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Edición
03

Pasiones de las civitas

Editorial
Miami
Las pasiones del alma se presentan como pasiones de las civitas [1]. ¿Cuáles son las pasiones de la civitas en la era de la globalización?
Algunos de los nombres son violencia, déficit de atención, adicciones, depresión.

Estos modos de padecimiento no son enteramente novedosos, ya se supo de ellos a lo largo de la historia, pero lo nuevo es que hoy se extienden masivamente y se presentan a edades cada vez más tempranas.

La masacre de Columbine Hight School, en Colorado, es el caso que inaugura la serie de violencia en las escuelas. Ocurrió en l999, y el school – shooting se ha ido multiplicando a escala global a lo largo de estos años. Este episodio negro ha sido el hito que marca un antes y un después, a partir de él comenzó a ser inquietante enviar un niño a la escuela. Allí, había entrado el crimen.

El pasado mes de Enero, en Fort Lauderdale, USA, tres jóvenes de 17 y 18 años, fueron arrestados por matar a un vagabundo.

Una filmación tomada por una cámara de seguridad, no arroja dudas sobre los culpables, y el seguimiento de las pistas que se hallaron dejó saber que el hecho no era la primera vez que ocurría. Tampoco la última, ya que al parecer esa misma noche, después del crimen, habrían continuado sus ataques lastimando a otro desamparado que tuvo que ser hospitalizados por varios días.

Cunde el desconcierto porque se trataba de tres chicos comunes, de clase media alta y, según sus compañeros y vecinos, nada en ellos alertaba sobre su comportamiento. Eran chicos deportistas, expresivos y populares entre sus pares. No venían de un hogar disfuncional e inclusive fueron las propias familias las que entregaron a los adolescentes a una estación de policía.

Se trataba de un pequeño grupo de jóvenes que se reunía, armado con bates de béisbol y palos de golf, para atacar vagabundos. No se encuentran razones para el ataque más que entender que formaba parte de un estilo de vida.

Desde el inicio de los tiempos la violencia y la crueldad han formado parte de lo humano, sin embargo hoy acudimos a una escena donde la barbarie se propaga y en las nuevas generaciones es protagonizada a una edad cada vez más temprana.

La violencia que siempre se ha mantenido en el corazón de los hombres, hoy se extiende y alcanza a los jóvenes, también al niño, haciéndolo victima de abuso o ejecutor violento entre sus pares.

Es un momento en que advertimos que los adolescentes hoy se enredan tanto en los nudos del amor como en el de la muerte.

La cultura de los jóvenes contemporáneos también realza un gusto por la estética de la destrucción y la decadencia. Las canciones, las insignias en la moda, sus hábitos de consumo, los llamados deportes extremos y las diversiones que practican –donde la vida se arriesga-, no dejan de exaltar la dimensión del mal y un coqueteo con la muerte.

Esta hegemonía de la muerte ha comenzado a brotar a nivel del síntoma social.

El caso de Fort Lauderdale nos vuelve a confrontar al sin sentido de matar. Los adolescentes asesinan repetidamente y sin una causa, es un rasgo que insiste en los acontecimientos.

No todos los jóvenes se ponen en riesgo o se satisfacen en la vía de la violencia, muchos encuentran que hay mejores modos de gozar.

Pero los hechos repetidos donde la destrucción y la muerte toman la escena y la vuelven trágica, nos ponen a pensar.

¿Cuál es la falla que deja a los sujetos de hoy concernidos en el odio?

Se percibe a todo nivel estas nuevas formas de padecimiento y también, por distintos medios, se intenta dar una respuesta, un alivio.

Sin embargo los efectos se propagan dejando al descubierto el poco alcance de muchas soluciones pretendidas.

En el caso de los chicos de la Florida, la pena de muerte esta considerándose como una alternativa, pero ¿será ésa la respuesta que conviene para detener la extensión de la violencia?

Europa también está muy preocupada por el tema y trabaja en la prevención de la delincuencia. Se insiste en una precoz detección de los signos de violencia, los cuales ya podrían evidenciarse a los tres años.

Los informes científicos, por ahora, contribuyen a asegurar un escenario temible. El simple hecho de enviar un niño a la guardería se puede convertir en amenazador, ya que podría ser la ocasión de rodearlo de futuros delincuentes.

De hecho en Argentina hace unos pocos años, ya ocurrió un caso donde un pequeño de 5 años le quitó un muñeco a uno de sus compañeros de clase e intervino la policía y la justicia.

También, en un colegio de St Pittsburg, USA, el año pasado, una niña de cinco años rompió unos papeles y su maestra la denunció a la policía, quien se la llevó esposada.

La violencia es un nuevo síntoma social del que se ocupan las fuerzas del orden público y también la psiquiatría.

Al igual que lo que confirma la historia de los desordenes por déficit de atención e hiperactividad, puede estimarse que los niños violentos serán diagnosticados cada vez a edad mas temprana y consecuentemente medicados.

La historia del ADHD nos deja ver que el aumento del uso de las drogas, si bien atenúa algunos efectos, propicia la toxicomanía infantil y no disminuye el crecimiento del trastorno.

Las pretendidas soluciones no alcanzan a localizar la dimensión de la causa.

El odio que arraiga la violencia, la pasión por la ignorancia que yace bajo el síntoma del déficit de atención, el cortocircuito del goce toxicómano que pretende alcanzar la satisfacción sin rodeos, nos deja observar la forma que toman las pasiones para el hombre posmoderno. También revelan que hoy falla la función de los ideales que han sido tradición otras épocas.

En la actualidad el amor, el amor al saber, el amor al prójimo y también el amor a la vida aparecen devaluados.

Pero los ideales no pueden mantenerse a perpetuidad. Los ideales cambian cuando cambia la escena del mundo.

En el escenario contemporáneo siempre hay un nuevo objeto que se promete para la “satisfacción”, situación que cada tanto nos deja tener un buen encuentro pero que muchas veces tan solo somete al ideal de lo nuevo, empujando al consumo voraz.

Hoy se consume información, mucha más de la que es necesaria. Sin embargo, esta acumulación no asegura que se propicie el saber. En realidad, el hombre de hoy no parece estar muy interesado en el verdadero saber, no hay demasiado tiempo para pensar, además no es del todo necesario que el sujeto sepa porque el saber ya se ha acomodado en algún repliegue del discurso de la ciencia. Solo hay que extender la mano y consumirlo.

En cuanto al amor, ¿podría decirse que está bajo amenaza de consumirse? Los altos índices de divorcio y de nuevos casamientos en la sociedad americana, nos dejan pensar que el partener puede incluirse dentro de los objetos de consumo. Hoy los hombres y las mujeres parecen mostrarse mas interesados en reclamar por sus derechos para conseguir aquello que les dará la satisfacción, que a dar lo que no se tiene, es decir amar.

Cuando los objetos se cristalizan solamente para ser consumidos y no se marcan por el deseo, entendido como lo que hace falta para cada quien, esos objetos no se alcanzan a significar de la buena manera.

En este modo de funcionamiento, lo esencial queda depreciado, los objetos pierden su valor porque no se los desea realmente, se vuelven impostura de un deseo. Los sujetos no se causan realmente.

Hubo un tiempo, donde la adolescencia se teñía de incertidumbre frente a los enigmas del amor…

Pero el amor a contrapelo de lo que los ideales de hoy parecen ordenar, tiene como condición de existencia una dimensión de un don y una falta. El amor es dar lo que no se tiene a quien no lo es, cada quien tendrá que arreglárselas con eso.

Podríamos decir quizás que nuestros héroes posmodernos alcanzan su destino trágico porque se yerra la vía del amor.

Cuando la satisfacción no se alcanza en la escala invertida de la ley del deseo, resta la tragedia.

Notas:
[1] [2] Ciudad

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