La publicidad dejó de ser un instrumento de promoción y difusión de diversos productos para convertirse en una herramienta de manipulación masiva. Con agresivas campañas y falsas promesas en torno a la salud, algunas empresas farmacéuticas han generado en el público una necesidad ficticia de medicamentos. El médico ha sido relegado a un papel secundario y, en ocasiones, se convierte en cómplice de una estructura diseñada para llevar, lenta y confiadamente, a la automedicación. Esta es una de las tesis provocativas que César Hazaki expone en su nuevo libro, El cuerpo mediático, que, en palabras de Héctor J. Freire
“es un ejercicio sobre los modos de mirar… ”