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Edición
09

La actualidad del inconsciente

Buenos Aires
El psicoanálisis, nacido a finales de 1800, siempre atravesó obstáculos para su aceptación tanto en la comunicad científica como en la sociedad. Sin duda las épocas cambiaron y hoy son otros los reclamos que se le hacen. En el último tiempo algunas publicaciones se han dedicado a argumentar invalidando al psicoanálisis. ¿Qué es lo que se critica? ¿Está pasado de moda? Hay alternativas más científicas que lo superan? Pero por sobre todo, ¿por qué es necesario pronunciarse sobre su falta de eficacia? En un dialogo con la Dra.Kait se sitúa el marco actual, el modo en que es tratado el sufrimiento del hombre contemporáneo y la singularidad que aloja el discurso analítico.

En un diálogo con Letra Urbana, la Doctora Graciela Kait, se prestó a reflexionar acerca de la situación actual del psicoanálisis. Este tema, de acuerdo a las notas de tapa de importantes revistas y a los libros publicados en el último tiempo, viene planteándose como un debate en la cultura. Esta conversación, con interesantes rodeos, esclarece las coordenadas que sostienen las creencias actuales respecto al modo de abordar el sufrimiento humano. A la vez, revisa la estructura del ser hablante, lo más esencialmente humano que hay que considerar para proponer una real intervención sobre el padecer.

Creer que el psicoanálisis es un instrumento que se aplica a todos por igual, esto sí es la muerte del psicoanálisis. Reducir el psicoanálisis a un instrumento que habiéndoselo aprendido a utilizar sólo se trataría de aplicarlo universalmente cada vez según ese modo aprehendido, es hacer de él una letra muerta, un dogma a repetir y cumplir; y por sobre todo, es lo que patentiza que no se ha entendido para nada aquello de lo que se trata.

El psicoanálisis desde su nacimiento siempre encontró obstáculos en su camino. ¿Qué características tienen sin embargo, las recientes críticas que se vienen publicando?
Las críticas recientes al psicoanálisis vinieron revestidas de un halo de cientificidad imbuido de la biología, todo esto acompañado de un importante despliegue de la industria del psicofármaco que ofreció una solución química al sufrimiento humano. Se anuncia por doquier que son cada vez más los psicólogos y pacientes que dejan las terapias «tradicionales» así como, cuáles son las pastillas que reemplazan al diván. También se suma el boom de las terapias alternativas de efectos rápidos y más económicos.

Entonces ¿cómo diría usted que se plantea esa tensión entre la vigencia del psicoanálisis y las propuestas actuales de tratamientos supuestamente más rápidos y eficaces?
Entendemos que dicha tensión y el debate que abrió, está teñido por el discurso amo de nuestra época, discurso en el que se entrecruzan la ciencia moderna y el modo de producción capitalista en una disputa por el mercado de la llamada salud mental. Sin lugar a dudas, la polémica [2] está atravesada por cuestiones corporativas y de intereses, siendo los grandes laboratorios farmacológicos los que impulsan terapias que no se detienen en la causalidad del padecimiento. Hay que entender que cuando decimos causalidad, nos referimos a la causalidad inconsciente.

Se acusa al psicoanálisis de rigidez dogmática, de terapia «tradicional», de que no todos los pacientes están dispuestos a invertir el tiempo y el dinero que demanda un psicoanálisis. Se dice que el mercado fue un factor decisivo en el éxodo de pacientes del diván a terapias breves y focalizadas invalidando al psicoanálisis como instrumento terapéutico universal aplicable a todas las patologías mentales y todo esto además, porque las empresas de salud están ávidas de resultados rápidos. También, se escuchó que el psicoanálisis fascinó a la gente que quería libertades sexuales…

Creer que el psicoanálisis es un instrumento que se aplica a todos por igual, esto sí es la muerte del psicoanálisis. Reducir el psicoanálisis a un instrumento que habiéndoselo aprendido a utilizar sólo se trataría de aplicarlo universalmente cada vez según ese modo aprehendido, es hacer de él una letra muerta, un dogma a repetir y cumplir; y por sobre todo, es lo que patentiza que no se ha entendido para nada aquello de lo que se trata. Muy por el contrario el psicoanálisis se opone a cualquier procedimiento universal, como el de la ciencia que procede por leyes generales y uniformiza un «para todos igual» -tal como se deja leer en los manuales de diagnóstico de uso actual donde toda singularidad e insistimos, toda causalidad inconsciente, están borradas.

Que la experiencia analítica tenga una estructura y que el practicante esté formado y sepa hacer ahí, no tiene nada que ver con pensarla como una experiencia tradicional tal como, por ejemplo, se la puede ver en películas o en tiras de humor. Cada inconsciente es singular y solamente por eso, en principio, podemos desterrar el término de tradicional.

A partir de los argumentos que intentan dar por muerto al psicoanálisis ¿qué podría reconsiderarse?
Si interrogamos los argumentos con los que se pretende dar por muerto al psicoanálisis nos surgen algunas preguntas: ¿El psicoanálisis es una terapia tradicional? O aun más, ¿es una terapia?; ¿es lo propio del discurso del analista producir fascinación o dirigirse a liberar la sexualidad?, ¿es la sexualidad aquello de lo que el psicoanálisis se ocupa?, además, ¿a qué se llama libertad sexual?

Que la experiencia analítica tenga una estructura y que el practicante esté formado y sepa hacer ahí, no tiene nada que ver con pensarla como una experiencia tradicional tal como, por ejemplo, se la puede ver en películas o en tiras de humor. Cada inconsciente es singular y solamente por eso, en principio, podemos desterrar el término de tradicional.

Por otra parte, el hecho de que alguien no le suponga al psicoanálisis un saber hacer en el que encontrar una respuesta a su padecer y, por lo tanto no esté dispuesto a dedicar tiempo y dinero para eso optando por alguna solución química o de adiestramiento ¿por qué se cuestionaría al psicoanálisis? Hay múltiples ofertas, nadie está obligado a elegir la experiencia psicoanalítica, cada uno es responsable de su elección y de sus consecuencias.

¿Y si ese cuestionamiento por el tiempo fuera, para seguir a Freud según dice en Análisis terminable e interminable [3], un producto de su época que pretendió adaptar el tiempo del análisis a la prisa de la vida americana y a su prosperidad, es decir, el hombre moderno tomado por la eficacia de la ciencia y las pretensiones de rendimiento en la civilización apresurada, en fin, el hombre moderno tomado en la lógica capitalista? Pregunta, ésta última, de la que se colige que el psicoanálisis no es funcional al sistema.

Y aquí hacen su entrada, las empresas de salud que esperan resultados rápidos porque time is money, porque como toda empresa en este modo de producción debe acumular plusvalía y el psicoanálisis no es un buen negocio, no es rentable. Entonces si este aspecto del amo cínico prevalece, puede atraparnos, ¿fascinarnos quizás?, en una oferta de pastillas mágicas que actuarán sobre nuestro cuerpo como sustancias para prolongar nuestro sueño eterno, ese en el que no somos responsables para nada de nuestro sufrimiento y garantizarse así, gracias a los avances de la ciencia biológica, su abultado bolsillo. Y entonces, las masas humanas podrían instalarse en la debilidad mental, en el sentido de no detenerse ya a pensar.

Lo importante es no ser inocente respecto de las consecuencias que tienen estos avances neurobiológicos a la hora de abordar al ser hablante que, por supuesto, ni siquiera sería responsable de tener el cerebro que tiene. La consecuencia sería entonces, que nuestra humanidad queda reducida a nuestro cerebro, a las sinapsis, a los niveles de hormonas que ascienden o descienden, a los genes que heredamos en gracia o en desgracia.

Escuchamos que el psicoanálisis es obsoleto, ¿podemos pensar que el mayor descubrimiento de este campo, el inconsciente, ya no es vigente?
Para pensar que el inconsciente ya no es vigente, el ser humano debería dejar de ser humano y debería dejar de estar hecho del humus del lenguaje. Para pensar que el inconsciente no es vigente, el ser humano debería, por ejemplo: dejar de soñar, de cometer actos fallidos, de inventar chistes, de tener síntomas que atentan contra su bienestar, síntomas que, en muchos casos, son llevados hasta sus últimas consecuencias acarreando grandes desventajas y pérdidas de todo tipo -amorosas, familiares, económicas, de salud, laborales.

Una manera de abordar al ser humano supone desde ya, una manera de concebir a ese ser humano a partir del discurso o la práctica desde la que se lo aborda. El cuerpo humano de la biología no es el cuerpo libidinal en el que se detiene el psicoanálisis, ese que es capaz de ser tomado en la hipocondría sin ninguna disfunción orgánica. El cuerpo de la biología y sus avances es el que nos anuncian titulares como: La ciencia ya sabe en qué región del cerebro se manifiesta el amor; Científicos proponen cómo calmar el estrés de la convivencia. La clave sería la oxitocina «la hormona del amor», en aerosol calmaría la agresividad; Amor y sexo en polos opuestos del cerebro; Descifran los misterios del sexo en el laboratorio. Los genes dictan la compleja danza de la atracción.

No se trata para nosotros de aceptar o no estos descubrimientos, ni de dirimir quién tiene razón dado que no hay una razón; está la racionalidad de la ciencia y el psicoanálisis que propone la existencia del inconsciente y una lógica del inconsciente. Lo importante es no ser inocente respecto de las consecuencias que tienen estos avances neurobiológicos a la hora de abordar al ser hablante que, por supuesto, ni siquiera sería responsable de tener el cerebro que tiene. La consecuencia sería entonces, que nuestra humanidad queda reducida a nuestro cerebro, a las sinapsis, a los niveles de hormonas que ascienden o descienden, a los genes que heredamos en gracia o en desgracia.

Que el otro sepa lo que es bueno para mí es tanto una versión de la pasión por la ignorancia como del horror al saber.

Y de este modo cuando el profesional escucha lo que un paciente dice, según lo que avalan los avances científicos, el profesional sabe que algo no funciona como debería y su intervención no puede tratarse más que de hacerlo funcionar como corresponde. Es una intervención desde el discurso del amo que apunta a hacer funcionar las cosas. No hay lugar a la pregunta, a la implicación de quien habla, a la posibilidad de inventar otra cosa por parte del que ubica un problema y pone algo de sí -en el sentido de la apuesta- para pegar un salto y pasar a otra cosa. Es una práctica basada en el ejercicio de un poder en el que el otro es el que sabe y sabe lo que es bueno para mí. Que el otro sepa lo que es bueno para mí es tanto una versión de la pasión por la ignorancia como del horror al saber.

¿Qué es el inconsciente?
El inconsciente es un saber que se ignora, un saber que trabaja y del que recibimos sus efectos sin entender su por qué, su causa y más de una vez nos deja perplejos con la insistencia con la que ciertas situaciones por completo displacenteras, se nos repiten en nuestras vidas. El inconsciente es un saber hecho de huellas de lenguaje que nos interroga si es que estamos abiertos a dejarnos sorprender por él. El ser humano es, a diferencia de otros seres vivos, un ser hablante y eso quiere decir que su ser le viene del lenguaje.

El inconsciente es un saber hecho de huellas de lenguaje que nos interroga si es que estamos abiertos a dejarnos sorprender por él. El ser humano es, a diferencia de otros seres vivos, un ser hablante y eso quiere decir que su ser le viene del lenguaje.

El psicoanálisis nace junto al Siglo XX; Freud demuestra la existencia del inconsciente y su estructura de funcionamiento con tres libros contundentes sobre el sueño [4], la psicopatología de la vida cotidiana [5] y el chiste [6]. Con esta demostración introduce una novedad en el campo del conocimiento, en el campo del saber, una novedad que ni la filosofía ni la psiquiatría penetraron porque no se dejaron enseñar por las histéricas, no por incapacidad sino por no estar abiertas a ello por la propia conformación de sus discursos.

La filosofía, que según el mismo Freud en Múltiple interés del psicoanálisis [7],se había ocupado del problema del inconsciente como algo místico, indemostrable, inaprensible y oscuro o identificando lo psíquico con lo consiente. Esto era porque la filosofía en tanto que metafísica, presupone al sujeto del conocimiento. La psiquiatría clínica por su parte, según bien lo afirma Freud en la Lección XVII El sentido de los síntomas [8], prescinde del contenido de los síntomas, es decir, del hecho que los mismos poseen un sentido que se escapa, que está velado y aun más, que posee una causa.

Entonces, el psicoanálisis nace siendo otra cosa que la metafísica y también, se ocupa de esa otra cosa para la que la ciencia médica no tenía respuestas: un desmayo histérico, un síntoma conversivo, un ritual obsesivo repetido incansablemente, un delirio. Si como dijimos antes, al ser humano el ser le viene del lenguaje, la experiencia analítica conmociona a ese ser.

Entonces, el psicoanálisis nace siendo otra cosa que la metafísica y también, se ocupa de esa otra cosa para la que la ciencia médica no tenía respuestas: un desmayo histérico, un síntoma conversivo, un ritual obsesivo repetido incansablemente, un delirio. Si como dijimos antes, al ser humano el ser le viene del lenguaje, la experiencia analítica conmociona a ese ser.

Desde esa perspectiva entonces el inconsciente será siempre algo actual…
Si. Porque, insisto, es constitutivo de lo específicamente humano, es inherente a la condición humana que está hecha de lenguaje; es lo que se precipita en el encuentro del hombre con el lenguaje por el cual el viviente incorpora lo simbólico.

Sin embargo hoy ya no vemos desmayos histéricos como a fines del siglo XIX. ¿De qué modos los analistas se ponen al día para tratar el inconsciente de cada época?
Se ponen al día deteniéndose en los síntomas que se presentan en cada época. Es cierto, hoy en día no se ven prácticamente ataques de histeria a lo Charcot sobre todo en las grandes ciudades. En cambio nos encontramos con la clínica del exceso: comerse todo o no comer nada, adicciones imparables, los llamados por la ciencia ataques de pánico que no son más que un gran desborde de angustia, proliferación de las llamadas enfermedades psicosomáticas, las manifestaciones de violencia a nivel del lazo social. Estas observaciones bien pueden interrogarnos, ¿por qué?, ¿por qué ahora y antes no?

Por lo tanto, el asunto del psicoanálisis no es en absoluto la sexualidad como popularmente se ha creído; el asunto del psicoanálisis es el de la pulsión entendida como la deriva del goce [9] y si se quiere, para aggiornarlo a la época y a cómo ésta incide en la subjetividad, es el problema de la impulsión, eso que corre desenfrenadamente sin tope hacia la propia destrucción y la muerte tan bien ejemplificado en las toxicomanías.
…el asunto del psicoanálisis no es en absoluto la sexualidad como popularmente se ha creído; el asunto del psicoanálisis es el de la pulsión entendida como la deriva del goce y si se quiere, para aggiornarlo a la época y a cómo ésta incide en la subjetividad, es el problema de la impulsión, eso que corre desenfrenadamente sin tope hacia la propia destrucción y la muerte tan bien ejemplificado en las toxicomanías.

¿Es el psicoanálisis una opción para cualquier caso?
Es una opción, en realidad, sólo para aquéllos que eligen transitarla. En sí misma, es una opción para cualquier caso porque no se trata como dijimos de la aplicación de un dogma idéntico a sí mismo en toda circunstancia, sino de qué es lo que el psicoanálisis tiene para decir cada vez, en la singularidad más radical, caso por caso y situación por situación. El analista, en su función, no impone nada, acompaña a cada quien hasta donde quiere llegar, hasta dónde está dispuesto en esta experiencia inédita que es cada viaje analítico. La experiencia analítica es eso, la oportunidad que tiene alguien de tomar otra decisión porque su ser, dijimos, fue conmovido.

De lo que usted dice se desprende la importancia de seguir atentos a la singularidad y a la causalidad del padecimiento. ¿Cómo se diferencia el psicoanálisis de otras alternativas en cuanto a esto?
Una diferencia a destacar es que las psicoterapias intervienen desde el discurso del amo que sabe y da sentido. El psicoanálisis opera desde el deseo del analista, deseo de la diferencia absoluta que no se propone como modelo de nada sino como vacío a partir del cual cada uno podrá interrogar las decisiones tomadas e inventar otras que hagan la vida vivible.

El psicoanálisis no es una experiencia por la que se da sentido, explicaciones, en todo caso, es una experiencia de lectura, de lectura de ese saber que trabaja en el inconsciente. El analista acompaña con sus intervenciones y con su acto ese aprender a leer letras que no es descubrir algo escondido sino que es, sirviéndose de los dichos, del medio que es la palabra, ser incauto del saber que en el lenguaje se desliza; es además, inventar el saber, aquello a lo que Freud llamaba construcción en el análisis, Y es la invención de saber la que produce una contabilización por parte del inconsciente que sobreimprime y tiene por eso mismo un efecto aliviador, efecto que rompe con la inmovilidad de la fijación.

En algún momento usted se refirió a la responsabilidad del sujeto ¿Qué peso adquiere este concepto para el psicoanálisis?
La responsabilidad subjetiva es, para el psicoanálisis, total. Lo que nos ocasiona sufrimiento o lo que nos complica la vida es consecuencia de nuestras propias decisiones aunque las ignoremos, aunque desconozcamos cómo, cuándo, dónde las tomamos. Ellas fueron una manera inadecuada de defendernos de algo, una manera inconsciente que es necesario gastar para pasar a otra cosa y ese es el camino que el psicoanálisis oferta transitar, nadie está obligado, no es mejor, no es peor, es otra cosa que cualquier oferta «psi».

¿Cómo entiende el psicoanálisis lo que es un síntoma?
Un síntoma es un modo de sufrimiento que conlleva una satisfacción. Sin embargo se trata de una satisfacción que no debe equipararse con nada agradable o placentero. En el síntoma ya no se trata del lenguaje objetivado de la ciencia sino de la invención más singular del ser hablante una invención que se construye por caminos que el yo ignora completamente, no solo ignora sino que además, el yo no quiere saber. Hasta se puede decir que hay una relación directamente proporcional entre la pasión por la ignorancia y la insistencia repetitiva del síntoma, cuanto más nos negamos a detenernos en nuestro síntoma más éste se hará oír. La economía libidinal y sus síntomas modelan al cuerpo, lo conforma.

¿Por qué será que en USA los autores del psicoanálisis le interesan más a la gente de las letras que a los que estudian en el campo de la salud mental?
En el citado suplemento del 14 de septiembre de 2005 del diario La Nación, apareció un extenso artículo del filósofo danés Mikkel Borch-Jacobsen quien nos anunciaba fatídicamente que el psicoanálisis va a desaparecer y que en los EEUU está completamente tachado de los departamentos de psiquiatría y psicología de todas las universidades, con la curiosidad de que sólo persiste allí en los departamentos de literatura gracias, seguramente, a Lacan y a la admiración que despierta en los medios literarios estadounidenses.

En el síntoma ya no se trata del lenguaje objetivado de la ciencia sino de la invención más singular del ser hablante una invención que se construye por caminos que el yo ignora completamente, no solo ignora sino que además, el yo no quiere saber.

Justamente por esto, nos resultó más que interesante el comentario malicioso de M. Borch Jacobsen respecto de que el psicoanálisis en los EEUU está fuera de los circuitos científicos y circula por lo departamentos de literatura. La gente de letras debe tener un presentimiento de aquello de lo que se trata, un presentimiento del psicoanálisis a la manera en la que Lacan dijo que en Heidegger había un presentimiento tal. Quizás hayan sido permeables a los jeroglíficos de Freud que era menester descifrar a la manera de Champollion o a las primeras caracterizaciones de Lacan sobre el síntoma como escrito sobre la arena de la carne, o cuando dice que el síntoma puede leerse porque está inscripto en un proceso de escritura.

¿Cómo cree que es el porvenir del psicoanálisis?
Para responder a esta pregunta quisiera citar un párrafo de Freud: No creemos deseable, en efecto, que el psicoanálisis sea devorado por la Medicina y encuentre su última morada en los textos de la Psiquiatría, capítulo sobre la terapia, y entre métodos tales como la sugestión hipnótica, la autosugestión y la persuasión, que extraídos de nuestra ignorancia, deben sus efectos, poco duraderos, a la pereza y la cobardía de las masas humanas. Merece mejor suerte y hemos de esperar que la logre. [10]

Entonces, ¿el psicoanálisis tiene que aggiornarse a la pereza y a la cobardía de las masas humanas?
Claro que no, es más, es el discurso que apareció en el mundo para acompañar a un despertar porque alguien estuvo atento y sensible, Freud, lo estuvo a lo que las histéricas le enseñaban. O tal como dice Lacan en el Epílogo [11] del Seminario XI, es la posibilidad de …un decir menos tonto… contando con ese nuevo discurso que es el del analista.

Notas:
[2] .Diario La Nación del domingo 14 -9-2005 y del 7-5-2006. Buenos Aires, Argentina.
[3] .Freud, S.: «Análisis terminable e interminable» en O. C. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid, 1973.
[4] .Freud, S.: «La interpretación de los sueños» en O. C. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid, 1973.
[5] .Freud, S.: «Psicopatología de la vida cotidiana» en O. C. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid, 1973.
[6] .Freud, S.: «El chiste…» en O. C. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid, 1973.
[7] .Freud, S.: «Múltiple interés…» en O. C. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid, 1973.
[8] .Freud, S.: «Lección XVII El sentido de los síntomas» en O. C. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid, 1973.
[9] .Lacan, J.: Seminario XX Aun. Ed. Paidós. Bs. As., 1985.
[10] .Op. cit.; pág. 2952.
[11] .Lacan, J.: Seminario XI Los cuatro conceptos.Ed. Paidós. Bs. As., 1987; pág. 290.

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