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El tema sobre las ventajas o perjuicios que ocasionan los organismos genéticamente modificados (GMO por sus siglas en inglés), abre a una de las más controversiales discusiones de nuestro tiempo.
Lo que la ciencia aprendió del proceso de selección natural difundido por Darwin, en el que productos adquieren nuevas características de mayor adaptación al ambiente, hoy experimenta un giro radical. Lo que en algún momento fue regulado por la naturaleza hoy lo regula la ingeniería genética, cuyos técnicos agilizan este proceso en sus laboratorios.
La intervención genética que la ciencia permite realizar hoy consiste en la inserción de genes exógenos en animales o plantas, con la intención de mejorar la especie. Pero justamente qué es lo que se mejora y que lo que empeora con estas maniobras, es en lo que no se puede acordar.
La cuestión en discusión sigue sin resolverse a pesar de los aportes técnicos y científicos. Por un lado, tenemos la opinión de ciertos sectores de la comunidad científica que promueven la noción de que no hay gran diferencia entre las mutaciones que brinda espontáneamente la naturaleza y el cambio que se estudia y ejecuta en los laboratorios. Si bien el debate continúa en el mundo entero, no se ha llegado a una conclusión definitiva.
La intervención genética que la ciencia permite realizar hoy consiste en la inserción de genes exógenos en animales o plantas, con la intención de mejorar la especie.
David Williams, Ph.D., un biólogo de la Universidad de California, declara que los genes trasplantados pueden generar transformaciones susceptibles a reaparecer en varias generaciones posteriores. En consecuencia, existe la posibilidad de que plantas potencialmente toxicas no sean detectadas en el laboratorio en un primer momento. Siendo uno de los pocos biólogos que denuncia las posibles consecuencias negativas de la manipulación genética, señala que las dotaciones para investigaciones de este género provienen de compañías interesadas en favorecer la expansión de productos genéticamente modificados.
A la vez, los científicos cuyas investigaciones arrojan resultados que se inclinan a señalar posibles riesgos son el blanco de furiosos ataques de las compañías comprometidas y de los donantes potenciales que patrocinan determinados laboratorios. Como consecuencia se enmudecen las voces de quienes ponen en cuestión las bondades de la alteración genética.
los científicos cuyas investigaciones arrojan resultados que se inclinan a señalar posibles riesgos son el blanco de furiosos ataques de las compañías comprometidas y de los donantes potenciales que patrocinan determinados laboratorios.
Las nuevas técnicas de modificación permiten la inserción de un solo gen en el genoma de una planta, que puede provenir de otra planta diferente, de una bacteria, de un virus o hasta de un animal. La precisión técnica de hoy es tal que las sorpresas, como por ejemplo que el producto transgénico final sea una amenaza para la salud, son prácticamente imposibles.
Se ha dicho en los círculos académicos que las críticas a los alimentos modificados no provienen de hechos científicamente comprobados sino más bien de una ideología política. Esta crítica es para algunos nada más que una manera de incitar al hombre común ha desaprobar la influencia de la agricultura industrial en la sociedad actual.
La precisión técnica de hoy es tal que las sorpresas, como por ejemplo que el producto transgénico final sea una amenaza para la salud, son prácticamente imposibles.
Expertos de la Universidad Estatal de Oregón del Departamento de Agricultura remarcan la influencia de los valores culturales que también entran en juego en este tema. Cada grupo social refleja la aceptación o el rechazo a las prácticas agrícolas de la región y no hay un consenso global sobre cuáles serían las características de una agricultura óptima. Cada individuo tiene un sistema de valores personal, mezcla de su cultura y su experiencia sin llegar a ser conscientes de esta poderosa influencia en su percepción de la realidad. Así se forman grupos de interés que comparten las tendencias y valores que los unen. Es así también como en muchos casos, la discusión sobre los alimentos transgénicos parece estar pasando de debate a conflicto.
Según David H. Freedman en su artículo The Truth about Genetically Modified Food, de la reconocida publicación Scientific American, a nivel global solo la décima parte de los cultivos son transgénicos. Los Estados Unidos, Canada, Brasil y Argentina son responsables del 90% de esta producción.
la científica Wilhelmina Pelegrini, activista de la organización Greenpeace, asegura que las empresas promocionan el arroz dorado como maniobra para allanar el camino para otros cultivos…
Ejemplo de este problema es el artículo publicado por el diario español El País titulado 109 premios Nobel acusan de “Crimen contra la Humanidad” a Greenpeace, publicado el 1 de Julio de 2016. Alli se dice que más de un centenar de premios Nobel acaban de firman una durísima carta abierta al grupo ecologista por su rechazo a los alimentos transgénicos. Se habla especialmente del arroz dorado creado en 1999 que tiene la capacidad de producir un precursor de la vitamina A, cuya falta aumenta el riesgo de padecer problemas oculares y ceguera. Son 500.000 niños los que anualmente se quedan ciegos por falta de esta vitamina, y la mitad de ellos muere al año siguiente.
Este grupo de premios Nobel se pregunta “¿Cuántas personas pobres deben morir en el mundo antes de que consideremos esto un crimen contra la humanidad?” Es de destacar que entre los firmantes se encuentran James Watson, reconocido por haber descubierto la estructura del ADN y la bioquímica Israelí Ada Yonath, responsable de develar la estructura del ribosoma. Por otra parte, la científica Wilhelmina Pelegrini, activista de la organización Greenpeace, asegura que las empresas promocionan el arroz dorado como maniobra para allanar el camino para otros cultivos y pone en duda el concepto de que se trata de una solución para la deficiencia de vitamina A.
De modo que, ¿quiénes tienen la razón? ¿Los defensores o los detractores? Ocurre que cuando se plantea la pregunta sobre cuáles son los beneficios de la modificación genética de los alimentos no es posible dejar fuera la pregunta sobre quiénes son los beneficiados con estos cambios. Pero, midiendo datos y riesgos, es un verdadero desafío definir una postura.
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El uso de las redes sociales contribuyó al aumento de la ansiedad y depresión en la Generación Z, provocando efectos que perturban su bienestar emocional. Sin embargo, los jóvenes pueden desarrollar narrativas más saludables sobre sí mismos.
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