La Galería del Uffizi, en Florencia, Italia, es uno de los museos más importantes del mundo. El complejo incluye no solo la institución del mismo nombre, la cual ocupa los dos primeros pisos del gran edificio diseñado y construido por Giorgio Vasari entre 1560 y 1580, sino también el Palacio Pitti, conectado a través del Corredor Vasariano edificado sobre el famoso Ponte Vecchio, y los Jardines de Boboli.
El edificio del Uffizi fue comisionado en el siglo XVI por Cosimo I de Medici, primer Gran Duque de Toscana, para alojar las oficinas administrativas y judiciarias de Florencia, de ahí su nombre que significa “oficina”, en italiano. Siglos más tarde, la familia Medici donó su importante colección a la ciudad con la condición de ser exhibida a perpetuidad en dicha edificación. Hoy en día, el museo es reconocido por sus colecciones de escultura y pintura que datan desde la Edad Media hasta la época moderna, y en particular por ser repositorio de obras maestras de artistas como Giotto, Piero della Francesca, Filippo Lippi, Botticelli, Mantegna, Leonardo da Vinci, Rafael, Miguel Ángel, Artemisia Gentileschi, Caravaggio, Velázquez, Rembrandt, Rubens y Van Dyck, entre otros.
La museología de estas galerías presenta importantes pinturas de los grandes maestros del Renacimiento italiano enmarcadas en nichos angulares provistos de vidrios de aumento e iluminadas con un sistema novedoso que provee luz natural.
Con motivo del “Fin de Semana Florentino” organizado por Friends of the Uffizi, que tuvo lugar del 4 al 8 de octubre del 2018, el director del museo, Eike Schmidt, realizó una visita guiada en la que destacó distintos proyectos de restauración y conservación, así como las nuevas salas que han sido rediseñadas en los últimos años. Al inicio del recorrido se pudieron apreciar varias esculturas ubicadas en los corredores del segundo piso, especialmente una decena de estatuas greco-romanas cuya restauración fue financiada con fondos donados por miembros de Friends of the Uffizi. Luego dirigió su atención a dos salas recientemente remodeladas: la primera está dedicada a Leonardo da Vinci, y la segunda a Rafael Sanzio y Miguel Ángel Buonarroti. La museología de estas galerías presenta importantes pinturas de los grandes maestros del Renacimiento italiano enmarcadas en nichos angulares provistos de vidrios de aumento e iluminadas con un sistema novedoso que provee luz natural. Esta nueva instalación permite que más personas puedan apreciar las obras y al mismo tiempo protegerlas de posibles daños.
En la sala dedicada a Leonardo da Vinci están expuestas tres obras: “El bautizo de Cristo” (c. 1475) atribuido a Leonardo y a su maestro Andrea del Verrocchio, “La anunciación” (c. 1472-1475) y “La adoración de los magos” (c. 1481-1482). Esta última, un altar comisionado por los monjes agustinos de San Donato a Scopeto en Florencia, fue recientemente restaurada gracias a los fondos donados por Friends of the Uffizi. La pieza, que no fue terminada por el artista y es considerada hoy en día su primera gran obra, muestra a la Virgen María y al Niño Jesús en un primer plano, formando una composición triangular clásica, acompañados por los Reyes Magos que aparecen arrodillados en señal de adoración. Detrás de los personajes principales puede apreciarse un semicírculo de complejas figuras. En el fondo, a la izquierda, están representadas las ruinas de un edificio pagano y a la derecha se aprecian varios hombres a caballo y un paisaje rocoso. Esta interesante combinación de figuras religiosas y personajes comunes y corrientes en un espacio terrenal transforma un tema bíblico en una escena histórica de tipo humanista.
Las salas exponen pinturas italianas junto con obras de otras regiones, especialmente neerlandesas y flamencas, con el fin de recrear el espíritu de intercambio que existía en esa prolífica época de la historia del arte occidental.
Otra de las salas recientemente rediseñadas es la dedicada a dos grandes maestros del Renacimiento italiano: Rafael Sanzio y Miguel Ángel Buonarroti. En ella se destaca en la pared central “La sagrada familia” o “Tondo Doni” (c. 1506), el único panel de madera pintado por Miguel Ángel por encargo de Agnolo Doni para conmemorar su matrimonio con Magdalena Strozzi. Además de su composición, su brillante colorido y el aspecto escultórico de las figuras, se destaca la presencia de personajes desnudos en la parte posterior del cuadro que recuerdan las figuras de los frescos realizados por el artista en la Capilla Sixtina, en el Vaticano. Al igual que en “La adoración de los magos” de Leonardo, Miguel Ángel antepone las figuras religiosas al entorno pagano, resaltando la importancia del cristianismo en la Italia renacentista. Cabe anotar que la forma circular que le da nombre a la pieza “Tondo Doni” simboliza el matrimonio de Doni con Strozzi y que el elaborado marco también fue realizado por el artista.
En la misma sala se encuentran además varias obras importantes de Rafael: “La Virgen del jilguero” (c. 1505-1506), que representa a la virgen, al Niño Jesús y a San Juan Bautista con un ave de plumaje rojo en sus manos, y los retratos de Agnolo Doni y Magdalena Strozzi (c. 1504-1505), comisionados con motivo de la boda de este importante mecenas. El nuevo montaje de estos últimos permite apreciar los dibujos que fueron realizados en la parte posterior de los paneles de madera.
Finalmente se visitaron las nuevas salas dedicadas a Caravaggio y a la pintura del siglo XVII, ubicadas en el primer piso del ala este del edificio. Los nombres de cada una de las galerías explican claramente lo que en ellas se expone: “Realidad y magia”, “Caravaggio y Artemisia”, “Caravaggio: la Medusa”, “Caravaggio: el Baco”, “Luz nocturna”, “Rembrandt y Rubens”, “Galileo y los Medici” y “Épico florentino”. Lo primero que resalta a la vista en esta área es el tono rojo de las paredes, inspirado en los colores de los tapices y las telas representados en los cuadros de la época. El fondo rojizo, logrado mediante la aplicación de múltiples capas de pigmentos naturales utilizados en el siglo XVII, enriquece la experiencia visual y resalta poderosamente el realismo de las obras. Las salas exponen pinturas italianas junto con obras de otras regiones, especialmente neerlandesas y flamencas, con el fin de recrear el espíritu de intercambio que existía en esa prolífica época de la historia del arte occidental. Un cuadro que sirve de ejemplo es “Armida” (ca. 1550-1555) de Cecco Bravo, uno de los grandes maestros del barroco florentino. Adquirido recientemente con fondos donados por Friends of the Uffizi, “Armida”, que representa una mujer de origen sirio, fue realizada por el artista florentino durante su viaje a Innsbruck, Austria, considerada en ese entonces la capital del Renacimiento en el norte de Europa.
La obra más llamativa de este último conjunto de salas y una de las más populares del museo hoy en día es “La cabeza de Medusa” (1597) de Michelangelo Merisi Caravaggio. La pintura, realizada sobre una superficie curva, representa la cabeza descuartizada del personaje mitológico transformado en escoria por ofender a la diosa Atenea. Con gran realismo, el artista representa un rostro expresivo con ojos saltones y boca abierta, enmarcado por cabellos convertidos en serpientes y sangre brotando de su cuello mutilado. La “Medusa” es sin duda uno de los más claros ejemplos del realismo psicológico y dramático que consagró a Caravaggio como uno de los artistas más influyentes del siglo XVII.
El recorrido por las distintas galerías dejó claro que el Uffizi es hoy en día un museo en constante evolución. Quien regresa periódicamente no solo redescubre pinturas, esculturas y frescos restaurados, sino que además tiene la posibilidad de realizar nuevas lecturas en el contexto de las nuevas instalaciones que enriquecen y proponen otras formas de pensar y analizar las grandes obras maestras de la historia del arte occidental.
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