Estoy sentado en el salón de mi casa, tengo que hacer un gran esfuerzo para percibir que hoy es jueves, no hay ruido proveniente de la calle, es como si fuera un fin de semana. Ayer pensaba que tenía la reunión del grupo de los miércoles, pero no era ese miércoles, el tiempo me pasa linealmente.
Hace 20 años que el grupo se reúne quincenalmente para estudiar y discutir temas de psicoanálisis y compartir inquietudes, es la primera vez que un acontecimiento externo no lo permite.
El tiempo pasa sin solución de continuidad, me desubico y tengo dudas acerca del día de la semana en la que estamos, tanto con la reunión de grupo como con el trabajo. Al salir de esa reunión tengo que darme prisa para atender a A… siempre a las 12:30 horas, pero esta vez A… no vendrá, en lugar de A… atiendo a T…, hacemos la sesión telefónicamente, T… me dice que se recuesta en una cama para reproducir la situación analítica.
…es muy importante, tratar de no entrar en confusión, no paralizarse, conservar un orden interno, frente a la subversión del orden que se ha impuesto.
Trato de conservar en lo posible el día y la hora de cada sesión para no ahondar más el desorden en el que estamos inmersos
Quedé sorprendido que después del silencio que se produjo en la primera semana de confinamiento, una vez superado del impacto de las medidas que obligaban a no salir de casa, mis pacientes empezaron a llamarme para retomar sus sesiones, ya sea por Skype, teléfono, FaceTime, etc. ¡Bendita tecnología!
La ansiedad lógica, frente a la incertidumbre acerca del tiempo que puede durar esta situación, la agudización de los conflictos debido a la soledad y el confinamiento, eran el motor de estas demandas.
Un indicador interesante es que los pacientes traen a las sesiones más sueños que antes. Sabemos que normalmente existe un periodo REM en el ciclo del sueño, en el cual soñamos, pero no siempre recordamos esos sueños, pienso que, en este momento debido a la amenaza del virus y el decretado “Estado de Alarma”, como lo califica el gobierno español, estamos más atentos tanto a lo externo como a lo interno.
Cada vez el temor a salir a la calle es mayor, hay un enemigo, está allí, invisible.
Me viene a la mente el recuerdo de la película El ángel exterminador (1962) de Luis Buñuel, donde al finalizar una fiesta los invitados sienten que una razón misteriosa no los deja salir de la casa y la situación se va deteriorando hasta el desastre, pero lo que estamos viviendo no es una película surrealista, es la irreal realidad.
También debemos prepararnos y preparar a nuestros pacientes para que la salida de esta crisis no les produzca una reacción maníaca de triunfo con la consiguiente negación, tendrán que duelar y reparar heridas.
No debemos ignorar, en la medida de lo posible, las inhibiciones, síntomas y angustias que nos provoca esta difícil situación, para no terminar desquiciados, como los personajes de la película de Buñuel.
En mi opinión, en estas situaciones de crisis, más que nunca, los que nos ocupamos de la salud mental tenemos que apelar a nuestra fortaleza emocional para poder responder a las demandas de ayuda de nuestros pacientes y de quien nos las pidan.
También debemos prepararnos y preparar a nuestros pacientes para que la salida de esta crisis no les produzca una reacción maníaca de triunfo con la consiguiente negación, tendrán que duelar y reparar heridas. Tenemos que estar preparados para las demandas de ayudas, por los estragos que se puedan haber producido en las parejas y familias por la obligación de compartir forzosamente un espacio en el confinamiento, también para ayudar a quienes enfermaron y sanaron con su seguro estrés postraumático y en su duelo a los que perdieron un ser querido.
Tenemos por delante un arduo trabajo, mientras dure el confinamiento y después, pero saldremos adelante. No es solo una expresión de deseos, la humanidad ha salido de otras pandemias, guerras y desastres naturales, nuestro saber es cada vez mayor, pero sí debemos esperar del buen hacer de nuestros dirigentes.
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7 Comentarios
Muy atinadas reflexiones. Ayudaran en un futuro, que se presume cercano. Lectura muy agradable.
Muchas gracias por tu comentario Fernando.
Querido Roberto: Nuestra vida transcurría en movimiento, a la velocidad en la que giraban nuestras relaciones, rutinas u ocupaciones. De repente el mundo se detuvo y valga la redundancia, quedamos todos detenidos. Cómo lógica consecuencia de esta detención, empezamos a analizar la vida “detenidamente”. Esta cuarentena es una lupa gigante sobre todas nuestras relaciones. Esta mirada, detenida y aumentada, y las nuevas conclusiones y deseos a los que los pacientes arribemos serán los nuevos desafíos que los profesionales de la salud mental deberán enfrentar. Mi abrazo y respeto.
Interesantes reflexiones.
Intuyo que para muchos peor sera el desconfinamiento….
Si María, noto que a varios pacientes les cuesta el desconfinanse, en parte por la realidad exterior y en parte por sus propios conflictos que esta situación agudizó. Estoy trabajando en ello. Gracias
Es una muy bonita reflexión Roberto.
Un gran golpe para todos. Vivo en México donde estamos pasando en algunos sentidos diferente esta pandemia aunque de modo ninguno mejor. Conservar una buena perspectiva de futuro es indispensable. Posiblemente aun nos quede mucho tiempo para salir del todo de esto pero vamos avanzando, lo que viene nos exigirá más. Mis mejores deseos para todos. Un apoyo valioso es mantenerse conectado de cualquier modo