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Edición
15

Slow Food Una reconexión con la tierra y con la vida

Miami
Slow food es un movimiento que propone quitar el pie del acelerador de la vida diaria para devolvernos a la tierra y el arraigo. El patrimonio cultural es su preocupación primordial y su filosofía, invita a los placeres de la mesa, reflexiona sobre las formas de producción de los alimentos y sobre el elemento humano que los produce.

Este apóstol mundial del buen alimento, defiende el placer de comer y exalta la biodiversidad.

Horrorizado ante la inminente apertura del primer McDonald’s italiano en la Piazza di Spagna, en pleno centro histórico de Roma, Carlo Petrini, acompañado por diversos exponentes de la cultura y de la farándula romana, organizó en 1986 una manifestación de rechazo ante semejante sacrilegio. Hasta entonces conocido solamente por sus artículos sobre temas culinarios en la prensa local, Petrini pasó a ser una figura prominente en el mundo entero. Esta marcha plantó la piedra inaugural del Movimiento Internacional Slow Food (Comida Lenta) que contrapuesto a fast food (comida rápida o comida chatarra), según lo dice Petrini, propicia la comida «buena, sana y justa». Este apóstol mundial del buen alimento, defiende el placer de comery exalta la biodiversidad. Petrini es un visionario capaz de analizar y sintetizar como nadie la problemática de la alimentación, no sólo en lo que se refiere al gusto y al placer de comer, sino también al estudio de las connotaciones políticas, económicas y hasta filosóficas de este acto.

El movimiento Slow Food, hoy convertido en una vasta organización mundial, es uno de los tantos movimientos que han surgido en contraposición a nuestra sociedad computarizada y utilitaria «manejada por los demonios de la velocidad», como la describe Milan Kundera en su libro La Lentitud. La globalización obliga al que trabaja a abandonar sus raíces y costumbres y lo transforma en parte del engranaje del progreso. No hay duda que dicho avance beneficia a sociedades menos desarrolladas, pero el alto costo a pagar – el de renunciar a la pertenencia – es un precio que hoy en día, muchos no aceptan. Es así como en los últimos años ha crecido el interés en regresar a lo básico, como lo prueba el creciente número de adeptos a los distintos movimientos inspirados en la filosofía oriental que promueven volver a lo esencial, dejando atrás el frenesí, la superficialidad y la velocidad vertiginosa de la vida moderna.

Los ritmos naturales han guiado la evolución del ser humano por millones de años. Ignorarlos significa confundir la posición del hombre en el universo. Tradicionalmente, las distintas culturas han vivido en armonía con estos ritmos y los han celebrado con ritos y festivales. El consumismo y la persecución obsesiva del éxito económico no admiten distracciones de esta naturaleza. El énfasis en lo regional devuelve al hombre su conexión con la tierra y con la vida.

El patrimonio cultural es preocupación primordial de Slow Food. El movimiento exalta las formas tradicionales de cultivar, preparar, servir y consumir alimentos tradicionales. Al mismo tiempo, invita a los placeres de la mesa, estudia y reflexiona sobre las formas de producción de los alimentos y también sobre el elemento humano que los produce. Esta corriente intenta inspirar al hombre común a pensar sobre el tema alimentario y a asumir una posición proactiva y juiciosa respecto a su producción y consumo.

La globalización obliga al que trabaja a abandonar sus raíces y costumbres y lo transforma en parte del engranaje del progreso.

Otro esfuerzo del movimiento Slow Food es difundir la importancia de la Gastronomía como una ciencia digna de ser profundizada. Con la fundación en 2004 de la Universidad de Ciencias Gastronómicas de Bra, en Piamonte, al norte de Italia, se ha dado el paso inicial. En su programa de estudios se toca todo lo relacionado con la cultura, la ciencia y la historia de la Gastronomía. La UNISG (por sus siglas en italiano) es una institución que intenta reunir la innovación proveniente de la investigación universitaria con los productos tradicionales de granjas y pequeños productores para mejorar su calidad y producción. Es de esperar que este viraje científico del movimiento dé como resultado una mirada fresca y eficiente al tema crucial de la alimentación humana.

Los graduados del programa de tres años estarán preparados para trabajar a nivel internacional en el campo de la producción, el procesamiento, la distribución y la promoción de bebidas y alimentos sanos. Se ofrecen cursos de historia, humanidades, tecnología, economía, administración y comunicación, siempre con la comida como eje central.

El énfasis en lo regional devuelve al hombre su conexión con la tierra y con la vida.

Otros objetivos del movimiento incluyen formar bancos de semillas para preservar y divulgar alimentos que, siendo típicos de una cierta región, pueden ser trasladados a otra de características similares. Se intenta también promover «la educación del gusto» mediante la organización de festivales de comidas regionales. Se forman lobbies para que la granja familiar tenga una voz fuerte en los programa gubernamentales de desarrollo, y para que se promueva la enseñanza del cultivo de hortalizas y frutas en las escuelas.

Se busca informar y educar a todos sobre los peligros del consumo de fast food y desenmascarar al tan celebrado agribusiness (agronegocios) como promotor del monocultivo y la especulación. Slow Food alerta a la población respecto a los aspectos negativos de la agricultura que pone énfasis en el beneficio económico y que ignora el impacto que sus prácticas, especialmente el uso irresponsable de pesticidas, tienen en el medio ambiente, los suelos y, especialmente, en la salud de los que trabajan la tierra y en la de los consumidores. También denuncia las condiciones de las granjas de animales, cuyo encierro y hacinamiento convierte en necesario el uso de antibióticos para mantenerlos sanos y promover su crecimiento artificial acelerado.

el 8º Salone Internazionale del Gusto pretende conectar a todos aquéllos que deseen producir alimentos ejemplares y deleitarse con una comida sana, buena y justa.

En la actualidad, el movimiento tiene sedes en 132 países. Cada sede es independiente, con un líder local responsable por la promoción de artesanos, granjeros locales y productores regionales a través de distintos eventos y ferias promocionales. Ya está en gestación el 8º Salone Internazionale del Gusto a realizarse en Turín en Octubre del 2010, un evento internacional organizado por el movimiento Slow Food que pretende conectar a todos aquéllos que deseen producir alimentos ejemplares y deleitarse con una comida sana, buena y justa.

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