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Silvia Arana, vive y trabaja en Méjico. Es imposible no resultar afectado por la perspectiva que ofrece a la mirada una obra de medidas colosales y que hace del volumen y la forma, un lenguaje del cuerpo. Sus críticos envuelven con apreciaciones poéticas una obra que llama tanto a la palabra, como a la contemplación silente. En la pagina Web de la escultora, www.silviaarana.com, se pueden ver sus esculturas y repasar su trayectoria. En la conversación con Letra Urbana, Silvia Arana deja captar lo que proyecta su obra en una dimensión social, en un decir que tiene incidencias en el interior de los discursos, sobre el lugar de la mujer en la cultura.
L.U- Por qué la escultura?
Fíjate que desde toda la vida me gustó la escultura pero nunca pensé en ser escultora porque era mujer. Durante mucho tiempo creí que la escultura solo podía ser de hombres. Por eso siempre busque conectarme con la pintura. Realmente me fascina mirarla pero sé que no es lo mío, es algo que no se me da, el dibujo sí. El escultor al igual que el arquitecto, es dibujante, el pintor no necesariamente es necesita saber dibujar. Sin embargo eso no evitó que yo me mantuviera siempre muy relacionada al campo del arte. Trabaje en muchos lugares pero terminaba siempre en el departamento de dibujo, nunca se me quito la espinita de estudiar arte. Una casualidad hizo que entrara a trabajar al Museo de Antropología. En realidad era una amiga mía quien quería entrar y me pidió que la acompañara y allá fuimos. Al llegar al lugar nos tomaron entrevista a las dos, finalmente me tocó entrar primero que a ella. Tomé un curso de dos años y terminé siendo guía del museo, allí trabaje por cinco años. El Museo de Antropología cambió mi vida. Me enamoré de Méjico, de su escultura, hacia ellas enfocaba siempre mis visitas guiadas, sea la escultura Olmeca, la Azteca, la bellísima escultura Maya, a tal punto que mi mundo se divide en antes y después del Museo de Antropología.
L.U- Entonces…Fue ese encuentro con las esculturas pre-hispánicas lo que te precipitó a ser escultora?
No, no, todavía no. En esa época yo solamente las admiraba, es más las sigo admirando, estaba muy interesada en la antropología, siempre viendo desde lejos y en sueños cómo podrían haberlas creado. Me ha quedado mucho de todo eso, hablar de la cultura pre-hispánica es algo que me interesa verdaderamente. En esa misma época entré a la Unidad Independencia, donde había unos talleres muy renombrados. Yo quise entrar al de pintura y resulta que no había lugar pero, había una vacante en el taller de escultura!! Fue increíble, porque para ese taller la gente esperaba hasta cuatro años para conseguir un lugar. Entré, me encantó y fue allí también donde me enteré que existía La Esmeralda, la Escuela Nacional de Pintura y Escultura de Bellas Artes. Para no hacer el cuento largo te digo que al poco tiempo renuncié al Museo de Antropología, con todo el dolor de mi corazón porque me fascinaba, y entré a la carrera de escultura en La Esmeralda. Yo estaba casada y no había tenido hijos, así que aproveché mi momento. Cuando entré a La Esmeralda yo tenía 28 años y todos mis compañeros eran mucho más jóvenes, de 17.
Durante los cinco años de carrera nacieron mis dos hijos, pero nunca dejé de estudiar. Si yo hubiera tenido hijos más temprano no hubiera entrado a La Esmeralda.
Los escultores somos obreros, trabajamos con materiales de la tierra, manejamos volumen, creamos un espacio, cuando llegas a ver la escultura, te tropiezas con ella, ocupa un lugar.
L.U- Tal como te imaginabas, cuando llegaste a La Esmeralda no había mujeres en las clases…
No muchas, había mucho mas hombres. Recuerda que era otra época, fue hace más de 20 años, hoy las mujeres están por todos lados. Tampoco somos muchos escultores en el mundo. No hay tanta competencia, en primer lugar porque es muy caro, además porque en nuestro trabajo se necesita mucha paciencia. Los escultores somos obreros, trabajamos con materiales de la tierra, manejamos volumen, creamos un espacio, cuando llegas a ver la escultura, te tropiezas con ella, ocupa un lugar. Cuando los escultores convivimos el trabajo es un placer. Hace poco tuve la oportunidad de estar con un grupo de famosos escultores de todo el mundo, fuimos invitados por el Gobierno de Quintana Roo para hacer un Parque Escultórico en Isla Mujeres, Punta Sur. Durante un mes cada uno trabajó una pieza de hierro al carbón, el taller fue muy interesante y divertido, trabajamos juntos todo el día, las tertulias eran por la noche.
L.U- Cuando materializas el objeto ¿qué sensaciones atravesas al trabajar con materiales duros?
Me fascina! Me encanta trabajar y tocar el material con mis manos y hacer con ello una creación. Hay una cosa que yo siempre digo, no tengo respuesta, pero si tengo la sensación. Esa es una tremenda sensación para mí. ¿Por qué? Quién sabe….Qué sensación? Quién sabe…Como te dije, la escultura es un elemento en el espacio, ocupa un lugar en el mundo, a mi me gusta que la escultura sea pesada. Hago trabajos en piedra, bronce y hierro al carbón, y siempre necesito ayuda para poderlas mover y transportar. Que bello describes tú eso de «materializar el objeto«, es una excelente descripción de la obra escultórica. Fíjate que se han llevado esculturas mías para Honkg Kong por ejemplo, una ciudad tan linda y apretada, mis obras no pudieron entrar allí fácilmente. Han tenido que esperar varios días en el puerto para que les dieran el permiso de «uso de espacio«.
Hay algo que podría decirte que es inspiración. Cuando ya veo la obra me digo ¿esto hice yo? Creo que por eso puedo hablar de mi obra tan fácilmente, porque no la siento mía y me gusta eso.
LU- Como es eso de trabajar con otros…?
En el taller de herrería trabajo mi obra. Los trabajadores hacen cosas conmigo, el hierro se corta, se dobla, se suelda, hasta crear una forma. En cambio en la fundición se maneja el barro, yo directamente creo la pieza, y luego se saca un molde en yeso para obtener una cera que se calienta hasta perderse. Se llama «cera perdida«, es una técnica ancestral, de la china antigua, no ha cambiado, luego se funde el bronce y se rellena la pieza. El trabajo es muy largo y complicado, pero muy bello. En ambos talleres, herrería y fundición, trabajan «obreros especializados«. La obra escultórica es el resultado de un trabajo en conjunto. Y es esta parte del proceso de creación que yo creía que no se podía, que no podía ser escultora porque era mujer. Ahora veo que es un trabajo en conjunto también para los hombres, pero el diseño y la creación es del artista.
L.U- Los títulos de tus obras manifiestan en conjunto una filosofía, un modo de sentir, de pensar o de vivir: son anteriores o llegan ante la obra terminada?
El título viene antes pero viene con la pieza, ya tengo el título junto con la pieza antes de realizarla.
L.U- En esa práctica artística de «hacer mujeres» universales, icónicas, colosales, íntimas, profundas y con alma, en materiales perdurables y ubicadas en medio del paisaje urbano, dadas a la contemplación y entre los otros…qué sentido le das a la realización de mujeres monumentales? Qué causa tu hacer mujeres….o es sin causa?
En la obra que yo realizo hay una protesta y una necesidad de expresión. La protesta va también en el titulo. Aunque en esta segunda o tercera etapa ya no protesto tanto. Las esculturas de hierro al carbón, son en colores, más ligeras. Si ves los títulos son Presencia, Iniciación, Convocatoria, Reunión, antes es Cuestionamiento, Ser, Reflexión, Remordimientos…
LU- Hay una dimensión política del arte, es con otros, se pone en un lugar para ser mirada e interpretada por los otros…
Siempre discutía eso con un escritor y periodista de mi familia. Él me decía que la creación es para que la vean y sin embargo en mi caso la hago para mí, aunque después van a estar presentes en la ciudad. No quiero cambiar eso, es otra cosa si uno la hace para alguien.
LU – LU- Esto que dices toca un punto que a los que estamos involucrados en el psicoanálisis son temas que nos preocupan. Patricia Suarez, tiene además su punto de vista desde el arte y alguna vez conversamos acerca de los efectos de un artista que puede despegarse de la obra, distinto de aquellos que no pueden hacerlo. Vos podes darle alcance a esto que en un momento se siente que no es propio y se puede hacer circular.
En este momento que tengo una producción de esculturas urbanas, que las veo, las vuelvo a ver, no me cuesta tanto. En otros casos es horrible, me quedo con la foto, me gusta el objeto y , aunque no me quedo con mucho, siempre tengo algo. Hay algunas obras muy especiales que las tengo para mi, me acompañan. No me considero artista sino creadora, no todos pueden hacer salir algo de la nada, crear un objeto que no existe si no lo has creado tú. Entre los artistas no todos son creadores. La creación existe, en cualquier orden, ingeniería, en una formula química, es un instante. Aunque hayas hecho una investigación profunda durante mucho tiempo, la creación se produce en un instante. Y hay que atraparlo porque no regresa. Si no lo dibujo en el momento que aparece o si pierdo el dibujo, no se recupera. Eso no me pasa solamente a mí, es así. El instante de la creación es mágico, no se sabe, de pronto se produce.
Lo que me vuelve de los otros es que mi obra provoca, a veces provoca una acción, otras pensar un momentito. Eso lo hace el arte. Antes decía que no me considero artista, me considero creadora, y me gusta que lo que hago se acerque un poco a lo que se llama arte.
LU- Hay una separación entre lo que podes saber y lo que realmente acontece.
Hay algo que podría decirte que es inspiración. Cuando ya veo la obra me digo ¿esto hice yo? Creo que por eso puedo hablar de mi obra tan fácilmente, porque no la siento mía y me gusta eso.
L.U-«Espera» y «Cuestionamientos» son dos serie de tus trabajos, qué se expresa en esta secuencia?
La plácida espera me gusta por eso, porque es un momento plácido. Cuando yo terminé la carrera como te decía, mis amigos eran jóvenes y yo tenía dos niños chiquitos. Yo puse mi taller y comencé a hacer esculturas y los muchachos siguieron tomando materias, se fueron fuera de Méjico, haciendo sus Master, y yo me quedé de mama, «mama escultora«. Pero, encontré la parte maravillosa de la vida cotidiana, las amigas, también ellas ocupadas con sus niños, hasta que aparece un momento en que acaban todas las obligaciones del hogar y estás en la conversación divina. Es un momento donde no hay pendientes.
Cuestionamiento es una serie donde somos las mujeres preguntando ¿por qué nosotras? Es un cuestionamiento de lo femenino, de las reglas, no tanto en lo que a mi me tocó particularmente, porque en mi caso no hubo tanta imposición, pero sí en lo que nos traspasaron a través de la cultura.
L.U- Hay una serie de tus trabajos que toman lo urbano. ¿Qué verdad encierran Reunión, Convocatoria y Tercer acto?
Eso es lo nuevo de mi obra. Convocatoria es un invitación a las mujeres a realizar lo que desean. Reunión es un encuentro de mujeres, muy comprometidas, listas para hacer algo, interesadas en la política. Se refleja allí un momento de la historia de Méjico, así como también en otra obra que se llama Mi País 1985, que generalmente la gente cree que la hice por el temblor que hubo, pero en realidad la hice antes de que eso sucediera. Así veía yo a Méjico al comenzar el año ’85. Y, Tercer Acto, una pieza que me encanta, representa de nuevo a estas mujeres actuales, las que estamos en el mundo y que nos atrevimos a hacer, a buscar y a trabajar por lo nuestro, que nos sentimos satisfechas por el esfuerzo que hemos realizado.
Quizás en un sentido último podría decirte también que la creación no existe porque todo se crea de algo que ya estaba pero lo que uno interpreta de lo que esta ya ahí en ese momento, eso es la creación.
L.U-La realidad latinoamericana y la lógica de lo colectivo que acontece también se incluyen en tu obra .Pensas que el arte tiene alguna función en la cultura o tiene alguna incidencia en la realidad social? Y en particular, has notado si tu obra produce efectos?
L.U- Entonces…el arte no existe porque es una cuestión de mercado?
El arte no existe y cuando no está no pasa nada, pero cuando esta como pasa!! Esa fue la respuesta que me han dado mis maestros en mi carrera.. Quizás en un sentido último podría decirte también que la creación no existe porque todo se crea de algo que ya estaba pero lo que uno interpreta de lo que esta ya ahí en ese momento, eso es la creación.
L.U- Volviendo a los distintos momentos de tu obra, hubo el momento de la protesta y ahora estas pasando o ya pasaste a otra cosa…?
Hubo casualidades de la vida que me movieron de lugar. La política de Méjico en 1994 me hizo dejar cosas, un estilo de vida. Se perdieron muchas cosas, y eso me provocó venirme antes a vivir a Cancún. Vivir en la playa era un plan que ya tenia para un momento más avanzado de mi vida, pero el destino cambió los tiempos. En Cancún comenzó otra etapa que es libertad, menos ropa, menos disfraz, eres lo que eres. Este nuevo momento se refleja en mi obra, ya no son esculturas tan pesadas, son más ligeras.
L.U- Cuál será tu próximo proyecto?
Acabo de leer un libro, La mujer justa, de un autor húngaro. Es una obra situada en la época de la guerra y de la post guerra, trata de la burguesía, En este libro hablan las mujeres y un hombre. La mujer que habla en la tercer parte del libro me ha provocado muchas esculturas, que ya están dibujadas sobre el libro mismo. ¿En qué momento estoy? Esto me regresó a esa libertad de la que mi papá nos platicaba cuando niños y nos decía de la tristeza que le daba que nosotros no hayamos tenido «su infancia con pies descalzos«. El es nicaragüense, y vivió a la orilla del lago y nosotros siempre vivimos en ciudad de Méjico y en la ciudad hay que tener zapatos. Ahora vivo a la orilla del mar descalza, con una sensación diferente a los que están en la ciudad. Esta parte nueva junto con el libro que leí , más todo lo que me interesa del momento de la historia no solo de Méjico sino sobre el mundo, todo eso para mi tiene un efecto que hace que broten cosas. El proyecto siguiente ya tiene nombre: La nada.
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Nací en la Cd. de Mexico, en «mixcalco», ( en el centro), mi primer barrio fue Calle Cruces, Salvador, Uriguay, etc. a los seis años , mi familia y yo, migramos a Coyoacan, Hermosos Jardines, desde entonces me guata siempre, que puedo andar descalzo, tengo 55 años, la Cd. de mexico, es al contrario, demasiado jabon que lavan los puestos de comidas de las banquetas, etc, se te «rajan las patas», pero hay muchos jardines es primoroso, el Metro utra » trapeado», y limpio, la Cd. de Mexico en ese aspecto es formidable.
Saludos
Me encanta su Blog, doctora.