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32

“El arte actual tiene mucha pretensión, hay demasiada explicación. Entrevista a Sebastián Spreng

Miami
Desde la música y la pintura su obra es una exploración de la evolución y la supervivencia.

Sebastián Spreng,nació en Esperanza, Santa Fe, Argentina, y lleva aproximadamente treinta años participando activamente en el desarrollo de las artes en el sur de la Florida. Su trabajo pictórico ha sido exhibido y reconocido en varios continentes y su aporte crítico al ámbito musical le ha valido numerosos premios. Más que un artista, un comentador musical o un escritor, se considera un sobreviviente, en todo el sentido de la palabra. Tras presentar su exposición Una canción por la tierra, inspirada en la sinfonía del compositor austríaco Gustav Mahler Das Lied von der Erde (El canto de la tierra), en Kelley Roy Gallery (2015), Letra Urbana conversó con él sobre su vida, su trabajo y su opinión sobre el estado actual del mundo del arte.

Se han escrito innumerables reseñas de tu obra pictórica y hemos tenido el privilegio de leer periódicamente tu escritos sobre temas culturales, especialmente sobre música clásica. Nos gustaría que compartas con nosotros los pensamientos y las inquietudes que cruzan por tu mente en este importante momento de tu vida.

Voy a cumplir sesenta años y a decir verdad no me lo creo. Estoy en un momento sereno pero absolutamente crucial de mi carrera. Por el momento, no tengo ninguna exposición programada pero sigo trabajando a diario.

No quise darme por vencido, comencé a dibujar con mi IPad y funcionó. Mi última exposición fue íntegramente concebida y realizada en IPad.

Siento que cada día comienza una nueva vida. Eso es lo que me impulsa irrefrenablemente, la necesidad de compartir. Como trabajador del arte debo hacer y compartir algo todos los días. Si no, no encuentro justificación. Hace dos años tuve que dejar de pintar por la debilidad creciente causada por la distrofia muscular que padezco desde que tengo seis años. No quise darme por vencido, comencé a dibujar con mi IPad y funcionó. Mi última exposición fue íntegramente concebida y realizada en IPad. La obra es el puente entre uno y la gente. Recuerdo una frase del compositor Oliver Messiaen: “lo único que me importó fue ser querido”. Todos queremos ser queridos y aceptados, es un poderoso disparador para todo artista, una condición inherente a la especie humana.

Siempre me he sentido un ser periférico, un especie de paria. Pocas veces estuve en el lugar que debía estar y he perdido muchas oportunidades. Sesenta años me dan una panorámica de lo que ha sido mi vida y no me lamento. A veces le preguntan a una persona que si volviese a vivir qué haría y responde que lo haría todo igual. Yo no, yo hubiera hecho muchas cosas diferentes. Sin embargo, en esa cosa de ser tan periférico hay una ventaja: puedes virar y ver hacia el centro, es mas fácil ser autocrítico de tu obra y contemplar la de los demás.

Ese tipo de pregunta te permite reflexionar sobre lo que has hecho a lo largo de los años.

He estado pensando en la validez de la obra de arte. Salvando las distancias, Rembrandt, al final de su vida, dijo que no había pintado una sola obra buena capaz de sobrevivirlo. Yo me hago la misma pregunta y veo que muchas de mis obras han pasado su ciclo. Hay pocos cuadros que valoro hoy. Todos han sido expresiones muy sinceras en las que me he jugado el todo por el todo, pero el tiempo no perdona y decanta. Si he de hacer una selección me quedo con muy pocos. Lo que mas me gusta es lo mas reciente.

 

¿Si tuvieras que escoger una obra, cuál sería?

Me contradigo con lo que acabo de decirte y, en vez de lo último, escogería el primer cuadro que pinté -ubicado a la entrada del estudio-. Ahí están todos los elementos de mi obra. Es una vista de la terraza de mi casa en una tórrida tarde de verano porteño.

Es una obra muy especial en la que se percibe el esfuerzo que haces por transmitir a través de ella tu propia vivencia.

Me preocupa lo que pasa en el arte actual, me inquieta, me espanta.
Creo que ser artista conlleva una gran responsabilidad y una inclaudicable sinceridad contigo mismo. Hay que ser honestos y yo no veo esa honestidad sino meras corrientes. Lo que está pasando en el mundo se refleja en el arte. La búsqueda de la originalidad se ha ido de cauce. Hay aspectos positivos como el desarrollo de nuevas técnicas y materiales.

Lo que está pasando en el mundo se refleja en el arte. La búsqueda de la originalidad se ha ido de cauce. Hay aspectos positivos como el desarrollo de nuevas técnicas y materiales.

En mi caso, he podido incorporar el IPad que me permite utilizar el dedo en lugar del pincel. Aún utilizando la tecnología digital me resisto a separarme de la materia que me nutre. Me refiero de alguna forma al “dedo” de La creación de Adán de Miguel Ángel, como conexión entre lo terreno y lo divino, entre dos dimensiones. No podemos perder ese contacto humano pues nos priva de la conexión interna vital.

Me preocupa la banalidad, no porque yo sea profundo, sino porque vivimos en un mundo demasiado superficial. Me recuerda el cuento de las ropas del emperador. Creemos o nos hacen creer cuentos que no existen. Para los hindúes, el mundo es ilusión y curiosamente, en esta era digital, a través del computador, todo es ilusión. Es una paradoja total. En cuanto al producto artístico prefiero aquello que es asequibles, con dimensión humana, con cierta narrativa sea una pintura, una composición musical o una obra de teatro; que empiece y termine.

Siento que hay soberbia por todos lados y eso nos está llevando a una bancarrota humana irreversible. Si le sumamos la absoluta falta de sentido común, es una receta exitosa para el desastre. No estoy en contra de la imaginación, cómo voy a estarlo, pero sí creo que debe haber un punto medio donde se puedan ver las cosas mas balanceadas. ¿O será como decía aquel personaje teatral: “No es que esté viejo sino que ya no soy joven”?.

Nos comentabas que actualmente realizas tus obras a partir de dibujos hechos en el IPad.

Extraño mucho pintar. Es como cocinar y disfrutar los sabores, los olores. Con los dibujos IPad he logrado transferir mi mundo utilizando técnicas digitales. Cuando comencé, sentí que empezaba de cero. Fue la misma experiencia de cuando aprendí a pintar pues soy autodidacta. Lo importante es poder transferir una sensación. Técnicamente es lo mismo: cubro todo y luego empiezo a sacar. Ese sistema me permite transformar mis carencias en virtudes. A medida que ha ido avanzando mi enfermedad he desarrollado un método, remplazando una cosa por otra, siempre hay sorpresas. Recuerdo aquella genialidad de Jorge Luis Borges: “El camino es fatal como la flecha, pero en las grietas está Dios que acecha”.

Dijiste que te preocupa mucho lo que sucede actualmente en el mundo del arte

Me preocupa el mundo y el mundo del arte, la explosión de la banalidad, la codicia, el dinero que enferma a todos. Nuestra tarea como artistas es estar sanos, ser de alguna manera unos “locos cuerdos”.

Cuando hablamos del arte y de la desesperación actual por la originalidad, veo que en demasiadas ocasiones se busca el mero impacto a costa de cualquier cosa.

Aunque haya que pagar las cuentas, no me interesa trabajar para vender a museos y coleccionistas. El mercado del arte es una burbuja y cuando se pinche, ¿qué hacemos? Me desilusiona esta situación. Somos criaturas de la posguerra, crecimos con el postulado del “nunca más”, con el compromiso de construir, de evolucionar, de tener confianza en la humanidad pero ahora todo eso se está olvidando y eso me preocupa.

Cuando hablamos del arte y de la desesperación actual por la originalidad, veo que en demasiadas ocasiones se busca el mero impacto a costa de cualquier cosa. Eso me produce un profundo desprecio, no es otra cosa que un golpe bajo. Nos dedicamos a afear todo, reelaboramos, intervenimos, instalamos, desarmamos, etc. porque parecería que ya no podemos crear nada realmente nuevo, que no nos queda mas que buscar la aguja en el pajar. En mi léxico eso se llama amaneramiento, sofisticación perversa, afectación… o estamos en absoluta decadencia, o nos hemos olvidado que hay que buscar la esencia.

Para colmo de males, estamos rodeados de mercachifles del arte. Gerhard Richter se queja de que sus amigos no pueden comprar su obra y que esta se le fue de las manos. ¡Es patético! Menciono a Richter porque él y Anselm Kiefer son dos de mis favoritos. Tienen una fuerza “Beethoveniana” de ese “nunca más” del que hablaba anteriormente. Lo que sucede con el arte y en el mundo me recuerda a la película Koyaanisqatsi –que se traduce vida sin balance-. Estamos bailando como gallinas sin cabeza en la cubierta del Titanic. Lo mismo pasa con la música.

Las cosas tienen que ser más simples, de hecho porque son simples, tienen que llegar más fácilmente.

He asistido a conciertos con mil connoisseurs ovacionando la nada absoluta. Quiero ir a un concierto y salir mejor persona. Quiero ver una pintura y sentirme mejor persona. Conectarme, experimentar. Lo que sucede actualmente afecta a todos los aspectos del arte y el arte vendría a ser la punta del iceberg…

Afortunadamente, crecí rodeado de mucho amor. Mi vida ha sido crecer en el arte guiado por una curiosidad inagotable que aún no me abandona. Ha sido una plantita que sobrevivió nutrida por familia, por amigos entrañables, por guías en un ambiente muy favorable que quiso y supo mostrarme caminos. No puedo no agradecerlo porque para mí la vida sin arte, sin música, sería un error, no lo dije yo, lo dijo Nietzsche. Me duele tanto que hayan millones sin esa curiosidad por el arte, por el cine, por las letras, por la música, por la pintura, que es mi medio de expresión. Que la gente no pueda descubrir eso me parece trágico. No saben lo que se pierden, es como una vida sin sal, aburrida, sin color. Una vida que no se vive desde la sensualidad del arte pierde la razón de ser.

Por otra parte, no siempre las oportunidades llegan a quienes las merecen. Nada ha cambiado. El público de la Viena de Mozart era tan veleidoso como el de hoy. En pleno volcán creativo murió a los 35 años con el mundo dándole la espalda. Esas son las grandes injusticias originadas por los diletantes que se dejan guiar por gente que cree que sabe y no sabe nada. El arte actual tiene mucha pretensión, hay demasiada explicación. Las cosas tienen que ser más simples, de hecho porque son simples, tienen que llegar más fácilmente. Debe sentirse y punto. La primera vez que vi un Van Gogh no pude contener las lágrimas, igual sucedió con la Nefertiti, en Berlín. No me importó si era o no una reina. Lo importante fue la estremecedora concentración de belleza, fue como mirar un atardecer.

¿Qué esperas del público que ve tu obra?

Que sienta que estamos conectados, que estoy presente, que la obra está llena de energía viva. Soy optimista. Si no lo fuera no estaría aquí, pero veo con preocupación lo que pasa.El arte da felicidad. Pinto más cuando estoy contento. A mi no me sirve estar caído. Yo nutro las plantas para que crezcan y mis plantas son la gente.

6 Comentarios

  1. Estoy completamente de acuerdo Tian, siempre pensé que afortunados somos los que podemos expresarnos artísticamente, creo que es un don que Dios ha dado a las personas pero algunos no han sabido desarrollar. Muy interesante y actual tu comentario.Es un tema bastante polémico en todo el mundo por estos días.Te mando un gran abrazo. Cariños!! Cristina Behrenz

  2. interesantísimas tus reflexiones, Sebas querido. Difícil a imposible no coincidir.Sds al Dr.DD. Abs. alejb (alejandro bouquet)

  3. Hermosas tus palabras…el Arte…ya no se sabe que es arte , el mundo ha cambiado y desgraciadamente el verdadero arte se esta perdiendo….

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