Search
Close this search box.

Edición
43

Oporto, final del Duero

Málaga
Una ciudad emocionante donde jardines, miradores y puentes se mezclan con calles empedradas, edificios monumentales y muchos azulejos.

Una ciudad dispersa por el sur de Europa, por el noroeste de la Península Ibérica, no muy lejos de la frontera con España, bañada por el Duero, una ciudad atlántica, una ciudad maravillosa, eso es Oporto. Un lugar para visitar algún día, o varios.

Tengo ya más de cincuenta años y aún no la conocía, así que cuando la pasada primavera me decidí pensé que el camino a recorrer tenía que ser bien aprovechado. Intuía que tendría unos días en los que el viento me soplaría por el lado bueno y no me equivoqué, los momentos que pasé en esa ciudad colmaron mis sueños.

La primera tarde fue muy fructífera. Es fácil llegar desde el Aeropuerto al Centro, el Metro tiene parada en la Rua das Flores, donde conseguí el alojamiento. Fue dejar la maleta y comenzar un recorrido por la Plaza Infante Enrique, Palacio da Bolsa, Plaza y Paseo Ribeira donde en ese momento se producía una riña que me hizo retroceder buscando un lugar donde cenar. Lo encontré en un restaurante peculiar, en el antiguo Mercado Ferreira Borger, el No Mercado, como se publicitan ellos. Ahí probé la francesinha, el bacalao y la cerveza Super Bock, original y negra.

La Livraria Lello… por la decoración en su interior y famosa porque J.K.Rowling se inspiró en ella para Harry Potter.

Tras la comida volví sobre mis pasos, a veces sorteaba indigentes mendigando o durmiendo en plena calle, pensé en los contrastes a los que nos hemos acostumbrado en nuestro mundo privilegiado, tranquilicé mi conciencia regalando alguna moneda y continué descubriendo la ciudad, admirando la Plaza Liberdade donde disfruté durante un buen rato de unos artistas callejeros que tocaban música en la esquina con la Avenida dos Aliados. Mientras los turistas gozábamos de una noche magnífica un joven comenzó a bailar dejándose llevar, era un espíritu libre que nos contagiaba a todos y cuya magia acabó al finalizar la canción. Continué hasta el Ayuntamiento dejando atrás el lujoso McDonald´s. Acabé en la Rua de Trás probando uno de esos vinos con carácter y tomando notas para este artículo.

Los siguientes días empecé las mañanas en cafeterías diferentes para probar sus variados dulces como los jesuitas o los pasteles de nata, pero sin duda los que recomiendo encarecidamente son los eclairs, los mejores los saboreé en Padaria Ribeiro, y sobre todo en Leitaria da Quinta do Paço, no dejen de probar los clásicos y los de caramelo, una auténtica delicia.

Son muchos los lugares que visitar, las actividades que hacer y los circuitos que programar. Afortunadamente fueron seis días los que pasé allí, el tiempo suficiente para escaparme a dos ciudades cercanas. Guimaraes que se divide en tres zonas: el centro histórico con edificios góticos, preciosas plazas y casas tradicionales en estrechas calles; la zona del Palacio Ducal y el Castillo y la Montaña da Penha y su santuario al que se accede a través del teleférico. Braga tiene dos zonas bien diferenciadas: la zona centro con el Palacio Episcopal, sus iglesias y su catedral románica, y el impresionante Bom Jesus do Monte, a las afueras con el santuario y la maravilla de sus escaleras.

Volviendo a Oporto tengo que decir que es una ciudad emocionante donde sus jardines, miradores y puentes se mezclan con calles empedradas, edificios monumentales y azulejos, muchos azulejos. Los encontramos en iglesias como la capilla de las Almas o la iglesia de San Ildefonso, en la Catedral -el claustro es fascinante-, o en la Estación de San Bento. También está presente en numerosos lugares, aunque más escondidos – enormes paredes, cristales de escaparates o solares – un nuevo lenguaje visual: el grafiti.

La lista es alargada si tenemos que enumerar edificios monumentales, algunos ya los he citado. Falta aún la Torre de los Clérigos, a la que subí el tercer día siendo el primer turista en hacerlo esa mañana, casi 250 escalones, 76 metros de altura y unas vistas de todo Oporto. La espectacular Iglesia de San Francisco  que tiene tres naves revestidas con tallas doradas, destacando sobre todo el lateral izquiero con el Árbol de Jesé.

La emoción que se siente al contemplar alguno de estos monumentos o lugares que solo había visto en televisión, en internet o en revistas de viajes, esa primera vez que te conmueve al pasear mirando la Ribeira desde el margen izquierdo al atardecer, esa agitación al subir las empinadas callejuelas, todo es parte del encanto de Oporto.

Y continúo con lo indispensable de esta ciudad como la Livraria Lello, a la que hay que acceder tras aguantar dos colas, una para los tickets y otra para la librería. Preciosa decoración en su interior y famosa porque J.K.Rowling se inspiró en ella para Harry Potter. La Cafetería Majestic es otro lugar para visitar. Un café histórico de estilo modernista donde podrás tomar cualquier bebida o comida con la seguridad de que sus precios serán los más caros de Oporto. Antes recorrí la Rua Santa Catarina llena de tiendas, pasé por el Mercado Bolhao, que está totalmente en obras, y por el Teatro Nacional S. Joao. Luego cogí el Funicular dos Guidais que me dejó en el puente Don Luis I que fue diseñado por un discípulo de Eiffel, el ingeniero Seyrig.Y después, crucé a Vila Nova de Gaia, la ciudad frente a Oporto, donde se encuentran las bodegas en las que  se elabora ese vino tan intenso.

La tradición del fado se ha mantenido en esta ciudad. Yo aproveché para disfrutarlo en el Restaurante Guarany mientras cenaba la última noche antes de partir, justo después de realizar el Crucero para recorrer los seis puentes que atraviesan el río en una pequeña embarcación y de visitar los Jardines del Palacio de Cristal, ese Parque Botánico con un Pabellón donde se celebran diferentes ferias, donde los pavos reales campan a su aire, donde fuentes y lagos se multiplican y donde se encuentran las mejores vistas sobre el río.

Conozco a alguien que no le gusta Oporto porque al nombrarla evoca instantes tristes. Es un camarero menudo y huraño que sirve unos estupendos espressos y al que llamamos Porto. Cuando acabé el artículo estuve tentado de dárselo a leer con la excusa de preguntarle por esos infaustos momentos pero, casualidades del destino, desde que lo terminé no ha vuelto a la cafetería donde desayuno.

Oporto es un lugar que no deja indiferente a nadie, pero cómo acabo de observar, se nota el contraste, la percepción difiere según las personas: también hay viajeros con malas experiencias, residentes desencantados, turistas defraudados, aunque creo que no serán muchos los que piensen negativamente de esta ciudad. Desde luego, como habrán comprobado en estas líneas, yo estoy en el lado opuesto a ese grupo porque a mí ha conseguido enamorarme.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Artículos
Relacionados

Imagen bloqueada