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Edición
49

Poner el universo en orden otra vez. Entrevista a José Bedia

Miami
El personal enfoque del arte tribal, que pone énfasis en las tradiciones afrocubanas, entra de lleno en esta nueva muestra. Textiles producidos por la gente local, amuletos y la madera del lugar se combinan con la pintura que Bedia realiza sus propias manos.
Acto de fe, 2022, José Bedia

Con motivo de su reciente exposición titulada Poner el universo en orden otra vez, entrevistamos al artista cubano residente en Miami, José Bedia. Reconocido como uno de los más destacados miembros de la llamada generación de los ochenta, El personal enfoque del arte tribal, que pone énfasis en las tradiciones afrocubanas, entra de lleno en esta nueva muestra. Textiles, amuletos y tablas de madera producidas en África sirven de base para las obras de una de las series. En la segunda, Bedia utiliza formas abstractas que combina con la pintura que realiza con sus propias manos.

José, como siempre es un gusto conversar contigo. Cuéntanos sobre este nuevo trabajo que presentas actualmente en Fred Snitzer Gallery, en Miami.

Como sabes, todo mi trabajo se relaciona con mi enfoque personal del arte tribal. Me interesan las culturas de los pueblos tribales de todo el mundo y en particular las tradiciones afrocubanas. Fui iniciado en la práctica de Palo Monte y conozco en detalle las otras religiones afrocubanas. También he visitado África varias veces. La primera vez fui a Angola, como soldado del ejército cubano. He regresado a periódicamente y he incorporado en mi trabajo diferentes aspectos de las culturas africanas. También he tenido la oportunidad de conocer grupos indígenas en América del Norte, América del Sur y Asia. En mi obra trato de combinar las tradiciones de personas que están relegadas al pasado, a quienes no les importa a lo contemporáneo; intento incorporar sus tradiciones y sus conocimientos al presente. Trato de hacer una mezcla de todos esos conceptos.

En esta muestra se aprecian dos tipos de obras muy distintas. Por una parte, presentas intervenciones en telares tejidos a mano y por otra, lienzos de lino pintados de grandes dimensiones.

Efectivamente, esta exposición se divide en dos partes. Durante los dos años que duró la pandemia, estuve completamente dedicado a producir este trabajo. Ambas series están relacionadas con dos viajes que hice a África Occidental, especialmente a Mali y Burkina Faso. Tuve oportunidad de compartir con la gente y recolectar ciertos materiales, especialmente textiles, producidos por la gente local. Los textiles, hechos a mano en telares tradicionales, son la base de las obras que se encuentran en la segunda sala. La primera presenta una serie de cuadros grandes.

Estas enormes pinturas que presentas muestran una nueva propuesta en la que combinas elementos abstractos con tus tradicionales personajes y fondos gestuales realizados a mano.

Si, en estos trabajos trato de combinar ambas cosas. Por un lado, el concepto de geometría que se supone que es abstracto, pero no necesariamente. En el primer cuadro titulado Celebración (2022) represento una figura gigante, desbalanceada, con un cuerpo enorme y unas piernas minúsculas. Hay una especie de contradicción entre el peso que puede tener el objeto voluminoso que ocupa la mayor parte de la tela y la ligereza que adquiere al convertirlo en un globo tirado por una cuerda sujetada por un hombrecito.

Este título viene de una idea utópica, esa esperanza que tengo en este momento particular después de la pandemia y ahora por la guerra que está pasando en Europa, que los hombres tienen que dejar de cometer el mismo error una y otra vez.

Vendrán más días (2022) es un paisaje en el que una pequeña figura ubicada en la parte inferior aparece debajo de múltiples nubes. En la tradición occidental, el horizonte y el punto de fuga en una composición van en la parte superior del cuadro. Yo hago lo contrario, pongo el punto de fuga en la parte inferior y al invertir la perspectiva le doy otra dimensión.

Acto de Fe (2022) se refiere al equilibrio. En este trabajo trato de representar un equilibrio imposible que reta las leyes de la gravedad. Una figura que puede ser un prisma o quizás una montaña invertida se balancea sobre un punto mientras que una persona arrodillada, como si estuviera meditando, la sostiene en uno de los costados. La imagen representa el poder de la fe.

Las tradiciones religiosas juegan un papel fundamental en tu vida y en tu trabajo como se puede apreciar en Deidad de las casas, una obra de este año…

En este cuadro una figura verde gigante representa una deidad que controla la buena voluntad de una casa. De sus senos salen luces, de sus caderas llaves de agua y de sus pies tomas de luz que se conectan a dos casas simultáneamente. La composición parece ser un plano geométrico, pero al final la obra es figurativa. En la parte superior aparece el sol y en la parte inferior una mujer le lleva una ofrenda a la deidad, haciendo referencia a una representación mesoamericana o precolombina. Podría ser un pueblo de México, un pueblo azteca, pero no lo es exactamente.

Tanto en este como en los demás cuadros de esta serie se pueden ver claramente los trazos de tu mano.

Todos los gestos están hechos a mano. Pinto con mis manos, no uso pinceles. Trato de sugerir la energía, una energía que está en constante movimiento.

En esta sala hay un cuadro titulado People of Songho (Gente de Songho, 2022) que difiere de los anteriores visual y temáticamente…

Esa obra es mi homenaje personal a la gente de Songho, un pequeño pueblo muy importante para la cultura Dogon, ubicado en el noreste de Mali en la frontera con Burkina Faso. En esa aldea agrícola se practican tradiciones ancestrales. Ese pueblo es famoso porque tienen un acantilado donde los muchachos del pueblo que quieren ser iniciados son circuncidados. El rito de iniciación se realiza en un muro marcado por símbolos pictográficos. El pasado 4 de diciembre me llamó un amigo y me dijo “¡José, no lo vas a creer! ¡Los yihadistas asesinaron a decenas en un atentado! ¡Quemaron vivos a 33 mujeres y niños en un autobús que se dirigía al mercado!” Esa fue una noticia terrible. Quería saber sobre las personas que murieron y le pedí que me enviara una foto. La imagen era terrible. Lo que hago en este cuadro es presentar mis respetos a la gente del pueblo cuyos parientes fueron quemados vivos en la carretera principal. Debido al calor el asfalto se derritió, por eso represento con asfalto negro una silueta de mujer con un niño en la espalda, cargando leña en la cabeza para hacer una fogata para cocinar en su casa.

La parte superior del cuadro es un textil tejido que adquirí en Mali hecho con una técnica que usan para pintar con barro. Se puede ver en él, de manera gráfica, las principales ocupaciones de la gente de la región: la madera, la siembra en los campos, símbolos de una vida pacífica que fue interrumpida por este terrible evento.

Fotos cortesía de José Bedia.

Es una obra impactante inspirada en una tragedia. Me parece muy interesante que incluyas en ella no solo la simbología sino el objeto mismo.

La idea es recuperar materiales que encuentro en estos lugares, textiles clásicos hechos por la gente local, especialmente por miembros de la cultura Bambara. Los Fulanis también tejen, pero los Bambara son los principales. Allí los hombres son los tejedores y las mujeres son las pintoras, las que tiñen los cuadros después de que los hombres los tejen. Para realizar los tejidos usan un telar angosto, el tamaño de la tela depende del número de bandas que unen para realizarla. En el caso de Poste frontière (2021) se trata de una especie de poncho grande. En el centro se ve el orificio por donde debe pasar la cabeza, solo que yo lo tomo y lo mantengo plano para representar mi propia idea. En este caso, hablo de mi experiencia cruzando varias veces la frontera entre Mali y Burkina Faso. Las fronteras fueron establecidas por los franceses que colonizaron la zona. Por eso el aviso fronterizo que da título a la obra está en francés. En cambio, los carteles de los autobuses están escritos en árabe. Lo que represento es la misma gente cruzando, yendo y viniendo, personas conduciendo camiones, motocicletas, llevando cabras, ganado y burros. A pesar de que la frontera delimita dos países, la gente de un lado y de otro es la misma. En el centro de la obra coloqué un objeto sagrado que encontré en el lugar, un pequeño amuleto hecho en cuero que se supone que se debe llevar y que contiene versículos coránicos que protegen a la persona.

Los títulos de las obras son particularmente significativos y el del siguiente cuadro lo escogiste como título de la exposición: Poner el universo en orden otra vez.

Este título viene de una idea utópica, esa esperanza que tengo en este momento particular después de la pandemia y ahora por la guerra que está pasando en Europa, que los hombres tienen que dejar de cometer el mismo error una y otra vez. En Poner el universo en orden otra vez (2021) una pareja intenta encontrar algún tipo de arreglo mágico en las estrellas. Utilizo un textil tejido a mano y teñido con azul índigo en el cual represento un cosmorama del universo en el que dos figuras, una mujer y un hombre, rodeados de estrellas, intentan poner en orden al caos que los circunda. En medio de este arreglo mágico y geométrico se encuentran dos formas orgánicas, una especie de presencia física maligna. Lo principal es que no importa cómo coloques el cuadro una de las figuras siempre estará al revés. Este lienzo también lo obtuve en África y fue teñido por la gente local. Convencí a los artesanos que me lo dieran antes de finalizarlo para poderle colocar mi propia iconografía.

Además de utilizar los tejidos, realizaste una pieza escultórica con tablas de madera. Coméntanos sobre ella.

La obra Nuevos Djinns (2022) es un comentario irónico sobre la enseñanza islámica. En Malí y Burkina Faso existen muchas madrasas, escuelas donde los niños reciben formación sobre la tradición islámica. Se supone que cada niño y niña debe llevar a la escuela un cuaderno, un simple tablero en forma de minarete. Todos los días el maestro escribe en esos tableros la lección del Corán en caracteres islámicos. Se los dan a los niños y ellos tienen que repetir la lección muchas veces haciendo un movimiento de balanceo. Repiten la letanía del verso del Corán muchas veces hasta que el maestro considera que el niño ha incorporado el conocimiento. En ese momento el maestro lava el tablero y pone la tinta lavada en un recipiente pequeño de metal que el niño debe tragarse. Se supone que al beberlo el niño interioriza el conocimiento, no solo mentalmente sino también físicamente. Luego sigue la siguiente lección y así sucesivamente. Con el tiempo, el tablero se pule.

Lo que hago en esta pieza es borrar todos los textos e incorporar, irónicamente, el drama principal de la zona: la presencia de la guerra, la presencia del arma rusa (el fusil Kalashnikov es uno de los más difundidos) y los escritos islámicos. La obra es un comentario sobre el nuevo drama relacionado con la nueva plaga. La plaga también está relacionada con las langostas del desierto que se comen la cosecha, representada en una de las tablas. Se trata de una situación traumática.

En las últimas dos telas de la exposición reconozco símbolos asociados con las tradiciones afrocubanas.

Son textiles hechos por habitantes de pueblos locales. En uno de ellos el tejedor intenta hacer patrones geométricos en color mostaza. El título es Relaciones (2022) porque se refiere a todas las relaciones que existen entre todos estos símbolos de las tradiciones afrocubanas y africanas como el cuchillo, que es parte del sacrificio, el árbol sagrado, un pedazo de un árbol real, la langosta del desierto, el ciempiés, el gallo, la pala, el venado o el maíz. Los reproduzco más de una vez, como jugando cartas, y los distribuyo en la superficie. También incluyo diminutos cuchillos que venden en África en mercados especiales y son utilizados con fines religiosos.

El otro tejido tiene un color marrón y está hecho con barro. La tela tenía las secciones negras y yo agregué mi propia iconografía en las áreas más claras. La palabra “Bacheche”, escrita en blanco sobre fondo negro, significa algo bueno. En la banda superior estamos hablando de un buen sacrificio. Represento tres calderos diferentes y los animales que van a ser sacrificados—la tortuga, el gallo, el perro y la cabra—dibujados dentro de unas jaulas. En una esquina, el timador espera fumando un cigarro. También aparece escrita la palabra “Bundanga” que significa el conocimiento. Todo el conocimiento está descrito en la obra mediante símbolos como el pescado, el caldero, el arco y la flecha, el caballo, la grulla o garza, el martillo y el cuchillo. La palabra “Nsila” significa el camino. Lo que estoy tratando de decir es que transmito, a través de la tela, “un buen conocimiento en el camino de la vida”.

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