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Edición
25

Conectando y transformando con-textos

Entrevista a George Sánchez Calderón
Miami
Una conversación con George Sánchez Calderón, nos dejó saber cómo sus vivencias y conceptos se anticipan a su arte. Una obra que enlaza espacio, símbolo y materia como efecto de un decir.
Por Francine Birbragher, Miami

Encontrar el estudio no fue fácil. Está ubicado debajo de la autopista I-395 que conecta a Miami con la playa y que próximamente será modificada, razón por la cual el espacio que por años ha ocupado el artista deberá ser desalojado. El estudio, el vecindario y los habitantes del sector han sido fundamentales en el desarrollo de la producción artística de George Sánchez Calderón. Así lo demuestran cada una de las obras que aun ocupan el estudio, las fotografías que las documentan y los relatos que el artista comparte durante mi visita. Habla con nostalgia de lo que fue en un principio mudarse a Overtown, de sus vivencias y de la incertidumbre que lo embarga, pues no sabe exactamente cuando tendrá que abandonar el lugar. Quizás por eso se limita a indicar que para el, abandonarlo, es “el fin de la modernidad”.

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Al inicio de nuestra conversación, Sánchez Calderón recuerda que al terminar sus estudios de maestría en Rhode Island School of Design  (1995) escuchó una conferencia de Robert Storr sobre el valor del texto postmoderno, la cual lo marcó significativamente. A raíz de la postura de Storr, que sugiere que la postmodernidad aun sigue vigente, Sánchez Calderón concluye que el problema no son las teorías sino su implementación y su contextualización. Desde este punto de vista teórico, uno de sus principales temas es la idea de “categorización”. Según él, “categorizar es una actitud postmoderna, es colocar una etiqueta” y por ello desarrolla una obra que, desde múltiples perspectivas, escapa la categorización. Sánchez Calderón ha rechazado hasta el momento ser un artista productor de artículos de consumo. Al no ser representado por una galería o producir obras creadas específicamente para ser vendidas, ha escapado de alguna manera a la norma “postmoderna” del mercado del arte.

El estudio, el vecindario y los habitantes del sector han sido fundamentales en el desarrollo de la producción artística de George Sánchez Calderón.

Su actitud rebelde lo ha llevado a realizar aproximaciones estilísticas de carácter arquitectónico en las que, conceptualmente, sugiere volver a la experiencia de la post-guerra de los años cincuenta y sesenta, cuando el común de la gente entendía que el mundo había cambiado.

 

Como artista comprende que el mundo cambia a pasos agigantados y a través de su obra trata de hacernos entender lo que está sucediendo en el presente. Según él, el ciudadano de hoy es muy distinto al individuo que llegó a Estados Unidos como inmigrante después de la segunda guerra mundial. La primera generación de americanos que nació de esos inmigrantes, a la cual pertenece y con la cual se identifica, creció con perspectivas muy diferentes: “nosotros romantizamos más que ellos pero al mismo tiempo somos más realistas que ellos.”  Recuerda con nostalgia como solía ver los juegos de pelota (baseball) de las ligas menores con su padre cuando era pequeño, pero critica duramente la comercialización de ese deporte en épocas recientes. Para él, al igual que para muchos de los hijos de inmigrantes que crecieron en el sur de la Florida a mediados del siglo XX, lo que sucede hoy no corresponde al ideal que soñó y que vivió en su momento esa primera generación nacida en Estados Unidos. Esta disyuntiva alimenta la critica político-social que realiza a través de su obra.

Categorizar es una actitud postmoderna, es colocar una etiqueta” y por ello desarrolla una obra que, desde múltiples perspectivas, escapa la categorización.

En lo que a las artes plásticas se refiere, Sánchez Calderón cuestiona fuertemente el mercantilismo que domina el mundo del arte contemporáneo: “Vivimos en un mundo donde el comercio y la cultura material son primordiales. Las cosas son vendidas y compradas. El arte no debería depender solo del mercado. Esa no es la única forma de trabajar y así lo demostró la crisis financiera del 2008.” Por eso, hasta el momento, ha realizado proyectos no comerciales como la edificación de una estructura iluminada bajo una autopista en Miami, el cual financió “tocando las puertas” de quienes ofrecieron apoyarlo económicamente.

 

Su obra conceptual está directamente relacionada con su mundo y su cotidianidad. No se considera un poeta como Felix González-Torres pero si comparte su actitud crítica. Su postura, según él, “es más transparente” y sus obras tienen una fuerte carga  psicológica. Su objetivo al final es crear una identidad dinámica que moldea a medida que responde a las cosas que encuentra en su entorno.

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El lenguaje hace parte fundamental de ese entorno y por ende juega un papel primordial en su obra. Al preguntarle sobre el uso de la palabra escrita en la obra de arte y en particular en las instalaciones y proyectos que ha realizado hasta el momento, confiesa que “detesta la especificidad del lenguaje”. Le molesta, por ejemplo, la obra de Joseph Kosuth Una y tres sillas (1965) cuyo texto describe el objeto. Según él, “el problema es que el lenguaje es culturalmente específico y para entenderlo hay que comprender el idioma y el contexto en el que funciona como parte de la obra de arte.”

 

En el caso de su propia obra, la palabra escrita tiene un significado más universal. En Centrust (2012) -una losa de granito rectangular masiva que marco la entrada del icónico edificio del centro de Miami antes de quebrar y causar una crisis financiera a finales de los ochenta y principios de los noventa- el significado de palabra va más allá del nombre de la institución financiera. La pieza no está definida por la palabra “Centrust” sino por lo que esta simboliza: una imagen corporativa, un marcador, una identidad.  Las 50,000 libras de granito son interpretadas por transeúntes que hablan distintos idiomas y no necesariamente conocen la historia de la empresa. Sin embargo, cualquiera comprende que la losa esta fuera de lugar y que hace alusión a una corporación que físicamente ha sido desplazada.

 

Ha realizado proyectos no comerciales como la edificación de una estructura iluminada bajo una autopista en Miami, el cual financió “tocando las puertas” de quienes ofrecieron apoyarlo económicamente.

En la obra Americana (2012), comisionada por la ciudad de Bal Harbour para ser instalada frente al St. Regis Bal Harbor Resort en el sitio donde originalmente fue construido el hotel Americana, diseñado por Morris Lapidus, el artista establece un diálogo entre el pasado y el presente. Para aquellos que no conocen la historia, la palabra “Americana”, es sencillamente una referencia a los Estados Unidos y el símbolo internacional que estos representan, no solo como país sino como también como modelo político, social y cultural.

 

Algo similar sucede en la obra Tomorrowland (2011), un espacio alternativo que funcionó en Overtown durante un tiempo, auspiciado por una beca del Community Redevelopment Agency (CRA). El nombre, que en español significa “tierra del futuro”, hacía referencia no solo a una de las áreas del parque Disney World, en Orlando, sino a la ilusión de un mejor futuro desde una perspectiva más universal.  Lo irónico es que Overtown resultó siendo lo opuesto al concepto optimista e idealista de Walt Disney. La zona fue condenada a raíz de la construcción de las autopistas elevadas I 395 y I 95,  las cuales aislaron y dividieron la comunidad, sumiéndola en el abandono.

“detesta la especificidad del lenguaje”

En la obra  monumental Familia de Hombre (2010), Sánchez Calderón transforma la vieja pantalla flip-flap de salida de trenes de la estación sur de Boston, la cual adquirió en EBay por $350.00. Al cambiar electrónicamente su mecanismo, la pantalla reprogramada provee información que refleja la experiencia personal de la artista, su vida en familia y su comunidad.

 

Un concepto importante en la obra de Sánchez Calderón es la universalidad. Si bien le interesa el “colectivismo”, entendido como la forma de comunicar más allá del significado lingüístico de la palabra para lograr transmitir un mensaje conceptual que trascienda fronteras, también es cierto que acepta los límites que le impone su propia vivencia. La suya es una propuesta cosmopolita y dentro de ese cosmopolitismo se destaca una perspectiva puramente citadina.

Para aquellos que no conocen la historia, la palabra “Americana”, es sencillamente una referencia a los Estados Unidos

 

Para el artista, los sitios donde vivimos, donde evolucionamos, son extremadamente importantes. Hoy en día construimos tan rápido que olvidamos preguntarnos por la forma como ocupamos el espacio. Este es un tema que Sánchez Calderón se cuestiona y le cuesta entender. Según su criterio el desarrollo urbano debe ser más orgánico y es por eso que la mayoría de sus proyectos han sido realizados en el Downtown de Miami, dónde ha residido durante los últimos años.

 

El concepto de “conectividad” también es fundamental en su obra. La relación “de uno a uno” (“one on one”) es muy importante para él: “Solo si se tiene experiencia es posible saber de qué se está hablando. Si no se tiene experiencia, al menos hay que hablar con quienes si la tienen.  El hacerlo demuestra interés, empuje, motivación, responsabilidad. De ahí surge la narrativa. De hecho, construir una narrativa es un proceso complicado. Hay que involucrarse y jugar ciertos juegos, implica asumir ciertas consecuencias.  No siempre las historias son buenas o se pueden contar.”

Los sitios donde vivimos, donde evolucionamos, son extremadamente importantes.

Sin excepción, las obras de Sánchez Calderón narran una o múltiples historias. Las fotografías del “hood” (barrio) representan seres humanos reales, documentan la vida del que hasta ahora fue su vecindario y por ende son extremadamente importantes. Son metáforas que el artista utiliza para crear historias o, como el las llama, “mitologías”.  Sin embargo, estas historias no son producto de su mente creadora ni son pura fantasía, por el contrario, documentan los mundos de personas que hacen parte de su entorno.

Construir una narrativa es un proceso complicado. Hay que involucrarse y jugar ciertos juegos, implica asumir ciertas consecuencias.  No siempre las historias son buenas o se pueden contar.

El mundo de su obra no es un mundo imaginario; por el contrario, es un mundo crudamente real que esta a punto de cambiar. Su conexión con el mundo de Overtown tiene los días contados pues debe desalojar su estudio debido a la construcción de un nuevo proyecto vial que incluye la realización de un túnel y un puente que conectan con el puerto de Miami. Curiosamente la “conectividad”, el desarrollo de una nueva autopista, es lo que lo esta desconectando de lo que fue por años su mundo.

 

Al enfrentarse un futuro incierto, George Sánchez Calderón se pregunta si quizás sea este el momento de vincularse al mercado del arte sin dejar su postura crítica. No lo sabe aún. Lo que si sabe es que “deberá enfrentarse a una nueva realidad y el cambio es realmente abrumador”. Habrá que ver que le deparará esta nueva etapa, que nuevos mundos descubrirá, que lo inspirará y que nuevas narrativas representará en obras futuras.

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