Edición
54

Por qué creemos en las cosas que creemos. Entrevista a Agustina Bazterrica

Miami
Agustina Bazterrica explora en Las indignas el poder de las creencias y la dominación patriarcal en un mundo distópico. A través de un diario íntimo, cuestiona el fanatismo religioso, el control del cuerpo femenino y los conflictos humanos que nos definen.

Las indignas es la novela más reciente de Agustina Bazterrica, una obra que nos sumerge en un convento postapocalíptico donde un grupo de mujeres, organizadas en castas, lucha por la supervivencia. Bajo la férrea autoridad de una monja superiora que obedece a un hombre endiosado, estas mujeres se acechan entre sí, atrapadas en un sistema opresivo.
La narración se desarrolla a través del diario de la protagonista, su única vía de expresión y nuestra única ventana a ese mundo. Escondido entre las telas de su túnica o en los resquicios de su celda, el diario nos revela la vida dentro del convento a través de lo que la protagonista escribe y, aún más, de lo que omite. En sus silencios, en las palabras tachadas y en las frases inconclusas, intuimos la verdadera dimensión de su encierro.
Como lo hizo en Cadáver exquisito, Agustina Bazterrica escoge hablarnos sobre los temas que le preocupan desde un mundo distópico. Construye un universo rico en personajes, escenografías, naturaleza, sonidos y de olores; pero sobre todo repleto de conflictos humanos que nos definen. Como piezas de una obra teatral sus protagonistas se mueven en una trama que nos muestra lo que somos, lo que hacemos y lo que podríamos llegar a ser.
Agustina Bazterrica es licenciada en Artes por la Universidad de Buenos Aires. Su novela Cadáver exquisito ganó el Premio Clarín de Novela en 2017 y fue traducida a 26 idiomas. Las indignas reafirma su talento para construir relatos perturbadores y profundamente humanos.

¿Qué detona que escribas esta novela?

Creo que uno escribe siempre con sus obsesiones. Eso le pasa a muchos escritores y escritoras [sic] que se van transformando, que van tomando distintas dimensiones, distintos colores. Pero por debajo de eso siempre hay algunas obsesiones que se repiten. Entonces, lo que creo que se repite en todos mis libros es la pregunta de por qué creemos en las cosas que creemos, y por qué somos capaces de hacer las cosas que hacemos por lo que creemos.
En el caso de Cadáver exquisito, porque creemos que hay que comer carne humana somos capaces de asesinar y de crear una sociedad caníbal. En el caso de Las indignas, se ve muy claro el núcleo de lo que son las religiones o las sectas o los grupos coercitivos, donde hay una promesa: de un cielo, de un dios, de un beneficio. Y por esas promesas, todas cometen sacrificios, adoran a este dios, que no ven, que no saben dónde está. Estas mujeres están en una situación vulnerable, y los grupos coercitivos te manipulan con el miedo, que es un sentimiento básico del ser humano, porque somos animales. El miedo nos ayuda a sobrevivir. Las indignas pregunta por qué creemos muchas personas en una religión como es el catolicismo, por ejemplo, que es la religión en la que yo me crie.

Has tenido la experiencia de educarte en un colegio católico de niñas regido por monjas alemanas. Las referencias al catolicismo en esta novela son muy claras.

Hay un montón de imágenes que yo planté, digamos, que son referencias al catolicismo. Por ejemplo, San Jorge y el dragón, La Piedad de Miguel Ángel. La experiencia que tuve en ese colegio fue negativa. Hay colegios de monjas que son positivos y hay monjas progresistas, no son todas iguales, pero las monjas alemanas a las que yo fui, fue la doble moral de ama al prójimo como a ti mismo, pero a puertas cerradas no había compañerismo, no había seguridad, era la inquisición. Te controlan tus compañeras, las profesoras, que eran todas mujeres, las monjas y el sacerdote, y después, cuando te ibas a tu casa te controlaba Dios, estabas controlada por todos lados, no tenías escapatoria.

No es que los varones son machistas y las mujeres feministas, reducirlo a eso me parece infantil, es entender que somos personas y, en primer lugar, todas somos machistas porque estamos atravesadas por este sistema, algunas más deconstruidas que otras. Hay mujeres totalmente machistas que defienden el patriarcado y lo siguen perpetuando, y hay hombres que intentan deconstruirse…

Entonces eso hizo que yo viviera toda mi adolescencia con esta sensación permanente de que era una indigna, una puta, siempre estaba sospechada de puta, siempre estaba sospechada de pecadora, de no poder relacionarme con los varones porque siempre el varón era la amenaza que te podía dejar embarazada. Una educación muy restrictiva, muy represora. Igual hoy lo agradezco porque gracias a esa educación, a esa experiencia, soy lo que soy y pude escribir ese libro, creo que surge de ahí. Pero el momento de la chispa fue cuando me invitaron a la Feria de Cusco en el 2018 y fui al Monasterio de Cusco en Perú, ahí me inspiré para escribirlo, ahí se me ocurrió la idea.

Este mundo que describes pone la lámpara sobre la dominación, sobre todo la dominación religiosa, pero la podemos entender también como cualquier otro culto, culto político, cualquier fanatismo. Ahora bien, los cultos religiosos no son exclusivos de mujeres. Entonces, ¿por qué incluir solo mujeres y no también hombres siendo dominados por un culto religioso?

Bueno, porque me interesaba también hacer una crítica al patriarcado, y es como un núcleo pequeño, mínimo, de lo que pasa a nivel global, donde, por ejemplo, todavía hay países donde las mujeres están completamente dominadas. De hecho, ahora en Afganistán las mujeres no pueden hablar en público, ni siquiera entre ellas. Es tratar de seguir pensando en este sistema opresor y de violencias estructurales como es el patriarcado. Me parece una locura que se acepte tan ligeramente que en Argentina se maten mujeres cada cuarenta y ocho horas, que se las viole, que se las viole en grupo, y todavía hay personas que de alguna manera defienden eso, que lo justifican.
No es que los varones son machistas y las mujeres feministas, reducirlo a eso me parece infantil, es entender que somos personas y, en primer lugar, todas somos machistas porque estamos atravesadas por este sistema, algunas más deconstruidas que otras. Hay mujeres totalmente machistas que defienden el patriarcado y lo siguen perpetuando, y hay hombres que intentan deconstruirse, pero a todos y a todas y a todes [sic] nos sale por los poros en algún momento algo de machismo porque lo tenemos naturalizado. Es entender que es un trabajo constante además, porque todo el tiempo los derechos pueden vulnerarse. No porque ya lograste los derechos los vas a tener indefinidamente, sino que es un trabajo constante.

Y es un trabajo constante también el que hace la protagonista. Ella escribe este diario que sabe que es clandestino, lo esconde entre sus fajas, lo esconde debajo del colchón o en las maderas o como pueda. El recurso del diario íntimo es una decisión tuya a la hora de plantearte cómo contar la historia. Así mismo, los recursos de los paréntesis y las palabras tachadas.  A este diario traes también guiños de otros libros y autores: las hogueras de libros remiten a Bradbury, contar historias cada noche alrededor de las hogueras recuerda a Las mil y una noches, y la referencia directa al cuento de los conejitos de Julio Cortázar (Carta a una señorita en París). Cuéntanos más de estas decisiones.

Mira, yo siempre digo que lo más difícil para mí es encontrar cómo contar la historia y el cómo más que el qué es para mí más importante, porque vos esta historia la podés contar desde un narrador omnisciente y es otra novela.  Toda decisión que tomes va a hacer que la novela funcione mejor o peor. Otra cosa es que no hay nada original ya. Todos los escritores y escritoras [sic] lo que hacemos es tomar todo lo que leímos, todo lo que vivimos. En todo caso lo que puede resultar novedoso es la mirada, es cómo lo vas a encarar, es el recorte que vas a hacer, es el registro que vas a usar, hasta dónde vas a contar. Lograr eso es lo más difícil. La novela se me ocurrió en el 2018 y la empecé a escribir en el 2020 porque yo necesito encontrar las piezas clave para entender cómo encararla. Eso me puede llevar años. Una vez que encontré las piezas me siento a escribir y hay una parte que es intuitiva, que es que me dejo llevar, que no lo pienso. Ahí fue cuando surgió esta narradora, con este diario, que en los primeros borradores es súper poético y mucho menos narrado, pero a medida que fui escribiendo se fue abriendo la historia porque yo trabajo mucho con la verosimilitud y es ¿por qué están ahí encerradas? ¿cómo es posible? ¿qué está pasando afuera? No soy una escritora de mapa que planifico todo antes, sino que soy más de brújula que voy encontrando a los personajes y a las cosas. Así fue como surgió el tema de Cortázar, por ejemplo. Cortázar es uno de mis escritores favoritos. Yo vivo con mis maestros y maestras [sic] en la cabeza.

Además del feminismo y el patriarcado, se dejan ver otros temas que te preocupan. La conexión con la naturaleza, por ejemplo. Todo lo verde está detrás de las murallas, el bosque está prohibido, los pájaros ya no cantan.

Sí. Un libro que para mí fue fundamental para escribir Las indignas fue Calibán y la bruja, de Silvia Federici. Es un ensayo que habla de por qué a lo largo de los siglos quemaron a un montón de mujeres acusándolas de brujas. Ahí está la figura del bosque: las mujeres antes tenían un conocimiento ancestral que se lo pasaban de generación en generación con las plantas, con la conexión con la naturaleza, podían curar, podían matar, y ese conocimiento se lo restringieron. Por eso las acusaban de brujas.

A mí me interesa el lector activo, el lector que se pregunta qué está simbolizando ese pájaro muerto que ella describe minuciosamente, qué simbolizan todos los círculos que tiene la novela, las serpientes que aparecen, qué simboliza el ciervo. Todo eso te agranda la novela, si la leés desde ese lugar.

El lugar donde se juntaban en teoría las brujas era en el bosque, entonces el bosque es el lugar de conocimiento ancestral, lugar de solidaridad, de una cuestión de hermandad.  Silvia Federici analiza lo que es la palabra gossip (rumor, en inglés). En un principio era una palabra positiva que hablaba de una comunión entre dos mujeres, de una hermandad, y se fue deformando a lo que sería chisme, rumor, como algo negativo, justamente para ir socavando estos vínculos, estas redes entre las mujeres, porque si vos no tenés contención, tenés que depender de tu marido, tu padre, tu hermano.  Bueno, el bosque tiene que ver con eso, tiene que ver con el inconsciente, tiene que ver con el lugar secreto en el que ellas pueden ser libres tiene que ver con el amor, pero además al final tiene que ver con un lugar sagrado, porque una de las cosas que yo trabajo en la novela es ¿dónde está lo sagrado? ¿está en ese dios o está en la escritura? La escritura como refugio, la escritura como salvación.

Más brevemente en el libro, se hace referencia a un pasado con computadoras, teléfonos celulares, inteligencia artificial. ¿Te preocupa la tecnología? ¿La ves como un recurso más de dominación o como liberación?   

Una de las cosas que yo les digo a los alumnos y alumnas [sic] cuando voy a hablar a escuelas acá en Argentina es que si ellos quieren estar en contra del sistema, lo que tendrían que hacer es amar todos los días de su vida. Porque lo que el sistema te enseña es a odiar. Eso lo ves claramente en las redes: no es un intercambio de ideas, sino que es tener razón.
La tecnología siempre es positiva. Hoy no sé cómo viviríamos sin la tecnología, pero todo en exceso puede resultar un problema y la inteligencia artificial es lo mismo. Hoy estamos viendo recién el nacimiento, el germen, pero no sé hasta dónde puede llegar.  Si bien no era el tema, porque no soy experta y porque quizás no es una de mis obsesiones, me parecía importante pincelarlo ahí, dejarlo ahí, latente, porque también una de las cosas que yo digo en algunos clubes de lectura, es que hay lectores que quieren más con este libro que les parece que la historia les queda corta, en realidad lo que pasa con el libro es que  elegí una narradora que no es omnisciente, que no tiene que saber todo, que no debería saber todo, porque sería inverosímil, y que está escribiendo un diario clandestino. No puede escribir un diario de mil setecientas páginas. No voy a dar información para rellenar páginas, porque a mí me interesa el lector activo, el lector que se pregunta qué está simbolizando ese pájaro muerto que ella describe minuciosamente, qué simbolizan todos los círculos que tiene la novela, las serpientes que aparecen, qué simboliza el ciervo. Todo eso te agranda la novela si la leés desde ese lugar. Es la idea también del diario íntimo. lo que está en el diario íntimo y lo que no está porque no lo conoce quien escribe el diario.

Agustina, ¿Hay algo que tú quisieras destacar de Las indignas?

Una de las cosas que yo trabajo en Las indignas es sobre la energía del amor, como energía universal, no solo el amor romántico entre los personajes, sino el amor, y nunca uso la palabra amor, porque si bien yo no creo en las religiones, sí creo que hay un misterio, un dios, diosa o como lo quieras llamar, que somos todos desprendimientos de esa energía, los animales, la naturaleza y los humanos. Y cuando vos te relacionás con otro humano, con un animal o con la naturaleza, te estás comunicando con esa energía, con Dios. Y eso es lo que intenté trabajar en la novela.

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