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En toda familia donde hay hermanos escuchamos decir: «se viven peleando», «hay momentos que juegan muy bien juntos y en un instante se empiezan a pelear».
Podemos decir que la rivalidad entre hermanos es natural e inevitable, en toda relación fraterna conviven, íntima e inevitablemente, sentimientos agresivos y amorosos.
En esta relación de intimidad y competitividad, los chicos aprenden a relacionarse con sus pares, facilitándose de esta manera el proceso de socialización. Observamos que a medida que van creciendo, la rivalidad se supera dando paso a una mayor unión y amistad.
Los celos entre hermanos pueden comprenderse como una respuesta a una sospechada y potencial amenaza, o al miedo a perder o ver reducidos el cariño y la atención de alguien querido, en este caso, principalmente los padres.
Los celos entre hermanos pueden comprenderse como una respuesta a una sospechada y potencial amenaza, o al miedo a perder o ver reducidos el cariño y la atención de alguien querido, en este caso, principalmente los padres.
El ser humano muestra esencialmente un comportamiento egoísta con todos sus objetos privilegiados de amor, con el tiempo y poco a poco va renunciando a su uso «exclusivo y personal» y accede a tolerar ciertas pérdidas y frustraciones.
En los casos de hijos únicos también hay que tener en cuenta el accionar del complejo fraterno como estructurante de la personalidad ya que en su imaginación aparecen los «hermanos imaginarios» a quienes toma como modelo, como objeto, como auxiliar o rival y pueden o no estar representados por familiares o amigos.
El hermano es un semejante demasiado familiar y la primera aparición de lo extraño en la infancia, fascinante por lo maravilloso y por la inquietante extrañeza de lo ominoso. Lo podríamos representar por el fenómeno del doble, donde el sujeto se ve reflejado, pero donde hay una discordancia entre lo que es y lo reflejado.
¿Qué actitud deben tomar los padres ante las peleas?
Muchas veces observamos ciertas consideraciones especiales otorgadas por los padres a algunos de los involucrados, por ejemplo: «déjalo, que es chiquito», «él es más débil porque tiene asma», «no le pegues que es mujer», etc.
Estos dichos reiterados y repetitivos van conformando la relación entre los hermanos y posicionando a cada uno en un lugar muy difícil de conmover, los hijos responderán de la misma manera como forma de satisfacer «lo que se espera de él» positiva o negativamente. Será un niño malo o un niño enfermo o un niño diez, todas estas valoraciones otorgan al niño una identidad e influye en la relación con sus hermanos.
En ocasiones, observamos cómo uno de los padres o ambos, toman como «hijo preferido» a alguno, porque se le parece o cumple con sus expectativas y el otro queda relegado haciendo el papel del «rebelde o difícil».
Es tarea de los padres fomentar en el hogar el compartir y no el competir, aprender a respetar las diferencias de uno u otro y no hacer comparaciones entre ellos, ya que cada uno tiene sus tiempos, predilecciones y deseos particulares.
Promover un espacio de escucha dentro de la familia donde todos sus miembros tengan la posibilidad de ser escuchados en sus necesidades, favorecerá la unión y respeto entre sus miembros, espacios que en la actualidad se ven obstaculizados por la llegada tarde de los padres de su trabajo, por la cantidad de talleres extracurriculares que hacen los chicos, por la prisa que nos corre, pero que sería valioso detener, hacer una pausa y promover un tiempo de encuentro.
Lo que se transmite de generación en generación debe ser historizado y reconstruido a través de cada generación en oposición a cierto destino familiar, donde habría un sentido coagulado y fijado.
Desde el lugar de los padres, también debemos tener en cuenta en que momento de la pareja y de cada uno de ellos vino cada hijo al mundo ya que tiene incidencia en el lugar que tome esa criatura en el devenir generacional, escuchamos a veces padres que dicen: «pero si los criamos a todos igual, con el mismo cariño, amor…» sin tener en la cuenta, que justamente lo que hace a la diferencia y particularidad es posibilitador y no coagulatorio.
Lo que se transmite de generación en generación debe ser historizado y reconstruido a través de cada generación en oposición a cierto destino familiar, donde habría un sentido coagulado y fijado.
Abandonar el pasado y reencontrarlo con un lugar particular dentro del devenir generacional, será el trabajo a realizar por cada individuo.
“Abstenerse de sexo no es suicida, como lo sería abstenerse del agua o la comida; renunciar a la reproducción y a buscar pareja…con la decisión firme de perseverar en este propósito, produce una serenidad que los lascivos no conocen, o conocen tan solo en la vejez avanzada, cuando hablan aliviados de la paz de los sentidos”.
París de principios del siglo XX atrajo artistas de todo el mundo. Muchos críticos de arte reclamaron el nacionalismo artístico, enfatizando las diferencias entre los locales y autóctonos y los extranjeros… los extraños, entre ellos Picasso, Joan Miró y Marc Chagall.
Una exploración de la lucha interna de las mujeres en una sociedad obsesionada con la juventud. Una obra que desafía las normas estéticas y cuestiona cómo envejecen las mujeres en el imaginario colectivo, usando la estética del horror.
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