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Foto: LetraUrbana
En el marco del Carnaval de las Artes, realizado el pasado mes de febrero en Barranquilla, Colombia, y bajo el sugestivo título de Un chocolate con Laura Esquivel se presentó la reconocida escritora mexicana, autora del best seller mundial Como agua para chocolate, en diálogo con el narrador colombiano Santiago Gamboa. Letra Urbana tuvo la oportunidad de conversar con ella al finalizar su presentación.
Laura Esquivel nació en la Ciudad de México. Maravillada desde siempre por el contacto con los niños, se dedicó a la docencia antes de escribir obras de teatro infantil y guiones de cine. Fue precisamente buscando escribir el guión ideal, al que pudiera llamar propio, en el cual no intervinieran directores, editores o productores, que surgió Como agua para chocolate, su primera novela, que narra la historia de un amor imposible e imperecedero que transcurre en medio de recetas e ingredientes, ollas y sartenes, en un ámbito tradicionalmente femenino: la cocina y sus misterios.
Como agua para chocolate, su primera novela, que narra la historia de un amor imposible e imperecedero que transcurre en medio de…la cocina y sus misterios.
Como agua para chocolate se publicó en 1989 y fue llevada a la pantalla por su entonces esposo Alfonso Aráu en 1992 siendo galardonada con 10 premios Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Tanto el libro como la película han sido traducidos a más de 30 idiomas, alcanzando el éxito en lugares tan diversos como Japón y los Países Escandinavos.
A pesar de que han pasado más de 20 años desde la publicación de ésta, su primera novela, Laura Esquivel sigue sorprendida del éxito de esta obra, pionera de la llamada literatura culinaria o la cocina ficción.
Esquivel considera que en su obra, más que realismo mágico, emplea una literatura mágica o la magia directa, donde combina lo sobrenatural con lo mundano, creando una atmósfera muy particular donde la cocina se transforma en el centro de la casa y de su historia.
En 1994 le fue concedido en los Estados Unidos el Premio ABBY (American Bookseller Book of the Year), siendo la primera escritora extranjera en recibir este galardón.
Como agua para chocolate es su libro más conocido, pero no es el único. Nos gustaría que nos cuente un poquito sobre sus otros escritos.
Entre las novelas están, además de Como agua para chocolate, La ley del amor, Tan veloz como el deseo, y Malinche – y ahora estoy escribiendo otra. Aparte tengo un cuento para niños que se llama Estrellita marinera, tengo el libro de Intimas suculencias que es un tratado filosófico de cocina y también El libro de las emociones un ensayo donde analizo que es una emoción, cuáles son las que sanan, cuáles enferman y luego analizo el poder de la palabra y de la imagen para generarlas; y en ese sentido se puede hablar de la existencia de una literatura, y también un tipo de cine, que sana y otro que enferma.
Entiendo que La ley del amor es un libro que también marcó un hito en la literatura y que fue muy original..
El lector entraba no solo a través de los ojos, sino que todo el cuerpo se ponía en juego… vamos a sacar una versión para iPad, espero que ya pronto la tengamos.
Sí. La ley del amor, que se publicó en 1995, fue la primera novela multimedia, el primer libro que se entregaba con un CD. Inicialmente cuando salió fue un shock para la gente que esperaba Como agua para chocolate 2 y yo les salí con una novela de ciencia ficción, que sucede en el año 2.200, donde hay partes del libro que se narran con comics mientras uno está escuchando arias de ópera. Pero conforme han pasado los años se ha convertido en un libro casi de punto y lo andan buscando porque el que dibujó el comic Miguel Ángel Prado, es muy reconocido. En ese momento a mí me faltó la tecnología del iPad. En determinado momento, el protagonista hace regresiones a vidas pasadas y el detonador para viajar en el tiempo es la música, son las arias de amor de Puccini. Entonces para mí era muy importante sincronizar la imagen con el sonido para lograr todo un impacto y una de las nuevas narrativas: el lector entraba no solo a través de los ojos, sino que todo el cuerpo se ponía en juego y tú como lector te enterabas al mismo tiempo que el protagonista de lo que él estaba viendo y escuchando. Ahorita vamos a sacar una versión para iPad, espero que ya pronto la tengamos.
¿Qué te ha dado la vida entre tu primera obra que fue Como agua para chocolate y lo último en lo que estás trabajando?
Bueno, pues ha sido un trabajo muy intenso de trasformación continua de mi vida y acompañada siempre por la creación literaria; la búsqueda interna se va reflejando siempre afuera en los temas que abordas, cómo los abordas, cómo los desarrollas y es una retroalimentación continua. Como agua para chocolate sigue siendo mi maestra a pesar de que ya pasaron más de 20 años, porque sigo aprendiendo del fenómeno de Como agua para chocolate. Al principio me preguntaban muchas cosas que yo no tenía la menor idea ¿por qué el éxito?, he ido desarrollando todo un discurso pero, de pronto el mismo discurso se ve rebasado por lo que sigue pasando con Como agua para chocolate entonces ya no te lo explicas ¿no?
¿Cómo vas creando y dando vida a tus personajes?
La primera pregunta que hago para desarrollarlo es ¿a qué le tiene miedo mi personaje?
Mira, la primera pregunta que hago para desarrollarlo es ¿a qué le tiene miedo mi personaje? Porque ésa va a ser la clave para desarrollarlo dramáticamente – dependiendo de lo que son tus miedos son las actividades que eliges hacer o no hacer, la forma en que te relacionas con el mundo es obviamente para mí, el camino que yo quiero transitar con el protagonista hacia la liberación de ese miedo. Yo sostengo que el arte es liberador del miedo o no es arte. Entonces de eso se trata, de cómo tú cruzas, o deshaces, o enfrentas los miedos en tu vida porque atrás de cada miedo está el amor, la energía amorosa. Ése es el obstáculo que tú tienes que vencer para alcanzar el amor.
Pero, puede ser miedo al amor mismo…
En nuestras sociedades le tenemos miedo al amor y amor al miedo,…¿por qué le tengo miedo y por qué digo que busco amor para no encontrarlo?
Por supuesto, en nuestras sociedades le tenemos miedo al amor y amor al miedo, entonces ese es el problema, ¿por qué le tengo miedo y por qué digo que busco amor para no encontrarlo? Porque le tengo mucho miedo. Ése es el juego en el que generalmente nos enfrascamos, tanto hombres como mujeres.
¿Y los niños?
Los niños lo van aprendiendo por nosotros, pero la verdad en ellos fluye. A mí me maravilla el contacto con los niños porque tú los ves, yo ahorita lo estoy viendo de nuevo con mi nieto, como nacen sin miedo y se van, más bien como los vamos, llenando; y también ellos empiezan relacionándose con los demás de una manera libre, fresca, bella y poco a poco se van aislando, ensuciando, ocultando, escondiendo, rechazando… es increíble.
¿Qué sientes cuando terminas una novela?
Un alivio increíble, porque de pronto hay algunas que trabajas en ella por mucho tiempo y ya quieres terminar y no terminas…
Como escritora, ¿eres muy metódica y meticulosa o fresca y rápida?
Foto: LetraUrbana
Soy fresca y rápida. Mira, si leo Como agua para chocolate, o si tú lo lees, vas a ver que no es perfecta. Yo me acuerdo mucho que yo tenía una maestra de literatura dramática, entonces ella muy amorosa me dijo un día. “¿Ya acabaste tu novela? Enséñamela”, se la di y nunca le pedí su opinión, nunca le dije “oiga, corríjame mi novela”. Me la regresó y cada página era como si tuviera sarampión, con correcciones en rojito…
Obviamente no le hice caso absolutamente a ninguna de sus correcciones, ¡y tenía razón! Si yo le hubiera hecho caso hubiera quedado perfecta, pero hubiera perdido frescura, yo defiendo eso, a como dé lugar. Si tú la perfeccionas y le das la vuelta se pierde la intención primera. La gente siente esa energía, por ejemplo, este cuento que compartí en escena lo escribí en una tarde y si me siento a corregirlo pues seguro que lo puedo mejorar diez mil veces. Pero ve cómo funciona, fluye porque hay una emoción que lo acompaña entonces si yo me pongo a buscar una palabra más sofisticada o mejor, ya no funciona.
En tus obras, ¿buscas un balance entre la historia paralela y la de tus personajes?
Me centro siempre en mi protagonista, la verdad la voy siguiendo a ella, la voy acompañando, veo qué le sucede y por qué le sucede. Además, como vengo del cine y del teatro, la estructura dramática es básica para mí. Lo otro es simplemente circunstancial.
Tus historias, ¿pueden trascurrir en cualquier lugar, o tiene que ser en México?
La sorpresa inicial fue que uno de los primeros lugares donde Como agua para chocolate se convirtió en un boom, fue en los países nórdicos. Creo que esto se debió a que yo ponía a los lectores en contacto con un mundo que de pronto ellos, en el desarrollo y en la modernidad, estaban perdiendo, pero la verdad no sé. Lo que si te puedo decir que en Noruega, en Japón, en la Patagonia o dondequiera que voy hay una frase que es recurrente que me dicen: “usted no tiene idea de cómo me acordé de la cocina de mi abuela” y, no tiene nada que ver con México, ni con los ingredientes ni con la receta, ni con nada; es con ese paraíso de la abuela y lo que sucede con esa matriz que es la cocina es como un espacio sagrado. Es un laboratorio de magia, de alquimia. A los lectores pareciera que no les importa, ni siquiera conocen los platillos o los ingredientes, lo que les importa es la sensación de la relación con ese espacio. Eso es lo que me sigue enseñando Como agua para chocolate, cosas que de pronto uno no entiende.
Una de las frases que utilizas es uno es lo que come, con quien lo come y cómo lo come. Quisiera que nos hablaras de la importancia de la cocina en tu vida, en tu casa familiar, por qué la consideras el centro de la casa
Desde niña, yo estaba allí con mi mamá. Si me preguntas por mi mamá yo la imagino en la cocina, era siempre su lugar de acción. Todo sucedía en la cocina, las visitas llegaban a la cocina, todos nos sentábamos, platicábamos, era el medio donde yo empecé a enterarme de cómo era el mundo. Y sobre todo, escuché muchas historias de mujeres.
Y todo era de la manera más natural como si no se estuviera haciendo nada, como si en verdad en este espacio uno no tuviera conocimiento, lengua, patria, realmente de una manera natural.
Ahí es cuando descubro que uno cuando cocina nunca está tan solo como cree, igual que cuando escribe o cuando compone.
Yo soy de la generación de los ´70s, de esta generación que pensaba que en la casa no pasaba nada, que teníamos que salir, estar con los amigos, y todas las cosas por las que valía la pena luchar estaban afuera y yo, por muchos años, dejé la cocina de lado, no me interesaba, no era importante. Volví a ella cuando tuve a mi hija, cuando nace Sandra yo quería que se alimentara con los mismos platos con los que yo crecí. Y de pronto ya no me acordaba como se hacían, cómo es que Mamá lo hace, qué se le pone, entonces intenté recuperar la memoria por mí misma y ahí es cuando descubro que uno cuando cocina nunca está tan solo como cree, igual que cuando escribe o cuando compone.
Había una atmósfera, también unas presencias que yo recupero y ¡era con tanto placer! Tenía ganas de compartirle a todo el mundo oigan estamos equivocadas compañeras, la cocina es un lugar maravilloso es un laboratorio de alquimia un centro no sólo de conocimiento, es de placer de vida. Yo estaba encantada y ahí es donde surge la primera idea de lo que quería hablar de lo que yo quería contar. Me llevó algunos años estructurarlo y finalmente sale Como agua para chocolate y yo nunca me imaginé lo que iba a pasar.
Parece que siempre se regresa a Como agua para chocolate. Me gustaría entonces terminar por el principio, que nos contaras algunas anécdotas en torno a esta novela.
Esta novela siempre ha estado rodeada de, llamémosle, cierta magia que yo nunca pude entender. No me imaginé que se iba a publicar. Yo sólo quería contar algo que no podía hacerlo desde el cine. Una amiga mía la lleva al editor de Planeta, él la leyó en un fin de semana, le encantó, y ese mismo viernes ya estábamos firmando el contrato. En esa época no se hacían campañas publicitarias como ahora sino de boca en boca y en menos de un mes ya estaba agotada la primera edición. Como agua para chocolate ha sido muy especial desde el momento de escribirla, está muy relacionada a mi vida personal y familiar y representa muchas cosas, también la película.
Entiendo que fue también una experiencia muy conmovedora…
Las primeras funciones de la película eran muy intensas para mí, fue muy fuerte la cuestión de renacer, de haber vuelto – después de la severa trombosis cerebral que sufrí. Te voy a platicar una cosa que pasó durante la filmación. Estábamos en el norte en el desierto, como a unos 20 km del pueblito más cercano, y de pronto a la mitad de la filmación a mí me dio una trombosis cerebral. Cuando abrí los ojos no podía hablar y vi a mi hija angustiada, me acuerdo que pedí ayuda, dije no me quiero ir, no me quiero morir y escuché dentro de la cabeza, no a través de los oídos, aquí estamos contigo no te va a pasar nada, tranquila y me dejé ir de nuevo. Tres semanas después cuando regresé a la filmación, no encontré el desierto con sus cactus tal como cuando me fui, cuando volví habían floreado. Iba por las calles y pensaba ¡esto no puede ser! Llegamos a donde estaba la casa que se construyó y salieron los actores y todo mundo a recibirme. En el momento que bajo de la camioneta que me llevaba empieza la lluvia. Estaba la casa, los actores y un arco iris rodea todo. ¡Tengo la foto de ese día de cuando la vida me dio una bienvenida bellísima!
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