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Hoy nos inspiramos con Olivier Grossetête, un artista nacido en París en 1973, vive en Marsella y crea instalaciones alrededor del mundo.
En sus comienzos Olivier realizó collages de documentos administrativos, cheques, tickets de estacionamientos y distintos tipos de cartas y notas con las que creó nuevas realidades y ficciones.
Hoy Olivier es muy bien reconocido por su obra más reciente que consiste en la construcción con cajas de cartón y cinta de pegar para formar distintas estructuras, combinando así la escultura, la arquitectura y la instalación. Otra faceta de su trabajo, acercándolo a la escultura, fue la puesta en marcha de «objetos poéticos». Cada uno operando como un viaje entre sueños, imágenes poéticas y las leyes que gobiernan nuestro mundo.
Olivier Grossetête crea objetos-poéticos, en sitios específicos, que proyectan utopías, sueños e imágenes. Podemos apreciar que su obra se basa en varios principios del arte contemporáneo, y su principal técnica es el upcycle, el suprarreciclaje o también conocido en el mundo del arte como reutilización de productos, materiales de desecho para fabricar nuevas propuestas creativas, con un impacto en la ecología y el medio ambiente. El upcycling es una de las prácticas de la Economía Circular, su diferencia con otros procesos como el reciclaje es que el resultado final es de mayor calidad y valor ecológico; no intenta continuar con modelos lineales, sino que se usan y culminan en un producto creativo alargando así la vida útil del residuo.
Con las Construcciones Participativas Monumentales de Cartón Olivier invita a los habitantes de una ciudad a juntarse para la construcción de un edificio utópico, temporario y sin sentido utilitario en una experiencia artística donde cada uno encuentra su lugar correcto.
Con las Construcciones Participativas Monumentales de Cartón Olivier explora espacios urbanos y nos invita a experimentarlos juntos, donde desde la arquitectura nos acerca la noción de un proyecto social y político. El invita a los habitantes de una ciudad a juntarse para la construcción de un edificio utópico, temporario y sin sentido utilitario en una experiencia artística donde cada uno encuentra su lugar correcto. La construcción de estos edificios ficticios no tiene estructura ni máquinas, solo usa la energía humana. Es así como el artista transmite a través de la obra colectiva un mensaje de unión, en donde esos pasajes o puentes desafían la ley de gravedad, o sus collages niegan el autoritarismo de los símbolos. El trata de revertir, por lo menos simbólicamente, el balance de poder que nos une al mundo y cuestiona nuestros valores y la relación de fuerzas que unen al mundo, cuestionando, por tanto, el valor de nuestros intercambios y nuestras cosas.
El trabajo de Grossetête nos evoca también al Land Art, el arte de la tierra o arte ambiental, una propuesta en la que el paisaje y la obra están estrechamente enlazados. A partir de un lugar en el que Oliver hace su intervención se genera la obra que, como mencionamos, resulta un cruce entre escultura, arquitectura e instalación. Otras veces el arte ambiental es un hibrido entre escultura y arquitectura de paisaje, pero siempre juega un papel cada vez más determinante en el espacio público contemporáneo. Generalmente, las obras se mantienen en el exterior, expuestas a los cambios y a la erosión del entorno natural y por ende algunas de ellas son efímeras, desaparecen, quedando en muchos casos el registro fílmico. Los artistas del Land Art, también exploraron una categoría derivada, las esculturas site-specific, diseñadas para una localidad exterior especifica. En el caso de Olivier es el punto de convergencia de su obra porque viaja alrededor del mundo, colocando estas esculturas en los cinco continentes, dividiendo la construcción en tres etapas importantes.
Varios días antes de la construcción organiza workshops, donde todos son bienvenidos y comparte las técnicas para poner en práctica el proyecto y se ensamblan algunas partes. Estos son momentos de tiempo compartido e intercambio con el público.
La segunda etapa es ya la de la construcción en el sitio específico donde la ciudad ha acordado el lugar para la instalación. A medida que la obra se va haciendo más grande y pesada se necesita más gente, con lo que se genera más interacción entre los participantes. En esta parte del proceso cada uno encuentra su lugar en la obra y se experimenta la fuerte energía colectiva que se mueve como bloques que van encajando para llegar al resultado final.
Por último, viene la etapa de la deconstrucción de la obra, donde luego de tambalearse cae en un momento explosivo en el que todos aportan. Y finalmente, este cartón con forma se convierte, casi, en un montón de cenizas.
Lo que sin duda nos trae Olivier Grossetête es la alegría de participar en su trabajo artístico, donde sentimos un momento de pertenencia a la obra, mientras vivimos la experiencia de jugar seriamente, como lo hacen los niños mientras elaboran y se apropian del mundo.
Una exploración de la lucha interna de las mujeres en una sociedad obsesionada con la juventud. Una obra que desafía las normas estéticas y cuestiona cómo envejecen las mujeres en el imaginario colectivo, usando la estética del horror.
“Abstenerse de sexo no es suicida, como lo sería abstenerse del agua o la comida; renunciar a la reproducción y a buscar pareja…con la decisión firme de perseverar en este propósito, produce una serenidad que los lascivos no conocen, o conocen tan solo en la vejez avanzada, cuando hablan aliviados de la paz de los sentidos”.
¿Nuestras conductas son el resultado predeterminado por la biología y el ambiente que nos toca? El dilema del determinismo está más vigente que nunca.
La misofonía es un trastorno neurológico que provoca una sensibilidad extrema a ciertos sonidos. Los afectados reaccionan con irritación, desconciertan a su entorno y se genera un clima de tensión que afecta la convivencia y relaciones sociales.
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Un comentario
Excelente artículo!
Súper interesante la obra de este artista. Sobre todo por la inclusión del espectador, una forma de interactuar con el otro, desde un lugar lúdico y también responsable.