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Nacida en Buenos Aires en 1951, Ana María Shua ha recorrido el mundo literario haciéndose merecedora de un nombre y un prestigio que se ha ganado con talento, creatividad y perseverancia. Autora de novelas, cuentos y relatos breves, género por el cual en España la conocen como la “reina del microrrelato”, su vasta imaginación no solo le ha permitido escribir para adultos, sino que también le ha abierto un lugar en la literatura infantil con una variedad de libros que apasionan a niños y jóvenes. Galardonada con múltiples premios desde sus comienzos, es hoy una de las escritoras argentinas más destacadas.
La reconocida escritora argentina conversó con Letra Urbana en el marco de Miami Book Fair donde en noviembre presentará una nueva colección de microrrelatos titulada “Todos los universos posibles”. De risa fácil y tono amable, hablar con Ana María es una invitación a pensar la literatura desde un lugar accesible, profundo y definitivamente auténtico.
Muchos de tus relatos están contados desde una perspectiva irónica o humorística ¿Dirías que es ésta una búsqueda consciente o inconsciente?
Te diría que lo natural en mí es el humor y la ironía, en cambio tengo que proponérmelo deliberadamente cuando no los quiero usar, entonces ahí si tengo que ponerme muy consciente de lo que estoy escribiendo y anular deliberadamente esa posibilidad.
¿Tuviste algún maestro en este manejo de la ironía?
No , es parte de mi personalidad. En realidad yo lo usaba mucho, demasiado en la vida real, en la vida social, y por supuesto caía muy mal y nadie me quería. Era muy desagradable porque siempre es desagradable una persona que trata al prójimo con ironía. Creo que cuando lo canalicé a través de la literatura empecé a llevarme mucho mejor con la gente.
Cuéntanos cómo te diste cuenta del poder que tiene la palabra.
Eso es otra de las cosas que se me dieron naturalmente. Yo empecé a escribir muy chica, en la escuela primaria, cuando tenía ocho años. El lenguaje, el trabajo con el lenguaje, los juegos y la búsqueda ya se daban en ese momento.
también es una característica mía la parquedad, el poder transmitir mucho con pocas palabras.
Tus microrrelatos se destacan por la precisión y la síntesis en el uso del lenguaje. Son historias brevísimas que dejan pensando al lector. Esa técnica también tiene que ver con el poder que le das a la palabra.
Sí, también es una característica mía la parquedad, el poder transmitir mucho con pocas palabras. A mí me costó por ejemplo aprender a escribir un cuento largo. Me costó mucho más poder escribir una novela. Poder desarrollar una idea en todas sus posibilidades es bastante más difícil que transmitirla en pocas palabras.
No a todos les pasa lo mismo.
Es cierto, no a todos les pasa lo mismo. De hecho mi primer libro que escribí fue uno de microrrelatos, aunque no fue el primero que publiqué. El primer libro publicado de narrativa fue una novela pero el primero que escribí fue La sueñera que yo tenía prácticamente terminado cuando mi primera novela se publicó pero me costó mucho encontrar una editorial que aceptara publicarlo.
A través de la trayectoria que muestra tu obra se percibe una mujer muy práctica además de muy perseverante.
Sí, soy muy práctica. Me propongo metas posibles y hago lo necesario para cumplirlas de una manera bastante sencilla y directa. Soy práctica en todo. Sé revisar los contratos, tengo claro cuándo y cómo me conviene trabajar con una editorial y no con otra, todas esas cuestiones que a veces solucionan los agentes en mi caso yo las puedo manejar.
Sos tu propia agente…
Sí, en español soy mi propia agente. En inglés no. Tengo una agente que me ayuda muchísimo con todo lo que sea publicar el exterior y con las traducciones.
Con esta misma practicidad que te caracteriza, ¿cómo lidias para producir algo original? ¿Pensás en la originalidad de lo que vas a escribir o estás escribiendo?
Pienso desesperadamente en hacer algo original. Ése es el quit de la cuestión, eso es lo que soñamos todos los escritores y todos los que de alguna manera nos dedicamos a alguna disciplina artística. Y además, una no sólo quiere ser original con respecto a sus colegas. Lo que uno quiere es ser original con respecto a sí mismo. Yo quisiera poder escribir un libro que sea muy diferente a todo lo que ya escribí. Hay un punto en que eso se vuelve imposible. El mundo del autor tiene sus límites y no queda más remedio que aceptarlos. A partir de cierto punto va a haber un efecto de auto plagio y eso es inevitable. Pero eso no quiere decir que no siga luchando por la originalidad.
Auto plagio, qué interesante.
Sí, auto plagio. Creo que a todos los autores les pasa, a partir de cierta edad y de cierta cantidad de libros publicados, tal vez porque uno lo que tenía para decir ya lo dijo. Eso es muy duro. Y uno trata de fingir que eso no sucedió, y es también una manera de negarlo. Pero en fin, uno sigue escribiendo siempre en pos de esa originalidad que es cada vez más esquiva.
Con una obra tan heterogénea como la tuya puede ser un poco más fácil ser original.
quisiera poder escribir un libro que sea muy diferente a todo lo que ya escribí. Hay un punto en que eso se vuelve imposible. El mundo del autor tiene sus límites y no queda más remedio que aceptarlos.
Hablando de este trabajo arduo de escribir a veces como vos decís “con la corriente en contra, de noche y con olas”, ¿has tenido especial dificultad con alguna parte de tu obra?
Me cuesta mucho escribir novela pero me parece que a todo el mundo le pasa eso. Hasta los novelistas más expertos y más natos han tenido novelas contra las que han tenido que luchar. Es difícil escribir una novela, uno tiene que estar viviendo en ese mundo que está creando y en el mundo de la realidad al mismo tiempo. Pero también es un desafío apasionante.
Es cierto. la novela es muy larga, toma mucho tiempo.
Claro, lleva muchos años escribirla. Durante esos años en que uno está metido en una novela tiene que estar permanentemente sosteniendo ese mundo. No se puede dejar una novela durante meses o años y después retomarla porque uno pierde el hilo de lo que estaba contando, le quedan cabos sueltos. Uno tiene que tener en su cabeza constantemente ese pequeño universo que va creando y que va armando y no puede olvidar y dejar de lado ningún detalle. No hay descanso en una novela. En cambio con los microrrelatos es diferente. Yo ahora estoy escribiendo un libro nuevo de microrrelatos sobre la guerra y sé que puedo interrumpir y pasar unos meses sin escribir y luego retomarlo sin ningún problema.
¿Y hacés eso de mezclar los géneros? ¿Te ponés a escribir microrrelatos al mismo tiempo que estás escribiendo una novela?
Sí, pero no podría nunca escribir dos novelas al mismo tiempo. ni una novela y un guión de una película. Eso sería imposible porque son mundos que compiten uno con el otro. Pero sí puedo, y lo he hecho, escribir una novela y simultáneamente microrrelato. Cuento no, porque el cuento en ese sentido el cuento tiene exigencias parecidas a las de la novela, también compite con ella. Pero sí me permito escribir microrrelatos al mismo tiempo. Puedo proponerme por ejemplo en una mañana escribir una página de una novela y después algún microrrelato, eso no es imposible.
Todo el mundo tiene derecho a leer a su manera. De todos modos, alguna vez me ha resultado extraña alguna lectura, alguna interpretación, pero es así, uno lanza algo al público y cada uno lo toma como quiere.
Con respecto al lector, ¿vos tenés alguna expectativa del lector que se acerca a tu obra?, ¿esperas algo de él?
No, realmente hay todo tipo de lectores, de los más variados y todo tipo de interpretaciones de lo que uno escribe. Todo el mundo tiene derecho a leer a su manera. De todos modos, alguna vez me ha resultado extraña alguna lectura, alguna interpretación, pero es así, uno lanza algo al público y cada uno lo toma como quiere.
¿Alguna vez tuviste en cuenta escribir en función de lo que lector espera?
Cuando uno escribe para un medio claramente escribe para el lector de ese medio. Si yo escribo para una revista femenina sé para qué público escribo. Si es para un diario nacional sabes a quién te estás dirigiendo. Con los libros pasa lo mismo. Yo tengo libro dirigidos a públicos muy distintos. Por ejemplo a los lectores de mis microrrelatos nunca les iba a interesar El marido argentino promedio. A quien le gustó mucho Risas y emociones de la cocina judía difícilmente se va interesar en uno de mis libros de microrrelatos. Son lectores muy diferentes.
¿Y qué pasa con los chicos? ¿Como pensás al lector infantil del siglo XXI?
Mirá, no tengo que pensar nada, solo tengo que tener buena memoria y acordarme de lo que me gustaba leer a mí cuando era pequeña porque no es muy distinto lo que le gusta leer a un chico de hoy. A ellos les gusta leer cosas interesantes, también conflictos, que se den situaciones dramáticas igual que a todo el mundo. La literatura no necesariamente se refiere a la actualidad. Yo escribo muchos cuentos que suceden en otras épocas, en el pasado, o en un futuro muy lejano, entonces no necesito estar pensando cómo son y cómo piensan o cómo es la vida cotidiana de los chicos de hoy. También tengo historias que suceden hoy pero ese hoy no es tan distinto, lo que le pasa a un niño hoy no es tan diferente que lo que le pasaba en otra épocas, en cuanto a sus sentimientos, sus emociones, a sus problemas. Es cierto que tienen otros soportes y más tecnología pero los problemas son muy parecidos.
En el estado de la Florida, la lectura en los niños se fomenta a través de la competencia o la obligación. Se dan premios a los niños que leen cierta cantidad de libros en determinado tiempo, o tienen de tarea leer 20 minutos todas las noches con la obligación de anotar qué libro leyeron y otras actividades por el estilo. A mí siempre me inquietó este sistema americano, aunque entiendo la necesidad de fomentar la lectura desde la infancia. ¿Qué pensás al respecto?
No habría que competir contra las pantallas porque a las pantallas no les vamos a ganar. La lectura tiene que ser otra posibilidad.
Siempre la inquietud de cómo formar lectores y a veces el camino es ese, el de la obligación. Pero a vos nadie te obligó a leer. Vos leías apasionadamente desde que tenías seis o siete años.
Claro. Yo leía locamente, cuando terminé primer grado tenía cinco años y leía con pasión. Era lo que más me gustaba en el mundo. Mis padres me decían: “- Ani por qué no vas a jugar a la plaza; Ani, en la mesa no se lee; Ani, apagá la luz”, porque era una cosa un poco excesiva. Yo quería solo leer, no quería jugar con otros chicos no quería nada, solo quería leer.
¿Y te sentías como extraña en ese momento cuando eras chica? Porque esa actitud no es común en cualquier chico. Lo común es que el chico vaya a jugar y no lea tanto. ¿Eras consciente de esa individualidad?
Sí era un poco rara, cuando iba a cumpleaños preguntaba si había una biblioteca y si había una biblioteca me iba ver los libros y los sacaba, hasta me ponía a leer y después quería volver a jugar y los chicos entonces no me daban bolilla y yo me ponía mal.
Qué fuerte. Con esos antecedentes me imagino que nadie habrá dudado de tu destino de escritora.
No, si vos ves las dedicatorias de las compañeras de mi escuela primaria eran todas: “a la poeta del grado”, “a la que mejor escribe poesía”, y cosas por el estilo. Yo escribía porque leía.
Una pregunta sobre tu oficio. ¿Te quedó algo sin publicar?
Vos sabés que los chicos me preguntan eso mucho en la escuela. Te voy a contestar lo mismo que les contesto a ellos: “- Por suerte me doy cuenta a tiempo, antes de terminar”. Muchas veces empiezo algo y no va y no le encuentro la vuelta y queda muchas veces así. No son cosas terminadas, son intentos fracasados pero por suerte me doy cuenta a las pocas páginas. Lo único que no tengo publicado y creo que debería de hacer algo con eso son los artículos, pequeños ensayos, conferencias. Me gustaría algún día armar un libro con eso. Sí, un libro sobre literatura.
Excelente idea. Te dejo entonces con esa inquietud. Esperamos poder ver ese libro en las librerías dentro de poco.
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Un comentario
Me gusto el estilo de encuentro entre Ana MariaY Mercedes. Me agrado el clima intimista y sincero que instala Mercedes con sus preguntas ….y Ana responde con convicción de conocer muy bien hasta dónde puede llegar en su obra.!