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Edición
22

Una quijotada en pleno siglo XXI

Buenos Aires
Festival Internacional de Poesía de Perú. Los poetas peruanos abrieron las puertas de casa a sus pares latinoamericanos y europeos para disfrutar , junto a un gran público, del arte de la palabra.

Más de dos semanas pasaron y, sin embargo, algo late, brilla, se abastece y continúa cada vez que alguno de los que tuvimos la suerte de estar ahí envía un mail, un comentario, fotos, videos. ¿Un milagro de supervivencia?, ¿el deseo de que esto siga vivo a pesar? Creo que siempre lo estará, eso es definitivo. Lo que no queremos es “que se nos pase”: esa emoción que nos abarca desde que llegamos a Lima.

Renato Sandoval Bacigalupo, profesor universitario, traductor, poeta también, políglota, director de la publicación Fórnix, amigo entrañable, tuvo el don de encarnar esta quijotada, de planteársela como un sueño y de concretarla: organizar un encuentro de poesía con casi ochenta poetas que nos acercamos desde todas partes del mundo y esperar público, aplausos, cierta repercusión (queda claro: no para él, sino para el mismísimo encuentro).

El caso es que lo logró. Porque durante cuatro días, con lecturas simultáneas en distintos ámbitos: universidades, embajadas, teatros y hasta en el anfiteatro del Parque de la Exposición demostró que, aún hoy, en un mundo mayoritariamente contaminado, empobrecido, que sostiene vicios y enfrentamientos por encima del bienestar que debería otorgársele a cada ser humano tan sólo por serlo (ser ese otro al que podríamos honrar), existe una raíz que no se diluye. Que se obstina en perdurar, como una tabla de salvación o una luz, diamantina; aparentemente solapada y tan intensa sin embargo.

Ningún recital tuvo un auditorio escaso: todo lo contrario. Hubo momentos en los que se acercaron más de doscientas o trecientas personas que estaban ahí, sencillamente para escuchar poemas. Que es como decir para alimentarse, para sobrevivir a la negrura, a los laberintos que tejen el poder y la corrupción. Ni hablar de la tarde de la inauguración, en el Parque de la Exposición, porque ahí podríamos hablar (de hecho así apareció en diarios locales) que habría más de tres mil personas. Más de ocho mil en total (“superando las expectativas que tenían sus organizadores”, sintetiza uno de los artículos que aluden al evento), en los veinte recitales realizados en distintas zonas de la ciudad: Miraflores, San Isidro, el Cercado de Lima, Barranco y Los Olivos.

 Sabemos que esta épica no fue sencilla para él: molinos de viento o gigantes, encantadores o hechiceras quisieron trastocar su fina intención. Pero un quijote es un quijote y llegará a su destino, qué duda cabe. Tuvo, eso sí, fieles escuderos. Delgados, jóvenes, bellos en todo el sentido de la palabra. Varios sanchos que cabalgaron a su lado y fueron convenciéndolo (tan dementes como él) de cuál es su verdadero nombre, de cuál era la finalidad: Bruno Polack, Roxana Peramás, Jorge Reyes (alias Bonifacio), Luis Enrique Mendoza y Javier Llaxacondor fueron eficientes, solícitos, amorosos. Estuvieron atentos a cualquier necesidad, coordinando buses, horarios, mesas. Y disfrutando. Eso es lo mejor: disfrutando de cada momento y de cada uno de nosotros.

Dulcinea, claro, fue la poesía. Aldonza Lorenzo anduvo por ahí, haciendo de las suyas, diciendo, evocando, denunciando. Enamorándonos a todos, además de salar puercos. Es que “se necesita el don para entrar en la charca” habría dicho Blanca Varela. Y, como siempre, hubiera tenido razón.

Los escuderos

Mientras, nosotros, escuderos también, velamos las armas, nos calzamos el yelmo de Mambrino y ahí fuimos: a desfacer entuertos. A soñar que es posible cambiar el status quo, que alguna vez, quién sabe, podremos salir de la ínsula que cada uno es para pensar en una hermandad diferente. Fieles a la convocatoria, audaces, felices. Agradecidos.

También se dio espacio para micrófonos abiertos, y entonces el parque Kennedy de Miraflores y el parque Washington de Santa Beatriz convocaron, otra vez, a muchos que tampoco ahí quisieron perderse este viaje como oyentes o como lectores de sus propios textos (dicen que más de sesenta personas se animaron a hacerlo).

Cada espacio tuvo su impronta y cada lectura fue un territorio a conquistar, una intrigante aventura.
Como saldo, además, dos nuevos números de la revista Fórnix. Aunque esto de revista es una falacia: como Alonso Quijano el bueno (o Quijada o Quesada), ella dice llamarse Revista de Creación y Crítica. Pero se trata, en realidad, de dos bellos libros; sólidos, magníficos. El número 10 contiene una antología de todos los poetas invitados (en castellano y en inglés). Y el número 11 es una muestra de la poesía argentina del siglo XX, elaborada por los poetas argentinos Jorge Ariel Madrazo y Julio Salgado.

De modo que, sobre el final, habría que decir que, ciertamente, cuando alguna vez se cuente la historia de los Festivales de poesía en general, y del Perú en particular, el nombre de Renato Sandoval Bacigalupo, andará por ahí, haciendo “camino al andar”, enamorado eterno de esta Dulcinea (poética, metafórica) que no lo deja; que, por gran ventura para todos nosotros, no lo abandonará jamás.

 La historia dirá, como él mismo señala en una entrevista para la revista Correo Semanal: que cada día está más loco, que fue marinero aventurero y ex novicio de un convento, que confiesa alegremente que nunca va a ser feliz; y que ahora es, además, el organizador del Primer Festival Internacional de Poesía en Lima. Tal vez él mismo ha de agregar: “Mira, la cuestión de ver el mundo desde otra perspectiva es fundamental. Nosotros vemos las cosas desde una posición muy maniquea, plana: bueno, malo, feo, bonito, y el mundo es mucho más complejo que eso. El mundo es la visión que cada uno tiene de las cosas y uno tiene una visión distinta cada minuto del día, según cómo está tu atención, tu pensamiento, tu estado de ánimo. La poesía es también una forma crítica de ver la realidad, de no transar con lo que se te ofrece como una imagen establecida a través de la propaganda…”. Para concluir: “…He hecho muchas cosas y siempre he estado a la aventura…”. Lo dicho: un quijote es un quijote, y entonces no hay nada más que hacer silencio; y esperar, con íntima convicción, que todos (absolutamente todos) se confabulen de ahora en más para que este evento continúe.

La lista de poetas invitados es amplia, y vale la pena recordarla:

-Del Mismo Perú: Carlos Germán Belli (Lima), Arturo Corcuera (Trujillo), Manuel Pantigoso (Lima), Juan Cristóbal (Lima), Ricardo Silva-Santisteban (Lima), Antonio Cisneros (Lima), Marco Matos (Piura), José Luis Ayala (Puno), Jorge Pimentel (Lima), Rosina Valcárcel (Lima), Omar Aramayo (Puno), Carmen Ollé (Lima), Tulio Mora (Huancayo), Alberto Benavides Ganoza (Lima), Enrique Verástegui (Lima), Carlos López Degregori (Lima), Enrique Sánchez Hernani (Lima), Pedro Granados (Lima), Roger Santiváñez (Piura), Domingo de Ramos (Ica), Rosella di Paolo (Lima), May Rivas (Arequipa), Rocío Silva-Santisteban (Lima), Julio del Valle (Lima), Miguel Idelfonso (Lima), Victoria Guerrero (Lima), José Carlos Yrigoyen (Lima), Jerónimo Pimentel Prieto (lima), Luis Fernández Lindo (Lima), José Agustín Haya de la Torre (Lima), Mario Pera (Lima) y Denisse Vega Farfán (Trujillo).

 

Revista FornixEl país homenajeado fue Argentina y me acompañaron en esta cruzada: Leonardo Martínez (Catamarca), Julio Salgado (Santiago del Estero), Graciela Zanini (Buenos Aires), César Bisso (Santa Fe), Susana Szwarc (Chaco), Susana Villalba (Buenos Aires) y Laura Yasan (Buenos Aires).

Los demás países e invitados: Ledo Ivo (Alagoas, Brasil), Carlo Bordini (Roma, Italia), Jotamario Arbeláez (Cali, Colombia), Jacobo Rauskin (Villarrica, Paraguay), Jorge Arbeleche (Montevideo, Uruguay), Maria Lúcia Dal Farra (San Pablo, Brasil), Teódulo López Meléndez (Barquisimeto, Venezuela), Javier Campos (Santiago, Chile), Manfred Chobot (Viena, Austria), Marco Antonio Campos (Ciudad de México, México), Martha Canfield (Montevideo, Uruguay-Italia), Pia Tafdrup (Copenhague, Dinamarca), Verónica Zondeck (Santiago, Chile), Juan Carlos Mestre (León, España), Luis Bravo (Montevideo, Uruguay), José María Memet (Neuquén, Argentina-Chile), Homero Carvalho (Beni, Bolivia), Fernando Herrera (Medellín, Colombia), José Ángel Leyva (Durango, México), Rodolfo Häsler (Santiago de Cuba, Cuba), Camille Abaude (París, Francia), Lauri Otonkoski (Helsinki, Finlandia), Thomas Boberg (Roskilde, Dinamarca), Indran Amirthanayagam (Colombo, Sri Lanka- Estados Unidos), Edwin Madrid (Quito, Ecuador), Francis Catalano (Montreal, Canadá), Manuel Vilas (Barbastro, España), Niles Frank (Braedstrup, Dinamarca), Ramón Cote (Cúcuta, Colombia), Milena Ercolani (San Marino), Jordi Doce (Gijón, España), Damaris Calderón (La Habana, Cuba), Henrik Nilsson (Malmö, Suecia), Luis Eduardo Rendón (Antioquia, Colombia), Carl Lacharité (Québec, Canadá) y Cristian Avecillas (Quito, Ecuador).

Ausentes en el encuentro, pero felizmente no en la antología: Omar Lara (Nueva Imperial, Chile) y Leopoldo “Teuco” Castilla (Salta, Argentina).

“La poesía tomó la ciudad de Lima” comenta uno de los múltiples artículos que se hicieron eco del Festival. Y el encuentro nos tomó a nosotros. Cuesta ahora estar en la inminencia, en la diaria. Es tenaz el recuerdo. Sólido como un carozo, como el corazón de una fruta que siempre dará ganas de morder.

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