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28

BIG EYES. Un episodio fraudulento en la historia del arte

Miami
La película hace justicia con Margaret Keane

La nueva película de Tim Burton, que tuvo su premier durante Art Basel Miami Beach 2014, se presenta actualmente en salas  de cine.

El hecho de que la feria de arte más importante en el continente americano le concediera este gran reconocimiento, organizado por This Nrunner, colaborador de Art Basel desde hace varios años, tiene que ver no solo con el tema que aborda, relacionado con varios aspectos del mundo del arte, como la propiedad intelectual y el rol de la mujer, sino también con el director mismo, Burton, quien no hace mucho tuvo una muy concurrida e impactante retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 2009.

En esa época, años 60, si el artista era hombre tenía más garantizada la comercialización de su obra, hecho que si bien ha cambiado en parte, no se ha superado al punto de lograr igualdad de condiciones.

Es de destacar que Art Basel Miami Beach está concediendo cada vez más espacios a la sección de Film. En esta ocasión, aparte de  esta premier, la feria contaba con un sector especial, FOLM, donde las galerías pudieron mostrar todo lo que traían relacionado con filmación. Se presentaron allí más de 80 películas y videos seleccionados por David Gryn, director de Artprojx de Londres; entre ellas se enontraban “Resounding (Infrared)” (2014) de Susan Hiller, “Parade” (2012) de Hans Op de Beeck, “Ex Romance” (1986) de Charles Atlas, y animaciones de Atsushi Kaga.

Big Eyes es una obra biográfica sobre la vida de Walter y Margaret Keane interpretados por Cristoph Waltz y por Amy Adams respectivamente. Tiene que ver con el fraude cometido por Walter, quien se apoderó de la autoría de la obra de Margaret con el pretexto de impulsar las ventas.

En esa época, años 60, si el artista era hombre tenía más garantizada la comercialización de su obra, hecho que si bien ha cambiado en parte, no se ha superado al punto de lograr igualdad de condiciones. El papel de la mujer en el campo del arte no es ajeno a lo que sucede en el resto del mundo comercial, y está sujeto a los mimos prejuicios.

Margaret va descubriendo la realidad que se esconde detrás del personaje de Walter, cuya perversión y manipulación empiezan a aflorar, hasta que no hay otra salida que destapar de la verdad. 

Los esquemas que desarrolla la pareja Keane, si bien responden a los típicos patrones machistas establecidos en la época, conllevan unas características particulares, bien extrañas. A pesar del talento artístico de Margaret, ella acepta con sumisión quedarse en casa y no confrontar el mundo exterior. Ese pertenece a su esposo quien se hace conocer ante celebridades y gente de poder que están receptivos a las coloridas imágenes de niños que ríen y lloran, con grandes ojos, que parecen cuestionar la anómala situación que vive su propia creadora.

Margaret, que ya ha escapado la vida opresiva en una previa relación, llega a San Francisco con su hija, interpretada por Delaney Raye cuando niña y por Madeleine Arthur como adolescente, en busca de una estabilidad que resulta difícil para una madre sin pareja y más aún para una artista. Conocer al energético y carismático Walter representa una luz y una oportunidad para sobreponerse a un mundo que se le cierra ante las amenazas de su ex esposo, quien reclama la custodia de su hija. Es por esto que termina casándose con Walter, un personaje seductor pero a quien todavía no conoce lo suficiente. 

A medida que empiezan a aparecer las dificultades, Margaret trata por todos los medios posibles de que su vida familiar funcione, y quiere ofrecerle a su hija cierta estabilidad. Es tal vez por eso que se somete, como lo hacen tantas otras mujeres victimas de relaciones inconvenientes, a las exigencias del marido. Pronto se da cuenta que su vida está reducida a un cuarto lleno de humo, pinceles y pinturas, engañando al mundo entero, incluyendo su propia hija, quien no puede pisar el estudio donde se encierra por tantas horas. Pero ¿hasta cuándo se puede sostener una mentira de este calibre?

Poco a poco, Margaret va descubriendo la realidad que se esconde detrás del personaje de Walter, cuya perversión y manipulación empiezan a aflorar, hasta que no hay otra salida que destapar de la verdad.

Se puede decir que Burton se centra en el drama personal de la pareja y no indaga mucho en lo que sucedió con el arte mismo. Aparte de unas cuantas alusiones a los críticos, como John Canaday (Terence Stamp) del New York Times, que considera este arte una atrocidad, no se discute mucho el lugar que ocupan estos ojos grandes en el mundo del arte, o si el hecho de que sean objeto del gusto popular los hace más o menos respetables para los críticos. Tampoco se dedica a analizar si esa crítica es o no la misma una vez descubierta la verdad.

Por otra parte, parece haber en Burton una mirada satírica hacia el ambiente superficial y frívolo que se mueve en las galerías del momento, que contrastan con los dulces niños de ojos grandes pintados por Margaret y que causan tanta sensación entre el publico en general. El furor es tal que la producción se hace masiva.

Lo que si es seguro es que la película hace justicia con Margaret Keane, una artista que aun vive y que hasta el momento, ya en la década de los 80, sigue pintando todos los días.

 

 

 

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