En los últimos años, la prevalencia de los trastornos de ansiedad, depresión y autolesiones entre adolescentes aumentaron de manera inquietante. Investigadores como Jonathan Haidt y Jean Twenge señalan que este fenómeno coincide con la expansión masiva de los smartphones y las redes sociales, tecnologías que han transformado la adolescencia y la infancia de manera profunda. Desde 2012, el uso de estas tecnologías ha crecido exponencialmente y generó un impacto significativo en cómo los jóvenes construyen su identidad, interactúan con los demás y manejan sus emociones.
La Revolución Digital y sus Efectos
Jonathan Haidt, psicólogo e investigador de la New York University, en su libro The Anxious Generation (2024), examina cómo las redes sociales han contribuido a la creación de una «fragilidad mental” en los jóvenes. Según Haidt, las grandes empresas tecnológicas han rediseñado la infancia y la adolescencia, alterando los patrones de desarrollo humano de manera sin precedentes. Argumenta que el uso excesivo de smartphones y redes sociales aumentó los niveles de ansiedad y depresión, haciendo que los adolescentes sean más vulnerables a la crítica, al rechazo y la constante comparación social.
Por su parte, Jean Twenge, psicóloga e investigadora en la San Diego State University, explora cómo la generación nacida entre 1995 y 2012, a la que denomina «iGen» -igual que su libro editado 2017, es la más conectada de la historia, pero también la más sola y deprimida. Twenge identifica al 2012 como un punto de inflexión, ya que ese año el uso de smartphones se volvió casi universal entre los adolescentes. A partir de entonces, se ha observado un aumento significativo en la depresión, el aislamiento social y otros problemas de salud mental. En su investigación la autora da las cifras del gran cambio acontecido entre 2010 y 2015, donde la prevalencia de la depresión en adolescentes se duplicó, mientras que las autolesiones se triplicaron.
La construcción del Yo depende en gran medida de la mirada del otro; es decir, cómo una persona se percibe a sí misma a través de las percepciones de los demás. En la era digital, esta mirada externa se amplifica exponencialmente, y cada like, comentario o compartir en las redes sociales se convierte en una fuente de validación o rechazo.
La Construcción de la Identidad
La adolescencia es una etapa crítica para la formación de la identidad. Durante este período, los jóvenes intentan consolidar una imagen de sí mismos, buscando definirse en relación con los demás. La construcción del Yo depende en gran medida de la mirada del otro; es decir, cómo una persona se percibe a sí misma a través de las percepciones de los demás. En la era digital, esta mirada externa se amplifica exponencialmente, y cada like, comentario o compartir en las redes sociales se convierte en una fuente de validación o rechazo.
El psicoanalista Donald Winnicott destacó en su teoría del «verdadero Self» la importancia de la capacidad de estar solo y de desarrollar un sentido de autenticidad. Sin embargo, en un mundo donde los adolescentes permanecen expuestos a la mirada de los demás, la capacidad para conectar con su verdadero yo queda amenazada. En su lugar, muchos jóvenes desarrollan un «falso Self«, una versión cuidadosamente editada de sí mismos que busca cumplir con las expectativas sociales. Este fenómeno refuerza la ansiedad y la sensación de vacío interior, lo que contribuye a la fragilidad emocional observada.
Las Narrativas Sociales y el Refuerzo de la Ansiedad
Los adolescentes construyen su identidad no solo a través de las historias que cuentan sobre sí mismos, sino también a través de las narrativas culturales que los rodean. Las redes sociales, al crear una plataforma para la comparación, promueven una narrativa dominante de insuficiencia y fracaso. Los adolescentes permanentemente ven imágenes y publicaciones de otros que parecen tener vidas perfectas, lo que provoca una sensación de desvalorización personal.
Ahora bien, si cambiamos la perspectiva y los observamos, desde una mirada más completa vemos a los adolescentes con capacidades para crear nuevas narrativas en oposición a esta historia dominante.
En lugar de sucumbir a las presiones de las redes sociales, los jóvenes pueden desarrollar nuevas historias sobre sí mismos que reflejan sus valores, logros y fortalezas únicas.
Más Allá de las Redes Sociales
Si bien las redes y los smartphones han tenido un impacto innegable en la vida de los adolescentes, reducir todos los problemas de esta generación a la tecnología sería un error. La adolescencia es una etapa compleja que implica creatividad, crítica, reflexión y pasión. Los jóvenes tienen el potencial de enfrentar los desafíos únicos de su tiempo de manera innovadora y resiliente.
Al centrarnos exclusivamente en el papel de los smartphones, corremos el riesgo de simplificar una realidad mucho más rica. La vida de los adolescentes es multifacética, llena de experiencias, relaciones y desafíos que trascienden el ámbito digital. Para entender completamente las luchas emocionales de esta generación, debemos adoptar una perspectiva más amplia que considere no solo la influencia de las redes sociales, sino también el contexto familiar, escolar y cultural en el que viven.
Tenemos que prestar atención a las historias individuales de los adolescentes y, en lugar de verlos solo como víctimas de las redes sociales, debemos reconocer su agencia, su capacidad de reflexión y su poder para reescribir sus propias historias. Al ayudarles a conectar con sus experiencias y emociones más allá del mundo virtual, podemos apoyar a los adolescentes en la construcción de identidades más auténticas y resilientes.
La ansiedad no es lo único que habita en la Generació Z, ellos también buscan cambiar modelos tradicionales, tienen su sentido de pertenencia y existencia en este mundo interconectado. La autenticidad y la creatividad son sus pilares. Han crecido valorando la diversidad en género, raza y cuerpos no normativos y se consideran individuos con capacidad de generar un cambio social respetando la equidad, los derechos sociales y el cambio climático, a es una generación de acción y compromiso.
Las redes sociales no desaparecerán, y los smartphones seguirán siendo una parte integral de la vida cotidiana. Sin embargo, hay opciones de que estos factores no se conviertan en la única narrativa que defina su existencia. Los adolescentes no son meros productos de la era digital; son individuos que forman parte de sus historias y que poseen talentos y potenciales únicos.
Conclusión
Si bien los estudios de Haidt y Twenge nos ofrecen una visión profunda del impacto negativo que las redes sociales y los smartphones pueden tener en los adolescentes, es esencial no quedarnos con una única interpretación. Los adolescentes son mucho más que sus teléfonos. Son creativos, resilientes y capaces de cambiar sus propios destinos. Acompañarlos en este proceso significa ver más allá de la cultura digital y conectarnos con sus experiencias reales, fomentando su capacidad para enfrentar los desafíos del presente y del futuro.
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