Por
Los avances en la robótica impactan a las distintas industrias y por ende están cambiando nuestros modos de vida. Los servicios de asistencia con robots no son ciencia ficción sino una realidad que ya está aquí y marca tendencia.
Además de las ventajas que ofrecen las casas inteligentes, en las que la tecnología artificial se ocupa de resolver los quehaceres domésticos y mantiene la seguridad del hogar, una de las figuras que la inteligencia artificial ha engendrado son los robots destinados a proveer servicios personales y de compañía.
De a poco, pero en franco despliegue, la interacción con los robots comienza a formar parte de la vida cotidiana. Hay que comenzar a imaginar el día a día viviendo junto a un companion bot que puede entretenernos, cuidarnos e incluso proveer alguna forma de amor. Desde un gato, una nannie, un cuidador para el abuelo o un partener sexual, pueden ya sustituirse por un androide.
Una tendencia a destacar son las innovaciones que están en marcha para la industria del sexo. Algunas de las novedades de este sector de la economía, se concentran en un mayor desarrollo de los servicios de sexo remoto, sexo robótico y sexo virtual.
Las investigaciones ya dejan conjeturar un escenario a mediano plazo en el que la opción de relacionarse con un robot va a modificar sustancialmente, sino suplantar, el ejercicio de la profesión mas antigua del mundo.
La industria está ya avanzando en el agregado de elementos emocionales a los robots, por lo que los entusiastas de la tecnología van encontrando más razones para remplazar una relación humana por una robótica.
La robótica al servicio de la intimidad nos confronta a un nuevo escenario en el que se conmueven profundamente usos, costumbres y tradiciones.
¿Por qué un robot como partener? Una de las primeras impresiones que los analistas destacan es que tiene el beneficio potencial de minimizar los riesgos de contagio en las enfermedades de transmisión sexual. Además, señalan que si atendemos a la soledad y el aislamiento que viene en expansión como uno de los rasgos de este milenio, quizás podamos creer que el mercado se está ocupando de dar una respuesta al problema.
Pero en verdad, conviene tener presente que en todas las épocas los seres humanos nos hemos enredado en la relación con otros. Los malentendidos y desencuentros siempre fueron un obstáculo en las relaciones. Entonces, contar con algún medio para descontar esa complicación puede parecer una opción realmente seductora.
La robótica al servicio de la intimidad nos confronta a un nuevo escenario en el que se conmueven profundamente usos, costumbres y tradiciones.
Algunos especialistas en el tema están preguntándose si los usuarios de los sexbots podrían enamorarse del partener. Se han abierto ya los debates sobre algunos aspectos de las consecuencias psicológicas y sobre los códigos de ética que tendrán que venir a regular el tema. Pero, creo que lo que importa subrayar es que el amor y el cuerpo son dos dimensiones que se verán sustancialmente afectadas por las intervenciones de la tecnología.
Estos cambios exigen pensar cuál es el nuevo sentido que toma el amor en este siglo o más bien, cuáles serán las consecuencias de la simulación del amor a partir de las nuevas posibilidades que ofrece el mercado.
La más reciente generación de sexbots, atendiendo las preferencias y los aspectos emocionales de los consumidores, ya combina elementos que incluyen la ternura y la sensualidad sin embargo, ello no clausura las nuevas inquietudes que se despiertan. ¿Cómo participará la subjetividad y los prejuicios de los diseñadores en la creación de estas nuevas criaturas? ¿Se estandarizarán los rasgos que abren al universo de la seducción? ¿Cómo se atenderá la singularidad del modo de goce? ¿Cómo se elegirá un partener sin pasar por el clásico circuito del amor? ¿Qué ocurrirá cuando el deseo quede robotizado y entonces el otro ya no nos resulte enigmático, cuando las facilidades del mercado borren la incertidumbre de no saber lo que se producirá en un encuentro, cuando una relación no ponga en juego la pregunta qué soy para el otro…Y por último, aunque por ahora, también me pregunto ¿en qué medida esta asociación íntima con la tecnología pone a la especie en riesgo de extinción?
Cinta Vidal presenta por primera vez sus murales y pinturas en diálogo en la Galería Zink de Alemania. MELT explora la interacción entre arquitectura y paisajes, destacando la conexión entre ambos y las relaciones humanas de los protagonistas.
La misofonía es un trastorno neurológico que provoca una sensibilidad extrema a ciertos sonidos. Los afectados reaccionan con irritación, desconciertan a su entorno y se genera un clima de tensión que afecta la convivencia y relaciones sociales.
El uso de las redes sociales contribuyó al aumento de la ansiedad y depresión en la Generación Z, provocando efectos que perturban su bienestar emocional. Sin embargo, los jóvenes pueden desarrollar narrativas más saludables sobre sí mismos.
“Abstenerse de sexo no es suicida, como lo sería abstenerse del agua o la comida; renunciar a la reproducción y a buscar pareja…con la decisión firme de perseverar en este propósito, produce una serenidad que los lascivos no conocen, o conocen tan solo en la vejez avanzada, cuando hablan aliviados de la paz de los sentidos”.
SUSCRIBIRSE A LA REVISTA
Gracias por visitar Letra Urbana. Si desea comunicarse con nosotros puede hacerlo enviando un mail a contacto@letraurbana.com o completar el formulario.
DÉJANOS UN MENSAJE
Imagen bloqueada