…amor romántico es revolucionario, llega junto con los cambios de fines del Siglo XVIII para unir lo que antes se encontraba totalmente separado.
Cuenta la historia que el amor en Europa antes de la Revolución Francesa no definía ninguna unión. Las alianzas en esa época se realizaban por contrato, y la subsistencia era el factor determinante. En las clases pobres, el matrimonio era la forma de organizar el trabajo agrícola. Pensar en expresiones afectivas y palabras de amor asociadas al sexo era imposible.
La pasión estaba por fuera del matrimonio. Algunos grupos aristocráticos tenían más libertad sexual y esto estaba relacionado con el poder en juego. Pero esta libertad no era parte de la unión, es decir elección, pasión y expresión sexual no podían relacionarse con lazos, con proyectos ni con futuro.
El amor romántico es revolucionario, llega junto con los cambios de fines del Siglo XVIII para unir lo que antes se encontraba totalmente separado. A partir de ese momento amor, pasión, encuentro sexual y libertad de elección se amalgaman y las ataduras a las antiguas reglas se van transformando. Comienza así un periodo donde el amor fue expresión de liberación sublevándose al orden imperante y siendo los sujetos los dueños de sus elecciones.
Pero, ¿qué es el amor romántico? Anthony Giddens, sociólogo británico reconocido por su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas, explica que es un amor íntimo que incluye la tragedia y puede ser alimentado con la transgresión, pero también producir triunfo. Con él se idealiza a la persona amada desde la sexualidad terrenal y la lujuria; es un encuentro de espíritus y presupone una comunicación psíquica. En el amor romántico el otro responde a una carencia que no se reconoce necesariamente, hasta que se inicia la relación amorosa, es decir el individuo imperfecto se completa.
El “yo” busca una validación en el descubrimiento del otro, la captura del otro es un proceso de la creación de una biografía narrativa mutua. Este proceso es activo por parte de los dos integrantes, tanto en las novelas como en la vida real.
Este nuevo amor es un concepto que no sólo fue subversivo en el momento imperante, sino que representó también una mirada donde los sujetos que se amaban eran los autores y protagonistas de su destino. Era un encuentro donde dominaba el impacto intuitivo, amor a primera vista, y el deseo de conectarse mutuamente.
Este nuevo amor es un concepto que no sólo fue subversivo en el momento imperante, sino que representó también una mirada donde los sujetos que se amaban eran los autores y protagonistas de su destino. Era un encuentro donde dominaba el impacto intuitivo, amor a primera vista, y el deseo de conectarse mutuamente.
Pero dicha revolución duró poco. Con el advenimiento de la sociedad industrial y su rol ordenador y de poder sobre el sujeto, lo subversivo del amor romántico quedó frustrado.
Ha sido el carácter disciplinario de las sociedades de la Era Industrial el que, a través de las distintas instituciones tanto religiosas como políticas, cambió al sujeto y su sentir. El amor romántico se transformó en el reaseguro de la permanencia del matrimonio, la familia, y la maternidad, moldeando los contenidos naturales del afecto como reglas de convivencia y de continuidad de los mismos. Dichas normas fueron creadas externas al matrimonio, pero inspiradas en el sentimiento.
Un ejemplo de ello es que de acuerdo a las convenciones expresadas muchas veces por la Iglesia y por el Derecho, una vez encontrado el amor tenía que ser para siempre. Si bien reconocían que la pasión era el motor del encuentro, gradualmente se tenía que convertir en la crianza y educación de los hijos. La mujer era quien debía sostener el amor romántico, siendo éste exclusivamente femenino, mientras que el hombre, tenía que abocarse a su labor como fuerza de trabajo de la sociedad.
El amor romántico en su estado originario no era compatible con la organización de la familia. Lo complejo del amor romántico quedó reducido a reglas de cnvivencia y a sostener un orden social que cuidara de la normalización, la previsibilidad. A partir de allí quedó establecido el orden que incluida los roles, los géneros, la distribución laboral, los hijos y la relación de la familia con la comunidad.
Con respecto a las relaciones padres e hijos, el hombre a pesar de seguir detentando el lugar de poder, al ser parte del aparato económico productivo, se separa de lo domestico, colocando a la mujer en el control de la educación y el afecto del hogar. Esto condujo a una idealización de la madre y a la asociación de la maternidad con la femineidad, contribuyendo a formar los roles relacionados al género dentro de la familia, y la definición de la sexualidad como sostén de la reproducción.
Estas divisiones, aparte de su ideología de carácter patriarcal, propiciaban las elecciones heterosexuales y las uniones monogamicas como expresiones naturales del amor romántico.
A partir del advenimiento de la sociedad industrial resultó una escisión en dos mundos: por un lado quedó el amor como expresión de sostén en la tarea doméstica, y por el otro lado, el amor como utopía de expresión de libertad. Dicha utopía quedará en el imaginario social a través de las narrativas expresadas en novelas, poemas, películas, etc., como una meta a alcanzar, cargadas de promesas de felicidad y sueños a realizar.
Las uniones son más etéreas, es decir el matrimonio es por amor, por pasión y por afán de auto encontrarse. Por lo tanto, lo que ha perdido el matrimonio es su estabilidad impuesta desde la cultura, pero no ha perdido su pasión. Lo que nos estaríamos encontrando es una utopía emocional basada en los orígenes del amor romántico, y en su puesta en escena, como expresión de libertad.
Esto nos llevaría a que lo complejo del amor romántico, sus opuestos y contradicciones, tienen más cabida en este modelo de la unión posmoderna, que integra y no regula los opuestos, donde la familia y los divorcios ya figuran como parte de las dos caras del amor.
El amor y su realización poseen una realidad propia que ya no es sancionada por el mundo exterior. El amor en esta época postmoderna no viene desde arriba, desde el cielo de las tradiciones culturales, no tiene más predicamento desde el púlpito, por lo tanto despliega su obligatoriedad desde abajo, con el poder del deseo, de los impulsos sexuales y la existencia individualizada. En este sentido el amor ya no es una tradición, pero posee un grado muy fuerte de responsabilidad en lo creado.
La creencia en el amor romántico posmoderno no respeta las características clásicas, porque no necesita la institucionalización, ni la codificación, ni la legitimación para desplegar su construcción respecto a su creación.
La creencia en el amor romántico posmoderno no respeta las características clásicas, porque no necesita la institucionalización, ni la codificación, ni la legitimación para desplegar su construcción respecto a su creación.
El amor romántico es una fuente de emociones compartidas que amortiguan la soledad. Es una contra soledad en pareja. Las personas se sienten en comunidad de a dos, rearmándose entre los vacíos y antiguos esquemas. En definitiva, el amor se ha vuelto es una especie de religión posmoderna individualizada, que nos convierte en protagonistas de nuestra propia novela, que nos hace sentir especiales y que logra transportarnos a una dimensión sagrada, alejada de la gris cotidianidad de nuestra vida.
¿Podríamos pensar que en esta comunidad de a dos, la lucha de géneros, la confrontación de hombres y mujeres, la lucha de igualdad de status, no tendría tanto valor porque serian únicamente dos lo que se enfrentarían en esta construcción?
¿Será este amor una utopía no tradicional, no codificable, no obligada a legitimarse que intenta crear nuevas formas de vida y de sentido?
No lo sabemos; pero sí es claro que este amor se ha erigido como única respuesta al fin del modelo tradicional, como tal está cargado de movimiento, de incertidumbre, de preguntas, de auto reflexión, con una fuerte responsabilidad individual y de igualdad.
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Un comentario
Cuestionable punto el inicio entre romanticismo, sexo y matrimonio ya que relatos históricos al respecto, lo siguiente cuestionable es su concepción entre la lucha de género y la confrontación entre sexos.
Desde el punto de vista de igualdad(con el aporte feminista) no es una lucha entre hombres y mujeres, sino la lucha entre ese rol y esas practicas donde se observa una marcada diferencia y grado de subordinación de las mujeres para con los hombres.