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Edición
23

La vida y el mundo binarios

Sevilla
La sociedad de la información aún mantiene una dinámica binaria y dual. El periodista R.Reig analiza por qué conviene mantener esa simplicidad.

En 1994 defendí mi tesis doctoral bajo el título El control de la comunicación de masas. Bases estructurales y psicosociales. Entre ese mismo año y 1995 se editó casi toda en dos libros, uno se llamaba exactamente igual que la tesis y contenía un aparataje discursivo y especulativo amplio que ha llegado a ser libro de consulta y estudio en algunas universidades de América Latina. El otro tuvo una difusión mucho más restringida. Se trataba de La información binaria. Emotividad y simplicidad en el periodismo, donde se aportaba a la comunidad científica en particular y al público en general la parte empírica de la investigación con un análisis sintético y cualitativo de mensajes mediáticos aparecidos en varios periódicos españoles de referencia. Por supuesto, todo aquello sigue de plena actualidad (sólo hay que aplicar el método elegido a noticias más “frescas” para comprobarlo) y bien que lo siento por lo que argumentaré en este texto. En 1991 dejé de vivir del periodismo para trasladarme a la universidad. Tenía que abordar mi tesis doctoral y la universidad es proclive a encargarte un trabajo muy concreto, muy acotado, en el que debes estar centrado cuatro o cinco años. A veces, ese tema es además de un asunto muy localista. Mi mente es universal, a mí me interesa lo macro, los elementos en interconexión a nivel amplio, mi mente es macro-estructural y el concepto de totalidad, tomado en su más amplio espacio, es el máximo rigor, desde mi punto de vista. De manera que le dije a mis directores de tesis (tuve dos, uno especialista en comunicación y el otro –una investigadora, en este caso- experta en psicología social) que yo no quería un tema “pequeño” sino una amplia reflexión con pruebas empíricas sobre el “tratamiento mediático” del mensaje que mis colegas periodistas y yo mismo habíamos estado ejerciendo, a veces sin saberlo o por necesidad, en la profesión periodística desde 1975 hasta 1991, en mi caso. Es más, lo que yo quería era estudiar desde la universidad algunos aspectos esenciales de los entresijos del quehacer periodístico en lo que a emisión de mensajes se refiere.

Mi mente es universal, a mí me interesa lo macro, los elementos en interconexión a nivel amplio, mi mente es macro-estructural y el concepto de totalidad, tomado en su más amplio espacio, es el máximo rigor…

El tribunal me acusó de ambicioso, me dijo que quise elaborar varias tesis en una, pero me otorgó la máxima calificación. Ahora puedo decir que hace ya años que me di cuenta de que, a mi entender, no estuvo a la altura de las circunstancias, con esa mentalidad reduccionista que, como he dicho, afecta con frecuencia a la universidad y me refiero sobre todo a la española. ¿Qué argumentaba y demostraba yo en mi tesis? Algo que continúa ahí y que se ha intensificado. Para vender un mensaje hay que acudir a dos elementos básicos: las emociones y la simplicidad, o sea, el mensaje periodístico y mediático en general tienen que girar en torno a estos dos postulados para ser eficaz o intentar serlo. Esto no es nuevo, lo sabemos desde antes de Freud y el funcionalismo y el positivismo norteamericanos lo tienen muy en cuenta pero hay bastante más en esta dinámica de información binaria o dual (2). Y lo que hay detrás de ella es un afán de control y de dominio del ser humano. El sistema llamado democrático es la forma de dominio más perfecta que ha ideado el ser humano, se basa en la ilusión de libertad. Es más importante que el presidente William Clinton tocara un instrumento musical (creo que era el saxo) en el seno de su familia feliz, antes de que nos hiciera entender lo que tenía dentro de su cabeza, desde el punto de vista político y económico, por ejemplo. Porque en la democracia suelen existir unos que gobiernan por voluntad popular (los políticos) y otros que mandan sin ella y mandar es mucho más importante que gobernar. En las primeras elecciones a las que se presentó Obama, fui testigo de cómo alguien preguntaba en una red social: “Y, ¿qué programa electoral tiene Obama? ¿Qué va a hacer, en concreto?”. Y otro cibernauta le respondía: “Ya se lo dirán”. En efecto, una cosa es lo que el programa electoral recoja y otra la que te dejen hacer los que mandan.

Para vender un mensaje hay que acudir a dos elementos básicos: las emociones y la simplicidad, o sea, el mensaje periodístico y mediático en general tienen que girar en torno a estos dos postulados para ser eficaz o intentar serlo. Esto no es nuevo, lo sabemos desde antes de Freud y el funcionalismo y el positivismo norteamericanos lo tienen muy en cuenta pero hay bastante más en esta dinámica de información binaria o dual…  

Los que mandan tienen en cuenta algo básico. Los seres humanos hemos crecido sobre la base de una información binaria y emocional: la bruja y la cenicienta; el indio y el cowboy; el comunista totalitario y el capitalista demócrata; Dios y Satán; Ormuz y Ahrimán; blanco y negro… Hasta cuando las religiones eran más complejas, como sucedía en la Grecia y la Roma clásicas con sus politeísmos, la mente común tendía a simplificarlo todo, de forma similar a como hace ahora. El receptor no lee o asimila exactamente aquello que contiene un texto, sea escrito o audiovisual, sino lo que su educación y su necesidad psicológica le marcan. ¿Quiere esto decir que el ser humano no es libre cuando elige? Sí, así es, en gran medida, la libertad no es algo que se concede gratuitamente o por pertenecer a un país en concreto, la libertad es el resultado de una autoeducación cognitiva muy intensa que casi nadie estamos dispuestos a acometer porque supone muchísimo trabajo, muchísimo sacrificio, de ahí que nos atraiga lo simple y lo emocional y que nos guiemos sobre todo por inclinaciones no razonadas, sólo sentidas o intuidas. En una ocasión, el diario español El País (2 de mayo de 2010) recogió unas interesantes palabras del citado Barack Obama: “Si usted es alguien que lee habitualmente los editoriales de The New York Times [el periódico de los progresistas], trate de leer de vez en cuando los editoriales de The Wall Street Journal [el periódico de los conservadores]. Quizá le hagan hervir la sangre, quizá no le cambien su forma de pensar, pero la práctica de escuchar los puntos de vista opuestos es esencial para ser un verdadero ciudadano”. Obama estaba intentando romper con la información binaria que tiende a fabricarse el ciudadano para su comodidad, con lo cual, evidentemente, no es un verdadero ciudadano. Nietzsche afirmaba que el ser humano no es capaz de mirarse al espejo de la realidad, que eso es asunto del superhombre, no de la masa. Hay mucha realidad en esta idea, tanto para las personas “de izquierdas” como para las “de derechas”, por simplificar nosotros también la cuestión. Y el fenómeno viene de lejos. Ya he indicado el mensaje binario que recibimos desde pequeños en nuestra educación familiar, social y mediática (en las películas, series o videojuegos, el “malo” sigue teniendo un aspecto despectivo, al contrario que el “bueno”, y la música cambia en relación a unos u otros). El ciudadano medio precisa que le digan que es malo quien cree él que lo es (por educación). Y un activista del movimiento “Ocupa Walt Street” o del “15-M” en España (pionero en estas protestas) necesita psíquicamente que le simplifiquen la mente con los capitalistas malos y los explotados buenos. Completemos el estado de la cuestión con que, desde que somos bebés, nos atraen los colores, sonidos y el movimiento, incluso el sexo, si seguimos las teorías más “escandalosas” de Freud, tan magistralmente expuestas al gran público por Montgomery Cliff en la película de John Huston, Freud, pasión secreta (USA, 1962). Pues bien, en torno a premisas duales y emocionales van a girar la mayor parte de los mensajes, no hay más que comprobarlo en numerosos ejemplos, desde el concierto de una banda de rock hasta un anuncio publicitario, pasando por no pocas informaciones periodísticas.

¿Quiere esto decir que el ser humano no es libre cuando elige? Sí, así es, en gran medida, la libertad no es algo que se concede gratuitamente o por pertenecer a un país en concreto, la libertad es el resultado de una autoeducación cognitiva muy intensa que casi nadie estamos dispuestos a acometer porque supone muchísimo trabajo…

Por ejemplo, una de las películas más caras y taquilleras de la historia del cine, Titanic (USA, 1997), de James Cameron, se preocupa por distinguirse de otras anteriores sobre el mismo tema. Y lo hace mediante la simplificación y la emoción. La simplificación es, eso, una simple historia de amor a bordo de un barco que va a sufrir una tragedia. La emoción es que esa simplificación está completada por el hecho de que el amante es de clase social baja y la amante de clase social alta, todo ello en el contexto de la amenaza de la muerte, la máxima emoción humana en cuanto a atracción y repulsión. Romeo y Julieta al borde del precipicio. ¿Cómo iba a enfocar Cameron la historia, por ejemplo, desde un punto de vista racional, buscando las causas profundas del hundimiento del Titanic? No, eso no vende, vende la simplicidad y las emociones porque estamos educados en eso y además nuestra mente –común- tiende a ello. Esta dinámica, además de ser muy útil para vender, es de enorme eficacia para adormecer a la gente, eso quería demostrar en mi tesis y lo hice. Existe una estrategia de dominio por parte del emisor (que desea vender y dominar) y una complicidad del receptor que no está educado para otro enfoque y que, además, no quiere estarlo, al menos en un gran porcentaje. Todo ello es muy agradable a los que mandan. El mundo occidental –que exporta su cultura por todas partes- está inventado sobre una base dual para que el ciudadano no desarrolle un esfuerzo mental excesivo. O blanco o negro. Las leyes electorales estimulan el bipartidismo, muy difícil de romper (en Estados Unidos lo ha podido comprobar el periodista Ralph Nader, por ejemplo, que intentó una tercera vía entre el Partido Demócrata y el Republicano).

El ciudadano medio precisa que le digan que es malo quien cree él que lo es (por educación). Y un activista del movimiento “Ocupa Walt Street” o del “15-M” en España (pionero en estas protestas) necesita psíquicamente que le simplifiquen la mente con los capitalistas malos y los explotados buenos…

Dos partidos similares, un solo sistema, el de mercado que, se supone, es el menos malo de todos. Es así cómo funciona el sistema, una manera muy inteligente de perpetuarse en el poder, sobre todo los que mandan que ya no están en primer plano, como en el Senado de la Roma clásica sino en la sombra, son la estructura invisible de poder, como diría Pierre Bourdieu, una estructura que lucha y pelea entre ella pero lejos del conocimiento y del control real del ciudadano. De vez en cuando hay que meter en la cárcel a alguien notorio para que el ciudadano realice una actividad catártica (Madoff es a la vez un delincuente y un cabeza de turco) pero es la excepción que confirma la regla. Los medios de comunicación más relevantes coinciden en esta visión binaria cuando se refieren a mensajes encaminados a preservar el poder que los mantiene y al que, sustancialmente, sirven. Grandes rotativos estadounidenses y de otras partes del mundo defendieron, al menos en un primer momento y sin contrastar la información, que Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva. Cuando se crearon las grandes agencias de información, en el siglo XIX, eran de capital privado pero muy ligadas a los intereses expansionistas propios de la época. Todo esto es lo normal, no es más que un poder desarrollando la que es su obligación: seguir siendo poder todo el tiempo que pueda o le dejen. Si alguien no está contento con la situación debe saber que es más su culpa que del propio poder. Todo poder lo es porque posee las herramientas para serlo y no las comparte con nadie.

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