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Edición
06

Los niños y el materialismo

Miami
Una reflexión sobre el libro Lo quiero ahora (I want it now) subraya como el niño y el adulto quedan uniformados participando de una misma promesa: es por la vía del consumo que se alcanza la satisfacción. También la motivación de los niños en los procesos de educación, se hace depender de un objeto. Si el valor de una acción equivale al objeto obtenido como resultado ¿qué lugar se le otorga al proceso donde el niño descubre las condiciones y juega su iniciativa?

En el libro recientemente editado Lo quiero ahora (I want it now), Donna Bee-Gates, counselor y maestra, miembro del Departamento de Desarrollo Infantil de la Universidad Estatal San José, se cuestiona acerca del materialismo en la sociedad actual Norteamericana. Afirma que padres materialistas crean niños materialistas. ¿Cómo cortar esta cadena que parece transmitirse a través del valor que se le otorga a las posesiones?

Según la autora, el materialismo es una actitud que se presenta en personas de cualquier nivel socioeconómico e implica tres creencias básicas: el consumo y las adquisiciones son el objetivo primordial de la vida; las posesiones traen felicidad; el éxito depende de la cantidad y categoría de las posesiones. Los objetos son perseguidos en tanto se imagina que ellos otorgan estatus ante la mirada del prójimo, son garantía de aceptación social, construyen identidad, reflejan una identidad, salvan del aburrimiento, dan felicidad.

Sentimientos de vulnerabilidad, soledad, inseguridad emocional, inestabilidad económica y baja autoestima hacen a una persona más propensa al materialismo, dice la autora. Los medios de comunicación hacen su parte mostrando constantemente objetos de consumo y estilos de vida que llevan al espectador ingenuo a sentir que si tan sólo alcanzara aquello podría ser feliz. La felicidad parece estar ahí nomás al alcance de la mano en el próximo aumento de sueldo o ascenso laboral.

Los objetos son perseguidos en tanto se imagina que ellos otorgan estatus ante la mirada del prójimo, son garantía de aceptación social, construyen identidad, reflejan una identidad, salvan del aburrimiento, dan felicidad.

Donna Bee-Gates se pregunta cómo evitar criar niños materialistas y reflexiona acerca de un tipo de práctica muy arraigada en la crianza de niños en el país: la utilización de recompensas y castigos para lograr la conducta deseada en el niño, que tiene sus orígenes en la teoría conductista. Se trata de técnicas que han sido utilizadas en colegios, seminarios para padres, prisiones y el hogar, entre otros ámbitos.

De acuerdo a lo que la investigación científica ha demostrado, las técnicas de modificación de la conducta resultan ser efectivas bajo ciertas condiciones específicas. En el trabajo, se retoma esta cuestión para aseverar que los muchos detractores de estas teorías creen que al servirse de recompensas y castigos el adulto está manipulando la conducta del niño de un modo que provoca en él resentimiento y un sentimiento de desconfianza hacia el adulto y sus intenciones.

En esta línea de pensamiento, el éxito obtenido es sancionado por un adulto a través del objeto que se otorga de modo que lo que se afirma es que el valor está puesto en el resultado.

Por otra parte, se nos presenta una pregunta acerca de los modos en que podría pensarse el funcionamiento de la iniciativa. Bee-Gates observa una motivación que se origina en el interés y curiosidad espontáneo del niño que trabaja guiado por su curiosidad. Por ejemplo cuando los niños se entusiasman en su experimento de química, este modo de funcionamiento no tiene que ver con un la nota que obtendrá o si ésta complacerá a sus padres porque viene de lo mas propio del niño. En cambio cuando la motivación es extrínseca, se origina por fuera del individuo, puede basarse en dinero, estatus, amenazas, objetivos impuestos, órdenes. Es el tipo de motivación que guía al individuo materialista y lo lleva a preguntarse «What’s in it for me?», expresión americana comúnmente utilizada que significa «¿Qué hay allí para mi?» o «¿qué obtengo yo con esto?». Y en ese sentido, es el resultado y no el proceso lo que interesa.

Dice además Bee-Gates que la recompensa esperada desvía la atención del niño de la actividad a realizar a finalizar la tarea lo antes posible para acceder al objeto deseado. El proceso se anula, se mecaniza en detrimento de la gratificación esperada al final del camino. Otras teorías postulan que las recompensas además transmiten la creencia de que el resultado del los eventos o circunstancias está más allá del control del individuo: el niño es un objeto del objeto que le ofrecen. Así aprende rápidamente que lo que tiene que desear es una posesión, un objeto que es cualquiera porque su valor es en tanto recompensa.

Este mecanismo se repite en el futuro en forma de premios que el individuo se auto-otorga en tanto la ocasión lo amerite: cuando algo le salió muy bien, cuando algo le salió muy mal, porque está muy triste, porque está muy contento, porque trabajó duro y merece algo especial.

La autora observa que a pesar de esfuerzos tentativos de los padres por reducir las «malas conductas» de los niños a través de recompensas (una escapada a la juguetería, una visita a la heladería), estas estrategias resultan en última instancia inefectivas. No es sino esclareciendo las verdaderas causas que originan la «mala conducta» y enfocándose en el malestar del niño que se logra algún tipo de mejoría.

Muchos de los padres que fueron entrevistados reconocieron tener gran dificultad en negar a sus niños las nuevas posesiones que éstos reclaman. La autora lo atribuye a lo que llama «parenting by guilt» o criar a los niños a través de la culpa, que seria el resultado de largas horas de trabajo que ambos padres pasan fuera de la casa, que hace que el poco tiempo que se pasa con el niño sea un tiempo en el que se quieren evitar los conflictos y el decir que «No».

…el tipo de motivación que guía al individuo materialista y lo lleva a preguntarse «What’s in it for me?», expresión americana comúnmente utilizada que significa «¿Qué hay allí para mi?» o «¿qué obtengo yo con esto?». Y en ese sentido, es el resultado y no el proceso lo que interesa.

Siguiendo la teoría freudiana, en su libro Los años mágicos Selma Fraiberg comenta respecto a los niños y sus padres: «El niño coopera en su crianza porque desea el amor y la aprobación de sus padres, y experimenta la desaprobación de los padres como una ausencia temporaria de afecto y estima… El niño necesita saber que sus padres no sienten lo mismo hacia él ante toda circunstancia o no tendrá incentivo alguno para alcanzar los ideales que sus padres tienen para él o para restringir su conducta…Podemos ver que los sentimientos de culpa (del niño) son indispensables para el desarrollo de una conciencia moral.»

Según Donna Bee Gates, en la lucha contra el materialismo, se trata de ayudar al niño a aprender a resistir la tentación y posponer la gratificación. Qué difícil se torna esto cuando la culpa queda del lado de los padres y lo que está en juego es un objeto y no el amor.

Notas:
Bibliografía
1. Bee-Gates, Donna: «I want it now», 2006.
2. Fraiberg, Selma H.: «Tha magic years», 1959.

Un comentario

  1. Hola, tengo un niño de 6 años el cual por 3 años fue criado por mis tios, de ellos aprendió a depender de los demás, a que lo material importa más que los sentimientos y que si no se le compra un juguete, simplemente no se le quiere, he tomado la decisión de alejarlo de mi familia porque todos tienen esa educación, y por más que trato de hacerle entender que el mejor premio por portarse bien y trabajar en la escuela, es disfrutar tiempo juntos, abrazarnos, etc. parece no importarle y prefiere no obedecer y cada vez va peor en la escuela, ya no se que hacer, ¿podrían ayudarme o darme algún consejo? gracias.

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