Peter Sloterdijk[1] (1947, Karlsruhe, Alemania) generó, en los inicios del siglo XXI, una insospechada rebelión filosófica en el pensamiento canónico que dominó Alemania a lo largo del siglo XX, cuyos grandes representantes fueron Heidegger y Habermas. Un día, en un discurso académico inesperado, planteó ideas fuertes y demasiado novedosas para la elite pensante de Europa. Esto produjo reacciones en el ámbito académico que llegan hasta hoy. En un mundo cada vez más inundado por la violencia y atravesado por la tecnociencia y la biotecnología, es interesante recordarlo por la vigencia y actualidad de su interpretación de la cultura[2].
Sloterdijk, como Nietzsche, aunque quizás con menos estridencia, se enfrenta a toda una concepción del mundo que rigió en Occidente y en la que fuimos formados –estructurados– los ahora mayores de 50 años, seamos filósofos o no.
Su idea central sostiene que hemos sido educados en el Humanismo a través de la lectura de libros, escritos por los que nos antecedieron e interpretados por los que siguen. Esos libros fueron voluminosas cartas de amigos a otros amigos para exaltar valores conservadores, obsoletos y nostálgicos de un pasado ya muerto. Eran también, y esto es lo determinante, modos de ejercer poder sobre quienes leían esos libros.
con las ultimas revoluciones de las redes informáticas, en las sociedades actuales la coexistencia humana se ha instaurado sobre fundamentos nuevos. Estos son…post-literarios, post-epistolarios y post humanísticos.
Nos convencieron de que, para progresar y vivir con los otros, debíamos inhibir nuestros impulsos más profundos y cultivar solo lo que en Occidente se llamó el amor, la amistad, la tolerancia. Esta humanización fue posible por difusión de la alfabetización. Humanistas son los pocos elegidos que sabían leer, pero no nos hagamos ilusiones, incluso la literatura como portadora de grandes valores, está en vías de extinción.
En su pequeño y sustancioso libro citado dice: “… con las ultimas revoluciones de las redes informáticas, en las sociedades actuales la coexistencia humana se ha instaurado sobre fundamentos nuevos. Estos son…post-literarios, post-epistolarios y post humanísticos” (pág 28)
Esas nuevas bases a la que alude el post que antecede a cada vocablo, quiere decir en él la definitiva muerte de la cultura occidental tal como la conocimos, representada por un conjunto de ideas, valores y credos religiosos impuestos incluso por una Iglesia dominante. Se trata, nuevamente, del Dios ha muerto que ya había anunciado Nietzsche, con énfasis teatral, en el fragmento 125 de La Gaya ciencia, en el siglo XIX.
Sloterdijk usa una palabra casi escandalosa que golpea al lector: el “amansamiento humanístico” del hombre por esas lecturas obligatorias, con una fuerte carga moral ya insostenible, se da justo cuando la ingeniería genética ofrece otra interpretación del mundo. Esto es inadmisible para las nuevas generaciones y deja sin rumbo a la sociedad actual: ¿qué hacer, entonces?
el regreso al estado violento en las sociedades se da en los momentos de mayor poder o bienestar.
Este hecho dividió el mundo entre inhibidos y desinhibidos. La sociedad se divide hoy entre sometidos o amansados y desinhibidos o violentos. Hay un fuerte embrutecimiento de las masas con los nuevos medios de desinhibición muchos de los cuales pasan por programas televisivos, marchas callejeras, o artistas disconformes con la sociedad.
Escuchamos ecos de Nietzsche en el trasfondo de esta idea: hay dos tipos de criadores o amansadores, uno en dirección a lo pequeño, los humanistas, los que someten y guían al rebaño, y otros en dirección a lo grande, los amigos del superhombre, los dueños del poder, los verdaderos seleccionadores de las lecturas –programas de TV, películas disponibles, artistas aceptados, políticas vigentes, etc– obligatorias para las masas.
Una gran paradoja en nuestra civilización es que, si bien a lo largo de la historia el Humanismo aparece después de épocas violentas para rescatar a los hombres –lo que se leyó como bueno y adecuado al progreso–, el regreso al estado violento en las sociedades se da en los momentos de mayor poder o bienestar.
Ahora bien, si lo propiamente humano depende de los medios inhibidores, la pregunta importante que se hace Sloterdijk es: “¿Qué amansará al ser humano si los Humanismos han fracasado como escuela de domesticación?” “¿Qué amansará al hombre si hasta ahora todos sus esfuerzos lo han llevado a la conquista del poder sobre todo lo existente?” (pág 52). A lo que nosotros agregamos ¿cómo vivir juntos si hoy todo es desinhibición y por tanto violencia?
Es falsa la doctrina de la felicidad y la virtud, tal como lo advirtió Zaratustra y lo sugirió la religión y moral dominante a lo largo de más de dos mil años.
Me pregunto, ¿cómo tenemos que educar, cuidar, soñar, trabajar, escribir, hacer arte, usar nuestro tiempo libre para que el mundo y los hombres –sobre todo los hombres y mujeres– sigan existiendo y podamos convivir entre nosotros?.
Es decir, lo alarmante que plantea nuestro filósofo es que la técnica y la biotecnología están llevando al mundo a una división, a una grieta entre los seleccionadores y los seleccionados, entre los dueños del poder y los sometidos a ese poder, incluso involuntariamente. Y sostiene Sloterdijk: “Así quedaría en claro que la humanidad no consiste en la amistad del hombre con el hombre, sino que el hombre representa para el hombre la máxima violencia”. (pág. 71)
Este es el signo de los tiempos y muestra, simplemente, que siempre hubo seleccionadores y seleccionados, amansadores y amansados, desde La República de Platón a nuestros días. Es el poder detrás del poder y muy a menudo ese poder originario –que decide sobre nosotros– no solo nos es desconocido, sino que es impensable para la mayor parte de los hombres.
Por tanto, si no somos decididores –y no lo somos–, las preguntas sin respuesta son ¿cómo funciona esto? ¿cómo se imponen los criterios de decisión, la orientación de la tarea, los contenidos de la educación primaria, secundaria, universitaria? ¿cómo operan las instituciones políticas, religiosas, artísticas, científicas, del entretenimiento, tecnológicas –y hasta morales– cuando se plantean asuntos tan delicados como, por ejemplo, la selección prenatal o el nacimiento opcional?
Esta nueva manera de pensar nos conmina a reflexionar sobre qué hombre dominará el mundo en 20 años. Debemos pensarlo, ésa es nuestra tarea.
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