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Edición
30

“Tengo mis dudas sobre si es posible enseñar periodismo”. Entrevista a Robert “Bob” Cox

Charleston
El ex Editor en Jefe del Buenos Aires Herald habló de su carrera y del estado actual del periodismo.

Una mañana calurosa de verano, Bob Cox recibió a Letra Urbana en su casa de Charleston, Carolina del Sur. En un living que destaca la obra de artistas argentinos junto a otros objetos de arte que llevan la marca de sus idas y vueltas por el mundo, compartió las experiencias recogidas a lo largo de más de cuatro décadas de carrera y nos dio su visión del estado actual del periodismo.

Robert Cox, periodista británico, llegó a la Argentina en 1959 para trabajar como corrector de pruebas en el Buenos Aires Herald y diez años más tarde pasó a ser editor en jefe. Bajo su conducción, el Herald, hasta entonces un diario leído casi exclusivamente por la comunidad británica, se convirtió en lectura obligada a causa de su riqueza informativa. Fue además el primer medio de comunicación que publicó abierta y sistemáticamente noticias sobre el secuestro y la desaparición de personas.

En 1978 ganó el Premio Maria Moors Cabot de periodismo, otorgado por la Universidad de Columbia en Nueva York en reconocimiento a su valentía periodística durante la década del 70. También recibió el OBE (Order of British Empire) de la Reina Isabel II por su servicio a la prensa internacional. Durante su estadía en la Argentina fue corresponsal de The New York Times, The Washington Post,  Newsweek, The Economist y la revista Time.

En 1985 fue un testigo clave en el juicio a los comandantes de las juntas militares que gobernaron el país entre 1976 y 1983. También dio testimonio en Madrid durante el juicio del capitán naval Adolfo Scilingo, condenado en 2005 por crímenes de lesa humanidad, incluyendo su participación en los vuelos de la muerte por medio de los cuales se exterminaban presos arrojándolos vivos desde aviones militares que volaban sobre el Río de la Plata. 

Siempre algo se puede hacer bajo una dictadura.

En los años 2001 y 2002 presidió la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y estuvo 12 veces al frente de la Comisión de Libertad de Prensa de ese organismo. Fue subdirector del diario The Post and Courier, en Charleston, Carolina del Sur, el diario más antiguo del sur de los Estados Unidos, que cumplió 200 años en enero de 2003.

Robert Cox fue declarado Ciudadano Ilustre por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en 2010 por su incansable lucha en defensa de los derechos humanos.

 ¿Cómo fue el comienzo de su carrera?

Cuando estaba en la escuela secundaria pensé que quería ser periodista y me ofrecí para trabajar gratis en el diario local. Para mi sorpresa, me aceptaron y empecé a hacer de todo un poco, especialmente corrigiendo trabajos. Desde ese momento mi carrera no se detuvo, excepto por los dos años que pasé en la Marina Real Británica.

¿Por qué eligió el periodismo?

Yo quería ser reportero, quería escribir. Creo que todo el mundo es un poco periodista, en algún momento de su vida quiere escribir.

 ¿Qué experiencias remarcaría de su carrera de periodista? ¿Encontró allí lo que esperaba o más de lo que esperaba?

Lo más valioso para mí fue descubrir la importancia del periodismo cuando, en la Argentina, me encontré viviendo aquella situación increíble durante la dictadura militar. Siempre algo se puede hacer bajo una dictadura. Como periodista, uno se entera de lo que está sucediendo y, de hecho, es un catalizador para los lectores. En la Argentina se había tomado la decisión, entre los integrante del sistema mediático, de cooperar en pleno con los militares y encubrir completamente lo que estaba sucediendo. Yo descubrí que era posible salvar vidas simplemente escribiendo sobre lo que estaba pasando. Claro que al principio tenía dudas al respecto. Me daba cuenta de que podía ser muy peligroso. Descubrimos que si podíamos hablar de lo que ahora ya tiene nombre, los desaparecidos, si podíamos ponerlo en el periódico, había una lógica fuerte de que alguna persona pudiera reaparecer. Esto es lo que pasó realmente, aunque no en todos los casos. Los militares, al mismo tiempo, no tenían control de la situación. Teníamos una cierta responsabilidad, ya que la gente alrededor de Videla quería reasegurar a los Estados Unidos que ellos realmente tenían verdaderas inclinaciones democráticas y que, eventualmente, la democracia sería restaurada. Además, querían que las ventas de armas continuaran, lo mismo que el intercambio comercial y la disponibilidad de préstamos internacionales. Estaban preocupados por presentar una buena imagen y no les gustaba la idea de que se supiera lo que en realidad estaban haciendo. Secretamente secuestraban gente, torturaban mujeres y asesinaban en muchos casos.

¿Qué cambió en estos años y qué cree usted que seguirá cambiando la Internet?

Siempre me he preguntado si la Internet hubiera existido en aquella época, ¿habría detenido a los militares? Los jueces y los periodistas no hubiesen podido ignorar lo que estaba pasando. Era una vuelta al nazismo, al advenimiento de Hitler. No hubiera sido posible que la gente ignorara lo que pasaba y que se dijera a sí misma que había una buena razón para que esto sucediera y que era mejor no averiguar demasiado. Yo tuve mucha suerte porque los dueños del diario me dieron su apoyo y ellos estaban en los Estados Unidos. En  ese entonces yo era el editor del diario, pero también era el presidente de la compañía que publicaba el Buenos Aires Herald, así que decidí volver a ser reportero. Lo primero que hice fue asistir a conferencias de prensa, recepciones diplomáticas y reuniones con el gobierno para ponerme en contacto con todo el mundo. Al mismo tiempo, trabajaba en forma independiente pera el Washington Post,  para el Newsweek, para The Economist y la BBC. A través de mis conocidos pude ponerme en contacto directo con la gente, con distintos sectores. Mucha gente en la Argentina estaba desesperada. El primer caso que recuerdo es el de una mujer joven que se me acercó cuando yo estaba saliendo de las oficinas de Newsweek y me pregunto: “¿Es usted periodista?”  Yo le contesté, “Si, lo soy” y ella me dijo ”Quiero contarle lo que ha sucedido. Vinieron a mi casa y se llevaron a mi marido. Se robaron una cantidad de cosas  y lo he estado buscando por meses”. Eventualmente nos hicimos amigos. Su marido nunca apareció. Ella finalmente se fue a vivir a España.

Cómo la gente puede ser asesinada en frente de los ojos de la población entera cuando la gente decide no ver! 

 Viví muchas experiencias como ésta. Lo difícil era que la ideología predominante aceptaba esto, y nuestros lectores hablaban de que nos habíamos convertido en comunistas. Era casi imposible comprender eso. Lo que me ayudó a entender esta situación es que yo nunca había comprendido cómo era posible que hubiera sucedido lo que pasó en Alemania. ¡Cómo la gente puede ser asesinada en frente de los ojos de la población entera cuando la gente decide no ver! Los secuestradores eran matones, pero eran del ejército, de la marina, de la policía que formaban estos grupos especiales que salían a cometer atrocidades.  Había gente que era secuestrada en público, en la calle, en frente de todos, pero la gente no veía nada.

¿Cree que existe una forma en que la industria mediática no esté condicionada por el poder del dinero que necesita conseguir para sustentarse? 

Un buen ejemplo de esto es la BBC. La gente paga una licencia para ver televisión. Todos pagan una licencia de modo que la BBC no cuenta con el aporte de ingresos comerciales. Todos los que poseen un aparato de televisión tienen que pagar al gobierno una licencia. La BBC depende de un fideicomiso independiente y el gobierno provee un subsidio. Es una situación similar a la de PBS aquí en los Estados Unidos, pero con la diferencia que allí es una tradición establecida hace mucho tiempo que comenzó con la Radio BBC, independiente del gobierno, no sujeta a su control pero financiada con fondos públicos. Éste es un modelo. Este tema ha sido siempre un problema desafortunado. Las suscripciones a un periódico nunca alcanzan a cubrir los gastos y por eso se recurre a los avisos comerciales. Siempre parece haber desacuerdo entre el periódico y los intereses comerciales.

no creo que los diarios comerciales sean un mal modelo, pero es obvio que lo ideal es tener por lo menos un elemento mediático totalmente independiente de la presión comercial.

Hay muchos intentos de permanecer independiente de intereses ajenos. Están ProPublica  y PBS, sustentadas por el público con sus donaciones. Hay otro buen ejemplo, el periódico The Guardian que responde a un fideicomiso que no es comercial. Al mismo tiempo, no creo que los diarios comerciales sean un mal modelo, pero es obvio que lo ideal es tener por lo menos un elemento mediático totalmente independiente de la presión comercial.

¿Qué nos puede decir del trabajo del periodista Glenn Greenwald, quien reveló el espionaje generalizado de la NSA?

Él demostró que los gobiernos no tienen derecho a mantener secretos del público. Los gobiernos tienden a querer guardar la mayor cantidad posible de secretos. El trabajo periodístico es desplegar ante el público todo lo que sucede.

¿Qué opina de la violencia que hoy sufren los periodistas en el mundo entero y en América Latina?

Fui presidente del Comité Internacional de Prensa por un largo tiempo y lo que tratábamos de hacer es defender a los reporteros y sacarlos del país cuando estaban en peligro.

hoy los periodistas se han convertido en objetivo. La protección de la prensa es una necesidad apremiante.

Muchos  corresponsales han sido asesinados en todo el mundo. Cuando yo estaba en El Salvador hace mucho tiempo, nos repartían unas camisetas que decían Prensa, no tirehoy en día servirían como blanco. Antes teníamos un reconocimiento especial, parecido al de un colaborador de la Cruz Roja, pero hoy los periodistas se han convertido en objetivo. La protección de la prensa es una necesidad apremiante.

Colombia se ha convertido en un ejemplo viviente de este esfuerzo. Se ha establecido con cierto éxito un grupo judicial que presta protección a  periodistas amenazados. Muchas veces necesitan ausentarse del país por un tiempo y regresar cuando pasó el peligro. Se sienten así con un cierto resguardo. Lo que es grave es cuando el mismo gobierno es el enemigo. Ese es el peligro verdadero. Es entonces cuando se carece totalmente de protección, excepto por la que presta la opinión internacional.

En su opinión, ¿cuál es la relación que tendría que mantener el poder establecido y el Estado con el periodismo?

Lo que pasó en la Argentina es un buen ejemplo de lo que puede suceder si el periodismo no reacciona. La gente perdía su vida porque un libro que habían escrito tenía una tapa roja. El horror fue total y esto sucedió porque todo el mundo permaneció en silencio y pretendía que no pasaba nada. Gracias a la revolución digital, todas las voces son escuchadas. 

Gracias a la revolución digital, todas las voces son escuchadas. Se escucha la voz en contra de los horrores que suceden y la gente puede comunicarse con facilidad.

Se escucha la voz en contra de los horrores que suceden y la gente puede comunicarse con facilidad. Irónicamente, para algunos era muy agradable estar en la Argentina en esa época, porque la gente no tenía idea de lo que pasaba. El mundo no tenía puesto sus ojos sobre el país, otras cosas estaban sucediendo en el mundo y así pudo pasar en Argentina lo mismo que pasó en Alemania.

Si tuviera un consejo en particular para alguien que comienza su carrera como periodista, ¿cuál sería ese consejo?                                       

El conocimiento de la historia es en extremo importante. Tengo mis dudas sobre si es posible enseñar periodismo. Creo que es algo que se aprende. Claro que si se estudia periodismo es más fácil conseguir una ubicación laboral, porque el sistema lo facilita.  Es más fácil entrar en contacto con los medios que ofrecen trabajo. Es un poco como entrar en el mundo del cine. Hay que abrirse paso. Un joven debe procurarse la mejor educación posible, que en este caso sería conocimiento histórico y técnico, para trabajar en el mundo digital y después salir al mundo a encontrar trabajo. Los mejores reporteros que he conocido han sido personas que se dijeron «me voy a tal país para reportar lo que está pasando allí». El problema es que esto implica riesgo, y no hay manera de evadir al peligro. Hacer periodismo es difundir lo que la gente no quiere saber.

 

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