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En lo obligatorio no hay decisión sino que hay automatismo, se opone a las decisiones humanas.
Este tema constituye una propuesta a realizar una mirada sobre la vida, en alguna medida con el intento de introducir otra mirada.
En primer lugar, hablemos de lo obligatorio. Comencemos por ubicar dos órdenes de efectos respecto de lo obligatorio; por un lado, lo obligatorio hace caer el valor de los objetos y de las acciones y, por otro, la vigencia de lo obligatorio produce un efecto de vaciamiento de la presencia. Es un empuje que vacía el trabajo que se realiza, por eso vacía la presencia del sujeto y tiene que ver con lo inhumano. En lo obligatorio no hay decisión sino que hay automatismo, se opone a las decisiones humanas.
Lo automático –lo que funciona maquinalmente– no pone en juego los recursos del sujeto, los reduce; tiene que ver con lo muerto. El conjunto de decisiones que se van tomando van conformando una vida, se va tomando forma, vamos tomando forma.
Hablemos ahora de lo decidido. Podríamos en principio preguntarnos: ¿con qué se decide?. Con los recursos, es decir, con el capital de cada uno.
A mayor cantidad de decisiones, menos hay de lo obligatorio. El disponer de lo libre, es disponer del movimiento, que haya más de una opción. Esto nos lleva al tema de la libertad, no como ideal sino como la posibilidad de elegir; lo libre como la capacidad de movimiento.
Hablemos ahora de lo decidido. Podríamos en principio preguntarnos: ¿con qué se decide?. Con los recursos, es decir, con el capital de cada uno. Y si decimos que la vida es el conjunto de decisiones de cada uno, debemos dar un paso más y confirmar que con cada decisión se toma forma y se construye un nuevo espacio en el cual vivir. Porque, cada vez que se decide se toca un límite y se abre otro. El límite no es un punto de llegada, se construye paso a paso, salto a salto. Cada decisión es un salto en el que se constituye el sujeto que hay en nosotros y se transforma; decidir es responder. La decisión coincide con el hacer, es realizar. Esto no tiene nada que ver con las intenciones, ya que muchas veces nos encontramos con que el «sí» está por delante del sujeto, pero ahí sólo hay intenciones. La decisión es inconsciente, es consentimiento, es acto, es realización, deseo. Diferenciemos el «quiero», del «deseo». El deseo es realización, no deseo de algo.
Cada decisión es un salto en el que se constituye el sujeto que hay en nosotros y se transforma; decidir es responder. La decisión coincide con el hacer, es realizar. Esto no tiene nada que ver con las intenciones, ya que muchas veces nos encontramos con que el «sí» está por delante del sujeto, pero ahí sólo hay intenciones.
Diferenciemos la elección, de la decisión. La elección es entre opciones, se hace lo uno o lo otro. En cambio, el acto no es entre opciones; sino que está implicado necesariamente en lo que es necesario hacer. En cada acto el sujeto toma forma, toma posición y cae algo. Después se sabe qué pasó, -si se produjo un acto, si hubo o no acontecimiento-, se trata de la lectura de los efectos. Es muy importante avanzar leyendo efectos en vez de saber con anterioridad. Se trata de poder responder, y para ello es necesario el coraje. El coraje es distinto del miedo. Con la cobardía se retrocede, con el coraje se da el paso, atreverse a hacer y a enterarse de qué es lo que se ha hecho.
Consideremos ahora lo admitido, y tengamos en cuenta que un sujeto es responsable desde el principio de su vida. Y bien, ya que hablamos de decisiones, de un sujeto responsable de entrada, digamos que hay decisión desde los primeros años de vida. Estas precoces decisiones tienen que ver con las posiciones asumidas por cada uno en la escena de la vida. Recordemos al «vencido en la escena de dominio», «La víctima del sadismo del otro», «El pegado por el otro», «El eterno excluido de todos los conjuntos», «El o la especial, es decir, la excepción, condenada/o a estar fuera de todo conjunto».
…hay decisión desde los primeros años de vida. Estas precoces decisiones tienen que ver con las posiciones asumidas por cada uno en la escena de la vida. Recordemos al «vencido en la escena de dominio», «La víctima del sadismo del otro», «El pegado por el otro», «El eterno excluido de todos los conjuntos», «El o la especial, es decir, la excepción, condenada/o a estar fuera de todo conjunto».
Esto sería lo que en la propia vida viene decidido tempranamente. El trabajo de que se hace en un psicoanalisis se dirige a poder levantar estas decisiones que no han sido admitidas. Diremos que el trabajo de un análisis empieza por la admisión de estas decisiones y se dirige a su levantamiento; decisiones tomadas y no admitidas. Lo no admitido es el lado oscuro de la vida.
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