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Una entrevista con Dominique Vinck, profesor en Estudios sociales de las ciencias y tecnologías en la Universidad de Lausana (Suiza)[1], es una buena ocasión para revisar las transformaciones que impactan al mundo en el que vivimos. Sus inquietudes respecto de cómo lo cultural se transmite y modifica a través de las nuevas tecnologías, lo conducen a investigar el campo de las Humanidades Digitales[2], una joven disciplina desde donde lo digital y tecnológico interpelan a los investigadores de las ciencias sociales y humanas, impulsándolos a reinventar sus tradiciones científicas.
¿Qué son las Humanidades Digitales?
Son las disciplinas científicas -las ciencias humanas y sociales y de computación- que se esfuerzan por capturar y formalizar las culturas y la dinámica social, pasadas, presentes y futuras, mediante las distintas herramientas informáticas y el cálculo.
Hay muchas maneras de digitalizar y una digitalización refleja una perspectiva particular, perdiendo la información sobre otros aspectos del patrimonio o de las dinámicas sociales
Trabajan sobre los patrimonios y corpus culturales y cómo estos se expresan y exponen a través de los algoritmos informáticos que los procesan como datos y generan nuevas maneras de presentarlos en forma visual, sonora o como objetos físicos.
¿Cómo los cambios que impone lo digital a los investigadores de las ciencias sociales y humanas, interpela a los profesionales y los impulsa a reinventar sus tradiciones científicas?
Primero, lo digital abre la posibilidad de acceder a muchos más documentos dispersos y eso cambia las condiciones de trabajo de los investigadores, incentivándolos a involucrase con más trabajo de comparación y con masas de datos, de documentos y de casos.
Segundo, los resultados científicos dependen de tratamientos a los cuales los investigadores no estaban acostumbrados. Es todo un aprendizaje, incluido el hecho de abrir la caja negra de los algoritmos para entender bien qué están haciendo con los datos.
Tercero, los expertos en tratamiento de datos masivos y en algoritmos no son los investigadores de ciencias humanas y sociales. Hay un riesgo muy elevado que aquéllos provenientes de la computación o de la física social se vuelvan dominantes en la producción científica sobre las culturas y las sociedades -con muchas publicaciones, datos, algoritmos y demostraciones espectaculares- aunque ellos no conocen el saber acumulado en nuestras disciplinas y no respetan las exigencias científicas de esas disciplinas.
Entonces, ¿cuáles son los grandes desafíos que lo cultural y lo local imponen al campo de las Humanidades Digitales hoy?
Uno es la ilusión que con lo digital podríamos desmaterializar todo nuestro patrimonio. Hay muchas maneras de digitalizar y una digitalización refleja una perspectiva particular, perdiendo la información sobre otros aspectos del patrimonio o de las dinámicas sociales. Si no se conservan los originales, hay el riesgo de perder mucho. Si es una cultura viva o un patrimonio inmaterial lo esencial escapa a la digitalización.
Otra es la ilusión que todo sea digital y accesible, que nada escape a eso. En realidad, mucho escapa a la digitalización. Además, una gran cantidad de datos digitales no son accesibles para los usuarios o los investigadores, porque se volvieron la propiedad privada de algunas empresas que limitan su acceso.
En el afán de digitalizar los patrimonios culturales de los diversos grupos y pueblos, ¿cuáles son los grandes retos? ¿Qué se desmaterializa? ¿Qué se re-materializa? ¿Cómo es diferente aproximarse a los objetos de estudio cuando estos son datos digitales nativos[3]?
Un primer reto es que la digitalización desmaterializa algunos aspectos y no todo. Por ejemplo, para un libro se digitaliza en contenido del texto, pero se pierde el olor del papel, su textura, lo que puede ser importante para ciertos libros o usuarios.
Un segundo reto es que la desmaterialización implica una re-materialización. Lo digital no existe en el aire sino en computadoras, servidores que consumen un montón de energía y recursos minerales del planeta, montones de satélites; pero también pedazos de satélites accidentados, y todo eso genera muchos desechos en el planeta. Big data genera big basura. Hay que pensarlo bien.
Big data genera big basura.
Un tercer reto es que hay que generar nuevas habilidades para aprovechar los nuevos productos, materiales y tecnologías como las visualizaciones 3D o realidades aumentadas y tecnologías de inmersión.
Cuando los datos son digital nativos, el problema es similar a otra situación que implica entender bien cuáles son la condiciones de producción de los datos nativos y sus transformaciones. El reto es que se vive la ilusión que los datos reflejan lo real sin sesgo y se vuelve más difícil entender cuáles transformaciones se hicieron con los algoritmos, sobre todo si son bajo propiedad privada y secreto.
Entonces hay que desarrollar una educación de toda la población, tomadores de decisiones incluidos, sobre los enredos y las dinámicas socio-digitales. Por lo digital se produce políticamente otra sociedad y los ciudadanos deberían ser capaz de discutir las elecciones técnico-políticas que se hacen en los detalles de lo digital.
La expansión de lo digital y las comunicaciones ¿abre nuevas puertas a la democratización del mundo o reproduce, replica y hasta amplifica las desigualdades y barreras ya existentes?
Los dos. En principio, abre muchas posibilidades y se puede soñar con un mundo con menos desigualdades, con más conocimiento y respeto mutuo y muchas otras cosas. Pero también, abre las posibilidades para construir más barreras – eso se ve con empresas dominantes, con países hegemónicos o poco democráticos- y, voluntaria o involuntariamente, ampliar las desigualdades. Todo eso implica una vigilancia de parte de la sociedad, lo que requiere una educación ciudadana para lo digital.
¿Qué opinión le merece la idea, que circula hoy en día, respecto que en los próximos 30 años las profesiones de mayor demanda laboral serán aquellas que hoy aún no existen?
Es posible. Es seguro que muchas profesiones que no existen hoy en día van a surgir. Si sería la mayor demanda, no es seguro. Las previsiones son muy difíciles de establecer y los estudios llegan a conclusiones contradictorias. Pero vale la pena seguir de cerca lo que pasa, prepararnos para muchos cambios, incluida la juventud; pero también no hay que ilusionarse con oficios que no van a cambiar tanto o no van a desaparecer. Ahí, se requiere una vigilancia colectiva y muchos trabajos de ciencias sociales y económicas.
¿Cómo el cambio constante al que nos someten las tecnologías modernas, y la posibilidad de leer saltando de texto en texto a través de hipervínculos, propone novedosas nociones de verdad y de autoridad?
Este cambio no viene de lo digital pero se amplifica con lo digital. Es claro que ya no podemos ilusionarnos con la idea que existiría una verdad, única y estable. Todo investigador lo sabe porque su oficio es dudar de cualquier afirmación para ver si habría una afirmación más robusta. Los científicos saben que la verdad es siempre parcial y provisional. Pero eso no quiere decir que todo sea igual, no todo vale, no todas las afirmaciones tienen el mismo peso en las decisiones y no cualquier persona puede opinar al igual que cualquier otra, expertos incluidos. Tenemos, colectivamente, que aprender a explorar las verdades parciales para actuar de la forma más racional posible. En esa dinámica, los investigadores tienen un papel importante y nos pueden ayudar mucho.
El reto es que se vive la ilusión que los datos reflejan lo real sin sesgo y se vuelve más difícil entender cuáles transformaciones se hicieron con los algoritmos
Con lo digital se vuelve más fácil hacer circular la información y los datos, opinar, confrontar varias versiones del conocimiento y con ello se amplificó la acción colectiva pero también la situación de incertidumbre. Lo digital puede ayudarnos a explorar colectivamente y construir un conocimiento más robusto pero, se ve con las olas de novedades falsas –fake news-, que lo digital puede contribuir a desestabilizar el poco de conocimiento cuasi seguro que tenemos y hacer dudar a la gente con la toxicidad del cigarrillo, con el calentamiento global y las catástrofes que tenemos que enfrentar, con el papel de salvadores de vidas que juegan las vacunas o con la importancia de las libertades democráticas, del respeto a la privacidad o de la vigilancia que permiten las ciencias humanas y sociales.
¿Cuál es el gran desafío de la cultura contemporánea frente al desarrollo de las nuevas tecnologías y en función de ello cómo imagina el futuro de las Humanidades Digitales?
Me parece que ahora el punto clave es desarrollar una cultura digital como muchas personas tienen una cultura culinaria; eso quiere decir un conocimiento, un saber-hacer, un pensamiento crítico, una vigilancia con respecto a los detalles, una capacidad para impulsar una visión o unos valores, pero también de adaptarse y cambiar de estrategia.
Eso implica dar un papel más importante a las ciencias humanas y sociales, a los actores del patrimonio cultural, a los grupos sociales portadores de pensamiento creativo o distinto, y organizar una educación para la ciudadanía a lo digital.
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Un comentario
Para releer…Gracias
Es humana/o lo digital?