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En muchas disciplinas, gracias a la tecnología, hoy disponemos de todo tipo de información, casi ilimitadamente. Sin embargo, es muy poca la que aporta un valor diferencial a nuestra vida personal y profesional. Voy a explicarme desde la medicina, ya que es mi campo de lectura y práctica desde hace más de cuarenta y siete años.
La información es todo lo que se encuentra en los libros y bibliotecas electrónicas. Existe la Medicina Basada en la Evidencia, que procura proveerme de la “mejor información para la toma de decisiones”; allí encuentro aquello que es más eficaz en esa circunstancia patológica, en un escenario estudiado con variables establecidas y mediciones precisas y objetivas, se halla la tendencia hacia el éxito terapéutico. Esta etapa se hace muy intensa durante la residencia y los primeros años de profesión.
Cuando yo aplico múltiples veces esa información y voy adquiriendo un juicio crítico sobre los beneficios, riesgo, sesgos, limitaciones voy lentamente transformando esa información en conocimiento; esto me permite comprender qué sucede en la vida real. Para adquirir el conocimiento debo tener un juicio crítico sobre mis decisiones y estar dispuesto a compartirlo y confrontarlo con mis pares; una mente abierta sin fanatismos dispuesta a aprender de cada circunstancia. Esta es una etapa de Medicina basada en la Evidencia/Experiencia centrada en el éxito profesional.
Es en ese momento donde la decisión se construye con el otro, donde estamos cerca de la sabiduría. Esta sabiduría es la que posibilita que frente a dos personas con enfermedades “teóricamente iguales” las decisiones sean diferentes, personalizadas. La sabiduría es efímera, solo sirve para ese momento y esa circunstancia.
Aquí mediante el ejercicio de la escucha activa, empatía, reconociendo las emociones involucradas en la consulta hace que cada paciente-persona sea única; también respetando su entorno, sus creencias, deseos, frustraciones y los miedos que forman parte de la toma de decisiones. Es en ese momento donde la decisión se construye con el otro, donde estamos cerca de la sabiduría. Esta sabiduría es la que posibilita que frente a dos personas con enfermedades “teóricamente iguales” las decisiones sean diferentes, personalizadas. La sabiduría es efímera, solo sirve para ese momento y esa circunstancia. En el silencio interior del encuentro-consulta el eco de las palabras del paciente ilumina las neuronas que llevan a una respuesta sabia.
En la era de la informática donde sentimos que somos un número y los pacientes reclaman una atención personalizada debemos incorporar las competencias blandas o soft skills que son un instrumento que ayuda a alcanzar la sabiduría. El efecto colateral que tiene esta tarea de la búsqueda de la sabiduría es que luego de ver veinte pacientes, en realidad tuve veinte encuentros con personas enfermas con las que acordamos estrategias de mejora de su salud. Es una fantástica estrategia anti-burnout profesional que permite seguir manteniendo el deseo de ser médico.
What are Highly Sensitive Persons (HSPs) like? “Sensitivity is not fragility, but rather a different way of processing information,” the author highlights, inviting us to value this diversity as a strength in our society.
Riga, sorprende con su casco medieval, arquitectura modernista y miradores panorámicos. Entre paseos por canales, plazas históricas y barrios Art Nouveau, la capital letona cautiva con su serenidad, memoria viva y riqueza cultural reconocida por la UNESCO.
Su visión alteró el lenguaje del cine para siempre. Maestro del misterio y la belleza perturbadora, creó mundos donde se fusionan lo real y lo onírico. Obras como Twin Peaks, Blue Velvet y Mulholland Drive marcaron generaciones.
Una reflexión sobre cómo percibimos al otro en un mundo atravesado por la globalización, las redes sociales y los conflictos culturales. Interconectados habitamos burbujas de pensamiento donde predomina la “cámara de eco” y una visión recortada del mundo.
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