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Edición
36

Del periodismo a la novela. Entrevista a Tomás Bárbulo

Madrid
El mundo musulmán de su infancia es escenario de una ágil novela de suspenso que refleja la realidad de un presente incierto.
Foto Lisbeth Salas

Tomás Bárbulo, escritor y periodista del diario El País, nació en A Coruña, Galicia. Su infancia transcurrió en el Sahara Español, luego en el Sahara Occidental y en 1975 se radicó en Madrid, donde estudió periodismo. Se ha desempeñado como corresponsal en el norte de África, ha sido fundador de publicaciones en España y colaborador de varias otras, nacionales y extranjeras. En la actualidad trabaja en el diario El País. Es también autor del ensayo La historia prohibida del Sahara Español, su primer libro, donde analiza la presencia española en dicho territorio, un referente y material de texto en universidades de su país.

Bárbulo es un profundo conocedor del mundo árabe, a través de sus múltiples viajes por el norte de África. Según sus propias palabras, siente que puede aportar algo al diálogo intercultural que existe en la actualidad. Es el mundo musulmán, que ha vivido y conoce, el que describe en su primera novela,  La Asamblea de los Muertos. En esta aventura, el jefe de una pandilla madrileña de delincuentes menores es contactada por un elegante joyero francés que les ofrece un trabajo que puede salvarlos de las angustias económicas por las que están pasando. Les promete un guía experto en el terreno y un botín de dos millones de euros. El robo de joyas de un banco en Marrakech está planeado con eficiencia, parece sencillo y ellos aceptan sin sospechar que caen en las redes de una temible organización internacional.

El periodismo te obliga a sintetizar mucho, y es una experiencia corta, es como un fósforo que enciendes y se consume en un momento. Una novela, en cambio, es una hoguera, que tienes que alimentar  para que pueda arder un largo tiempo.

El periodismo y la escritura son dos vías para la comunicación. ¿Cómo has llegado y cómo es la experiencia de moverse en cada una de ellas? 

Si, soy periodista y ya había escrito un ensayo, La historia prohibida del Sahara Español, pero esta es mi primera novela. Sé que hay mucha gente que piensa que todo es lo mismo, porque todo es escribir, pero yo creo que es un hándicap escribir una novela siendo periodista. El periodismo te obliga a sintetizar mucho, y es una experiencia corta, es como un fósforo que enciendes y se consume en un momento. Una novela, en cambio, es una hoguera, que tienes que alimentar  para que pueda arder un largo tiempo. Una es de corto aliento y la otra de largo aliento. El estar haciendo las dos cosas al mismo tiempo lo vuelve a uno un poco esquizofrénico.

Hace tiempo tenía la necesidad de utilizar todo un acerbo de experiencias sobre todo en los viajes por África y por los países árabes, y en particular la de haber vivido mi infancia en el Sahara Occidental. No sabía muy bien cómo hacerlo hasta que encontré la forma de contarlo en la novela y en ese sentido me ha resultado muy gratificante. No tuve ningún problema para moverme entre la ficción y la realidad. Tuve un poco más de dificultad en entre los estilos, de periodismo y de novela. Elegí narrar en tercera persona, pero no el narrador omnisciente, sino en realidad es como si el personaje llevara una cámara y lo que hace el escritor es contarle al lector lo que está haciendo el personaje.

La Asamblea de los Muertos es tu primera novela. Háblame un poco de cómo y cuándo surgió la necesidad de escribir ficción, y por qué elegiste ese título. 

El título es la traducción del nombre de una plaza que hay en Marrakech, que es Patrimonio de la Humanidad, muy famosa, que se llama Djemaa el Fna y la traducción más admitida es Asamblea de los Muertos.

Yo he querido escribir toda mi vida, desde antes de hacer periodismo, pero claro, esta profesión es muy absorbente. Hice algunos intentos que se frustraron por el camino porque es imposible la convivencia entre el periodismo y la literatura. Yo quería utilizar mis experiencias en una historia y hace varios años vi una noticia policial en la que había sido detenido un butronero muy famoso y su banda. Nosotros le llamamos así a los ladrones que roban haciendo agujeros para llegar al sitio de robo. Este ladrón había aprendido la profesión de butronero de su padre. Me quedé con la idea y eso me inspiró a crear un personaje con los recuerdos de mi infancia, el Saharaui, y luego me surgió el paisaje de Marruecos, que es el hogar de mi infancia, y el Sahara Occidental, que es el de mi adolescencia. El final del libro se desarrolla en una ciudad que está entre la frontera de Marruecos y Argelia. Todo eso fue el andamiaje de la novela.

El título es la traducción del nombre de una plaza que hay en Marrakech, que es Patrimonio de la Humanidad, muy famosa, que se llama Djemaa el Fna y la traducción más admitida es Asamblea de los Muertos. Se llama así porque antiguamente el Sultán de turno ponía las cabezas de sus enemigos en picas alrededor de la plaza. Y la plaza tiene protagonismo como escenario de los sucesos en la novela.

El personaje de la novela que se destaca entre los variados y pintorescos protagonistas es el Saharaui. Un hombre enigmático rodeado siempre por un halo de misterio. ¿Está basado en algún personaje real?

 

El hecho de que sea Saharaui, ya te digo, como yo pasé mi adolescencia en el Sahara, yo quería que ese personaje tuviera mucha importancia. Pero no, no está basado en nadie. Y el resto de los personajes, como iba a estar trabajando con todos ellos en espacios reducidos, en un autobús, en un hotel,  necesitaba que tuviera cada

El problema de los que vivimos en colonias, es que cuando volvemos allí, están las calles, pero las personas son otras. Todos los colonos se han ido a otros sitios, han sido centrifugados por el mundo

uno un carácter muy marcado, para que el lector no los confundiera. Por eso también uso apodos, para que el lector visualice más fácilmente lo que estoy contando.

Tu familia te llevó de España al Sahara cuando eras un niño. ¿Cuánto de lo que narras en La Asamblea…, lugares, personajes locales,  está tomado de recuerdos de tu infancia?  

Todo está tomado no sólo de mis recuerdos de la infancia, sino de mi experiencia de trabajo. Hasta hace unos años hacía inmigración, estuve viajando muchísimo por el Sahara, Mali, Argelia, Túnez, Mauritania, Senegal, en fin, eso más todos los recuerdos que tengo desde pequeño fueron reviviendo. No hay una escena del libro que yo pueda decir “esto lo he vivido exactamente así”, pero cuando los protagonistas llegan, por ejemplo, a la Aduana de Tánger, hay un tío que viene a ofrecerles servicios,  y hay un montón que vienen a los turistas. No hay ninguna situación que sea tal cual, pero yo he estado hospedado en los hoteles que menciono allí y son así. La ambientación es muy real y los personajes locales existen.

Se puede decir que todas esas experiencias variadas te hicieron el hombre que eres hoy. 

Si. A mí me gestaron en Cataluña, en un pueblo que se llama La Escala, en Gerona. Nací en La Coruña, en el otro extremo de la península, en Galicia. Pasé mi infancia en Marruecos, mi adolescencia en El Aaiún, capital del Sahara Occidental y trabajo en Madrid. El sitio donde me gustaría vivir sería en Canarias. Es curioso, porque si algo no soy, es nacionalista.

Hay una cosa muy curiosa. Tú cuando vuelves a tu lugar de origen, encuentras las calles parecidas a cómo estaban y muchos personajes que vivían allí antes. El problema de los que vivimos en colonias, es que cuando

Por eso en España hay un movimiento muy fuerte de solidaridad con los saharauis. Por ejemplo, todos los años desde los campamentos de refugiados que están en Argelia, vienen miles de niños a pasar el verano, invitados por familias españolas.

volvemos allí, están las calles, pero las personas son otras. Todos los colonos se han ido a otros sitios, han sido  centrifugados por el mundo y lo que pasa con eso es que guardas el recuerdo de los sitios tal como eran. Yo, al poder viajar nuevamente he podido ver cómo fueron cambiando, cómo son ahora, y no llevo de ellos un recuerdo fosilizado, digamos.

Tu primer libro, La historia prohibida del Sahara Español trata sobre las relaciones entre España y el Magreb y específicamente sobre el conflicto del Sahara Español.  ¿Qué eco hubo sobre el libro entre los lectores españoles, o a nivel de entidades privadas o gubernamentales?

 Si, ha tenido mucho eco. Ten en cuenta que es un libro publicado en 2002 y ahora ha salido una nueva edición. Se utiliza en la universidad como texto. El tema de este libro es básicamente que España ocupaba el Sahara como colonia y tenía que cumplir con las directivas de la ONU que consistía en celebrar un referéndum de autodeterminación, para que los saharauis eligieran si querían ser independientes, seguir con España o unirse a Marruecos o Mauritania. Lo que hizo España fue entregarlo a Marruecos y a Mauritania y los dejó allí sin más. Los marroquíes entraron en el territorio a sangre y fuego. Por eso en España hay un movimiento muy fuerte de solidaridad con los saharauis. Por ejemplo, todos los años desde los campamentos de refugiados que están en Argelia, vienen miles de niños a pasar el verano, invitados por familias españolas. Y hay un sentimiento muy fuerte de apoyo por parte de la población española. Pero no de los gobiernos, que se hallan atados de manos por sus relaciones con Marruecos, que es un país vecino.

Hoy en día el Sahara está ocupado por Marruecos, pero no hay un solo país en el mundo que reconozca la ocupación y oficialmente el Sahara sigue pendiente de un referéndum de autodeterminación para proceder a la descolonización. Ya lleva 40 años, desde el año 1975, pero dada la situación internacional es difícil que se haga el referéndum. Pero sigue pendiente, así que es un asunto permanentemente abierto en la agenda en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con una comisión en el Sahara, a la espera de el referéndum.

 

¿Cómo fue tu adaptación a España cuando regresaste a Madrid en 1975? 

Para mí fue muy difícil. Yo venía de vivir desde los ocho años en las colonias, y en ese tiempo allí tenían una fortísima presencia militar. Era como vivir dentro de cuarteles. Estábamos completamente al margen de lo que sucedía en la península, en España. De repente le ceden el territorio a Marruecos y coincidió con que yo tenía

El escribir en periódicos me permitió entender mejor la sociedad a la que me incorporaba, y que nos estábamos incorporando todos los españoles.

que empezar en la facultad, entonces, aparte de cuestiones prácticas, de pasar a vivir en una especie de pueblecito donde todos vivíamos cerca, a pasar a vivir en una ciudad de cuatro millones de habitantes te descoloca. Coincidió además con la muerte de Franco. Yo llegué aquí en agosto y en noviembre murió Franco, entonces termina una era, un régimen de cuarenta años. Eso provoca unos cambios muy bruscos en la sociedad. Todavía la perplejidad es mayor. Vienes de un sitio como si fuera un cuartel y desembocas en una ciudad que nada tiene que ver con lo anterior, ni el clima, ni nada, y de pronto esa sociedad entra en efervescencia por todas partes, movimientos sindicales, partidos políticos, en fin, yo lo viví como un auténtico caos.

Tres años más tarde comencé a colaborar en periódicos, al mismo tiempo que seguía en la universidad. El escribir en periódicos me permitió entender mejor la sociedad a la que me incorporaba, y que nos estábamos incorporando todos los españoles.

 

Basándote en tu experiencia de trabajo con la inmigración, ¿Cómo crees que se vive el proceso de la identificación del que llega de afuera con los que están adentro, y cómo éstos pueden identificarse con el que llega de afuera?

 Bueno, creo que la integración de los inmigrantes es difícil por partida doble. El trabajo que les cuesta a los inmigrantes incorporarse a una sociedad y lo que le cuesta a esa sociedad incorporar a los inmigrantes. Hay diferencias entre unos inmigrantes y otros. En el caso de mi familia, mi madre había nacido en La Habana, hija de inmigrantes gallegos y mi padre era de Zamora. Se conocieron en A Coruña. Mis abuelos eran de A Coruña y Zamora. Y yo volvía al sitio donde nací.

En el caso de los inmigrantes de ahora, hay diferencias según su cultura de origen. En España, no es igual la integración de, pongamos por caso, un inmigrante ecuatoriano, que es la colonia más grande de latinoamericanos en España,  que un inmigrante que venga de Libia o Nigeria. Vienen de un clima diferente, su religión y costumbres son diferentes. La sociedad que acoge a estos inmigrantes, además de las declaraciones humanitarias, acoge a esos inmigrantes porque les interesa para su mercado de trabajo. Por mi experiencia, yo creo que la inmigración va a un país cuando hay trabajo. Apenas se corta el trabajo, se termina la inmigración. Y de hecho se dio así en España, cuando sucedió la crisis económica del 2008. Los inmigrantes en España les avisaban a los que podían querer venir, que ya no había trabajo. Y por ejemplo, en Ecuador mejoró la situación económica en esos años y muchos ecuatorianos regresaron a su país.

La integración se realiza sobre todo a través del mercado de trabajo. Luego tiene que haber mecanismos a nivel municipal, cercanos a la gente que ayude a solucionar los problemas sociales. Si hay trabajo, la integración se realiza más fácilmente.

 

¿Cómo crees que pueden resolverse las tensiones entre nosotros y los que son diferentes a nosotros?

 Yo insisto en que lo principal es el mercado de trabajo. Si éste tiene capacidad para absorber a esas personas,

La integración se realiza sobre todo a través del mercado de trabajo. Luego tiene que haber mecanismos a nivel municipal, cercanos a la gente que ayude a solucionar los problemas sociales. Si hay trabajo, la integración se realiza más fácilmente. 

seguramente las tensiones serán mucho menores. Y por supuesto, trabajar en los barrios para que no se formen guetos por nacionalidades, culturas o por religiones. Luego sí es verdad que hay movimientos que están surgiendo en Europa, como el nacionalismo. Yo por mi parte aborrezco, por mi experiencia de vida, a los nacionalismos. Pero ellos están latentes, siempre hay una serie de personas con generalmente poco nivel cultural, que está preparada para culpar de sus propias frustraciones a alguien, a un colectivo. Y buscan naturalmente a un colectivo débil, y los inmigrantes son vulnerables. Cuando a una situación como esta se le añade una crisis económica, es como echar gasolina al fuego. En estos momentos los partidos nacionalistas crecen como la espuma, porque hay más gente frustrada que necesita culpar a alguien de la situación.  Entonces hacen unos cálculos completamente erróneas. Si hay dos millones de personas sin trabajo, y hay dos millones de inmigrantes, tenemos que echar a esos inmigrantes para que esos dos millones de personas ocupen sus puestos. Lo que no es cierto. En primer lugar, porque no es una solución simple. En segundo lugar, esos inmigrantes están haciendo el trabajo que, por experiencia lo digo, que por ejemplo en España los españoles no querían hacer.

 

Volviendo a La Asamblea de los muertos, ¿es verdad que ya tienes preparada una segunda novela basada en el personaje del Saharaui?

Estoy terminándola ya. Lo que ocurre es que en la primera intenté mostrar una serie de problemas que había en España y que, digamos, formaban parte del decorado del paisaje. La crisis inmobiliaria, la crisis económica, la proliferación de la usura en los barrios, las estafas a personas mayores, temas que fueron tocados a través de los personajes.

 

¿Seguirás con la línea de aventura y suspenso de este libro, o piensas profundizar un poco más íntimamente en su personalidad del Saharaui y sus metas?

 No. Son solo de aventura y suspenso. En la primera novela el Saharaui aparece como protagonista principal solo cuando está avanzada la historia. En la segunda él es el protagonista.

Se trata de una serie de novelas con un personaje principal, que es el Saharaui y que tienen como telón de fondo el terrorismo del Estado Islámico. A veces está más presente, a veces menos, pero esa es la idea.  Es un tema que me interesa mucho, por mi propia biografía, y porque me interesa escribir sobre lo que está ocurriendo. Y como tengo la experiencia de convivir con personas musulmanas, tratarlas con frecuencia, creo que puedo aportar algo contando esto.

 

 

 

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