nos mudamos a La Habana porque ella quería estudiar ingeniería mecánica. En esa época casi siempre las mujeres se quedaban en la casa cuidando los niños. Así que mi abuela fue un poco el centro de esa casa, y la primera vez que oí la historia del St. Louis, fue mi abuela discutiendo con mi abuelo acerca de que Cuba iba a pagar muy caro lo que le había hecho a los judíos. También escuché a muchos culpando a Batista, que en esa época era el Jefe del Ejército. Mi abuelo era pro-Batista, y mi abuela apoyaba las ideas de su hijo, que se había alzado con los rebeldes. Eso era típico en las familias cubanas, ese tipo de divisiones.
Teníamos abuelos que eran de una ideología, y otros familiares de otra. En este caso mi tío estuvo súper integrado al principio de la revolución con el gobierno. Mi abuelo era amante de la Historia, mi mamá leía mucho también, y en la casa había muchos libros. Yo creo que me fui perfilando allí. Mi mamá era muy aficionada al cine, y desde chiquito me llevó con ella.
Un editor de Harper Collins me propuso escribir un libro sobre la experiencia con la subrogación y donación de óvulos para tener una hija. A pesar de las reservas iniciales escribí «En busca de Emma», obra que marcó el comienzo como novelista.
En 1991 me mudé a Estados Unidos y comencé a trabajar en el Miami Herald. Trabajando allí empecé todo el proceso de investigación, buscando artículos y datos, coleccionando todo lo relacionados con el St. Louis. Pero en el 2005, cuando yo tuve a mi primera hija, un editor de Harper Collins se reunió conmigo y me pidió que escribiera una historia de cómo llegamos a tenerla. Mi pareja y yo tuvimos a nuestra hija a través de una madre subrogada, una donante de óvulos, y al principio yo dudé de escribir el libro, porque no había hablado de esto en público. Pero mi jefa, la editora en jefe Marta Nelson me apoyó, y entonces escribí En busca de Emma.
Ese libro es el que me abrió un poco las puertas para convertirme en novelista. Poco después, una editora de Simon & Shuster que leía en español, leyó En busca de Emma y me sugirió que escriba una novela. En los almuerzos que hacían de trabajo, presenté todo el material que tenía del St. Louis. Las postales, recortes, unos capítulos sueltos y al otro día tenía un contrato para escribir la novela. Yo les pedí dos años para terminar La niña alemana, y cuando el libro fue para imprenta, ya comenzó a venderse en otros países y ella me contrató para escribir La hija olvidada y La viajera nocturna, que es el libro que cierra la trilogía del St. Louis.
Esa historia fue inspirada por tu abuela.
Yo diría que ella me dio el pié de la historia. A mí me gusta escribir historias, y de alguna manera se fueron mezclando con la historia del St. Louis.
Tuviste oportunidad de visitar los sitios en que sucedió la historia de los pasajeros del St. Louis y conocer a algunos sobrevivientes, luego fuiste a Auschwitz, y también viajaste a La Habana, Cuba.
Cuando escribí La niña alemana, y lo terminé, todavía no había ido a Berlín ni hablado todavía con los sobrevivientes, ni a Auschwitz. Yo quería que el libro sonara más como un cuento de hadas, contado por una niña de doce años, con lo que mi abuela me transmitió de alguna manera. Y si yo hablaba con los sobrevivientes iba a tener otro matiz. Yo quería que sonara como una historia de ficción. Cuando el libro fue a imprenta, yo comencé a conocer a los sobrevivientes del St. Louis. Conocí a Herbert Karliner, que tenía trece años en el St. Louis, y falleció durante la Pandemia. Conocí a Judith (Koeppel) Steel, que vive en Nueva York, a Ana María (Karman) Gordon, que vive en Toronto y Eva Wiener, que vive en New Jersey. Llamé también por teléfono a algunos otros, que no quisieron participar en la entrevista, porque para ellos esta historia era todavía muy dolorosa.
Entonces si viajé a Berlín. Yo quería comprobar que las distancias que los protagonistas recorrían eran precisas, así que hice las caminatas para comprobar que eran reales. Yo había trabajado con mapas antiguos, y quería verificar los sitios exactos. Lo único que yo cambié de esas visitas es el lugar del encuentro de Leo y de Hanna. Yo lo había hecho en un lugar que existía, aunque durante la guerra se derrumbó y desapareció. Pero me recomendaron que usara un café que había pertenecido a una familia y que todavía estaba en conflicto por esa familia para recuperarlo. Eso fue lo que cambié. Lo bueno que tiene Europa es que las direcciones se mantienen igual por los siglos de los siglos y las calles siguen llamándose igual.
En el inicio de la Segunda Guerra Mundial, el St. Louis, cargado con refugiados judíos, fue rechazado por varios países, forzando su retorno al nazismo. Aunque existen obras sobre este hecho, la historia permanecía casi desconocida hasta el reconocimiento que hiciera Obama en 2008 y la publicación del libro
Allí conocí una pequeña Sinagoga en la que habían creado un Museo del Holocausto, con fotos y yo les prometí donarles cien copias de La niña Alemana al año siguiente, ya que todavía el libro estaba en imprenta. También les ofrecí donar documentos que yo tenía. Al año siguiente fuimos, pero los libros los decomisó la Aduana y no nos dejaron pasar. Yo pude hacer finalmente la donación, pero un poco ahí yo cerré para mí el capítulo de Cuba con esta experiencia.
¿Alcanzaste a ver a tu familia en Cuba?
Si, vi a mi papá. Él vive allí. También visité la casa donde yo crecí.
¿Por qué teniendo tanto material, decidiste escribir la historia de los viajeros del St. Louis como una obra de ficción histórica, en tres volúmenes?
Cuando estaba acumulando todo este material no sabía bien qué iba a hacer con él. Después que nació mi hija y comenzó a crecer, decidí que era la mejor manera de darle la voz de una niña, de crear una conexión emocional con la historia. Te doy un ejemplo; hay cientos de libros dedicados al St. Louis, hay diarios de poca tirada, en la biblioteca encontré documentos y estudios que se han hecho en Israel. Sin embargo, cuando mi libro salió esa era una historia desconocida todavía. Inclusive en Simon & Shuster, nadie conocía la historia y para que tengas una idea, esta es una historia que siempre ha quedado un poco opaca, olvidada, hasta que en el 2008 durante el gobierno del Presidente Barak Obama se hizo un especie de disculpa en el Congreso.
La misma ceremonia demoró en Canadá hasta el 2019, y me siento orgulloso de haber ayudado a la oficina del Primer Ministro Justin Trudeau a invitar a siete niños que estuvieron en el St. Louis. Hicimos los contactos y se hicieron las invitaciones. Pero fíjate todo lo que demoró, y quiero pensar que mi libro aportó un granito de arena para que eso sucediera. En especial porque habiendo una sobreviviente del St. Louis viviendo en Canadá, yo hice mucha promoción, en Toronto especialmente, con ella. Y tuvimos entrevistas de radio y notas en los periódicos.
Todo esto despertó la memoria sobre esta tragedia, que siempre quedó oculta a pesar de todos los libros y periódicos que se han publicado.
En tu sitio de autor en la Web dices algo que me intrigó mucho: “Aunque La niña alemana es mi debut como novelista, no es realmente la primera novela que he escrito. Terminé la primera, Angels from the Islands, en los años ‘90s, un texto juvenil que nunca permitiré que se publique”.
Ese es un libro que yo escribí cuando tenía veinte años y sigue dando vueltas conmigo. Pero no es realmente una historia, son pensamientos. Yo les llamo boberías de la juventud, y siempre tengo nuevas ideas, para corregirlo…
Antes de escribir la trilogía sobre el St. Luis, habías publicado en 2009 y reeditado años después, En busca de Emma, una memoir en la que narras el largo y complicado proceso de cómo tú y tu esposo llegaron a tener la primera hija.
Cuando el editor de Harper Collins vino a verme, yo pensé que él quería que yo escribiera algo sobre las leyendas del mundo artístico, pero no. Me dijo que quería que escribiera mi historia. Yo dudé, porque primero no tenía mucho tiempo, pero no quería hablar de un proceso intenso, doloroso, que tuvo un final feliz, pero no sin antes tener muchos accidentes. Cuando decido que lo voy a hacer, un poco me sorprendió, porque yo tenía todos los papeles del proceso, las notas, gastos, detalles, los nombre de los médicos, documentado en un archivo. Y ahí me di cuenta de que podía armar una historia.
Al principio iban a ser cartas a Emma, lo iba a construir de esa manera, pero después decidí que iba a escribir la historia incluyendo las cartas. Más tarde una editora me dijo que quitara todas las cartas, y al final todas esas cartas un poco ficticias que yo le escribía a Emma quedaron fuera del libro. Y terminó siendo una especie de desahogo emocional. De cómo fue el proceso de buscarla, y reunirme con ella la primera vez
Cuando reeditaste este libro en inglés en 2021, ¿no pensaste en agregar esas cartas?
Lo pensé también, pero en ese momento tenía mucho trabajo con la entrega de La viajera nocturna, y tenía tanto trabajo con ese proceso que lo único que hice para la reedición fue agregar una nueva introducción y pulí un poco el texto. Tal vez cuando se haga alguna otra reedición como aniversario decida agregar las cartas.
Después de tantos esfuerzos personales en la búsqueda de tener a tus hijos y completar la familia, y ahora que son adolescentes, ¿tu vida es como la imaginaste?
Ah… espero que sea mejor de lo que la imaginé. Yo creo que sí, Emma ya está en la Universidad, estudiando Ingeniería Mecánica, y los mellizos hoy empezaron High School. Y ya salí de mi trabajo en People en Español y me puedo dedicar a escribir a tiempo completo, que era parte de uno de mis sueños. Desde hace año y medio me dedico a escribir y nada más.
Tu libro El silencio en sus ojos saldrá publicado en enero de 2024. Tengo entendido que lo escribiste durante la pandemia. ¿Puedes hablarnos un poco de esta experiencia, y de la obra?
Mira, El silencio en sus ojos fue un libro que nadie quería que yo escribiera. Primero se lo dije a mi editora, y me dijo “yo no sé qué tienen todos mis autores, todos quieren hacer thrillers psicológicos en vez de quedarse haciendo lo que saben hacer mejor”. Se lo propuse a mi agente ese momento, y también me dijo que no. Yo lo propuse cuando estaba entregando La Hija Olvidada, y tenía que hacer todavía La viajera nocturna, así que imagino que ellos pensaron en eso, que no me dispersara y terminara la novela, que era mucho más compleja.
Para cuando entregué La viajera nocturna, y va para traducción, ya estábamos en medio de la pandemia; entonces yo me concentré en terminar El silencio en sus ojos. Cuando mi antigua editora, que se convirtió en mi agente, leyó el libro, le encantó. Empezamos a trabajarlo, lo pulimos y lo mandamos a traducción. Y es el único libro que yo he vendido terminado. Porque todos los otros fueron ideas, proyectos. Yo propongo una idea y me la compra la editorial. Este es el único libro que yo decidí. La editora se quedó muy impresionada con él, y quería comprarlo. Entonces, con dudas de aceptarlo, me ofrecieron firmar por otros dos libros más, que todavía no había escrito.
Porque cuando a los editores les gusta un autor, quieren que se quede con ellos, que no se vaya a otra editorial que le pague más. Y gracias a eso es que estoy escribiendo ahora el libro de mi abuela, y hay otro pendiente.
Precisamente eso te iba a preguntar, porque el año pasado en una entrevista comentaste que ibas a escribir un libro en honor a tu abuela, que abarcaría todo el Siglo XX de Cuba
Si. Ese es el que estoy escribiendo y voy en la etapa final, está dedicado a mi abuela y es un poco su historia. Estoy tratando de adelantarlo, ya que se acaba el verano, que siempre me dispersa un poco.
¿Cuándo presentarás acá en Miami?
Yo presento mis libros en Books & Books primero, supongo que seguiremos esa tradición. También iré en noviembre a la Feria del Libro de Miami. Allí hay programadas dos presentaciones de La viajera nocturna, en los dos idiomas, español e inglés.
Casi todos mis libros han sido presentados en la feria de Miami. Allí presenté En busca de Emma, justo cuando mi hija Emma cumplió cuatro años. También presenté allí La niña alemana, y La hija olvidada se presentó virtual, dentro del programa de la feria, en la época de la pandemia.
¿Tienes idea de cuándo vas a presentar acá el thriller El silencio en sus ojos?
Todavía no. El libro tiene fecha de salida el martes 16 de enero de 2024. Ya se comenzó a hacer la promoción, para los libreros, y para un evento de thrillers en San Diego, no para el público en general. Es una especie de thriller psicológico.
¡Nos vemos entonces en la Feria del Libro!
Así es, nos veremos allí.
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