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Es interesante observar qué familiares resultan las preguntas que los padres tenían respecto de la educación de sus hijos, aún medio siglo atrás. Algunas de las preguntas más frecuentes eran las siguientes: ¿A qué edad se puede exigir orden a los niños? ¿Cómo se educa a un niño sin padre? ¿Puede la mamá reemplazar al padre? ¿A qué edad se le puede enseñar al niño a no tocar lo que no debe? ¿Cuán malo es recurrir a las palizas? ¿Se puede ayudar a un niño tímido? ¿Cómo reaccionar frente a un niño que roba? ¿Cómo transmitir el valor del dinero? ¿Cómo explicarles a los niños la diferencia de los sexos? ¿Cómo decir que no? ¿Cuándo decirle a un niño que es adoptado? La cuestión de los celos entre hermanos.
Durante el siglo veinte, famosos psicoanalistas de niños se han acercado a un público de padres para responder preguntas acerca de las dificultades concernientes a la educación de los niños. Ese es el caso de los psicoanalistas de niños Francoise Dolto y Donald W. Winnicott, quienes se acercaron a un público masivo con el objetivo de promover la salud mental infantil. Hicieron esto de un modo muy particular, que fue poniendo especial atención en evitar el adoctrinamiento, el aconsejar o decir «qué hacer». No fue sin vacilaciones que emprendieron esta tarea, ya que según D. Winnicott, casi toda sugerencia que uno puede hacer al aire va a provocar desasosiego o angustia en alguien.
«¿Cómo responder a las preguntas de los padres sin dañar ni aleccionar? ¿Qué hacer con el peligro de que la gente crea en soluciones ya hechas?»
Francoise Dolto, renombrada psicoanalista de niños francesa, comenzó en el año 1967 a responder preguntas de los padres a través de una radio de ese país. Accedió a este ofrecimiento con ciertas dudas e interrogantes. ¿Qué hacer, se preguntaba, con «la dificultad de semejante transmisión cuando entran en juego tantos factores inconcientes en los problemas de educación»? «¿Cómo responder a las preguntas de los padres sin dañar ni aleccionar? ¿Qué hacer con el peligro de que la gente crea en soluciones ya hechas?» Finalmente, Dolto consideró que todas estas cuestiones no eran suficientes para desentenderse o para no intentarlo, ya que «se imponía hacer algo por la infancia» y «prestar oído» a aquellos que no lograban hacerse entender (los niños).
Su programa atrajo a muchos oyentes, pero ella misma suspendió el programa dos años más tarde debido a la molestia que le causaban las interrupciones comerciales y otras restricciones que imponía la transmisión en vivo. Sin embargo, en 1976 la convencieron de participar en un nuevo programa de radio que se estructuraría de forma distinta: ella respondería a cartas que los padres enviaran a la radio, las cuales serían preseleccionadas según su capacidad de representar los intereses o dificultades más frecuentes de los padres. Se enfatizaba la importancia de que las cartas fueran lo más explícitas posible; decía Dolto que «para comprender a un niño, es necesario situarse en el plano de las cosas concretas.»
Dicha psicoanalista consideraba, además, que formular por escrito las dificultades presentadas, resultaría para los padres un medio para ayudarse a sí mismos, ya que escribir una carta obliga a tomar distancia del problema, a reflexionar, sabiendo que esa carta va a ser oída.
Era la intención de Dolto ayudar a los padres a desenvolverse por sí mismos en las relaciones con sus hijos. «No me propongo dar recetas», decía, ya que cada niño es diferente, cada relación entre padres e hijos es diferente, «se trata de hacer que los padres comprendan que ellos mismos tienen los medios de resolver sus conflictos». Ella intentaría entonces ayudar a los padres a comprender a sus niños, a expresarse y a reflexionar acerca del sentido de las dificultades de sus niños y la condición de la infancia en general.
Por su parte, entre los años 1939 y 1962, el psicoanalista de niños británico Donald W. Winnicott, se dirigía a un público de padres dando charlas a través de la radio. En sus programas, se ponían al aire conversaciones entre madres acerca de ciertos temas referentes a la crianza de sus niños, que habían sido grabadas previamente. Luego de escuchar estas conversaciones, Winnicott hacía un comentario acerca de lo conversado por las madres. Pero nunca se trató de «decir a la gente qué hacer»; él consideraba eso un insulto, ya que al no estar presentes los padres, no contaban con la oportunidad de expresar su desaprobación o contribuir con su opinión. Además, él parte de la premisa de que en la mayoría de los casos, el modo de actuar de los padres responde a ciertas circunstancias, y uno habría hecho lo mismo o peor de haber estado en esa situación. «Nadie puede enseñar a los padres qué hacer en determinada circunstancia, porque ésta es siempre única y no está dada de antemano», es su decir.
…él parte de la premisa de que en la mayoría de los casos, el modo de actuar de los padres responde a ciertas circunstancias, y uno habría hecho lo mismo o peor de haber estado en esa situación.
¿Qué transmitir, entonces, cuál es la alternativa? Winnicott sugiere que se trata de enfocarse en el modo de actuar de los padres con sus hijos en la vida cotidiana, para luego ayudarlos a comprender por qué actúan de esa manera. Si uno puede ofrecer a la gente cierta comprensión de lo que están haciendo, esto ayuda a que se sientan menos asustados y más seguros de sí mismos. Él intenta ayudar a los padres a comprender los problemas que están tratando de resolver y a reconocer aquello que hacen intuitivamente.
Los nombrados psicoanalistas han intentado evitar los consejos prácticos y el decir «qué hacer». Winnicott deploraba el adoctrinamiento y los consejos, y advierte respecto del peligro de aconsejar: «Muchas veces, los padres ante la confusión, la duda y el sentimiento de culpa, acuden a cualquiera que parezca hablar con cierta autoridad y ordene qué hacer, para encontrarse únicamente con que eso los hace sentirse más incompetentes.» Francoise Dolto advertía a los padres constantemente: «No se imaginen que soy depositaria de un verdadero saber, un saber que no deba ponerse en tela de juicio. Aquí se trata de una indagación, la mía, frente a problemas actuales relativos a los niños de hoy…»
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