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Edición
49

¿La ilusión como víspera de gozo?

Barcelona
Vivir con ilusión, una esperanza que puede brindar plenitud a nuestro presente o volvernos ilusos.

Ya sé, no me digas, tenés razón, la vida es una herida absurda y es todo, todo tan fugaz” …

Cátulo Castillo – Aníbal Troilo

La última curda

 

Un famoso poeta argentino que ha escrito la letra de tangos exitosos nos habla sobre lo absurdo y la fugacidad del vivir, expresándolo en un diálogo entre dos seres que han perdido toda ilusión en su miserable existencia. Y es recordando estas palabras que vinieron a mi mente ciertas reflexiones referidas al valor de la ilusión en nuestro vivir cotidiano.
Me encuentro en mi despacho, observando mi nuevo reloj de escritorio… es formidable, tiene un bello diseño, técnicamente es fabuloso, se pone solo en hora captando una señal que viene desde Fráncfort, se visualiza la misma desde cualquier punto de la estancia, me muestra el día, la temperatura y varía la intensidad de la luz de la pantalla de acuerdo con la intensidad de la luz exterior. No obstante, el hecho de poseerlo me despierta un interés mucho menor al que hace tiempo y con tanta ilusión había comprado en un viaje.

¿Por qué?

Este nuevo reloj lo he comprado por Amazon, ni siquiera pude ver a la persona que me lo trajo. El anterior lo compré en una tienda en el Sur de Francia en un viaje que realicé con mi familia, era el primer viaje con mi primera nieta. Ese reloj era el significante de un viaje donde se hacía realidad una ilusión. Lo explicaré: antes de hacer un viaje habitualmente fantaseamos acerca de lo que vamos a conocer, cómo lo pasaremos, qué souvenirs traeremos, etc. Si esas expectativas se cumplen, el souvenir que traemos tendrá un significado especial, en este caso el reloj como representante de una ilusión que se hizo efectiva.

Ilusión como la proyección de un deseo que resultó satisfecho.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, ilusión tiene tres acepciones:

  1. f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
  2. f. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo
  3. f. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.

Según Joan Corominas en su diccionario etimológico, ilusión, del latín “engaño, derivado de illudere, engañar, que a su vez lo es de ludere, jugar. Preludio principio S XVII, latín, preaeludium, lo que precede a una representación, preludiar.

La conclusión es que hay un sentido positivo de la ilusión, entendido como entusiasmo, motivación, deseo, atracción, proyecto que nos ayuda a vivir, como esperanza y preludio de la alegría de vivir. Y hay también otro sentido negativo que es la ilusión como engaño o autoengaño.

ILUSIÓN COMO ESPERANZA Y PRELUDIO

Rescato de la RAE y de J. Corominas dos palabras, “esperanza y preludio”, de algo que nos puede resultar atractivo.

Para vivir hace falta esta ilusión, entendida como víspera. Ciertas  ideologías religiosas o políticas no valen, sobre todo si están referidas a un futuro a largo plazo.

Algunos autores, como Julián Marías, que dice “la ilusión es un deseo con argumento”, y retomando el título de un libro de Pedro Salinas 1891-1951) “Víspera de gozo” (1926), entiende  precisamente “la ilusión como víspera de gozo”.

Víspera, como expectativa inmediata, ligada al presente y al futuro inmediato, no como una esperanza ligada al futuro mas lejano.

Para vivir hace falta esta ilusión, entendida como víspera. Ciertas  ideologías religiosas o políticas no valen, sobre todo si están referidas a un futuro a largo plazo.

LA ILUSIÓN COMO ENGAÑO O AUTOENGAÑO

La pregunta es si esta ilusión implica necesariamente autoengaño o es posible sin autoengaño.
¿No podría pensarse la noción de sublimación en relación con la ilusión? No, la sublimación es unos de los destinos de la pulsión y el gozo está en el poder plasmarla. Interpretando a Freud, la ilusión sería una defensa frente a lo insoportable de la realidad.

Me detendré brevemente en lo que escribe el filósofo francés Clément Rosset en su libro Lo real y su doble: “en la ilusión, es decir en la manera más corriente de apartar lo real, no hay rechazo de la percepción propiamente dicha, sino que se la desplaza y se la coloca en otra parte”. Rosset pone como ejemplo la expresión literaria más perfecta de rechazo de la realidad que, según él, ofrece Georges Courteline en su célebre pieza Boubouroche (1893). El señor Boubouroche ha instalado a su amante Adèle en un pequeño apartamento, ésta a su vez lo comparte con un joven amante, que se esconde en el armario cada vez que Boubouroche viene a visitar a Adèle. Un vecino advierte a Boubouroche de la traición cotidiana de la que éste es víctima. Boubouroche irrumpe en el pequeño apartamento a una hora inhabitual lleno de ira y descubre al amante en el armario. Frente a la ira de éste, Adèle responde: “eres tan vulgar que no mereces siquiera la más simple explicación que al punto le hubiera dado a cualquier otro si hubiese sido menos grosero que tú, lo mejor será que nos separemos”. Boubouroche admite inmediatamente sus errores y lo mal fundado de sus sospechas; después de hacerse perdonar por Adèle, no le queda sino volverse contra el vecino, el odioso calumniador (“es usted un viejo cornudo y un caradura”).

Para Rosset, la ilusión no está en aquello que se ve, en lo que se percibe y así se explica que se pueda ser víctima, como Boubouroche, aunque no sea víctima de nada. Y, sin embargo, Boubouroche aunque goza de una visión correcta de los hechos por haber sorprendido a su rival en un escondite, sigue creyendo en la inocencia de su querida. Continúa Rosset: “el razonamiento que lo tranquiliza podría enunciarse más o menos así: en el armario hay un joven; por lo tanto, Adèle es inocente y yo no soy un cornudo. Tal es la estructura fundamental de la ilusión: percibir acertadamente, pero eludiendo las consecuencias.”

No puedo dejar a Bourbouroche sin una pequeña interpretación psicoanalítica; él hace uso de la desmentida, la castración no existe, no pasa nada si hay otro dentro del armario, eso le permite seguir con la ilusión de que Adèle lo ama, ¿Qué sería de él sin esa ilusión?

“Ilusión, ficción consoladora a través de la cual los humanos nos autoengañamos”, dice el filósofo catalán Pere Saborit resumiendo a Rosset.

LA VISIÓN PSICOANALÏTICA DE LA ILUSIÓN

En el capitulo VII de El porvenir de una ilusión Freud escribe:” Una ilusión no es lo mismo que un error ni es necesariamente un error”.

Una de las características más genuinas de la ilusión es la de tener su punto de partida en deseos humanos de los cuales se deriva. Bajo este aspecto, se aproxima a la idea delirante psiquiátrica, de la cual se distingue, sin embargo, claramente. La idea delirante, además de poseer una estructura mucho más complicada, aparece en abierta contradicción con la realidad. En cambio, la ilusión no tiene que ser necesariamente falsa; esto es, irrealizable o contrario a la realidad.”

“Así́, pues, calificamos de ilusión una creencia cuando aparece engendrada por el impulso a la satisfacción de un deseo, prescindiendo de su relación con la realidad, del mismo modo que la ilusión prescinde de toda garantía real.”

Se me ocurre un ejemplo tomado de la realidad, un terrorista suicida palestino, antes de presionar el botón que lo haría saltar en mil pedazos y sembrar la muerte entre sus enemigos, se desmaya. Eros pudo más que Tánatos. Al recuperar el conocimiento, tomado prisionero, escucha hablar en hebreo a los soldados israelíes, y dice asombrado “¿cómo, en el Paraíso se habla hebreo? “ Y acto seguido reclama las vírgenes prometidas. Este sujeto prescinde de la realidad, se crea una propia, pero no es un psicótico, el criterio de realidad pudo más que lo ilusorio, si no el hubiera activado la bomba. Pero no aparca su ilusión, que es el encontrarse con las “vírgenes” prometidas.

Tal es la estructura fundamental de la ilusión: percibir acertadamente, pero eludiendo las consecuencias.

Esperaba algo más de este trabajo freudiano, en relación con el tema que nos ocupa, pero aquí se centra en el estudio de la religión entendida como una serie de pensamientos ilusorios.  Pero igualmente en las líneas que he transcripto nos da una idea. Nos tranquiliza, el que tengamos ilusiones no significa que estemos delirando. Una campesina puede soñar casarse con un príncipe, no es un delirio, es muy difícil que así sea, pero no imposible.

Sigmund Freud en La transitoriedad (1915) escribe: “El valor de la transitoriedad es el de la escasez en el tiempo. La restricción en la posibilidad del goce lo torna más apreciable. Declaré incomprensible que la idea de la transitoriedad de lo bello hubiera de empañarnos su regocijo. En lo que atañe a la hermosura de la naturaleza, tras cada destrucción por el invierno ella vuelve al año siguiente, y ese retorno puede definirse como eterno en proporción al lapso que dura nuestra vida. A la hermosura del cuerpo y del rostro humanos la vemos desaparecer para siempre dentro de nuestra propia vida, pero esa brevedad agrega a sus encantos uno nuevo. Sí hay una flor que se abre una única noche, no por eso su florescencia nos parece menos esplendente. Y en cuanto a que la belleza y la perfección de la obra de arte y del logro intelectual hubieran de desvalorizarse por su limitación temporal, tampoco podía yo comprenderlo. Si acaso llegara un tiempo en que las imágenes y las estatuas que hoy admiramos se destruyeran, o en que nos sucediera un género humano que ya no comprendiese más las obras de nuestros artistas y pensadores, o aun una época geológica en que todo lo vivo cesase sobre la Tierra el valor de todo eso bello y perfecto estaría determinado únicamente por su significación para nuestra vida sensitiva; no hace falta que la sobreviva y es, por tanto, independiente de la duración absoluta”.

CONCLUSIÓN: POTENCIAR LA ILUSIÓN COMO AFIRMACIÓN Y COMBATIRLA COMO AUTOENGAÑO

Freud parece compartir, en el escrito anteriormente citado, el pensamiento de Baruch Spinoza, el gozar del vivir está en apreciar lo cotidiano, que es transitorio pero, ¿no somos nosotros fugaces?

Para Baruch Spinoza, según el filósofo barcelonés Luis Roca Jusmet, “el hombre sabio tiene la alegría de vivir sin subordinarse al futuro. La ilusión está en el vivir y el gozar del vivir”.

No sabemos por qué estamos, no podemos buscar un sentido afuera de nosotros, el porvenir hasta cierto punto es incierto, pero depende de cada uno, en lo posible, poner esperanza en él, una esperanza que se gana.

No soy un iluso, vivimos en una sociedad líquida, gaseosa o como se quiera adjetivar, pero pienso que es, sobre todo, una sociedad sumamente cruel.

Esta crueldad nos provoca entre otros sentimientos tristeza, ese afecto que disminuye nuestra capacidad de existir, de actuar, de pensar, de ser. En otras palabras, las exigencias propias de la de esta sociedad moderna, de un ideal tiránico, implacable (Goldstein,2004) y a veces tanático, pueden llevar a una caída melancólica por ruptura de la seguridad narcisista, que conlleva a su vez,  una gran duda en la posibilidad de una esperanza en el porvenir.

Spinoza nos enseña, según Luis Roca Jusmet, “que rendirse es aceptar la tristeza como forma de existencia (y por tanto aceptar volverse pasivo). Aquí la ilusión tiene un sentido negativo, como refugio en el autoengaño.

Por el contrario, de lo que se trata es de luchar contra las adversidades de nuestro presente y afirmar la alegría como forma de existencia, aumentando nuestra potencia y nuestra capacidad de luchar por un futuro.”

Debemos poner ilusión y esperanza respecto al porvenir, expectativas de goce en un futuro tanto próximo como lejano, si no la vida se nos puede tornar insoportable. Tener siempre algún proyecto vital que nos estimule, proyecto que puede ser modesto, pero realizable. Y como psicoanalistas debemos ayudar a nuestros analizantes a encontrar ese proyecto.

Lograr esa “Víspera de gozo” en cualquier momento de nuestro devenir vital. Esa “Víspera de Gozo”, ese poder gozar de antemano que es indispensable para el vivir.

Notas:
Bibliografía :
COROMINAS, Joan. Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana. Editorial Gredos,S.A. Madrid 1994
FREUD, Sigmund. La transitoriedad (1915) O.C. Vol. 14.
FREUD,Sigmund. El porvenir de una ilusión (1927) O.C. Vol.21.
Buenos Aires, 1990. Amorrortu Editores
GOLDSTEIN, Roberto M. Un ideal del yo más implacable que el super yo. V Jornadas de Intercambio en Psicoanálisis .Gradiva. Barcelona 2004
ROCA JUSMET, Luis. Comunicación personal. Barcelona, 2021
ROSSET, Clément   Lo real y su doble. Ensayo sobre la idiotez Barcelona : editorial Tusset, 1993.
SABORIT, Pere   Anatomía de una ilusión Valencia: pretextos, 1998.

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