Letra Urbana en el Festival de Cine Internacional de Toronto El Cine Argentino en el TIFF

Este año tuve la oportunidad por vez primera, de asistir al Toronto Film Festival, el TIFF, como se le llama comúnmente en la ciudad, tal vez el segundo más grande del mundo después de Cannes, según afirman los canadienses. El ambiente no podía ser mas propicio, desde la infraestructura de la ciudad con sus teatros tradicionales y los multiplex que se acomodan especialmente para el festival, proporcionando variados espacios que aumentan la posibilidad de exponer las películas al multitudinario público, local y extranjero, hasta el clima que pareciera acomodarse especialmente para el evento.

El TIFF cuenta con una programación muy variada que incluye, como en la mayoría de festivales, categorías como Galas, Masters, Presentaciones Especiales, Discovery, Reel to Reel, Vanguard, Categoría Infantil, Mavericks, Contemporary World Cinema, Cortometrajes, Visions, Future Projections, y Midnight Madness, entre otras. La versión número 36 del festival que se exhibió entre el 8 y el 18 de Septiembre contó con 31 Premieres mundiales entre las cuales se encontraron directores como Francis Ford Coppola, Luc Besson, Remi Bezancon, Cameron Crowe, Fernando Meirelles, Nennett Miller, Alexander Payne, Sarah Polley, Magoska Szumowska, Rodrigo García y muchos más, para no mencionar la gama de celebridades presentes. Tuvieron espacio igualmente nombres nuevos y talentos jóvenes aún desconocidos.

Pero voy a concentrarme en reseñar un programa del festival que capturó mi atención y es el llamado City to City, evento que pretende conectar la experiencia urbana con el cine, desarrollando en el público una perspectiva diferente desde la cual analizar no solo una película o un cortometraje, sino también una corriente o un movimiento particular dentro del mundo de la cinematografía.

Esta innovadora iniciativa que tuvo comienzo hace tres años, escogió en primera instancia la ciudad de Tel Aviv en el año 2009, lo cual no dejó de crear una gran controversia política, siguió luego con Estambul en el 2010. Esta vez la seleccionada fue la ciudad de Buenos Aires, que participó con unas diez películas, algunas retrospectivas y otras más recientes.  Los directores y actores, algunos ya reconocidos internacionalmente y otros nombres nuevos, fueron invitados no solo a mostrar su trabajo sino a compartir, a través de paneles de discusión,  experiencias personales con su ciudad de origen y relacionarlas con el cine que están haciendo. En un espacio más íntimo, contaron cuáles han sido sus influencias locales y foráneas y otros detalles un tanto más personales que contribuyeron a la creación de esa obra que compone lo que se llama el Nuevo Cine Argentino.

Según Cameron Bailey, co-director del festival, el cine argentino empezó a “cautivar audiencias internacionales y captar la atención de los críticos desde los años 90, después de haber visto los trabajos de cineastas como Lucrecia Martel, Pablo Trapero, Lisandro Alonso y sus contemporáneos”. Kate Lawrie Van de Ven, programadora de este evento, considera que la ciudad de Buenos Aires “se ha convertido en el siglo XXI en un centro del arte donde la confluencia de talentos tanto externos como internos ha producido una enorme creatividad”.

Entre los directores presentes se encontraba Alison Murray, una canadiense trasplantada a Buenos Aires, que presentó el documental “Los caprichosos de San Telmo”, donde un grupo de músicos callejeros y de extracción popular representan una Murga, ritmo derivado de la ya exterminada población africana que un día pobló la región. Murray cuenta como en una ocasión en que paseaba por el barrio con su hija tratando de hacerla dormir, escuchó un toque de tambores que le llamó la atención y al dirigirse hacia el sitio, se dio cuenta que el eco de la música finalmente había logrado su propósito, es éste el grupo que inspira su película. En esta cinta, la Murga se toma las calles de San Telmo y la percusión y el baile son los que unifican los ánimos de la diversidad de personajes que frecuentan el barrio. También son ellos los que cuentan la historia.

Carlos Sorín, uno de los directores con más trayectoria, juega con un ambiente más íntimo y a la vez más universal en su nueva película “El Gato Desaparece”, un thriller psicológico donde los caracteres se desarrollan y toman papel protagónico utilizando muy pocos elementos externos. “Esta historia podría suceder en cualquier lugar del mundo”, menciona Sorín y sin embargo presenta un tinte muy bonaerense sobre todo cuando se trata de la parte psicológica de los personajes, “si se tiene en cuenta que Buenos Aires es tal vez la ciudad con mas gente analizada, lo cual no se sabe si la hace mas cuerda o mas loca”. Para Sorín es difícil concebir ese concepto del cine argentino y confiesa que se sorprende cuando le dicen cuan argentina resulta su película. “Para mi cine es mi próxima película” comenta, pero al mismo tiempo acepta que “todos estamos influenciados por una misma realidad”. Considera que la producción argentina, al compararla con otras cinematografías periféricas, tiene una particularidad y es la influencia histórica de una ciudad cuya característica más importante es la diversidad, “somos todos distintos; ese es nuestro fuerte y esa es nuestra debilidad…nuestro escrito más importante escribía en ingles!”.

“Mundo Grúa” una película del año ’99, también del consagrado director Pablo Trapero, presenta una mirada muy realista de otra condición urbana, el trabajo. Sin ninguna clase de decorados se centra en la vida de un operador de grúa en la ciudad de Buenos Aires. Este obrero se mueve entre lo que se conoce como el Gran Buenos Aires (los barrios aledaños a la ciudad) y el Buenos Aires mismo, y a través de él, la cinta no solo muestra lo que es la búsqueda de trabajo en la gran urbe, sino también la búsqueda de identidad del individuo que no pertenece y que viene de las afueras. A través de su andar se puede apreciar lo que diferencia a dos regiones de una misma ciudad y como afectan al sujeto que las habita. Trapero reconoce “el poder del cine para mezclar las historias que se cuentan con la realidad del país”.

A pesar de que Buenos Aires es un centro cultural que juega un papel muy importante en el cine argentino, muchos escogen trabajar fuera de la ciudad. Román Cárdenas por ejemplo, menciona como a veces es “necesario volver al lugar de origen” y esta necesidad lo llevó a filmar su película “Las Piedras” en un lugar único llamado Delta del Paraná, sitio donde confluyen tres ríos y donde se forman muchas islas, un lugar ideal para escapar de la gran urbe, una mirada a la vida mas allá de la metrópoli.

Por otra parte “El Estudiante” de Santiago Mitre, que causó gran sensación en BAFICI y premiada en Locarno, es una cinta filmada expresamente en el recinto de la Universidad de Buenos Aires, la universidad pública, una de las más grandes de Latinoamérica y muy politizada, que reproduce a menor escala los mismos procesos políticos que se suceden en el país. Mitre, quien colaboró anteriormente con Pablo Trapero en Carancho y Leonera,  comenta además cómo durante su época de estudiante pudo contemplar el crecimiento de este movimiento conocido como Nuevo Cine Argentino y el realismo que percibía en esas películas le resultaba muy novedoso. Recuerda cuando salió Mundo Grúa, y como esta serie de directores nuevos influyeron en su formación.

Otras cintas que se presentaron en el festival incluyen “Tierra de los Padres”, de Nicolás Prividera, que se enmarca dentro de los predios del Cementerio de la Recoleta; “Pompeya”, de Tamae Garateguy,  y “Un Mundo Misterioso”, de Rodrigo Moreno, que también se desarrolla en el contexto de la vida urbana de la ciudad de Buenos Aires. Se completa así un conjunto de películas y directores que, con variados estilos y temáticas, muestran como la capital Argentina resulta un reservorio de talentos que se descubren en el terreno internacional y que prometen un gran futuro a la industria del cine en Buenos Aires.

La iniciativa City to City introduce al espectador en un mundo diferente, le abre los ojos o mas bien le voltea la mirada y lo expone a analizar el cine desde una perspectiva que tal vez no se le había ocurrido considerar. Descubrir tal calidad de eventos un tanto por fuera de lo tradicional, experimentar otro tipo de cine, de bajo presupuesto, con otras dificultades, con diferentes exigencias y con otro mensaje, son las experiencias con las que vale la pena deleitarse en este tipo de festivales.