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Por primera vez desde que asisto al festival de cine de Sundance me veo confrontada a un estado de tensión atípico. Una minuciosa inspección que comprendía detectores de metales y revisión de carteras y objetos personales provocaba no solo sorpresa sino una gran tristeza y desilusión. El personal y equipo de seguridad que presentaba el recinto, curiosamente el Temple Theater, que el resto del año funciona como Sinagoga, era fuera de lo común. Se trataba de la premier del documental “After Tiller” que maneja la temática del aborto en etapas avanzadas del embarazo.
Resulta curioso que en el país más democrático del mundo, el hecho de expresar una idea asociada a la libertad de tomar decisiones personales represente una actividad de alto riesgo. Y si se trata de una expresión artística, resulta todavía más absurdo. Pero la realidad es que a pesar del ambiente relajado que normalmente rodea este festival, la temática del aborto resulta tan delicada y a la vez tan drástica, que puede provocar muy fácilmente reacciones encontradas y violentas.
After Tiller es un documental que trata la temática del aborto partiendo de la muerte del Doctor George Tiller, en Kansas ,en el año 2009. Para refrescar un poco los hechos, Tiller fue asesinado en el momento en que salía de la iglesia después de un servicio religioso al que solía asistir con regularidad. Era uno de los pocos médicos que realizaban abortos pasado el primer trimestre de embarazo. Después de su muerte, quedan solo cuatro médicos que realizan abortos tardíos en Estados Unidos, a pesar de los riesgos que ello implica. Estos son el Doctor LeRoy Carhart, de Nebraska, el Dr Warren Hem, de Colorado y las doctoras Susan Robinson y Shelley Sella, que viajan a una clínica en New Mexico.
Cada caso que se presenta en la práctica de estos valientes profesionales parece estar arriesgando los pocos logros de la legislación actual.
Empecemos por aclarar que cuando se habla del aborto, se está hablando de un procedimiento que nadie quiere tener. No constituye, ni medica ni moralmente, un procedimiento de elección. Cuando se realiza es porque no hay otra alternativa posible. Aun los defensores del procedimiento en los casos en que se requiere, lo consideran como un último recurso, doloroso para todas las partes involucradas.
El aborto fue legalizado en Estados unidos en el año 1973 después del famoso caso Roe contra Wade, cuando la Corte Suprema aprobó el aborto inducido o terminación voluntaria del embarazo siempre y cuando se realice durante el primer trimestre, que es el plazo en el cual el feto no es todavía viable fuera del útero. En el mismo año, después del caso Doe contra Bolton, se estableció igualmente que el aborto inducido debe ser legal cuando sea necesario proteger la salud de la mujer. El derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo se enmarca dentro del derecho a la libre elección, el derecho a la privacidad e intimidad, que se deriva de la Decimocuarta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos.
Sin embargo las cosas no funcionan tan matemáticamente. Como lo muestra este documental donde se presentan testimonios desgarradores, narrados por caras anónimas, con una cámara centrada en manos nerviosas expresando el desespero, hay situaciones que se salen de las manos y los embarazos pueden presentar riesgo para la salud de la madre y del hijo, mucho más allá del primer trimestre. Es así como nos confrontamos con hombres y mujeres que con voces quebrantadas relatan cómo descubrieron que su hijo no nacido aun presenta una enfermedad grave o una condición que reducirá no solo su propia calidad de vida sino la de padres y muchas veces hermanos que dependen del trabajo y el salario de ambos padres.
Es allí cuando la mujer desesperada ante el descubrimiento de esta realidad se ve forzada a acudir a la ayuda que solo prestan en este momento en el país estos cuatro personajes. Ellos son cercanos al Dr Tiller en vida y cercanos en todo momento por la proximidad a la muerte que los acompaña a diario, al haberse convertido en el objetivo número uno de los militantes del movimiento extremista pro-life, el mismo responsable de la muerte de Tiller.
Estos cuatro profesionales de la salud han ubicado sus prácticas en Nebraska, New México y Colorado, tres de los nueve estados que permiten interrupción del embarazo después de 25 semanas. A pesar de que el aborto terminal constituye solo el 1% de los abortos practicados en Estados Unidos, el debate y la controversia que ha ocasionado resulta absolutamente desproporcionado y falto de sentido. Y cada caso que se presenta en la práctica de estos valientes profesionales parece estar arriesgando los pocos logros de la legislación actual.
El documental, el primero dirigido por Martha Shane y Lana Wilson, muestra el día a día de estos cuatro doctores y algunos de los casos a los que se ven confrontados para poder realizar un procedimiento, que ante los ojos de los fanáticos puede ser un asesinato, pero que para ellos constituye el salvar una vida.
Se puede decir que el documental logra captar la complejidad del problema bajo diferentes puntos de vista y ,al explorar con objetividad la situación del diario vivir de estos profesionales, el espectador no solo se encuentra frente a una información nueva sino que se siente forzado a analizar, a juzgar, a identificarse y a compadecer.
Como menciona Dr Sella, la única solución es continuar informando y continuar dialogando pues “solo cuando se entienda lo que está experimentando la mujer será posible apoyarla”
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