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Edición
29

Entre el poder y la libertad, aquel viejo conflicto

Tucumán
Reflexiones sobre Tiempos Turbulentos, el libro de Daniel Dessein[1]
Guillermo Ignacio, presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas; Carlos Jornet, compilador del libro y director del diario La Voz del Interior; Fernando Laborada, editorialista del diario La Nación; y Gustavo González, editor ejecutivo del Grupo Perfil,coautores de Tiempos Turbulentos

El poder –lazo originario entre  dioses y  hombres– forma parte de la condición humana. El poder pide más poder. Cuando se lo ejerce en plenitud surge –inevitablemente– su contracara: la falta de libertad del otro. ¿Cómo engarzar ambas potencialidades humanas? ¿Cómo poner límites a un poderoso para que el individuo pueda gozar su libertad?. La filosofía se ha ocupado largamente del asunto. Pensadores del siglo XVIII como Malebranche, Spinoza o Leibniz debatieron el tema y  señalaban alarmados –tratando de dar respuestas acordes a la Teología cristiana–,  hasta dónde el infinito poder  divino dejaba un resquicio para el ejercicio de la libertad humana. Judas fue el ejemplo: Dios sabía que la traición se consumaría. Dado su inmenso poder ¿por qué no le impidió llevarla a cabo? ¿Judas fue libre?. Silencio por toda respuesta.

un claro testimonio del pensamiento de gente formada a nivel de excelencia,  con criterios propios que experimenta la pérdida de la libertad de expresión.

 Ahora bien, no voy a hablar de  filosofía aquí  sino a mostrar un asunto –sin duda de raigambre filosófica– en este juego entre el poder –cualquiera sea su signo: militar, religioso, económico o político– y la libertad del individuo, como el eje del discurso que estructura un valioso libro publicado recientemente: Tiempos Turbulentos. Medios y libertad de expresión en la Argentina de hoy[2].

Coraje, es la primera idea que viene a la mente tras su lectura. Es un claro testimonio del pensamiento de gente formada a nivel de excelencia,  con criterios propios que experimenta la pérdida de la libertad de expresión. Convocados por dos abogados miembros de ADEPA  (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) este conjunto de intelectuales, periodistas, politólogos y juristas, invitan a una profunda reflexión sobre la libertad de prensa en la Argentina de hoy.

Naturalmente, hablar de libertad de prensa, de libertad de opinión, de libertad de pensamiento es hablar, simplemente, de “libertad”. Y la libertad, inevitablemente, colisiona con el poder. Siempre fue así y lo seguirá siendo; está en el corazón de la  condición humana su apego al poder. Y el poder, cuando no tiene límites, destruye. El exceso de poder colisiona con la libertad.  Y, a su vez,  sin  libertad –base de la dignidad humana y  sustento de toda sociedad democrática– no será posible vivir juntos.

la libertad, inevitablemente, colisiona con el poder.

La Argentina ha recuperado su democracia hace poco tiempo.

Tiempos Violentos
Tiempos Turbulentos

Las democracias en América Latina son frágiles por muchas razones, pero sobre todo porque  son sociedades nuevas que no confían en sí mismas ni en sus instituciones y –a menudo– todavía buscan un sujeto  providencial que la ordene y salve de sus problemas estructurales (exclusión, pobreza, analfabetismo, inseguridad, corrupción, etc.) con un acto de poder y voluntarismo.

Así, la sociedad queda librada al arbitrio de un dudoso “líder” que ha sido investido de un  poder sin fisuras.

La censura –el abuso de poder–, ha representado a la largo de la historia de la humanidad un profundo y solapado  agravio a la condición humana. Hoy ha regresado a la Argentina bajo la forma de un gobierno autoritario y con fuertes rasgos de arbitrariedad,   al menos así lo perciben este grupo de intelectuales que denuncian en todos los tonos –y con datos ciertos– el atropello sobre la libertad de expresión.  El poder se acrecienta con el “secreto” sobre lo público, la injuria del oponente político, la falta de transparencia en los actos de gobierno, las actitudes ambiguas. El silencio permite la manipulación y manipular es ejercer el poder.

La ideología puede ser devastadora porque no da lugar a los matices del pensamiento.

  En este contexto aparece también el llamado “periodismo militante”, presente en la Argentina y en  Latinoamérica de hoy. Ser militante significa estar al servicio de “algunas” ideas, sólo algunas,  que clausuran los criterios propios del sujeto y le impiden pensar por sí mismo. Si bien el poder tiene varias maneras de manifestarse, quizás una de las más dañinas y tramposa –por su sutileza– sea la ideológica. Como se sabe, la mirada del ideólogo está inevitablemente teñida de parcialidad. Cualquier mirada lo está, sin duda, pero la diferencia reside en que cada uno acepte su propia parcialidad y ejerza la tolerancia con las ideas ajenas; el diálogo, el debate, sirven para eso. La ideología puede ser devastadora porque no da lugar a los matices del pensamiento.

Invito a la lectura de este libro que nos permite acercarnos a una  realidad vigente en Latinoamérica hoy; en sus páginas se ofrecen para ser pensadas y debatidas –con libertad– un conjunto de reflexiones lúcidas  y pertinentes para el momento actual de la Argentina. En el eterno  juego entre el poder y la libertad, debe terciar la ética, reinar la tolerancia y respetarse la dignidad del ciudadano: en una palabra, modos posibles y civilizados de poner límites al poder. Estos textos lo dejan muy en claro.

 


[1] Director de la Gaceta Literaria de Tucumán, Vice presidente de ADEPA

[2] Carlos Jornet/ Daniel Dessein (Comps) Ed. Ariel, Adepa, Bs. As.2014

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