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33

La patria natal como territorio del recuerdo. Entrevista a Jorge Eduardo Benavides

Madrid
Su exitosa carrera literaria en España está ligada su vocación de formador de escritores, tareas que lo han traído una y otra vez a Miami.

Nació en la ciudad de Arequipa en 1964 y Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, en Lima.  En esa ciudad dictó talleres literarios en el Museo de Arte y trabajó posteriormente como periodista radiofónico. En 1991, poco tiempo después de recibir su título de abogado, se marchó a Tenerife donde fundó y dirigió el taller literario Entrelíneas, una continuación de su taller limeño, hasta que se mudó a la capital española.  Dirige ahora el Centro de Formación de Novelistas en Madrid. Al finalizar sus estudios de Derecho al comienzo de la década de 1990 en Perú, después de trabajar en talleres literarios en Lima, Benavides decidió cambiar totalmente el rumbo de su vida y se marchó a España para convertirse en escritor.  Escritor y formador de escritores, dos actividades que lo han distinguido entre los sudamericanos que se destacan en las letras de la Península Ibérica. Es finalista del Premio Rómulo Gallegos 2003, ganador del Premio de Novela Corta Julio Ramón Ribeyro 2009 y ganador del XXV Premio Torrente Ballester 2013 con su última novela, El enigma del Convento, entre otros galardones recibidos.

Sos un escritor emigrado, a medio camino entre sus raíces y el mundo global… 

Si. Es muy romántico decir no soy de ningún lado. Yo creo que soy de varios. Voy incorporando, porque también soy de Lima, de las Islas Canarias donde viví once años y de Madrid, donde vivo ahora. Otras ciudades me gustan y las quiero, pero he vivido más de la mitad de mi vida fuera del Perú, que ahora es un sitio más como territorio del recuerdo que de la actualidad.

En general tu obra ha girado alrededor de los hechos políticos y la actualidad de Perú desde los años 1980s. Hace muchos años que resides en España, y si bien El enigma del convento, tu última novela, sucede entre los dos países, todavía no has escrito un libro que se desarrolle solamente en tu país de adopción.

No. Mi novela anterior, Un asunto sentimental, ocurre en diez o doce ciudades del mundo, es la primera novela de mi producción que no ocurre solamente en Perú. Y tengo otra, que es una novela corta en forma de diario, que se llama La paz de los vencidos y transcurre en Tenerife. Pero es cierto que en líneas generales yo hasta ahora no había escrito más que historias sobre Perú. Cuando uno se instala en otro sitio, cuando te instalas físicamente, imagino que te habrá sucedido a ti, tu cuerpo llega a un lugar, y tu cabeza y tu corazón llegan más tarde. Todo lo que tienes que decir está todavía en otro lugar, hasta que de pronto llega. Por eso es que yo llegué a España de paso, y diez años después me di cuenta de que estaba allí definitivamente. Eso es bastante común. Yo todavía no tenía historia en España, entonces aunque me sigue interesando, ahora ya tengo otros intereses y como soy muy nómade, viajo mucho por trabajo, conferencias, etc., Un asunto sentimental se desarrolla en muchas ciudades del mundo, además de Lima y Arequipa. Es un poco metafórico de cómo uno se siente. Por ejemplo, un personaje de El enigma del convento, mi última novela, es un general arequipeño, Goyeneche, quien es llevado a España de muy joven y el padre es español. Entra en el ejército y cuando se dan las guerras de la Independencia, es enviado a pelear contra los insurgentes americanos. Llega al Río de la Plata y va sofocando hasta Lima todas las rebeliones de su propia tierra natal. Es un incomprendido, ya que cuando regresa a España, victorioso, es mirado con desconfianza porque es un arequipeño. De alguna forma, también es una metáfora de lo que uno vive cuando se va a otro lado. No eres del todo en ese sitio, y tampoco perteneces del todo al que dejaste.

Cuando uno se instala en otro sitio, cuando te instalas físicamente, imagino que te habrá sucedido a ti, tu cuerpo llega a un lugar, y tu cabeza y tu corazón llegan más tarde.

¿Qué te motivó a escribir El enigma, y cuánto te llevó investigar esta historia, que entiendo está basado en hechos históricos reales sucedido en el Convento de Santa Catalina?

Yo no soy escritor de género, y el género histórico es uno por antonomasia, es canónico, tiene sus pautas. A mí me gusta mucho leer novela histórica, pero nunca se me hubiese ocurrido hacerlo. Fue por pura casualidad, durante un viaje a Arequipa que visitando el convento, me enteré que en cierta época las monjas habían intentado envenenar a la superiora. Y como el convento no es un edificio, sino que es una ciudadela, inmediatamente pensé en escribir esa historia de misterio. Yo, como arequipeño, no había visitado el convento antes, porque siempre estuvo ahí. Es como si a un porteño le cuentan que hay una historia de masones y templarios en el Obelisco. Uno no visita esos lugares como turista, y para nosotros en Arequipa el convento siempre ha estado ahí, es parte de la ciudad, de la herencia.

La herencia histórica de la colonia, que es donde ubicaste tu historia…

Si, se trata de la época en que las colonias hispanoamericanas se están independizando, al tiempo que España está sacudiéndose de la invasión napoleónica, y aunque en el principio yo pensaba escribir una novela sobre una intriga que ocurrió en el convento, nada más, a medida que fui investigando descubrí una historia más rica que ocurrió entre el convento y la España de Fernando VII.

Octavio Paz dijo alguna vez que el misterio de la vocación, porque es un misterio, tiene más que ver con la infancia. Tú estudiaste abogacía y cuando terminaste la carrera decidiste no seguirla, y te dedicaste a la carrera literaria. Dónde está el misterio de esa vocación, ¿puedes señalar una época, un lugar preciso?

Lo que sí tengo más claro es cuándo decidí que yo no podía dedicarme a ser abogado, sino escritor. Fue cuando yo estaba terminando mi carrera, cuando me dije que no podría hacer las dos cosas al mismo tiempo con la misma pasión.

En las lecturas de la infancia. En los gustos literarios que tenían mis padres, que eran muy lectores. Nunca me he puesto a indagar eso exactamente. Solo sé que me gustaba leer mucho como a mucha gente de mi generación y en algún momento empecé a escribir. Lo que sí tengo más claro es cuándo decidí que yo no podía dedicarme a ser abogado, sino escritor. Fue cuando yo estaba terminando mi carrera, cuando me dije que no podría hacer las dos cosas al mismo tiempo con la misma pasión. Y a mí me gustaba mucho el derecho, así que terminé a duras penas mi carrera y me fui a España, porque quería dedicarme a escribir. Organicé todos los papeleos de mi título, pero me fui a buscar cómo hacerme escritor. Cómo dedicar mi vida a escribir.

Todos los autores tienen influencia de autores, tú reconociste la influencias que tuvieron Cortázar y Vargas Llosa por ejemplo. Pero me gustaría saber de tus primeras lecturas, aquellas que estaban en la casa de tus padres.

Creo que esos clásicos como El Conde de Montecristo, Los Tres Mosqueteros, las Historias de Sandocán, Rojo y Negro, todas esas novelas de Dickens, Stevenson que puede leer de jóvenes y releer de adultos, fueron las primeras lecturas. Luego vinieron los autores sudamericanos, que comencé a leer a los dieciséis o diecisiete años, que es cuando empiezas a descubrirlos. No son lecturas para los más jóvenes, es la primera lectura adulta, digamos. Y a partir de ahí ellos me abrieron un mundo de escritores. Es al menos fue el proceso de mi generación.

Hablemos de tu tarea educativa en la literatura. Hace mucho tiempo que comenzaste con los talleres literarios. Por muchos años tuviste una blog que yo seguía con mucho interés. ¿Cómo llegaste a esa parte de tu carrera?

En España no había talleres como hay en Hispanoamérica, allí era relativamente nuevo.

En el primer taller en el que yo participé fue en Lima, en 1987, en el Museo de Arte. Cuando llegué a Tenerife tenía que buscarme la vida como fuera, y entonces lo primero que hice fue poner un taller, porque era lo que yo había hecho en Lima. En España no había talleres como hay en Hispanoamérica, allí era relativamente nuevo. La Escuela de Letras, la que es más conocida, creo que se fundó en 1992 o 93. Ellos no tienen tradición de talleres. Cuando se lo propuse a la universidad tardaron en entender qué era, pero un profesor de allí, que había estado en Estados Unidos y conocía de talleres, trabajó para que abrieran uno. A partir de allí fui conociendo gente y lo hice primero en el Círculo de Bellas Artes y me dediqué básicamente a eso por algún tiempo. Pero yo siempre quería hacer lo que hago ahora, que es trabajar con escritores que están escribiendo novelas. El taller está muy bien, pero trabajas con un grupo. La asesoría personal te permite seguir el proceso, sobre todo para los proyectos largos y tediosos como novelas. Y estoy satisfecho pues como hay una disciplina de trabajo, están saliendo buenos proyectos adelante. Esto tiene que ver mucho con el curso que estaré dando durante la Feria del Libro, acerca de la novela histórica y cómo llevarla a cabo.

En alguno de tus comentarios en la prensa, hablaste de un nuevo libro que tienes en preparación, pero no diste ningún detalle. ¿Podrías darnos un anticipo?

Puedo anticiparte que la novela ya está terminada y le estoy dando unos mínimos retoques. Ya la tiene mi agente, y es también una novela histórica. Surgió un poco al rebufo de lo que yo investigué para El enigma del convento y esta sí transcurre totalmente en España, durante la década de 1830. En esa época el país vivía una situación muy convulsa, que puede parecerse a muchas otras situaciones actuales. Pero me llamaron la atención dos personajes muy interesantes. Uno es el Duque de Osuna, un personaje del Romanticismo, y el otro es un ladrón muy célebre en España que se llamó Luis Candela, al que llaman bandolero, pero en realidad era un ladrón finísimo, que urdía golpes con su banda.

Cuando se lo propuse a la universidad tardaron en entender qué era, pero un profesor de allí, que había estado en Estados Unidos y conocía de talleres, trabajó para que abrieran uno.

Un poco al estilo del personaje Luigi Vampa, en el Conde de Montecristo?

Exactamente, pero Luis Candela no permitía sangre, no había crímenes, y es un personaje real. Atrás de la Plaza Mayor, en Madrid, hay un restaurante que se llama Las cuevas de Luis Candela, porque cerca de allí están las cuevas donde él y su banda se ocultaban. Es un personaje muy estudiado y con todo el componente mítico y legendario, al que hasta le han cantado coplas. Investigando para El enigma del convento me encontré con esta historia y ahí elaboré que también había una tercera novela, que completaría una trilogía del Romanticismo.

La investigación de material para un trabajo abre el panorama hacia otros temas…

Así es la investigación, te permite vivir otras épocas y en este caso tengo la fortuna de vivir en el lugar en el que transcurrieron esos hechos. Yo vivo entre el Palacio Real y la Plaza Mayor, entonces cuando camino por ahí, como las calles no han cambiado, puedo decirme aquí pasó, aquí estuvieron, en este lugar sucedieron los hechos. Para mi novela es como estar viviendo en el escenario donde ocurre. Las novelas de género tienen sus elementos, y aunque reúnen cosas comunes con las otras, tienen sus componentes distintos. Ahora tenemos muchas más posibilidades de investigar el contexto histórico, pero eso también tiene sus peligros, ya que hay que documentarse muy bien, y de fuentes serias, antes de utilizar la información.

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