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En Argentina, es una práctica común que cuando los jóvenes finalizan la escuela secundaria y están a punto de iniciar el viaje de egresados, sus padres se reúnen con las agencias de turismo que contratarán, para escuchar las ofertas y decidir cual de ellas elegirán.
Entre las clásicas actividades ofrecidas por las agencias aparecen excursiones, caminatas, fogones, treking, sky etc. Y, entre ellas, lo que dan en llamar el preboliche. Al respecto, me parece interesante señalar que algunas de estas empresas aclaran que el preboliche lo hacen en el hotel donde los jóvenes se alojan, ya que de esta manera es más seguro.
El preboliche consiste en una reunión que se lleva a cabo antes de salir a bailar. Aproximadamente desde las 11 o 12 de la noche y hasta las casi tres de la mañana, los amigos se reúnen a conversar y a beber. Para ello cada uno aporta dinero, y se compran bebidas alcohólicas que son convenientemente mezcladas y consumidas en el encuentro.
Si El banquete era un encuentro para hablar sobre el tema del amor podemos preguntarnos acerca de cuál es el motivo esencial del preboliche. En principio hace falta distinguir la reminiscencia que traigo sobre El banquete señalando que aquello era un encuentro en si mismo, en cambio la práctica del preboliche es un encuentro preparatorio para otro encuentro.
Al volver del viaje de egresados, e incluso por algunos años, el preboliche suele quedar instituido como práctica de los adolescentes antes de las salidas de los viernes o sábados.
A lo largo de las horas que dura este encuentro, la excitación va aumentando, los tonos de voz se hacen escuchar cada vez más, aparecen las risas, la chispa crece, incluso a veces da paso algún encontronazo verbal entre amigos.
En esta reunión de jóvenes donde cada uno hace su aporte, tal vez el lector pueda encontrar alguna referencia a El banquete de Platón.
En El banquete, los griegos celebraban un simposio y cada uno aportaba su cuota en forma de contribución, ésta consistía en un discurso a cerca de un tema.
En aquella oportunidad al principio del banquete, la regla establecida era la de no beber demasiado para poder conversar conservando la claridad, sobre el tema propuesto, esa vez: el amor.
Pero, como sabemos, entre los efebos y los maestros como Sócrates, aparece un grupo de personas completamente ebrios: Alcibíades y sus compañeros que rompen con la regla de lo solicitado para el banquete y dan su espectáculo.
Si El banquete era un encuentro para hablar sobre el tema del amor podemos preguntarnos acerca de cuál es el motivo esencial del preboliche.
En principio hace falta distinguir la reminiscencia que traigo sobre El banquete señalando que aquello era un encuentro en si mismo, en cambio la práctica del preboliche es un encuentro preparatorio para otro encuentro.
En El banquete el tema a tratar era el amor y cada disertante daba su visión sobre el mismo a través de la palabra teniendo en cuenta, en esa ocasión, una medida para el alcohol con el fin de mantener la mente clara. Propongo que el tema en el preboliche , no difiere tanto de El banquete ya que se trata de cómo encarar el encuentro con el otro, tema que toca la sexualidad y los enigmas y angustias que esto despierta.
Los jóvenes se preguntan, ¿Me veré bien? ¿Les gustare a las mujeres? ¿Me miraran los varones? ¿Cómo acercarse?
A propósito de ello me permitiré una pequeña digresión. Para el día de la primavera escuchaba por la radio a un doctor en biología del comportamiento, que mencionaba que cuando de amor se trata, se registra el mas elevado stress en el ser humano debido a que se ponen en juego ansiedades e inquietudes que ninguna otra actividad detona, ni siquiera el trabajo.
Pero volvamos a nuestros adolescentes. Lo que hoy llaman el preboliche, la reunión con amigos con la ingesta de alcohol, serviría para entrar en clima, hablar, reírse del tema antes de enfrentarse a la sexualidad incierta y angustiante.
Concuerdo en que los avatares del encuentro con el otro, en lo que a la sexualidad refiere, despiertan sensaciones placenteras pero también incertidumbre y angustia. Sabemos que al respecto no hay ninguna receta posible, y uno se encuentra dividido, teniendo que arreglárselas con eso en la situación.
Es que la relación con el otro sexo es complicada! Como bien lo decía Freud, el único matrimonio perfecto es el que se da entre el hombre y el alcohol.
En el trato con la bebida se evitan las desavenencias y los desajustes. No hay allí «ni un sí ni un no», se allanan las dificultades que inexorablemente aparecerán con un partenaire de la misma especie, aunque hay que decir que esa armonía es al precio de perder una experiencia estimulante para el deseo.
Pero volvamos a nuestros adolescentes. Lo que hoy llaman el preboliche, la reunión con amigos con la ingesta de alcohol, serviría para entrar en clima, hablar, reírse del tema antes de enfrentarse a la sexualidad incierta y angustiante.
Encuentro preparatorio que, con otro nombre o sin él se realizó también en otras épocas.
Lo que nos llama la atención y nos preocupa son los casos en los que los jóvenes necesitan contar con una gran ingesta de alcohol antes de salir, es decir cuando es condición contar con una gran barrera química para poder enfrentarse a la situación, cosa que por supuesto no les ocurre a todos los chicos.
La verdad es que entre los adultos circula también una fuerte barrera química a modo de protección. Los ansiolíticos, relajantes musculares, somníferos, calmantes, antidepresivos, etc. que están a la orden del día y son muy fáciles de adquirir aunque esté prohibida su venta sin receta, tanto como esta prohibida la venta de alcohol para los menores.
Los más grandes ya sabemos que esa barrera química es ficticia, que sus efectos son absolutamente transitorios.
Me pregunto si a caso la manera en que los adultos afrontamos los momentos inciertos y riesgosos de la vida se transmite, digo se transmite y no se enseña, ya que se trata de términos distintos.
La verdad es que entre los adultos circula también una fuerte barrera química a modo de protección.
La transmisión está ligada a algo que posiblemente no esté dicho, pero se ve, se deja traslucir en los actos. El enseñar, recomendar y hasta aconsejar pretendería desde una posición educativa legislar qué está bien y qué no.
Según mi experiencia, la mayoría de las veces la vía de la enseñanza no funciona tan bien como la de la transmisión , que es mas sincera y sobre todo creíble porque apunta a que si el otro lo hace ,es que cree en eso de veras, lo hace porque le sirve.
En todo caso, más allá de las preguntas que quedan abiertas, pienso que en muchos aspectos los jóvenes nos muestran.
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