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Edición
03

El Inconsciente creador

Buenos Aires
Plantear el acto creador no a partir de la nada sino como un acto que contornea la nada haciendo surgir un objeto alejado de la necesidad de uso, coloca aparte el arte social que, voluntariamente, pone en forma artística las ideas. Sin saberlo, cuestión que da su valor al acto, el sujeto crea y se desprende de algo que justamente por ser perdible, separable, se torna apreciable. El artista puede inclusive encontrarse con un producto que no le guste, pero hay algo que se satisface en ese objeto y que lo trasciende. Tampoco puede explicar lo que ha creado porque lo que escapa a su saber opera como causa de su obra.

…»hay una tensión entre ser creativo, o sea no pensar, y vivir la vida de un ciudadano en la que uno tiene que pensar.» Harold Pinter, dramaturgo, premio Nobel de Literatura

«El acto creativo surge al hacer algo con lo que ya esta ahí dado. Al establecer una nueva combinatoria significante aparece un producto nuevo».

Pensar o no pensar, ésa es la cuestión. Se podría situar el acto creativo entre la pulsión y el síntoma. Se trata de no pensar pero lo que produce el inconciente son sus formaciones: actos fallidos, sueños, síntomas.

El síntoma, según Freud, es una satisfacción sustitutiva. Es innegable que en el acto artístico hay satisfacción de la pulsión pero ¿hay creación?

Partamos de su definición más ortodoxa: crear es sacar algo de la nada. Es la forma que toma, para la Iglesia católica la obra de Dios, su creación: ex nihilo. De la nada el Creador crea todo. He aquí la oposición que da lugar al mundo, a su existencia como tal.

No le es dado al ser humano esa posibilidad.

Más bien el inconciente opera por combinatoria, mediante desplazamientos y condensaciones lo que puede dar lugar a lo nuevo. Una combinatoria diferente de significantes.

En un artículo publicado en Cartela [1] escribía: «El acto creativo surge al hacer algo con lo que ya esta ahí dado. Al establecer una nueva combinatoria significante aparece un producto nuevo».

Pinter define la creación del lado del «no pienso». Otros artistas la han considerado como fruto del esfuerzo: el 90% de transpiración.

A la manera, entonces, de un acto fallido, el acto creador sitúa al sujeto como extranjero respecto al objeto, en cierta medida no lo reconoce como propio.

Es evidente que el trabajo implica pensar. Inclusive, algunos, consideran el trabajo casi como una rutina que es, por otra parte, el nombre que toma para algunos cómicos su función.

De modo que la inspiración y el encuentro con las musas han dejado paso a una especie de esfuerzo voluntario por trasmitir a otros su obra, bajo la forma de ideas puestas en forma «artística». Es el arte social.

Partamos de una base: el arte supone la creación y, en este caso, es, como indica Lacan en el seminario de La ética el hacer con el vacío. Pero el vacío no es la nada.
Transcribo un nuevo párrafo del artículo de Cartela citado anteriormente:
En la creación artística, entonces,… «se trata de contornear esa nada para que surja el objeto alejado de la necesidad de su uso».
No obstante Pinter es preciso cuando diferencia la creación del ser y éste del vivir, ser creativo lo equipara a no pensar.
Se puede, entonces, sostener que el inconciente trabaja y produce goce. Su discurso así lo indica:

S1 S2,
a (como producto )
Y este goce como satisfacción se liga a un objeto que es la obra de arte o la creación artística, pero allí, se juega el ser.
Ser de goce, me parece que el sujeto se topa con la obra, con el producto terminado. No porque no sea a veces fruto de su trabajo o de su esfuerzo, sino porque no se trata de una linealidad entre su deseo y aquello que, finalmente, obtiene como producto final.
Es posible, inclusive, que no le guste lo que encuentra pero hay algo que se satisface en ese objeto y que lo trasciende.
A la manera, entonces, de un acto fallido, el acto creador sitúa al sujeto como extranjero respecto al objeto, en cierta medida no lo reconoce como propio.
Se escucha a los escritores decir que sus personajes no les pertenecen, que se le imponen, a otros artistas que la obra hace su propio camino, que tiene vida propia como los hijos, etc.

…»el artista no puede explicar su creación y aún cuando lo intente, como Dalí, siempre hay algo que escapa a su decir, un resto innombrable que opera como causa».

Estas formas de separación con el producto nos permiten inferir que, como también concluyo en ese artículo señalado «el artista no puede explicar su creación y aún cuando lo intente, como Dalí, siempre hay algo que escapa a su decir, un resto innombrable que opera como causa».
Presentado en la Jornada de AIAP el 12 de noviembre de 2005 en Buenos Aires, Centro Cultural Borges.

Mirta Vazquez de Teitelbaum. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la AMP. Psicoanalista argentina.

Notas:
[1] Cartela revista de IAP Interacción de Arte y Psicoanálisis.

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