Por fin acabó 2020. Escribo este artículo en el primer trimestre de un nuevo año en el que espero volver a desplazarme a lugares extraordinarios, al igual que los que leéis estas líneas, viajeros y turistas como yo con el ansia de aventuras. Estamos convalecientes, deseosos de superar unos meses extraños y angustiosos, mirando a un futuro incierto pero esperanzador, siempre ilusionante.
Después de haber viajado tanto estos últimos años, ahora me ha tocado, como a todos, quedarme en casa. Me apetece matar el gusanillo recordando alguno de los lugares Patrimonio de la Humanidad. Recopilo apuntes de mis anécdotas en estos magníficos lugares y pienso en la escasez de los que he visitado teniendo en cuenta que según la Unesco son casi novecientos si solo nos centramos en los culturales. Nos harían falta varias vidas para disfrutarlos, así que parte de esa idea la he intentado aplicar y he pedido a familiares y amigos que me ayuden. La galería fotográfica que acompaña al artículo es también de ellos: de Javi, de Inma, de Andrés, de Rafael, de Juan Antonio, de Loli, de José Carlos, de Virgilio. Aventureros y fotógrafos, algunos muy buenos como podréis observar.
Haciendo una pequeña investigación compruebo que fue el 16 de noviembre de 1972, en la Conferencia General de la Unesco, en París, donde se adoptó la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, concediendo los primeros títulos a sitios específicos del planeta, que se incluyeron en una lista que ha ido creciendo cada ejercicio. Gracias a este programa se cataloga y se da a conocer lugares de excepcional importancia cultural o natural, de esta forma se preservan para futuras generaciones considerando que, aunque cada sitio Patrimonio de la Humanidad pertenece al país en el que se ubica, además es de interés universal.
El 16 de noviembre de 1972, en la Conferencia General de la Unesco, en París, fue donde se adoptó la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, concediendo los primeros títulos a sitios específicos del planeta
Quizá a algunos la declaración de Patrimonio de la Humanidad no les signifique nada, pero está claro que con ello se intenta proteger de futuros destrozos.
Los criterios como genialidad, aportación de testimonio excepcional, importancia en intercambio de valores y conocimientos humanos a lo largo del tiempo, ser edificio o paisaje significativo históricamente, las tradiciones, el desarrollo artístico que se utilizan para elegir estos sitios podrían no ser completamente objetivos, la promoción ayuda bastante, no solo a nivel internacional, también de forma local ¿Por qué en Berlín solo se reconoce los Palacios y Parques, la Isla de los Museos y las casas de estilo moderno? ¿Por qué Bélgica tiene nueve lugares siendo un país tan pequeño y, realmente, son tan fundamentales sus Beguinages? ¿Es tan importante la campana de 14 toneladas del Big Ben? ¿Se deben poner al mismo nivel las Montañas Rocosas canadienses o el fiordo de Geiranger con la plaza del Obradoiro o el Taj Mahal? ¿Se puede considerar a España tan especial para estar en el tercer puesto? Aquí voy a responder yo: sí, sin duda.
Imposible enumerar todos estos lugares en tan corto espacio, aunque sí evocar algunas de tus vivencias. Esas jornadas viajeras inolvidables. Una cena disfrutando de un espectáculo de fado en un restaurante del Centro Histórico de Oporto, un paseo por los alrededores del Liffey en Dublín o por los jardines de Schönbrunn en Viena, la subida a la torre de la catedral de Cracovia. Los hechizos de lugares a los que, quizá, no vuelvas a visitar pero a los que siempre tendrás la oportunidad de regresar con el recuerdo. Unas fotografías en el teatro griego de Taormina, un vino tinto en la Plaza Mayor de Almagro – candidatas ambas a entrar en el listado-, un itinerario por las calles de Córdoba, un recorrido por el Monte Saint-Michel y su bahía.
Lugares de ensueño: Machu Picchu, un yacimiento con su leyenda, con su misterio, como el uso exacto de esa ciudadela inca construida en el siglo XV, famosa por sus paredes de piedra que combinan grandes bloques sin mortero. Son unos edificios relacionados con las alineaciones astronómicas y vistas panorámicas en las montañas de los Andes, sobre el valle del río Urubamba. Las Pirámides de Guiza y su gran esfinge, se cree que fue creada hace 4.500 años con la finalidad de ser el gran guardián de la tumba de Kefrén. El caso es que allí está ella, desafiando al tiempo, cumpliendo siglos, con la nariz casi desgastada, compitiendo con sus vecinas pirámides Keops, Kefrén y Micerino para ser la campeona en instantáneas de turistas.
Ciudades con historia: Atenas, la Acrópolis y sus monumentos fueron elegidos por la UNESCO en 1987 símbolo universal de la civilización y el espíritu clásico griego; Siena, desde 1995 como modelo de ciudad de la época medieval; Brujas, desde 2000 se incluye en la lista de Patrimonio gracias a su arquitectura del Medievo, se la llama la “Venecia del Norte” y no deja indiferente a nadie). Y cuando recorres las calles de estos lugares olvidas los sinsabores diarios, la rutina de los días laborales y piensas en que esos momentos pueden volverse eternos, de hecho se consigue al rememorarlos. Recorres sus calles, sus canales, sus museos, te dejas llevar, encuentras lugares escondidos. Otras veces, las más, vas con un destino preciso: el Partenón, la Piazza del Campo, el Begijnhof. Te quedas prendado de sus iglesias, de sus catedrales, del ambiente callejero. Todos los que viajamos hacemos nuestro lo que vemos, de ahí que estos lugares Patrimonio de la Humanidad están tan dentro de nosotros, son nuestra historia.
¿A dónde quedan las preguntas en la era de los algoritmos, la hiperinformación y un sistema de educación obsoleto? Pero ¿la capacidad de explorar y enfrentarnos a lo que no sabemos depende solo de la realidad tecnológica?
París de principios del siglo XX atrajo artistas de todo el mundo. Muchos críticos de arte reclamaron el nacionalismo artístico, enfatizando las diferencias entre los locales y autóctonos y los extranjeros… los extraños, entre ellos Picasso, Joan Miró y Marc Chagall.
¿Nuestras conductas son el resultado predeterminado por la biología y el ambiente que nos toca? El dilema del determinismo está más vigente que nunca.
Para los wayuu el mundo está lleno de seres atentos al universo, algunos son humanos y otros no. La noción de personas en el cristianismo, el judaísmo y otras religiones de occidente ubican a los humanos como los seres centrales del universo. ¿Cuál es la riqueza de una cultura sin esa jerarquía?
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10 Comentarios
Muy bueno, Antonio. Dan ganas de viajar leyéndo tu artículo.
Un abrazo.
Buen artículo querido Antonio, y como bien dices, hay bienes, tanto naturales como los creados por el Ser humano, que por su riqueza, condición, belleza, etc. deben ser «protegidos» y declarados como Patrimonio de todos. A mi también me quedan muchos por descubrir y visitar, y si la salud lo permite, se intentarán visitar. Aunque como siempre digo, la experiencia de «maravillarse» y emocionarse está en la persona misma, independientemente del lugar en el que se encuentre. Recuerdo en mi viaje a Costa Rica, un país con una riqueza natural y humana incomparable, en el avión de vuelta había un «individuo» que soltó la memorable frase «el mejor Tico ahorcao» (tico es el apelativo oficioso que reciben los naturales del país), bueno pues nos quedamos todos mirándolo con el mismo pensamiento: «Si no sabes ver la Belleza allá donde vayas, mejor quédate en tu casa». Pues nada después de esta parrafada solo decir que esperemos que el señor Covid-19 nos de un respiro, se relaje un poco y en breve podamos volver a maravillarnos de todo lo que este planeta nos tiene preparado.
Interesante. Además de ampliar conocimientos, el disfrute apasionado, lento, presente y futuro de lo que hemos visto y veremos. Y el reflejo de un gran comentario.
Te doy las gracias por hacerme disfrutar de un viaje que desgraciadamente ahora no nos dejan hacer.
Sigue así, buena letra y bonitas fotos.
Soy viajera como tú, desde 1988, uno o dos viajes al año. He recorrido muchos lugares y aún me quedan muchos más. Mi pasión por recorrer otros sitios y adquirir conocimiento de lo que nos transmiten los monumentos y las personas que los contemplan día a día. Esperemos que este enemigo mundial se quede poco tiempo más y podamos disfrutar de nuestras aventuras.
El tema central de este nuevo artículo, un viaje descriptivo por algunos de los lugares que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad, es una buena y original manera de escribir una columna sobre viajes en tiempos de pandemia, o lo que ésta nos ha traido, meses de confinamiento sin poder viajar. El resultado es que los artículos sobre viajes de Antonio Villalba no solo no tienen fronteras sino que tampoco encuentran confinamiento que pueda impedir que nuestra imaginación viaje de la mano de su pluma.
¡¡Qué sitios más bonitos!! Miremos al futuro con esperanza… ¡Un abrazo a todos!
Memorable artículo! Es un placer leerlo y realizar un “flash back” a los lugares Patrimonio de la Humanidad que he tenido el gusto de visitar y que su autor ha llevado a mi memoria. Rememorar lo vivido, y desear volver a salir y conocer tantos y tantos lugares aún pendientes, objeto de esta distinción, es un deseo mayúscula. Por suerte son muchos los clasificados indiscutible y merecidamente que pese a ser prácticamente imposible visitarlos todos, y por tanto, vivirlos, nos infunden una enorme fuerza e ilusión para iniciar el camino que tanto tiempo llevamos esperando: viajar y seguir viajando. Disfrutar, descubrir, gozar y deleitarnos con el Patrimonio de la Humanidad es una terapia única para aquellos que somos aventureros, amantes de la cultura, de la naturaleza o de lugares y territorios atractivos singulares. Hemos sabido adaptarnos y sacrificarnos pero también tenemos la esperanza de iniciar pronto ese camino, seguro, y que no tardará. Ese es mi deseo para todos. Mi enhorabuena por lo expuesto, querido Antonio.
Qué bien, Antonio.
La verdad es que yo hasta he dejado de ver documentales y programas de viajes porque me da mucho coraje esta situación. ¡Ya que había vuelto a volar! 🤣🤣
De todas formas al leer tus líneas se me pasa todo.
¡Cuánto me ha gustado este artículo! Me han vuelto las ganas de volar en avión, volar en tren, en coche o en autocar, pero repleto de ilusión por llenarnos de otros aires, disfrutar de otros ambientes, sumergirnos en otras costumbres e impregnados de otras culturas, para luego volver con la maleta toda llena de sabores y recuerdos. Que sean parte del Patrimonio de Todos me parece encantador.
El autor de este artículo ha puesto a volar los recuerdos de lo vivido y la imaginación de disfrute en un esperanzador futuro.
Felicidades Antonio.