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El Yamanohiroba (La Plaza de la Montaña) es un anfiteatro de cerámica, en Japón, que tomó más de 16 años en ser construído por una comunidad de más de 2000 personas; inspirado por dos artistas, Ximena Elguida y su esposo Steven Ward, quienes se proponen crear espacios públicos dedicados al uso de la comunidad.
Esta obra de arte es posible gracias al concepto que hay detrás de involucrar a la comunidad a que participe en la creación de espacios para uso público.
El arte que se presenta puede hacerlo tomando la forma de conciertos, obras de teatros, etc., siempre ofrecidas de manera gratuita para el público.
Parte del anfiteatro es una concha acústica de cerámica que acoge numerosos de eventos culturales sin fines de lucro y que son disfrutados por cientos de personas. Está fabricado en arcilla de una sola pieza, y se utilizaron aproximadamente 60 toneladas de este material, durante dos años y medio, para la elaboración. Previamente construyeron una estructura para que quede protegida la arcilla del viento y del agua. Tomó 10 años la construcción del horno, que utilizo varias toneladas de ladrillos refractarios reciclados, la quema duró 40 días. Luego, para desmantelar el horno, pasó otro año y los ladrillos fueron reutilizados en gradas del anfiteatro.
Esta obra de arte es posible gracias al concepto que hay detrás de involucrar a la comunidad a que participe en la creación de espacios para uso público.
Estos artistas han creado varios proyectos de arte, tanto temporales como permanentes. La idea del uso de este material les vine de la educación que estos esposos recibieron en Japón. Ximena, ciudadana chilena que vive en Venezuela, viaja a la Universidad de Nagoya de Arte y Diseño, donde realiza un master en investigación de cerámica en la arquitectura. Steven, como asistente de un artista japonés que le marca la confianza para abrir un estudio con quien sería, además, su esposa.
Su objetivo es crear espacios originales. Inician con una idea que puede tomar días meses o hasta años para finalizarla. Requieren del recurso humano, que pueden ser personas de 5 hasta 80 años colaborando en lo que cada uno pueda y cuando puedan, y los resultados son extraordinarios. Pero también necesitan capital, y para esto no sólo cuentan con ingresos de las ventas de obra de los propios artistas, sino también con actividades de organizaciones sin fines de lucro, como del Creative Culture Institute, la generosidad de la propia comunidad donde trabajan, consejos técnicos, y algunas donaciones de materiales o dinero.
Los resultados de este trabajo se ven reflejados en lo que hoy en día es La Plaza de la Montaña, un monumento al arte, donde la comunidad y los artistas son bienvenidos. Así lo comprueban los proyectos logrados, como La Galeria Ubamegash (este es el nombre de un roble japonés) que evoca a una cortina verde de árboles nativos.
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