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45

Encuentro real. Encuentro virtual

Buenos Aires
¿A qué nos confronta la pandemia? Del miedo a la libertad y el despertar a nuevas realidades.

Pauline tiene treinta y dos años al contagiarse de coronavirus, escasos vínculos sociales, angustia respecto a su vida, insatisfacción con su trabajo de profesora de música y una distancia de diez mil kilómetros de sus familiares cercanos. Al enfermarse debe cumplir un aislamiento total. Tiene miedo de morirse sola. El principal espacio de encuentro y vínculo de sostén durante la fuerte crisis de salud es el que canaliza la videollamada diaria con su terapeuta.(1)

Juan está en sus veinte durante la cuarentena pasada con su familia, en una casa de verano en la playa. Diariamente batalla con su trastorno de ansiedad y produce innumerables fotos de sí mismo para sus casi mil seguidores de Instagram, para convertirse en influencer: sonríe, come, entrena y lee para la cámara. Paralelamente, empieza a hablar y a jugar con el primo pequeño, que llora por las noches porque extraña a la madre, que se encuentra en otra ciudad. Ese llanto genera un insight en Juan: por primera vez, siente que “esos vínculos 2D”, como los define él en referencia a su chatura, “no son reales”; y que “este tipo que quiere parecer modelo publicitario no soy yo”. También toma conciencia de cómo esos vínculos irreales alimentan su circuito de ansiedad: cuanto más postea, más espera y revisa los likes, más ansioso y vacío se siente; para tapar el vacío postea de nuevo, y sigue…

Marta fue ama de casa toda la vida, insegura de sí misma y ha tenido ataques de pánico frecuentes por años, que vienen acompañados de cierta despersonalización. La pandemia borra de un plumazo la actividad laboral del marido, y pone en crisis a la familia. A través de una formación online Marta actualiza sus estudios de maestra de primaria, y comienza a dar clases virtuales de apoyo escolar. Ahora que Marta sostiene la economía familiar junto a su marido, el vínculo se vuelve complementario y mejora. Su próximo objetivo es dar clases presenciales en escuelas. Los ataques de pánico remiten.(2)

Nadie sabe cuándo terminará la pandemia, ni cómo. Lo que sí podemos saber es que esta crisis global, repercute existencialmente tanto a nivel colectivo como en cada uno de nosotros; que la tecnología adquiere un rol inédito en la cotidianidad y que la importancia de los vínculos se hace más presente que nunca. Las tres dimensiones mencionadas forman una trenza en muchas de las problemáticas de la clínica actual, tal como se refleja en los tres casos sintéticamente mencionados.

Hay una dirección y una estructura que tenía la vida de cada persona y de la sociedad en general, que se ha desarmado. Este corte en el rumbo cotidiano puede ser definido como situación límite, según el concepto del psiquiatra y filósofo existencial Karl Jaspers: “Situaciones insuperables, inmutables (…) en las que se despierta a la existencia y hay un naufragio de la realidad inmediata“ (1). En estas, siempre hay sufrimiento y una inexorable conciencia de la propia mortalidad, aunque también posibilidades de replantearse la propia existencia y su autenticidad. Surge la comprensión de que somos seres arrojados a la existencia, que entre sus tantas dimensiones hoy suma la virtual.

esta crisis global, repercute existencialmente tanto a nivel colectivo como en cada uno de nosotros; que la tecnología adquiere un rol inédito en la cotidianidad y que la importancia de los vínculos se hace más presente que nunca.  

Así como el parto nos arroja a la existencia, el vínculo afectivo nos ataja y presenta a ella para suavizar el impacto. El vínculo afectivo nos presenta a nosotros mismos. Porque es a través de los cuidados maternos (sean de una madre, un padre o cualquier otra persona que cumpla esa función) que se logra la suficiente integración subjetiva para conformar el sí mismo en su autenticidad. El vínculo sostiene el gesto espontáneo de aquel ser minúsculo, permite que se desarrolle su humanidad hasta un sí mismo suficientemente integrado. Para explorar el mundo desde su verdadero sí mismo. Poder así sentirse real, sentir que uno es, como diría el psicoanalista Donald Winnicott (2).

Lo dicho puede definirse como la base psicológica de la persona, en su multidimensionalidad física, emocional y cognitiva, que a su vez contiene la posibilidad de una existencia auténtica (3), en un plano filosófico, pero definido desde la filosofía concreta del existencialismo. En síntesis, una existencia coherente, en acción, pensamientos y valores. Una existencia donde se ejerce la propia libertad en interacción con los límites de las circunstancias que tocan vivir, para desenvolver la autodeterminación de uno mismo. La capacidad humana de elegir-se, de crear-se y de co-crear el mundo; de ser y autotrascenderse.

Como dirían varios psicólogos humanistas y existenciales, como Irving Yalom, Víctor Frankl o Erich Fromm, la existencia auténtica es la búsqueda de todo ser humano que toma conciencia de sí mismo, de su mortalidad y su aislamiento como individuo, que ejerce su libertad y su capacidad de construir sentido. Esta autenticidad es causa y consecuencia de vínculos reales, de vínculos donde hay encuentro Yo-Tú, en cuanto a diálogo y apertura al otro como ser. Esto sería lo contrario al intercambio donde se objetiviza al otro, donde el otro no es Tú o sujeto, fin en sí mismo, sino cosa o medio. El pensador Martin Buber, lo resume de esta manera: “Me realizo al contacto del Tú; al volverme Yo, digo Tú. Toda vida verdadera es encuentro” (4).

Sin duda, la vertiginosa difusión de la tecnología que ha traído la cuarentena en todos los ámbitos vitales ha llegado para quedarse. La tecnología es un medio con un potencial enorme, y a través de ella pueden realizarse distintos fines. Así como el escritor Arthur Clark resaltaba su magia, Albert Einstein advertía la importancia de que el espíritu humano prevaleciera sobre ella (5).

La actual mediatización de los vínculos contiene la posibilidad de que ante situaciones de aislamiento extremo se pueda canalizar un auténtico encuentro humano, como en el caso de la Pauline y su terapeuta. El tratamiento virtual permite que Pauline sea acompañada y sostenida durante momentos de gran angustia por la enfermedad. El diálogo facilita que aquel momento de crisis pueda ser significado: tras el momento agudo y volver a comer, bañarse, Pauline logra valorar aspectos de su vida que ignoraba, como la relación que ella tiene con sus alumnos de música. Asimismo, acciona cambios que desea. Por ejemplo, la necesidad de reconstruir vínculos de amistad. Vuelve a contactar viejas amistades por Facebook, para reencontrarse en caminatas por parques y diálogos reales. Hay una reconexión progresiva que facilita los encuentros. Luego, Pauline se suma a las recientes manifestaciones por la igualdad racial y los derechos civiles en Gran Bretaña (eco de las que ocurrieron en EEUU), donde a su vez genera nuevos vínculos, que se actualizan entre lo real y lo virtual. Esta es la posibilidad de conexión humana que brinda la tecnología.

La actual mediatización de los vínculos contiene la posibilidad de que ante situaciones de aislamiento extremo se pueda canalizar un auténtico encuentro humano

Sin embargo, también cabe recordar la propensión de ciertas plataformas de redes sociales de objetivizar al otro. Como bien describe Juan, los “vínculos 2D” son vacíos, no se sienten reales. En las imágenes subidas a diario, Juan sólo se muestra como quiere que lo vean sus seguidores, que son un medio para elevar su “autoestima”: publicitariamente musculoso y radiante ante la pandemia. En ninguna menciona lo que le pasa, siente y piensa realmente. Lo paradójico es que la ansiedad sube con la dinámica del posteo de aquel Juan falso y la búsqueda obsesiva de likes, que nunca alcanzan. Esto multiplica el desencuentro consigo mismo y con los demás, el vacío se agranda y la autoestima baja. Por otro lado, a través de los juegos en el jardín familiar con el primo pequeño, encuentra un “vínculo real en 3D”, como dice él. También el llanto sincero de ese niño por extrañar a su madre, actualiza una sensación de aislamiento y abandono que sintió en otro momento y que en cierta forma aún siente Juan. Actualmente trabaja junto a su terapeuta la forma de vincularse tridimensionalmente con quienes lo rodean, padres, hermanos y amigos, y, fundamentalmente consigo mismo. Como dice Winnicott: “Sentirse real tiene que ver fundamentalmente con la salud y sólo si podemos dar por sentado el ser estaremos en condiciones de ir más allá, en pos de las cosas más positivas” (6).

La experiencia de Juan no inhabilita que desde las redes sociales luego puedan surgir vínculos Yo-Tú, como ocurre con Pauline y su reencuentro con amigos. Puede ocurrir, pero que alguien “te siga”, o siga la imagen que mostrás, no significa que “te encuentre” y se abra a vos y viceversa. No hay diálogo en esa observación. Tampoco tener miles de “amigos” en Facebook los hará amigos reales; de hecho, tener miles implica no ser amigo de nadie. Tampoco cientos de match por Tinder, implicará construir vínculos afectivos de pareja. Sin embargo, una cita que surge de Tinder, puede ser el puntapié inicial para que aquello sí ocurra. Y hoy en plena cuarentena, cabe reconocer que Tinder, y otras aplicaciones de citas, son de los pocos “lugares” donde se puede conocer gente con estos fines. Dicho esto, la dinámica misma de Tinder, donde uno “likea” (no elige) en base a una foto y un par de frases del otro, como si seleccionara productos y como si uno mismo fuera un producto, facilita un intercambio donde en principio el otro es un medio, y no un sujeto; un medio para alimentar el propio narcisismo y satisfacer el propio placer erótico. Este inicio podría cambiar, si la disposición humana se transforma durante el encuentro, sea virtual o presencial, y el otro en lugar de objeto se vuelva un Tú.

En el mejor de los casos, el vínculo afectivo entre adultos es simétrico (la relación terapéutica sería una de las excepciones, aunque con ciertas complejidades que no desarrollaremos aquí; asimetría en el sostén, aunque también encuentro simétrico en la humanidad compartida). Así sea amigos, pareja, familiares. Ya no hay uno que tiene el rol fijo de sostén y otro que solamente es sostenido, – como ocurre entre padre-madre e hijos, durante la infancia de estos últimos. Los roles son flexibles y se intercambian, según las necesidades de cada uno y del momento. En el caso particular de Marta, ante la crisis familiar ella toma un rol activo en su vida y sus relaciones, y, de esta forma, se encuentra consigo misma, porque es en el encuentro con el otro, que surge el encuentro con uno mismo, y viceversa. De esta manera el vínculo con su pareja se vuelve simétrico; en el pasado ella se sentía menos y en una desventaja pasiva.

En la situación límite de la pandemia naufraga la estructura familiar de Marta y esto genera sufrimiento, al mismo tiempo permite salir de los esquemas y roles prefijados, y que Marta despierte a la existencia y a su dinámica, a su facultad de crear-se en contexto, de responsabilizarse por su libertad ya que el rol de ama de casa lo había ocupado por inercia, no por elección. Es decir, a volverse la persona que es, y dejar atrás la despersonalización que sentía en la trampa de existencia inauténtica que vivía hasta el momento. El miedo a la libertad no es fácil, como explica brillantemente Fromm en su obra clásica (7); sin embargo, una vez enfrentado, se desenvuelve la propia autenticidad y aquella realización diluye en gran parte la angustia. Es así que en el caso de Marta deja de hablar en terapia de los ataques de pánico y la despersonalización, para dar espacio a su vocación docente y sus clases particulares online. Aquí la tecnología habilitó el nuevo desarrollo laboral de Marta. Especialmente por la circunstancia inalterable de cuarentena, pero posiblemente también porque la difusión a través de las redes sociales no implica una presentación al mundo tan repentina y abrupta como habría sido la difusión cara a cara. Y este recorrido progresivo, que Marta necesitaba, podría culminar en futuras clases presenciales en escuelas.

Tal como sostienen los estudiosos de la prehistoria afectiva de la personalidad, desde Freud hasta Bowlby (8), en los momentos de crisis es cuando el ser humano más necesita el vínculo. Ante acontecimientos potencialmente traumáticos, el sostén afectivo genera una base segura; permite reintegrarse y hallar los recursos para trascender la crisis. Como un refugio en la tormenta, para reincorporarse antes de seguir camino. Durante el aislamiento de la cuarentena, la tecnología permite canalizar aquellos vínculos. Más que nada para quienes están solos en sus hogares. El mismo encuentro terapéutico es uno de ellos, y uno privilegiado; cuando está bien dirigido, trabaja conscientemente en la significación de la crisis y en su transformación en desarrollo subjetivo de la persona, como en el caso de Pauline.

Integrar la tecnología como medio con el fin del encuentro humano, es muy distinto a encarar la tecnología como fin en sí mismo. En este último caso, el aislamiento se volvería total, aunque terminaran la pandemia y su cuarentena. En el encuentro, sea físicamente presencial o canalizado por una plataforma virtual, es donde la crisis puede ser una oportunidad de transformar sufrimiento en desarrollo subjetivo, en sentirse más real.

 

 

 

Notas:
(1) Este caso es ampliamente descrito y desarrollado en: Durao M. y Hirsch H. (2020), Psicoterapia online, qué es y cómo se practica, Centro Privado de Psicoterapia.
(2) Los tres casos, que se presentan con las modificaciones necesarias para resguardar la identidad de los pacientes y el secreto profesional, han sido trabajados por la psicoterapeuta Marian Durao.
(3) Jaspers K. (2012/1959), Psicopatologia generale, Il pensiero Scientifico Editore, Roma, p. 357.
(4) Winnicott D. (2011), El hogar, nuestro punto de partida, Editorial Paidós, Ciudad de Buenos Aires.
(5) Ver: Heidegger M. (2018/1927), El ser y el tiempo, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México.
(6) Buber M (2013/1923), Yo y Tú, Nueva Visión, Ciudad de Buenos Aires.
(7) En el ensayo Perfiles del futuro, el escritor de ciencia ficción Arthur Clark afirma que “cualquier tecnología suficientemente avanzada es equivalente a la magia”, como una de las tres leyes acerca del avance científico y tecnológico, que hoy se conocen como las “leyes de Clark”. La cita adjudicada al científico Albert Einstein en el libro Education is only a ladder to gather fruits in the tree of knowledge, es un llamado: “El espíritu humano debe prevalecer sobre la tecnología”.
(8) Winnicott D. (2011), El hogar, nuestro punto de partida, Editorial Paidós, Ciudad de Buenos Aires, p. 43.
(9) Fromm E. (2007/1947), El miedo a la libertad, Editorial Paidós, Ciudad de Buenos Aires.
(10) Bowlby J. (2012)., El apego, Editorial Paidós, Ciudad de Buenos Aires.

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