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Más allá de los momentos estelares, de los eventos que deslumbran y atraen a las multitudes, de los novelistas consagrados internacionalmente y los Premios Nobel, en la Feria del Libro de Guadalajara también hay momentos para dejarse sorprender con voces nuevas que surgen en la literatura y con pequeños tesoros literarios, como La composición de la sal, ganadora del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez en su versión 2015.
Narran situaciones cotidianas, donde aparentemente no pasa nada, pero desembocan en finales inesperados, abiertos, que dejan al lector con una sensación de profunda sorpresa e incomodidad.
A su autora, la boliviana Magela Baudoin, le gusta jugar con el lector, incomodarlo, desplazarlo de su zona de confort, engañarlo, pero lo hace con tanta habilidad, que éste acepta ser engañado. Su obra permite múltiples lecturas. Evoca sin explicar y, como en la metáfora de Hemingway sobre la escritura del relato breve, lo que calla es más de lo que dice.
Magela trabaja en varios planos, varios pliegues, varios niveles, con la alegoría, con lecturas simbólicas. Sus cuentos nacen, a veces, casi como una canción de cuna o un cuento de hadas. Nos hablan del amor y de los abuelos, de la mirada de los padres, de migraciones y traslados. Pueden llevarnos a La Paz, Buenos Aires, París, Barcelona, o a las profundidades bolivianas en busca de la sanación ancestral de los kallawayas. Narran situaciones cotidianas, donde aparentemente no pasa nada, pero desembocan en finales inesperados, abiertos, que dejan al lector con una sensación de profunda sorpresa e incomodidad. La autora invita, o más bien, le exige al lector, a completar la trama, indagar en su propio pasado, a convertirse en cómplice y descubrir los códigos y trampas que le permitan comprender y apoderarse de su propuesta literaria.
Durante la presentación de su libro en Guadalajara, estuvo acompañada por Alberto Manguel, director de la Biblioteca Nacional de Argentina y presidente del jurado que le otorgó el premio, en Cartagena, unos meses antes. Quizás la clave para apreciar mejor la narrativa de Magela Baudoin nos la da el propio Manguel, en el prólogo a la edición mexicana del libro, cuando recuerda que Borges, maestro del cuento, observó que quizás el hecho estético fuese ‘la inminencia de una revelación que no se produce’. Esta calidad de promesa postergada define la delicada narrativa de Magela Baudoin.
Periodista, escritora y profesora universitaria, Baudoin nació en Venezuela en 1973, pero la mayor parte de su vida y su carrera literaria ha transcurrido en Bolivia, en donde vive actualmente. Además de La composición de la sal, (2015), es autora del libro de entrevistas Mujeres de Costado (2010), y de la novela El sonido de la H, ganadora del Premio Nacional de Novela (2014).
Tuve oportunidad de conversar con ella al finalizar su presentación.
¿Cómo es tu relación con la literatura?
De la literatura siempre digo que realmente no hice nada para merecerla, ella estaba ahí. Mis padres eran estudiantes y tenían una vida muy precaria. Lo único que había en mi casa eran libros y muy pocos muebles. Mi primer contacto con los libros fue el juego…. hacía torres, castillos. Más tarde exploré, con mis hermanos, los libros de medicina de mi madre, que es médico, con sus imágenes de enfermedades, muy perturbadoras y alucinantes. Me acuerdo de uno en especial, donde descubrí la lepra, con imágenes impresionantes de cómo esta enfermedad se come la carne.
el más importante de esos espacios es el espacio lúdico, el tiempo que paso construyendo trampas, sembrando el silencio u otro tipo de claves, en comunión con ese lector, que en el fondo es el tipo de lector que creo que soy
La literatura, en mi caso, ha sido una búsqueda vital y no podía haber seguido viviendo si no llegaba a ella. Eso es algo literal, no es una metáfora.
¿Por qué y para quién escribes?
Cuando escribo, busco sanarme. Pretendo, en mis libros, que una imagen diga mucho. Que el lector sea capaz de comprender la pobreza, la magnitud de una tragedia, la desesperación, con una imagen.
La literatura yo la vivo en el juego, la vivo en un espacio doloroso también, ahí donde uno se derrama y toca sus huesos, y también en un espacio cognoscitivo donde mi yo periodista está presente. Pero el más importante de esos espacios es el espacio lúdico, el tiempo que paso construyendo trampas, sembrando el silencio u otro tipo de claves, en comunión con ese lector, que en el fondo es el tipo de lector que creo que soy: un lector lento, inteligente, consciente de su inocencia, que tiene que volver atrás, a ver las cosas que se ha perdido, que sabe que, eventualmente, le están tendiendo trampas, entonces, es capaz de rayar lo escrito con tal de encontrar las pistas sueltas y los objetos ocultos. Para ese tipo de lector escribo y con él estoy jugando.
Esta forma de escribir en capas, en niveles, ¿es intencional, eres consciente de esto cuando escribes?
No siempre. Yo si trato de escamotear, quizá es mi raíz o mi relación con la poesía la que está jugando ahí, eludir y aludir, pero sin duda, algunas veces uno no es consciente de lo que termina ocurriendo.
¿Qué representa García Márquez en tu vida literaria? ¿Quiénes otros influyeron en ti, no necesariamente en tu forma de escribir, sino en lo que tú has leído y lo que eres como lectora?
A García Márquez lo amé desde un principio. Es parte de mi educación sentimental, una puerta grande de invitación a la literatura. Lo leí de muy chica, como un acto de rebeldía contra mi abuela, a quien no le gustaba por la cantidad de groserías que usaba. Lo he releído muchas veces y, como escritora, encuentro allí claves importantes.
La sal es una metáfora poética de la vida, de la composición de los personajes y, probablemente, de mi composición como escritora también.
Cortázar decía que la novela gana por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut. ¿Qué es el cuento para Magela Baudoin?
La fuerza evocativa del cuento es muy poderosa. Puede ser una brújula, como en Borges, o un espejo, como en Clarice Lispector. Yo diría que es una saeta muy veloz envenenada de humanidad.
Muchos lo consideran un género menor. No lo creo. El cuento es un género que tiene una precisión suiza, un montaje muy delicado. A mí me gustan los géneros fulminantes, como el cuento y la poesía, que tienen una concentración y una potencia capaz de movilizar al lector en un espacio muy corto.
En algún momento has dicho que los cuentos te vienen como destellos, de pronto de la memoria o de la realidad. Cuando el cuento llega, ¿cuánto tardas tú en plasmarlo?
Mucho tiempo. No soy una escritora rápida. Puedo pasarme meses, o años incluso, trabajando un cuento. Yo siempre estoy
me di cuenta que esa atmósfera incómoda, un poco tragicómica y épica, esa ambivalencia química que estaba cruzando todo, sería la que envolvería todo el libro.
¿Qué representa la sal en tu vida?
La sal es una metáfora poética de la vida, de la composición de los personajes y, probablemente, de mi composición como escritora también. Es un elemento mineral ambivalente, ese elemento químico primordial, neutro en relación a otros elementos, que puede a la vez sanar, curar, o lastimar, avivar las heridas, lacerar y, eventualmente, incluso matar. A los esclavos de la Antigüedad, por ejemplo, les echaban sal sobre las heridas para lastimarlos. Esta idea poética es la que construye todo. La sal aparece, en los cuentos, como esencia contradictoria de la vida.
En La composición de la sal, cuento que le da el nombre al libro, hay una metáfora de convertir el llanto, el sudor, esos líquidos salados que tenemos, en algo vital. ¿De dónde nace este cuento?
El cuento, que dediqué a mis padres, nació de una imagen que me cautivó y me sigue cautivando por su belleza, de un hombre viejo – que era mi padre – que lloraba sin poder contenerse. A esta imagen se suma un cartel que encontré en uno de mis viajes, en el centro de Quito, que decía “Se cura el espanto, se dan baños de alegría”. A mí me parecía que había una conexión mágica entre las dos cosas y, es en la búsqueda del origen de su llanto, explorando en el agua, en el mar, que este hombre encuentra la clave: el llanto se cura dándose un baño de mar. Receta que resulta imposible para un boliviano. No tenemos mar.
Sólo después que lo escribí entendí que yo había mezclado política en el cuento y es que todos nuestros problemas nacionales tienen que ver con recuperar el mar. Para los bolivianos, todo se resolvería si recuperáramos el mar. Primero vino esa contradicción y esa exploración, cómo este hombre se reconstruye, cómo su proeza personal era contener esa agua y, como todos sabemos, el agua no se puede contener.
En tu libro hay una pluralidad de voces, de temas, un universo complejo y, a primera vista, los cuentos parecieran no tener nada en común. ¿Qué es lo que le da coherencia a estas historias en su conjunto?
Mientras escribía el cuento La composición de la sal me di cuenta que esa atmósfera incómoda, un poco tragicómica y épica, esa ambivalencia química que estaba cruzando todo, sería la que envolvería todo el libro. Me gustaba la imagen de que la sal, un elemento aparentemente corriente, implicara tantas cosas. Como te decía hace un momento,
Pero es un premio y trato de verlo como no más que eso. Prefiero no creérmelo tanto y volver a escribir, que es el lugar donde se puede honrar mejor una situación extraordinaria como ésta que hoy estoy viviendo.
¿Qué significa este premio para ti y para Bolivia?
No puedo hablar en nombre de Bolivia, realmente. Aun así, siento que este premio le abre las puertas a la literatura boliviana. Nuestros libros son poco visitados y reconocidos y, sin embargo, tenemos grandes escritores como Ricardo Jaimes Freyre, fundador del modernismo junto a Rubén Darío, y que por ser boliviano, es desconocido.
Sin duda es incontrovertible la magnitud, la importancia de este premio, el más importante para el género del cuento en nuestra lengua y esto ha supuesto una difusión muy grande del libro en toda América Latina y en Europa. Va a publicarse el próximo año en los Estados Unidos. Pero es un premio y trato de verlo como no más que eso. Prefiero no creérmelo tanto y volver a escribir, que es el lugar donde se puede honrar mejor una situación extraordinaria como ésta que hoy estoy viviendo.
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Un comentario
Clarita tienes una pluma exquisita. La forma como enfocaste la entrevista a la autora de «La Composicio’n de la Sal » me persuade a leer el libro.