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Desde el año 2013 cuando en el Festival de Sundance se presentó el documental titulado After Tiller, dirigido por Martha Shane y Lana Wilson, era evidente que se tejía una guerra frontal contra el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo. El fanatismo de quienes se autodenominan “pro-life” (provida) podría llevarlos mucho más allá de las manifestaciones en frente de las clínicas que efectúan abortos, y lo que mostraba esta película así lo confirmaba.
Era la primera vez que dicho festival tenía que ubicar mecanismos de seguridad con detectores metálicos y revisión de maletines y carteras para evitar cualquier reacción violenta, como las que mostraba el filme. “Cada vez que salgo de mi oficina estoy a la expectativa que alguien me puede asesinar”, menciona uno de los médicos entrevistados.
El nombre de la película se refiere al Dr. George Tiller, quien fue asesinado en 2009 en Kansas cuando salía de la iglesia que solía frecuentar, por un extremista religioso. Tiller era uno de los pocos doctores que aun hacían abortos después del primer trimestre de embarazo, a mujeres con condiciones especiales, que así lo requerían.
Tales casos tienen que ver con defectos que la medicina no diagnostica en el primer trimestre de embarazo como artrogriposis múltiple congénita, agenesia del cuerpo calloso, síndrome de Walker-Warburg y el síndrome de Mowar-Wilson. Dichas condiciones de deformidad pueden representar un alto riesgo para la madre y el hijo, implicando un futuro de sufrimiento permanente para ambos, sobre todo en casos de mujeres trabajadoras con otros hijos a cargo.
Es poco el respeto que deben tener por la vida tales grupos, si son capaces de matar a sangre fría a un médico en una iglesia, y amenazar de muerte al personal de salud que proporciona ayuda humanitaria a mujeres que así lo requieren, como se muestra en After Tiller.
La película, que además de los testimonios de las mujeres muestra el contexto humano de los empleados de las clínicas, ganó el Emmy por Mejor Documental, el Candescent Award en el Festival de Sundance y fue nombrado uno de los cinco Mejores Documentales del año por el National Board of Review.
El aborto como práctica ha existido desde los principios de la humanidad, y no ha dejado de ejercerse por más que se hayan impuesto restricciones, tanto de tipo moral y religioso, como económicos y políticos.
Los avances científicos han ayudado a clarificar aspectos tanto relativos a la fecundación y formación del feto, como sobre la condición de salud mental y física de la madre. De ahí que en el siglo XX el mundo occidental llegara a la conclusión de que la mujer debía tener derecho a decidir sobre su cuerpo, y el método del aborto se legalizó en varios países como Estados Unidos, Francia y otros del bloque soviético.
Sin embargo, a pesar de los logros alcanzados, la Corte Suprema en Estados Unidos anuló este año Roe vs. Wade, la ley que dio derecho constitucional al aborto durante 50 años. Es irónico que los países latinoamericanos conservadores y religiosos como México y Colombia estén aprobando el procedimiento, mientras el país más avanzado marcha de vuelta a escenarios de la época del oscurantismo.
Son varias las películas que están tocando el tema del aborto en este momento, enfocándolo desde distintas perspectivas, y considerando variantes que señalan cómo cada caso merece atención particular. Como medio de difusión masivo, el cine cumple un papel fundamental en la reflexión sobre el tema.
La decisión de tener un aborto no es fácil para ninguna mujer, y así lo muestran los casos analizados en estas cintas. En cuanto a contracepción, es el último recurso, cuando los otros métodos han fallado, o no han sido accesibles, como sucede en tantas ocasiones, sobre todo en las comunidades menos favorecidas. Pero también hay que considerar los casos donde ha habido incesto o violación o enfermedades del feto y de la madre que pueden influir en la necesidad del procedimiento.
Es poco el respeto que deben tener por la vida tales grupos, si son capaces de matar a sangre fría a un médico en una iglesia, y amenazar de muerte al personal de salud que proporciona ayuda humanitaria a mujeres que así lo requieren, como se muestra en After Tiller.
La historia se centra en Anne (Anamaria Bartolomei), una estudiante de secundaria de clase media, muy inteligente, quien se encuentra próxima a presentar sus exámenes finales, de los cuales se espera va a salir muy bien librada, dadas sus capacidades académicas. Tiene todo un futuro por delante y muchas ilusiones de convertirse en una escritora.
Cuando descubre que está embarazada, su sorpresa es enorme y su decisión de abortar no tiene cuestionamiento alguno. Como ella misma lo menciona, ser madre está entre sus planes futuros, pero no a costa de sacrificar su vida y sus sueños en el presente.
Pero son los años 60 en Francia y el aborto es ilegal. Los médicos que visita le dan la espalda, y hasta sus propias amigas evaden el tema. Nadie quiere comprometerse y terminar en la cárcel por complicidad. La sensación de soledad es tremenda, pero también lo es su determinación de interrumpir el embarazo.
La única salida es resolverlo con sus propias manos, aun cuando implique confrontar la sociedad con la vergüenza, el dolor o incluso la cárcel. Cuando el intento de abortar por si misma utilizando un gancho resultó fallido, Anne debió recurrir a los espacios clandestinos con personal no profesional, hecho que la hace terminar en un hospital.
La cinta muestra una situación universal que desafortunadamente puede darse en cualquier lugar del mundo, en cualquier clase social, en cualquier época, y nos hace sentir la angustia y la ansiedad de Anne en carne propia.
Hace un par de años vimos otra historia similar en Never Rarely Sometimes Always, película dirigida por Elia Hittman, esta vez ubicada en la zona rural de Estados Unidos, en una localidad no muy lejos de New York.
Se trata de una joven de 17 años de melancólica mirada, Autumn (Sidney Flanigan), la cual lleva un enorme peso en su espalda, y es haber quedado embarazada sin desearlo. En el estado de Pennsylvania donde vive, no puede realizarse un aborto porque se requiere consentimiento de los padres, y su única salida es viajar a New York, para lo cual requiere una suma de dinero con la que no cuenta.
La película muestra, con pocos detalles y un estilo bastante documental, la sociedad misógina que predomina en el ambiente, y por ende el poco apoyo que puede tener una mujer joven en su condición. La sensación de soledad y desamparo, como en el caso anterior, es enorme.
Autumn acude a la única persona que le presta apoyo, su prima y compañera de trabajo Skylar (Talia Ryder), quien decide acompañarla a New York, estado que acepta la decisión de la mujer. Desde que vemos a las dos jóvenes montadas en el bus, presenciamos una secuencia de eventos y situaciones a resolver que nos compenetran en sentido emocional y racional.
A pesar del apoyo del personal de salud, el proceso no resulta nada fácil, y las dos jóvenes se ven obligadas a solventar escenarios y tomar decisiones al instante. Una de las mejores escenas es el cuestionario que Autumn debe contestar con ayuda de una enfermera, y que da título a la película. Es ahí donde conocemos lo que hay detrás de su introvertido silencio, mostrado con gran realismo, y sin caer en el melodrama.
El conocido director Christian Mungiu muestra una visión más politizada del problema en su laureada película 4 Months, 3 Weeks and 2 Days (2007), que sucede en Rumania en 1987, durante el sistema comunista. Allí vemos también el caso de una adolescente enroscada en la burocracia de un sistema totalitario, que prohíbe el procedimiento y lo convierte en ilegal con el objetivo de aumentar la tasa de natalidad. Por supuesto, el pragmatismo del régimen no contempla en ningún momento a la mujer ni su derecho a decidir sobre su cuerpo.
Otilia (Anamaria Marinca) es una estudiante universitaria que va a hacer todo lo posible por conseguir que su amiga embarazada, Gabriela (Laura Vasilu), pueda realizarse un aborto. La decisión está tomada y no importan las prohibiciones.
Con largas tomas de extremo realismo y poca edición, que rayan con el documental, el director nos introduce en el engorroso, desagradable y terrorífico camino que las dos jóvenes están obligadas a recorrer.
Mungiu tiene la habilidad de mostrarnos, a partir de los arreglos que Otilia tiene que hacer para conseguir el dinero, el hotel y el siniestro personaje que hará el aborto, la verdadera situación social y política que vive el país. La historia se presenta con un estilo tan realista, que es difícil apartarla de nuestra mente tiempo después que hemos salido de la sala de cine.
Por último, y volviendo a Sundance en 2022, dos películas retoman el tema a partir de la historia del conocido Jane Collective, un grupo de mujeres que se formó años antes de Roe v. Wade en Chicago, el cual ayudó a miles de mujeres a obtener abortos seguros y sépticos bajo el sello de la clandestinidad y la ilegalidad.
Se trata del documental de HBO llamado The Janes, dirigido por Emma Pildes y Tia Lessin , y una versión de ficción titulada Call Jane, con la actuación de Elizabeth Banks y Sigourney Weaver, dirigida por Phyllys Nagy y escrita por Hayley Schore.
“Sabíamos que estábamos haciendo una labor beneficiosa para la humanidad, y sabíamos que era ilegal” dice Judith Arcana, una de las integrantes del colectivo entrevistada en época reciente.
The Janes hace un recuento de este grupo y de su actividad desde los momentos de su creación. Usando tanto entrevistas recientes con las protagonistas del colectivo, quienes ya se encuentran entre los 70 y 80 años, así como fotografías y material de archivo, las directoras nos muestran con exactitud de detalle lo que se vivía en el momento, y cuán relevante era lo que hacían.
Presentar casos individuales como lo hacen estas películas permite que el espectador se compenetre con Joy, con Anne o con Gabriela y entienda el proceso por el que deben pasar. También permite ver que la experiencia de cada una es diferente, que la gama de razones para tener un aborto es muy amplia, y, sobre todo, que puede tratarse de cualquiera de nosotras, de nuestras hijas o nuestras hermanas, obligadas a poner la decisión de algo tan privado y sensible como nuestro propio cuerpo en manos de un comité formado principalmente por hombres.
Después de eso, las llamadas empezaron a fluir de todos los rincones, se da cuenta la gravedad de la situación y la imperiosa necesidad de tantas mujeres. Tal vez lo que más impacta es comprobar los extremos a los que las mujeres están dispuesta a llegar cuando no desean un embarazo, arriesgando su salud, su libertad y hasta su vida, con tal de solventar su desesperante estado.
Es así como otras integrantes se empiezan a unir a la labor y se conforma el colectivo, asumiendo el mismo riesgo de las mujeres que buscan el aborto. Porque el colectivo no sólo funcionó a nivel de consejería, como pasó en los comienzos, sino que tuvo que facilitar el espacio, los instrumentos y los productos de esterilización, hasta terminar aprendiendo a hacer el procedimiento mismo. Tal era la apremiante realidad que se vivía.
Esta historia tiene lugar justo antes de la aprobación de Roe v. Wade por parte de la Corte Suprema, y es la manera como estas mujeres se logran salvar de una larga condena, cuando finalmente son delatadas y detenidas.
No es casual que The Janes se muestre en este momento. Los casos que expone son un reflejo de la caótica realidad que se ve venir en Estados Unidos, después de la nueva legislación que penaliza el aborto.
Call Jane por otra parte, se centra en un caso individual para mostrar la actividad del colectivo, no sin ubicar el momento de turbulencia que vivía la ciudad de Chicago en 1968.
Joy (Banks) es un ama de casa que vive con su esposo Will (Chriss Messina) y su hija adolescente (Kristina Harrison) en un suburbio de la ciudad. Pronto se entera que está esperando su segundo hijo y la noticia la hace feliz.
Sin embargo, a medida que el embarazo adelanta, se descubre una malformación que, según los médicos, puede representar una amenaza para su salud y para su vida. De repente Joy se encuentra viviendo una pesadilla y ya no puede tomar decisiones sobre su cuerpo.
Cuando los intentos de obtener solución a través del establecimiento médico se hacen infructuosos y el comité le niega el derecho al aborto, la única alternativa que tiene es llamar a The Janes, quienes se ocuparán de ofrecerle una solución segura.
Es entonces cuando se encuentra con Virginia (Sigourney Weaver), líder del colectivo, quien le dice “nosotras ayudamos a las mujeres, no las cuestionamos”. La película recrea situaciones que permiten reflexionar acerca de distintas facetas del problema, incluyendo diferencias raciales y de clase, como las que se viven aún en este momento.
Presentar casos individuales como lo hacen estas películas permite que el espectador se compenetre con Joy, con Anne o con Gabriela y entienda el proceso por el que deben pasar. También permite ver que la experiencia de cada una es diferente, que la gama de razones para tener un aborto es muy amplia, y, sobre todo, que puede tratarse de cualquiera de nosotras, de nuestras hijas o nuestras hermanas, obligadas a poner la decisión de algo tan privado y sensible como nuestro propio cuerpo en manos de un comité formado principalmente por hombres.
A través de estos importantes documentos históricos entendemos que el aborto no va a desaparecer, no importa cuántas leyes prohibitivas se implanten. La determinación de no llevar a término un embarazo no deseado es tan firme, que la mujer está dispuesta a enfermar, morir o ir a prisión en el intento.
Ninguna mujer busca un aborto por placer. Es una decisión supremamente difícil de por sí, y condicionarla a razones exógenas, de orden político, religioso o moral sólo logra incrementar el trauma, tanto psicológico como físico, haciendo el procedimiento más inseguro y riesgoso.
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2 Comentarios
Muy buen texto, resumen de un tema crucial.
Gracias por la lista de películas.
Felicitaciones Gisela y LU
Gracias!