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In Treatment, la serie de televisión Israelí que acaparó la audiencia de este pequeño pero complejo país (¿cual otro podría haberla producido?) se presenta en versión Americana y Americanizada, capturando igualmente audiencias locales. Producida principalmente por Rodrigo García (hijo de Gabriel García Márquez y productor de otras importantes series como «Six Feet Under») y Hagai Levi (creador de la serie Israelí), ha recibido elogios por parte de los medios de comunicación más importantes de los dos países como Yediot Aharonot, The Jerusalem Report, The New York Times, The Chicago Tribune y otros. La serie se presenta por un espacio de media hora diaria, de lunes a jueves, mostrando las sesiones de cuatro pacientes diferentes frente a su psicoanalista, Paul Westwood, y los viernes, las sesiones del mismo Paul con su propia analista.
Se podría decir que en este caso la palabra adquiere un papel fundamental, toma un lugar privilegiado sobre la imagen, la palabra se convierte en ese efecto especial que permite transparentar lo que hay de oculto en el interior de los personajes, lo que cuesta tanto descubrir, aquello que no se quiere o no se puede revelar.
¿Qué es lo que atrapa de esta serie? ¿Por qué logra cautivar de maneras tan disímiles a audiencias que se mueven desde el rango más intelectual hasta los menos letrados?
El fenómeno In Treatment podría analizarse desde distintos puntos de vista. Desde el ángulo de lo que representa una serie de televisión podría decirse que se lleva todos los créditos. A pesar de que la escenografía se limita casi exclusivamente a un consultorio y el interlocutor es siempre el mismo personaje, el psicoterapeuta Paul, en quien esta básicamente centrada la serie, a pesar de carecer de todos los efectos que caracterizan normalmente los programas de televisión, no parece aburrir sino todo lo contrario, cautiva al espectador.
Se podría decir que en este caso la palabra adquiere un papel fundamental, toma un lugar privilegiado sobre la imagen, la palabra se convierte en ese efecto especial que permite transparentar lo que hay de oculto en el interior de los personajes, lo que cuesta tanto descubrir, aquello que no se quiere o no se puede revelar.
La ambientación resulta tan cautivadora que el espectador casi se siente parte de cada sesión. La manera pausada como se va soltando la información en cada uno de los casos, crea la expectativa necesaria para continuar al próximo episodio. Es tal vez la identificación que siente el espectador con todo lo que allí se cuece, entre Paul y sus pacientes o clientes (que no se consideran pacientes sino amigos ante el público), lo que aferra de esta manera, o dicho de otra forma, es el deseo humano de hurgar en la vida del otro como instrumento para entender la vida propia, como manera de buscarle solución a problemas similares lo que en ultimas, hace sentar a esperar el gran final.
En la sociedad del espectáculo, la frontera entre lo público y lo privado ha perdido densidad. Hubo un momento donde lo más propio de cada uno se resguardaba en el ámbito de lo íntimo. Hoy esa intimidad se valora cuando pasa a las pantallas. Por eso podría decirse que In Treatment tiene tantos elementos de «reality show» como muchos de los que realmente se reconocen como tal. Podría decirse que se encuentra a mitad de camino entre la ficción y el «reality show», haciendo uso de los beneficios que cada uno de estos géneros pueda aportar.
Otro aspecto que puede notarse, es la capacidad que tiene la serie de desmitificar muchos prejuicios que rodean a la terapia psicológica a nivel de la gran masa. No solamente se da a ver lo que sucede en el seno de una sesión de análisis sino que también se muestra al psicoanalista en su intimidad. A pesar de que se exhibe poco sobre la vida privada de Paul, la serie revela mucho, exponiéndolo como un ser humano cualquiera, capaz de cometer errores, con sentimientos que a veces logran dominar la razón, con una vida familiar como la de sus pacientes, con la necesidad de hacer el mismo sus sesiones de análisis (que bien podrían equipararse a la confesión). In treatment reduce al psicoterapeuta a un simple receptor de mirada inteligente, con su costado vulnerable que no lo diferencia de sus pacientes.
Por eso podría decirse que In Treatment tiene tantos elementos de reality show como muchos de los que realmente se reconocen como tal. Podría decirse que se encuentra a mitad de camino entre la ficción y el reality show, haciendo uso de los beneficios que cada uno de estos géneros pueda aportar.
Por eso podría decirse que In Treatment tiene tantos elementos de reality show como muchos de los que realmente se reconocen como tal. Podría decirse que se encuentra a mitad de camino entre la ficción y el reality show, haciendo uso de los beneficios que cada uno de estos géneros pueda aportar.
Si alguna vez el imaginario social hizo que el psicoanalista se eleve entre los humanos, In Treatment hace descender al mito acercándolo definitivamente a lo terrenal. Pasando por alto las controversias a las que esta serie dio lugar, en especial las que giran alrededor de si Paul Westwood es un digno practicante del psicoanálisis o si se trata de una psicoterapia más ecléctica, lo cierto es que quien conduce el proceso terapéutico en la serie no resulta dueño de la verdad absoluta, ni es un paradigma de salud mental; tampoco se muestra como el poseedor de soluciones a los conflictos de sus pacientes o clientes. Lo que es insoslayable es que se trata de un ser humano más, que al propiciar el uso de los beneficios de la palabra hablada como terapista, logra abrir caminos de comprensión a los conflictos y sufrimientos que a otros incumben.
El formato con que se maneja la serie, mostrando un caso por día, y cada día de la semana el mismo caso, lo hace más convincente y más cercano a la realidad, lo mismo que los pequeños escapes de la cámara antes y después de cada sesión. Aunque algunos casos tienen más elementos de dramatización y otros resultan más realistas, todos son casos posibles y con algún elemento de identificación por parte del espectador. De hecho muchos episodios de la serie se están pasando y discutiendo en clase a nivel de facultades de Psicología, y hay perspectivas de que la serie continúe con nuevos casos en un futuro próximo.
Artículo realizado en colaboración con Alejandra Czarny.
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