La cultura del exceso, del acopio y de lo efímero, con la consecuente abundancia de productos y oferta de servicios, parecen haber desvalorizado el término «simple», ya que éste se fue transformando en un adjetivo asociado a lo carente de recursos, a lo primitivo o, a lo austero. Este desplazamiento lingüístico, promovió paulatinamente su desuso como buen calificativo referido a los objetos.
…comienza una demanda creciente de «nada», de «espacios vacíos», y de «simpleza». Simbólicamente hablando, el silencio, la ausencia y la inocencia comienzan a ser condiciones cada vez más valorables y generadoras de una simpleza necesaria.
Curiosamente, el término simple es poco pretencioso en su origen, proviene del latín: de la combinación sine (sin) y plex (pliegue), lo que forma simplex, que significa algo «sin pliegues».
En respuesta a los excesos que caracterizan nuestro tiempo, comienza una demanda creciente de «nada», de «espacios vacíos», y de «simpleza». Simbólicamente hablando, el silencio, la ausencia y la inocencia comienzan a ser condiciones cada vez más valorables y generadoras de una simpleza necesaria.
El silencio
Algunos diseñadores, cuando percibimos que algo esta fuera de lugar o sobrecargado, solemos decir, sinestésicamente: «esto tiene demasiado ruido», lo que se traduce en un reclamo de síntesis o simpleza. Nos interesamos por que su ruido sea mínimo y en lo posible, que no invada el preciado silencio o armonía de su contexto preexistente que, de hecho en muchas ocasiones, ya se halla contaminado.
En un extremo aún más agudo, solo hay silencio cuando «nada » hay, en tanto que solo la nada tiene el atributo de no sonar o cambiar, y este es el reclamo inconsciente de la demanda, lo que viene perpetrándose en contraposición a la agresiva oferta.
La ausenica
Los objetos de estética y los conceptos simples poseen austeridad formal, facilidad operativa, y tienen la característica de brindar más espacios vacíos para el deseo.
Aunque parezca paradójico, estos objetos proponen la presencia de la ausencia. Se prescinde de las presencias superfluas «así como un plano denota ausencia de pliegues».
En otro sentido, estos objetos, quitan dentro de sus prioridades, el exceso de fantasía expresada por su diseñador, dejando de este modo, más virtualidad al usuario.
Habitualmente, el diseñador, carga con cierta inhibición frente a la generación de lo simple, cuestión que sucede entre otras razones, por pensar que se deja de hacer algo y que no se está manifestando la energía presupuestada. Por el contrario, poder abstraerse de la inercia acumulativa del mercado y sin ser inducido por lo esperable, requiere del ejercicio de una integridad y ética proyectual.
La Inocencia
La simpleza a la cual me refiero, se encuentra también asociada a una inocencia regresiva: muchos objetos de este tipo tienen como resultado final tipologías similares a las que los niños plantean en sus «diseños» mediante su pensamiento concreto, en general, podrían ser fácilmente descriptos por ellos pese su conciso vocabulario.
Habitualmente, el diseñador, carga con cierta inhibición frente a la generación de lo simple, cuestión que sucede entre otras razones, por pensar que se deja de hacer algo y que no se está manifestando la energía presupuestada. Por el contrario, poder abstraerse de la inercia acumulativa del mercado y sin ser inducido por lo esperable, requiere del ejercicio de una integridad y ética proyectual.
Estos objetos no pretenden plantear metáforas complejas que necesiten traducción, dado que las pautas son básicas, reconocibles y muy controladas, y es esto lo que juega a favor en la relación objeto-usuario. En este sentido, se plantea una menor distancia entre la fantasía y lo concreto, podrían representarse casi oralmente.
Vale aclarar, que lo que en apariencia resulta simple, muchas veces, requiere del desarrollo de tecnologías especiales tales, que permitan una materialización sin estructura ni tensión aparente.
No se trata de involucionar en el uso de la tecnología, sino de utilizarla al servicio de una óptima relación objeto-usuario, tanto para productos básicos como para los productos de usos específicos que requieren de un saber acorde a ello.
La flaqueza
Se trata de dejar de lado la gula, de no indigestarse e implementar la cultura de un sano sustento y sin excesos, ya que se cometen también desvíos en este sentido.
Algunos productos se hunden en una delgadez indeseable careciendo de la falta de energía necesaria para sostener ciertos objetivos primordiales como su usabilidad. De esta manera, el usuario queda de lado.
No debe enaltecerse la síntesis por sobre la función. Hay quienes utilizan la simpleza como un medio oportunista, para la poda indiscriminada del producto, tratando de utilizar un seudo-concepto, solo a favor de su ahorro y rentabilidad.
La simpleza
Deberemos comenzar a entender la simpleza, como un objetivo a cumplir: objetivo que requiere de descontaminar cierto proceso inercial de pensamiento. Es posible que lo simple haya sido olvidado o aun esté por diseñarse.
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