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Esta ciudad surgió del hierro, pero hoy tiene titanio. Nació de sus minas y altos hornos, recta y oxidada, pero hoy es curva y reluciente. La insistencia en el metal no es un destino sino una elección.
La villa de Bilbao fue fundada el 15 de junio del Año 1300, por Don Diego López V de Haro. En el S XVI se consolidó como ciudad fluvial y, en los Siglos XVIII Y XIX, tuvo un desarrollo sostenido gracias a la industria siderúrgica, naval, el comercio y la Banca. En el Siglo XX tuvo el mayor crecimiento demográfico y económico, aunque los años 80 estuvieron marcados por una crisis industrial que se remontó espectacularmente.
Bilbao es la capital económica de Euskadi y su ciudad más populosa con 350.000 habitantes. No hay más que asomarse desde el monte Artxanda para darse cuenta de que la urbe se acomoda sobre todo en la parte baja, encajonada entre montes. Por esos sus pobladores, los bilbaínos, a su ciudad la llaman, cariñosamente,” el hoyo”.
Mientras que la industrialización había sido progresiva y enriquecedora, la desindustrialización fue repentina y atroz. En pocos años se perdieron miles de puestos de trabajo y las industrias que levantaron Bilbao se vinieron abajo. Todo eran ruinas de un pasado cercano. Una acrópolis de hierro oxidada, un trauma colectivo que no olvidan.
De la noche a la mañana, los márgenes de la ría llenos de vida que habían caracterizado a la urbe vasca dieron paso a una estampa totalmente desoladora: las fábricas cerradas eran la decoración predilecta de la ciudad, con los tonos grises de las vías férreas abandonadas, con el hedor y contaminación de una ría que, tras el cese de la actividad, manifestaba así los excesos de años viviendo de espaldas hacia ella.
Es ahí cuando para los expertos irrumpe en la escena la realidad visible, “fue en ese momento cuando los habitantes se dieron cuenta que la ciudad se había diseñado por y para la industria en vez de para sus ciudadanos y, por ese motivo, era necesario iniciar un proceso de reconversión para que la ciudad pudiera adaptarse al nuevo contexto que estaba viviendo”
Aquel proceso se inició a finales de la década de los 80 amparado en la realidad de la imperiosa necesidad de cambio. El mérito es de quienes fueron capaces de ir un paso por delante de los problemas económicos y sociales de la época y se enfocaron en dos ejes fundamentales: la remodelación urbanística y la reconstrucción ambiental. Pero no por moda sino por convicción.
La transformación de la ciudad no está solo en su piel, por dentro hay cosas que han cambiado, y mucho. El cambio de función de los pequeños edificios de barrio y la versatilidad en el uso que le han dado a los mismos es clara muestra de una ciudad con iniciativas, pero no disgregadas, sino que todo forma parte del plan maestro, en el que la participación ciudadana está por delante de todo.
Bilbao Balioen Hiria, Carta de Valores
A su vez, el nuevo espacio que se ganó en la superficie propició la aparición de una renovada edificación vanguardista que, además del velar por el bienestar de los ciudadanos, sentó las bases del nuevo motor de desarrollo basado en el sector terciario.
El museo Guggenheim es la nueva joya de Bilbao y en cierto sentido el motor de su resurrección. Proyectado en Titanio por el arquitecto Frank Gehry, en 1997, es el referente arquitectónico por el que se conoce mundialmente a Bilbao.
El “efecto Guggenheim” no tiene precedentes. Hace 15 años Bilbao era una ciudad que en términos contables no tenía turismo. Hoy los visitantes triplican su población atraídos por el hechizo del museo. La belleza se ha propagado desde este centro singular en todas direcciones y la ciudad se ha llenado de hoteles diseñados por conocidos profesionales, así como también de restaurantes y galerías de arte.
Pero no todo en Bilbao es el Guggenheim y los hoteles de lujo, sino que podemos seguir enumerando una serie de maravillas arquitectónicas que constituyen el crecimiento, no solo económico y turístico, sino también social de la ciudad. La transformación de la ciudad no está solo en su piel, por dentro hay cosas que han cambiado, y mucho. El cambio de función de los pequeños edificios de barrio y la versatilidad en el uso que le han dado a los mismos es clara muestra de una ciudad con iniciativas, pero no disgregadas, sino que todo forma parte del plan maestro, en el que la participación ciudadana está por delante de todo.
También percibimos la presencia de lo escultórico en la ciudad que con gran fuerza se hace presente con la instalación de obra pública de autor. Pero es de destacar que los extensos jardines, los grandes parques y las amplias plazas, que eran los lugares donde tradicionalmente se instalaban los monumentos y esculturas públicas, en Bilbao son en ocasiones sustituidos por los espacios intersticiales y resquicios urbanos de la ciudad, cuando no rotondas de viario y redes de comunicación que marcan la ciudad representada con su trazo que señala lo que se debe de conocer de ella.
Bilbao sería en este caso una ciudad que enseña lo que se puede visitar en la ruta del tranvía que, como contrapunto a la eficacia del metro, nos conduce de la vieja ciudad a una ciudad postmoderna más allá de los puentes; esos puentes que no son solamente espacios de tránsito transversal, sino también lugares repletos de memoria e identidad, parte del buen hacer con la arquitectura y la ingeniería.
Por otro lado, las piezas de mobiliario urbano se funden con lo escultórico, los viejos edificios, las grúas, las paredes y muros, que con la presencia imponente de piezas monolíticas que aún están, cuentan la historia del lugar.
Mientras todo este proceso se llevaba a cabo, de forma paralela comenzaron los preparativos para lograr la recuperación ambiental del Bilbao, concretamente la de su ría, que había sido maltratada por la actividad industrial. La misión era impulsar de nuevo la vida acuática y recuperar las playas interiores, al tiempo que se lograba alcanzar los niveles de saneamiento existentes antes del impulso de la siderurgia.
Este proceso de depuración urgente no fue el único objetivo, ya que a lo largo de la ría se fueron ejecutando más reformas que recordaron la tradición mercantil, la movilidad sostenible en sus aguas y la protección de la ciudad frente a futuras inundaciones, debido a que en 1983 sufrió una importante inundación que, en parte, fue el detonante del cambio.
A pesar de los obstáculos impuestos, sobre todo durante los años de recesión, el proceso de reconversión de Bilbao fue todo un éxito tanto a nivel nacional como internacional. De hecho, desde la década de los 90 la ciudad ha sido protagonista de innumerables congresos y premios, como el galardón Lee Kuan Yew de Singapur. En el 2010 el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, recibe en nombre de la Villa el I Premio Lee Kuan Yew World City Prize, considerado el “premio nobel” de las ciudades. La entrega del premio se enmarco en los actos organizados con motivo de la Cumbre Mundial de Ciudades 2010. Un evento de relevancia internacional, centrado en cuestiones de liderazgo y gestión urbana, además de la construcción de ciudades sostenibles y respetuosas con el medio ambiente y la adopción de comunidades armoniosas y sostenibles. Todos términos que podemos decir que encuentran su significado en la ciudad de Bilbao.
El Lee Kuan Yew World City Prize reconoce la capacidad de liderazgo del Ayuntamiento de Bilbao para aunar las distintas visiones y objetivos estratégicos de las instituciones y organismos públicos y privados implicados en el proceso de transformación de la Villa, a través de la sociedad interinstitucional Bilbao Ría 2000.
Más recientemente, Greenpeace ha catalogado a Bilbao como la ciudad más sostenible de España, esto en función del grado de compromiso del gobierno local por el medio ambiente y al estado de la movilidad. Según la organización no gubernamental, la capital vizcaína es líder en movilidad sostenible gracias a el compromiso permanente que coloca la movilidad peatonal en el centro de la vida urbana: “Tras una profunda transformación urbana en las últimas dos décadas, centrada en la consolidación y la proximidad, actualmente un 64% de los desplazamientos en la Villa de Bilbao se realizan a pie, mientras que el uso del vehículo privado es solo del 11% y baja año tras año”, señalan. Según estudios realizados Bilbao es la ciudad con más calles peatonales en el país, algo que, además de ser un síntoma de su buena gestión en materia de movilidad sostenible, muestra su compromiso con la salud pública de sus habitantes. Del mismo modo, desde Greenpeace informan que se trata de una ciudad con una amplia oferta de transporte público y que, aunque aún queden desafíos por pulir -como la promoción de la bicicleta- sus planes de movilidad se mantienen a la vanguardia incluyendo sistemas de participación ciudadana y acción en la movilidad de género.
Pero lo que me resulta más atractivo de todo es que la ciudad de Bilbao se define como un proyecto “sin evento”, es decir, sin una fecha de finalización. Esto es lo que ha permitido reinventar a la ciudad constantemente, sobre todo en materia de movilidad sostenible con su Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Bilbao 2016-2030. “Nos importa la movilidad. Pero por encima de ello, nos importa la calidad del aire y la reducción de la polución acústica. Nos importa reducir la siniestralidad y mejorar la accesibilidad. Queremos unir barrios y mejorar la comunicación entre ellos. Nos importan las personas”, dice Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao. Y lo que nos dice habla de un trabajo interdisciplinario real en el cual las disciplinas contemplan al ciudadano en primer término y a la ciudad al punto de que ella misma queda reducida a la categoría de elemento colaborador en la calidad de vida de sus ciudadanos, prioridad en toda esta evolución.
Una de las últimas medidas aplicadas en esta materia ha sido la limitación a 30 kilómetros por hora la velocidad de todo el tráfico rodado en la ciudad. De este modo, Bilbao se ha convertido en la primera ciudad del mundo con más de 300.000 habitantes en aplicar este tipo de estrategia con la que se espera reducir la siniestralidad y, sobre todo, cambiar aún más los hábitos de movilidad y reducir la presión ambiental. Por supuesto, esta medida suscitó numerosas críticas. Sin embargo, la experiencia parece indicar que terminarán convirtiéndose de nuevo en éxitos. El proceso de adaptación es en general así: el miedo a lo desconocido genera resistencia, nublando la idea de que tal vez ese cambio es la diferencia entre, crecimiento sostenido o estancamiento permanente.
Pero hoy por hoy la ciudad va más allá de todo lo contado, el ayuntamiento quiere dar a conocer a la ciudad desde otra perspectiva, el proyecto “Bilbao, balioen hiria” pretende mostrar que detrás de una ciudad de postal están los valores de su gente. La Junta de Gobierno ha aprobado el 25 de julio de 2018 el “Plan de Desarrollo de Valores”, se trata de un documento “dinámico y flexible” en el que se señalan los 3 ejes estratégicos y las acciones a desarrollar en cada uno de ellos hasta el fin del mandato. El objetivo de este Plan es integrar en el día a día de la ciudadanía los 17 valores que se recogen en la “Carta de Valores de Bilbao”. Respeto a los derechos humanos, la solidaridad, la confianza, la participación, la creatividad, la igualdad entre hombres y mujeres. El proyecto ha sido elaborado en estrecha colaboración con la Universidad de Deusto. Bilbao, Balioen Hiria, es una apuesta pionera, nueva, compleja, que busca mejorar la calidad humana, de la ciudad en el S XXI.
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