Elena Poniatowska pasó por la 31ra. Feria Internacional del Libro de Miami, siendo una de las figuras más sobresalientes del evento y Letra Urbana conversó con ella.
Poniatowska fue ganadora del Premio Cervantes 2013. Esta francesa nacida en París, ciudadana de México e hija de nobles polacos que cuentan al último rey de Polonia entre sus familiares lleva, según las palabras del discreto jurado del prestigioso galardón de las letras hispánicas, una vida defirme compromiso con la historia contemporánea.
Es una mujer controvertida que, desde hace más de seis décadas, cabalga bravíamente la difícil profesión de periodista y escritora. Cuenta con una trayectoria notable en la prensa mexicana, con alrededor de cuarenta libros escritos, reiteradamente premiada y a través de los años supo levantar una cosecha de amores y antipatías notables.
La particular situación de México, con 43 estudiantes desaparecidos, en el momento de la entrevista hizo girar la conversación inevitablemente, una y otra vez hacia la dura realidad política de su país de adopción. Mientras ella se explaya sobre los últimos sucesos no puedo dejar de observarla. Vestida con colores suaves, lleva su melena gris corta y ondulada y luce un simple collar blanco. Se trata de una bella mujer, lúcida y sin afectación alguna. la Colonia Escandón va a ser la sede de la fundación cultural, donde se darán talleres para niños, adultos y sobre todo para jóvenes y mujeres.
Impactan sus opiniones tan definidas y tantos años de experiencia registrando su historia cotidiana. Responde a las preguntas con voz calma y palabras sencillas. Por eso, la fuerza de lo que dice llega aún más profundamente, viene de adentro, del brillo de sus ojos cuando habla de algo que la apasiona, de la dignidad de ese rostro surcado por la huella de los años. “Ya tengo 82 y entro en los 83, así que espero con toda mi alma hacer lo que me queda por hacer, escribir los libros que me faltan. Hay cosas que ya yo no puedo hacer, ya no puedo ser reportera de guerra, por ejemplo. Y ante la idea suelta una sonrisa luminosa, que hace imaginar la riqueza de las memorias escondidas tras ese gesto que insinúa a la joven físicamente ágil y energética que Poniatowska fue.
Le recuerdo que cuando le entregaron el Premio Cervantes ella comentó que con el dinero pensaba crear una fundación para las artes, con talleres orientados hacia las mujeres y los niños. Otra vez brilla el entusiasmo en su cara. “Es una fundación virtual por ahora, pero la Colonia Escandón va a ser la sede de la fundación cultural, donde se darán talleres para niños, adultos y sobre todo para jóvenes y mujeres. Yo le he donado mi biblioteca, y daré lo todo lo que pueda para que sobreviva. Lo que más gusto me da es que esté en una colonia pública, no en una colonia de gente rica. Mi biblioteca tiene alrededor de catorce mil volúmenes catalogados, pero para cuando la entregue, yo espero que tenga unos dieciséis mil. Le pregunto si tiene elegidos qué grupos van a beneficiarse, y la sombra de las muertes en su país, vuelve a rondar su mirada cuando responde: A mí me gustaría muchísimo ayudar a las escuelas normalistas, para que jamás pueda suceder otra vez un crimen como el asesinato de los cuarenta y tres muchachos de Ayotzinapa, que estudiaban para ser maestros.
en México los que tienen que intervenir ahora son los jóvenes, desde dentro y fuera del país.
Me intereso por saber cómo ve ella la cuestión de la diferencia a nivel de los géneros en un futuro cercano, y no duda en responderme: El analfabetismo de la mujer es un problema muy grave. En México hay un gran número de gente que no sabe leer ni escribir, pero el más alto porcentaje está entre las mujeres. Porque la mujer se supone que se va a casar y pasar de la égida del padre a la del marido y en consecuencia no hay por qué hacer nada por ella, ni comprarle un lápiz. En particular en toda América Latina este es un problema enorme, porque cuando hay algo de dinero en una familia, se invierte en el hombre, no en la mujer. El mensaje para la mujer todavía es “tú tienes que casarte y tener hijos, y sacarlos más o menos adelante”.
Su respuesta no es más optimista cuando le pregunto si ha notado algún avance para la mujer con la mayor presencia alcanzada en puestos públicos, académicos o empresariales. “Hay mujeres diputadas, senadoras, jueces, que por cierto los jueces ganan sueldos muy altos. Una pensaría que siendo mujeres podrían tener una actitud distinta, pero no, a la mayoría de ellas también les interesa solo el poder. Creo que el problema, por ejemplo en México, no es tanto de género, como de clase. Las diferencias de educación, de formación, de acceso, de nutrición entre las clases sociales son enormes”. Y cuando se le observa que las protagonistas de sus libros tienen personalidades muy fuertes, y ella no duda en explicar: “Hay mujeres muy valiosas, pero son gotitas de agua en un mar de iniquidad, en una cloaca. Las mujeres que llegan al poder por lo general se olvidan que son mujeres y adoptan la forma de ser de los hombres, que son quienes las llevaron al poder. Son sus compañeros, y se olvidan completamente de las otras mujeres. Las mujeres que generan cambios son muy pocas. En México les es más fácil irse hacia el lado de las convenciones que hacia los cambios sociales. Porque además, es un trabajo agotador”.
A pesar de una visión poco optimista, tal vez reflejo de la situación que vive su país, Elena Poniatowska nos deja con una nota esperanzada, canalizando a la eterna joven inconformista que lleva adentro: “Creo que en México los que tienen que intervenir ahora son los jóvenes, desde dentro y fuera del país. Los jóvenes ahora llegan a estudiar al politécnico con sus laptops, están informados, y cuando los viejos profesores los quieren rebajar, ellos ya saben rebatirles muy bien los temas. Yo creo que el México nuevo va a salir de los jóvenes, de su no dejarse estar y de su inteligencia y capacidad para hacer lo que les toque para el futuro.
Una crónica sobre la pintura de Oskar Kokoschka, exhibida en el Kuntsmuseum, que refleja su apasionada relación con Alma Mahler. Una mujer marcada por su matrimonio con Mahler y los romances con Klimt, Kokoschka y Gropius, fundador de la Bauhaus.
El uso de las redes sociales contribuyó al aumento de la ansiedad y depresión en la Generación Z, provocando efectos que perturban su bienestar emocional. Sin embargo, los jóvenes pueden desarrollar narrativas más saludables sobre sí mismos.
París de principios del siglo XX atrajo artistas de todo el mundo. Muchos críticos de arte reclamaron el nacionalismo artístico, enfatizando las diferencias entre los locales y autóctonos y los extranjeros… los extraños, entre ellos Picasso, Joan Miró y Marc Chagall.
“Desde diosas hasta reinas, de cortesanas hasta científicas, de actrices hasta santas, desde escritoras hasta políticas… hemos estado en todas partes, aunque un manto de silencio se empeñara en cubrirnos o ignorarnos”. Julia Navarro.
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